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Hipoteca y retraso judicial

Denunciante en la sala de espera

Denunciante en la sala de espera

Es una idea generalizada pero que nadie parece querer escuchar: el retraso en la justicia hace que al final cualquier resolución sea siempre injusta, por tardía. Entre la acumulación de garantías, la extensión de los plazos, la cantidad de gente que se pasa media vida intentando retrasarlo todo y el sistema decimonónico que aún impregna nuestros tribunales, lo cierto es que la resolución de los casos se eterniza.

¿Y qué ocurre? Que las hipotecas no esperan.

Hace unos pocos días saltaba a la luz la noticia de que algunos juzgados estaban dando fechas de 2014 para resolver casos de despido procedente o improcedente, con lo que el trabajador despedido tendría que esperar tres años para saber si cobra indemnización y cuánto va a cobrar.

Lo mismo sucede, más o menos, con los desahucios por impago, que tardan meses o incluso más de un año, haciendo así que los propietarios prefieran no alquilar sus viviendas o cobren por ellas mucho más de lo normal, en previsión de encontrarse en este especie de callejón sin salida que es acudir a la Justicia.

Según explica en su informe trimestral el Consejo General del Poder Judicial, estos retrasos se están acumulando con mayor frecuencia y dilación en todo lo referente a desahucios, embargos, despidos, concursos de acreedores, reclamaciones de cantidad. Si encima te toca lidiar con una administración pública, la cosa es aún peor, porque los contenciosos administrativos pueden prolongarse hasta seis años.

Por supuesto, a algunos puede parecerles que es buena noticia que se retrasen los desahucios, pero el hecho es que la impunidad no beneficia a nadie, y menos aún a quienes pretenden cumplir puntualmente con sus obligaciones.

Y el retraso es siempre injusticia y muchas veces impunidad.

Quizás sea el momento de pensar en otro tipo de soluciones, especialmente en temas tan sensibles como el trabajo. La más utilizada fuera de nuestras fronteras, y con mejores resultados, es el arbitraje. Mediante el arbitraje ambas partes se ponen de acuerdo en nombrar a un tercero que dictamine sobre su caso y a aceptar su decisión. Es más barato y más rápido, pero tengo la impresión de que precisamente por eso lo rechazan algunos: porque no quieren justicia, sino marear la perdiz.

Justo, mira por dónde, lo que más perjudica a la gente de a pie y más beneficia al que tiene recursos para seguir, mientras tanto, pagando su hipoteca.

Democracia y trabajo

votante de la empresa en plena reflexión

votante de la empresa en plena reflexión

Hoy quiero que el echemos un poco de imaginación al asunto, por aquello de que el mundo real, del que estoy tratando de hablar últimamente, está formado fundamentalmente por personas.

La dialéctica marxista, que para bien y para mal se ha introducido en nuestras mentes, nos ha acostumbrado a pensar que los patronos pertenecen a la clase patronos y nunca dejan de serlo. Los trabajadores, pro su parte, pertenecen a la clase obrera y nunca dejan de serlo tampoco, a menos que la revolución les dé el poder conduciendo a la sociedad a la dictadura del proletariado.

El proceso intermedio se llama lucha de clases y se expresa en una constante pelea por salarios, derechos y medios de producción.

Sin embargo, en el mundo real, la cosa es diferente. Un trabajador puede tener una idea, ahorrar, pedir un préstamo y convertirse en patrono. Y lo que aún es más grave: a un patrono se le pueden hinchar las narices de tanto sufrir trabas, echar el cierre a la empresa y convertirse en asalariado de otro, o simplemente en clase pasiva, o en turista en las Bahamas.

Las clases, por tanto, no son cuestión genética ni inamovible. Y la solidaridad de clase, menos.

Y ahí es donde yo voy con la pregunta de hoy, que espero no me toméis muy a mal:

Una empresa con 500 trabajadores atraviesa por un mal momento. La patronal propone un referéndum a los trabajadores, con estas dos opciones: O se rebaja el salario un 20 % a todo el mundo, o se despide a 100 trabajadores. De otro modo la empresa no será viable. En la propuesta se incluye también el compromiso de subir el sueldo esa misma cantifdad o recontratar a los 100 despedidos cuando las cosas vayan mejor.

Decidme, por favor, qué opción creéis que ganaría el referéndum y por qué.

Y si alguno se atreve, que diga lo que él o ella votarían.

La cosa va a dar de sí….