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La hipoteca dormida

Viejo remedio para la crisis

Viejo remedio para la crisis

El problema del mercado hipotecario no es sólo la falta de liquidez de los bancos,  que de un tiempo a esta parte necesitan el dinero más que sus posibles clientes (y eso es grave) ni que la solvencia de los clientes no llegue a los mínimos exigibles para no tener que incluir una vela a santa Rita en cada contrato.

El problema llega aún más lejos, y es la demanda.

Los españoles con necesidad de vivienda y ganas de tenerla en propiedad nos dividimos en estos momentos en dos grupos principales:

-Por un lado están los que no se la pueden pagar, porque ni tiene ahorros ni trabajo estable, ni posibilidad alguna de que un banco les conceda una hipoteca, casi ni comprando una de las casas que los bancos tienen en su stock desde el comienzo dela crisis.

-Por otro, la expectativa sobre el precio de los pisos parece haber entrado en lo que en el mercado bursátil se llamaría una espiral de pánico, y que consiste en que cualquiera que sea el precio que se solicite pro una vivienda, queda la impresión de que esperando un poco se podrá comprar mucho más barata.

Y lo cierto es que todas las noticias y todos los indicadores llevan a pensar que el precio de la vivienda seguirá bajando, aunque sólo sea por la obligación del banco malo, y de los otros, peores, de vender sus viviendas cuanto antes para cumplir con los planes de eliminación de los activos tóxicos. Bajarán, es cierto, pero no se sabe cuánto ni cuando, y ahí es donde está el problema.

Mientras las expectativas sean bajistas, no se firmarán hipotecas, porque apresurarse equivale en la mente de muchos a precipitarse. Mientras continúen las expectativas bajistas la hipoteca seguirá siendo un producto dormido, pro falta de liquidez, por falta de solvencia, y porque el pozo sin fondo del mercado inmobiliario parece tener aún capacidad para absorber una caída mayor.

¿Los datos? El Indicador de Confianza del Consumidor. Según esta encuesta, el  52,7% pronostica más rebajas de precios; el 37,1%, los mismos precios o unos muy similares y el 4,9%, subidas para 2013.

¿Cómo lo veis vosotros?

Hipoteca y confianza. O por qué los mercados no nos quieren…

Protesta contra la central nuclear de León. Cuestión de imagen.

Protesta contra la central nuclear de León. Cuestión de imagen.

Dicen por ahí en los comentarios, y en montones de foros y medios de comunicación, que la desconfianza de los mercados hacia España no tiene base real, y quizás tienen razón. Nuestros datos reales son mucho mejores que los de otros países que, sin embargo, no pasan nuestras apreturas para conseguir crédito. Desde aquí, lo percibimos como una injusticia y seguramente lo es, pero no está de más entender qué influencia tiene en los mercados ese concepto tan difuso que es la confianza.

Para ver lo que está pasando, tenemos que partir de dos premisas: que la confianza es una variable humana, y no macroeconómica. Y que los mercados se basan en hacer cábalas sobre el futuro, pero no tienen una bola de cristal.

Pongámonos ante el más que pedestre y cotidiano caso de que vamos a pedir una hipoteca. ¿A quién se la dan antes?, ¿al auxiliar administrativo, funcionario, del ayuntamiento de Matalascañas, o al becario microbiólogo investigador del CSIC? Obviamente, se la lleva el funcionario, aunque sea muy posible que el otro, en un par de años, esté ganando mucho más y hasta tenga la posibilidad de ganar una pasta gansa con sus conocimientos.

¿A qué amigo le prestarías tú el dinero si ambos te lo pidiesen? ¿Al que pasa de rollos y trabaja en una panadería, o al revolucionario agitador que encabeza todas las manifestaciones, aunque trabaje de jefe del panadero y gane el doble? Casi todo el mundo se lo presta al primero, porque supone menos riesgo, ya que el segundo, aunque ahora gane más, puede acabar en la cárcel, despedido o en una movida gorda cualquier día…

Eso es lo que les pasa a los mercados. Resulta que la cantidad de dinero para prestar es limitada, y la cantidad de gente que lo pide es muy grande, así que los que tienen el dinero pueden permitirse elegir. Y eligen al que les da mejor aspecto y les suena a menos riesgo. Y he dicho aposta”les suena”, porque es cuestión de oído.

-Cuando el gestor del fondo de inversión de Dubai ve que los asistentes a la final de la Copa del Rey silban al Príncipe, no se tira diez horas intentando saber qué coño pasa. Pone una crucecita junto a España y anota: país inestable. Riesgo político. Y nos jodemos.

-Cuando el gerente de un banco de Singapur oye decir que el Presidente del Gobierno español pospone los presupuestos generales hasta después de unas elecciones regionales, no llama a un asesor para enterarse de qué  se juega en esa región. Pone una crucecita junto a España y anota: no se toman en serio la situación. Y nos jorobamos de nuevo.

-Cuando luego esas elecciones arrojan como resultado la victoria de los mismos que llevaban treinta años, y que enarbolan una cifra récord de desempleo en su región y grandes  jaleos judiciales por corrupción, el gestor de los fondos soberanos de Singapur no manda a un embajador a saber qué puede estar pasando. Pone una crucecita junto a España y escribe:  autoridades corruptas. Pueblo tolerante con la corrupción. Y pagamos medio punto más.

Y así sucesivamente. No pongo más casos porque son muchos y los conocemos todos.

Vivimos en un mundo donde es forzoso pedir prestado. Para ello, además de ser solvente hay que parecerlo. Nos sucede como a la mujer del César , si lo recordáis…

Y mientras demos fuera la impresión de ser un meretricio desbocado en riñas, revoluciones fallidas y jaleos cuaternarios, nadie se fiará de nosotros ni de nuestras cifras. Y pagaremos por eso, más que por nuestra verdadera situación.

Es el destino de todos los que hablan mal de su país, su pueblo y su familia: que los demás les creen y luego se lo cobran.