Nos ahogamos en nuestra propia irresponsabilidad

Nadando en el fondo del mar

Nadando en el fondo del mar

Así, dicho de esa manera, suena hasta gracioso porque por mucho que nos pongamos a pensar nos costará imaginarnos lo que en realidad significa una hipoteca underwater, pero ahora bien, después de que conozcamos el significado, o al menos el significado que se le da, ya empezaremos a echarnos a temblar.

Se está llamando hipoteca underwater a esas hipotecas cuya deuda está por encima del valor actual de mercado de la vivienda, es decir, imaginemos una hipoteca de la que todavía queda por pagar, por ejemplo, 200.000 euros, mientras que el valor de mercado de la vivienda sobre la que se constituyó dicha hipoteca se encuentra en los 160.000 euros. Es decir, la deuda es mayor que el valor.

Y el problema es que estas hipotecas underwater están proliferando en nuestra economía de manera exponencial, ya que la caída de precios que se ha producido a consecuencia de la actual crisis económica está haciendo que todas las hipotecas que se concedieron por el 100% del valor de tasación (y no digamos las que lo hicieron al 120%), estén quedando fuera de juego.

Porque si entre todos los que jugamos el juego hipotecario, es decir, bancos y ciudadanos, nos hubiéramos fijado el 80% del valor de tasación como el máximo posible para la concesión de una hipoteca ahora no estaríamos con este problema, porque ese margen del 20% se hubiera encargado de absorber la caída de precios.

Pero los bancos querían vender más y más hipotecas, y nosotros queríamos más y más dinero para poder comprar casas más grandes, coches mejores y muebles más modernistas, el problema es que estas situaciones de vivir en el aire acaban por terminarse y luego hay que pagar las consecuencias de las mismas, como nos está sucediendo en estos momentos.

Y el problema principal es que aunque un ciudadano consiga vender su vivienda no podría, en ningún caso, pagar la totalidad de la hipoteca que todavía tiene, con lo que se quedaría sin vivienda pero con deuda, de la misma forma que las entidades bancarias no aceptarían, bajo ninguna circunstancia, la dación en pago por debajo del valor de la deuda hipotecaria.