Se acabó el chollo de las hipotecas online

En busca del chollo perdido

En busca del chollo perdido


A pesar de que hasta hora parecía que las hipotecas online eran el último reducto al que se podían aferrar las familias a la hora de obtener una hipoteca económica, todo apunta a que esta situación de bonanza ha pasado a mejor vida, ya que las entidades financieras han comenzado a incrementar los diferenciales de sus hipotecas, compitiendo ahora ya en valor con las entidades tradicionales.

Es cierto, que todavía se mantiene una pequeña ventaja en favor de las oline, pero ésta es cada vez más imperceptible y si tenemos en cuenta la poca flexibilidad de este tipo de hipotecas puede empezar a interesar pasarse a las hipotecas tradicionales, en las sucursales de toda la vida antes de entrar en una vorágine de condiciones inasumibles.

Este escenario se encuadra dentro de las limitaciones a las que se ven sometidas las entidades financieras como consecuencia de sus necesidades de recapitalización que todavía no han sido satisfechas, por mucho que el rescate bancario que ha conseguido negociar el Gobierno español pueda servir como lanzadera para el inicio de este proceso.

Y es que no podemos olvidar que aunque ahora reciban dinero procedente de la Unión Europea, lo cierto es que las entidades financieras seguirán guardando sus balances para protegerse ante las incertidumbres del futuro más inmediato, utilizando la liquidez que vayan recibiendo por parte de las autoridades europeas para conseguir cuadrar sus balances e ir tapando, poco a poco, el tremendo agujero negro que siguen manteniendo como consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria.

Por ello no podemos lanzar las campanas al vuelo en lo que se refiere a la recuperación del crédito, el cuál no ofrecerá visos de recuperación hasta bien entrado el año 2013, sino más tarde incluso, con lo que no nos queda más que seguir apostando por la austeridad familiar, que a la fuerza obligan, tratando de reorganizar los pocos ingresos que todavía acumulan algunas familias, que no todas.

En definitiva, malos tiempos para la lírica, y para las hipotecas, en los que las entidades financieras seguirán nadando y guardando la ropa, y los consumidores en general reclamando un crédito que nunca acaba de llegar.