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¿Pero qué es lo que quieren los mercados?

No es el BCE, aunque algunos lo crean...

No es el BCE, aunque algunos lo crean...

Después del rescate de la banca ha seguido la sangría de nuestra economía y nuestra deuda, encabezada por las nuevas rebajas de calificación crediticia que dificultan aún más nuestro acceso a los mercados de capitales. En estos momentos, quizás sea bueno preguntarse qué es lo que está pasando y qué es lo que quieren los mercados.

En primer lugar, hay que hablar claro: los mercados sólo tiene poder sobre la deuda, o sea, que no pueden hacer nada con un país que gasta menos de lo que ingresa. El poder de los mercados de capitales no se origina en unos orcos malísimos que en su torre oscura conspiran para machacar países, sino en los presupuestos que se aprueban, año tras año, dando por bueno que el gasto se mayor que los ingresos. Esa es la razón por la que los dictadores nacionalistas de todo signo, Franco y Ceaucescu, por ejemplo, se negaban a tener déficit y se negaban a tener deudas: para poder seguir haciendo lo que les diera la gana. Resumiendo: el que se endeuda pierde su independencia. Eso lo sabemos todos, pero a veces parece que nos olvidamos.

Definida la mayor, pasamos a qué es lo que quieren los mercado. La respuesta es fundamentalmente una: cobrar su deudas. Y además de cobrarlas, que les salga lo más rentable posible prestar.

El mercado de duda a nivel mundial es enorme, y los que tienen el dinero pueden elegir a quién lo prestan. Por tanto, para que te lo presten a ti y no a Alemania, tienes que ser más rentable, ya que no puedes ofrecer la misma seguridad que Alemania, que les parece más solvente a los que tienen el dinero. El problema viene cuando además de Alemania y Japón, empieza a haber montones de países que parecen más solventes que el tuyo. Cuando los que tienen la pasta prefieren prestársela a Chile, a Indonesia, a Canadá y a Serbia, entonces tienes un problema de carajo. Sucede lo mismo que con las hipotecas: que si tu trabajo es estable no te piden aval, y si no lo es, te piden hasta la firma de tu bisabuela.

Y ahí estamos: los que tienen dinero para prestar prefieren dejárselo a cualquiera antes que a nosotros, por lo que tenemos que convencerlos a fuerza de pagar más para que lo inviertan en nuestros bonos del Estado.

¿Y qué quieren los mercados para dejarle a España el dinero un poco más barato? Quieren tener la impresión de que vamos a ser capaces de generar riqueza para devolver la pasta y la impresión de que no tiramos la pasta o nos la gastamos en alegres juergas.Lo que tenemos que entender es que para ellos, “juerga” es cualquier cosa que no produzca riqueza y por ende posibilidades de devolver las deudas.

Por eso les cabrea tanto que hayamos hecho recortes en inversión y no en gasto. Y por eso no nos dejarán en paz hasta que los recortes vayan a por el gasto. O sea: funcionarios, pensiones y subsidios de desempleo.

Lo gordo. Lo sustancioso. Las cosillas de cuatro perras para hacer justicia y quedar bien las consideran folclore.

¿Qué significan los eurobonos y por qué dan tantos líos?

¿Que avalemos el queeé?

¿Que avalemos el queeé?

Ya lo sabéis: desde que Francoise Hollande ganó las elecciones a la presidencia francesa ha resucitado la figura de los eurobonos y con ella nuestra esperanza de no irnos totalmente al carajo.

Para muchos, los eurobonos son la única salida viable a esta crisis financiera y el único modo de alejar a los especuladores de las economías más débiles de la eurozona. ¿Pero qué es eso de los eurobonos y por qué dan tantos jaleos? ¿Por qué son considerados por otros como la única solución realista? ¿Por qué están dispuestos los alemanes a lo que sea, y con ellos una parte de Europa, para evitar que se aprueben?

Vayamos por partes:

-Los eurobonos son una emisión de deuda garantizada por el Banco Central Europeo, de modo que serían TODOS los países de la Unión Europea quienes avalarían de manera solidaria la deuda pública de cualquier miembro del Euro. De este modo, no habría economías débiles ni economías fuertes dentro de la Unión y los especuladores no tendrían la opción de apostar contra unos u otros países , obligándolos a pagar intereses abusivos para acudir a los mercados de capitales. Con los eurbonos se crea una caja común que avala la deuda y, por tanto, toda la deuda, en conjunto, tiene el mismo precio y el mismo riesgo, ya que se asegura con una caja común.

-Los eurobonos son la única solución realista porque aflojaría la presión del mercado, permitirían salir de la recesión y volver a crear empleo, evitando la espiral de destrucción en la que estamos, en la que menos empleo lleva a más deuda, y más deuda lleva a más desempleo. Y además, en caso de necesidad, se puede imprimir dinero por acuerdo de todos, lo que traería inflación, pero repartida entre toda la eurozona, como ya ha sucedido en Estados Unidos con el dólar.

-A los alemanes, por supuesto, les da la risa. Y con ellos a los austriacos, los holandeses y los finlandeses. Les da la risa pensar que ellos van a avalar y hacerse responsables de la deuda de países que no son capaces siquiera de presentar dos veces seguidas las mismas cuentas. Para aceptar hacerse cargo de nuestra adeuda pedirían hacerse cargo también de nuestras cuentas, y ya que son lso pagan las facturas deciden en qué se gasta y a quién se paga. Eso se llama imperio o colonialismo, y como está feo, pues prefieren ni p mandar en casa ajena ni pagar la deuda de nadie. Salvo que acabemos rogándoles nosotros que nos invadan pacíficamente, cosa que no veo del todo descartable.

Como ejemplo similar, y para que nos hagamos una idea, tenemos los hispabonos. Hay quien habla de ellos y consisten en que las autonomías, en conjunto, se avalen las deudas unas de otras. Las risas que se echaron vascos, riojanos y navarros, por ejemplo, cuando les dijeron que tenían que avalar y pagar las deudas de Extremadura, Valencia y Andalucía, cruzaron el océano.

Con semejante precedente, estamos buenos para ir a Alemania a pedir que ellos nos avalen las nuestras, vaya…

¿Qué es un corralito? Efectos para la hipoteca.

Más allá del Corralito del Trueno

Más allá del Corralito del Trueno

Algún día, si llego a vivir tanto tiempo, empezaré un artículo hablando de buenas noticias, pero entre tanto y no me parece que lo mejor es seguir con la vieja manía de aclarar conceptos. Y uno de ellos es qué es eso de un corralito, la amenaza extrema con la que Paul Krugman y otros santones del mundo de las finanzas amenazan a España desde la prensa anglosajona.

Un corralito es un mecanismo administrativo por el cual se restringen las retiradas de efectivo de los bancos. Aunque tengas ahorros, no podrás sacarlos, las tarjetas quedarán limitadas y la obtención de capital de los bancos queda suspendida hasta nuevo aviso. Pero no se trata sólo de eso: lo normal es que al final de un corralito se cambie la moneda por lo que cualquier cantidad que se tenga en una cuenta denominada en una divisa distinta te la cambian automáticamente ala nueva moneda, y al valor que unilateralmente decida el Gobierno.

Así es como sucede que algujien que tenía cien gallinas acaba recibiendo cien ratones, y todavía le dicen que cien equivale a cien, y listo.

¿Y esto que tiene que ver con la hipoteca? Pues mucho, porque si cambian, por ejemplo, los euros a cien pesetas, y la peseta se devalúa, el que tiene ahorros los pierde, pero el que tiene deudas, resulta que también las ve reducirse en la misma medida en que se devalúe la moneda.

¿Os imagináis las deudas de todos los españoles reducidas en un cuarenta o cincuenta por ciento, lo mismo que los ahorros? Pues esa, esa y no otra, es la principal razón de que el corralito en España sea muy improbable y no tengamos que temer, de momento, que de veras nos alcance.

Si fuera por otros motivos, quizás deberíamos tener más miedo, pero sabiendo lo que pueden perder los grandes financieros lo normal es pensar que no llegará a suceder nunca.

¿Pero de dónde viene la ruina autonómica?

Monumento a las finanzas autonómicas

Monumento a las finanzas autonómicas

Como veis, estos días trato de escribir sobre algo más que hipotecas, aunque sólo sea tratando de responder a las muchas cuestiones que surgen en este blog o en otros en los que participo.

Sabréis  ya, porque lo sabemos todos, que las entidades financieras han rebajado el nivel de confianza de la deuda autonómica española hasta límites de bono basura en varios casos y poco menos en otros.

O sea, que la mayor parte de las autonomías van mal, con rachas atemporaladas de muy mal o incluso desastroso si nos referimos, por ejemplo, a Cataluña o Valencia.

Lo que nos puede el cuerpo en estos casos es despotricar contra el despilfarro de los políticos, pedir su cabeza, la guillotina o el garrote vil, pero lo ciertos es que, siendo todo eso necesario, convendría antes que nada saber qué ha pasado para llegar a esta situación.

El problema es fundamentalmente un caso sangrante de incentivos perversos: los gobiernos autonómicos prestan los servicios a los ciudadanos, pero en lugar de cobrar los impuestos y tener capacidad normativa sobre ellos, para subirlos o bajarlos, se limitan a pedir transferencias de dinero al Estado central. ¿Y qué sucede? Pues que mediante este mecanismo deja de haber relación entre los servicios que se prestan y los impuestos que se cobran, de manera que una comunidad tiene más o menos dinero según lo bien o mal que negocie con el Gobierno, y hno según los impuestos que cobre a los ciudadanos.

Si los valencianos, por poner un ejemplo, hubiesen tenido que pagar un céntimo más en la gasolina para poder tener un premio de Formula 1, a lo mejor el presidente de Valencia hno se hubiese atrevido a cobrarlo, por miedo a que le cortasen los cataplines. Pero como bastaba con pedir, pidió, se lo dieron, y ahí estamos.

Lo otro, lo de la mala gestión, la corrupción, el mamoneo, el despelote generalizado de las competencias, el amiguismo, las competencias solapadas, las duplicidades y la alegría contratando afiliados de su partido como funcionarios ni lo menciono. Es tan obvio que no merece ni dos líneas.

Cada vez le debemos menos a los bancos

Cada vez menos encadenados, aunque todavía demasiado

Cada vez menos encadenados, aunque todavía demasiado

El Banco de España ha publicado esta semana unos datos realmente reveladores, que ponen de manifiesto la situación en la que nos encontramos, ya que el saldo deudor de las familias españolas, es decir, lo que los ciudadanos le debemos a los bancos y cajas como consecuencia de los créditos que nos han concedido, se ha reducido durante el mes de febrero en un 3,34%.

Ello hace que el volumen total de la deuda que las familias españolas mantienen con las entidades financieras se quede en 861.438 millones de euros, lo que nos retrotrae a septiembre de 2007, justo después del estallido de la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos.

De este total, la gran mayoría, como suele ser habitual, correspondió a la deuda hipotecaria, situada en 661.005 millones de euros, igualmente inferior a la de hace un año, concretamente un 2,2%, incluso inferior a la del mes inmediatamente anterior, enero, en un 0,41%.

Este fenómeno de reducción del saldo vivo hipotecario de las familias tiene una clara causa en la reducción del precio de la vivienda, lo que provoca que las nuevas hipotecas que se constituyan se hagan a un valor por debajo de las hipotecas que se amortizan, las cuáles se han incrementado artificialmente, de la misma manera, a causa de los embargos hipotecarios realizados por las entidades financieras.

Todo ello hace que, como sociedad, cada vez le debamos menos a los bancos y cajas, aunque todavía les debemos mucho, lo cuál es algo positivo, ya que el exceso de deuda privada acumulada durante los años de burbuja inmobiliaria está claramente detrás de la crudeza de la actual crisis.

Sin embargo, si el problema no es la reducción del saldo vivo de la deuda de las familias, sí es la velocidad a la que se está produciendo esta reducción, que está provocando cierta inestabilidad en el sistema y dudas reales sobre la sostenibilidad de muchas entidades financieras en el medio-largo plazo.

Se espera que esta situación se mantenga durante todo este año 2012, ya que las entidades financieras no parecen con la voluntad necesaria como para revitalizar el crédito en un futuro próximo, no antes de los tests de estrés del verano.

La hipoteca que no nos dan y el dinero que no nos prestan

Pues te chinchas...

Pues te chinchas...

Aunque nos extrañe a estas alturas recibir alguna buena noticia, parece que la deuda pública se  está vendiendo mejor que de costumbre, e incluso bajan los intereses que el Estado paga por endeudarse. En principio, muchos han respirado aliviados porque al fin empieza a aflojarse la presión sobre la deuda soberana, ya que este puede ser el camino para salir de la crisis.

Por mi parte, no puedo ser tan optimista, y lo que debería alegrarme no hace más que asustarme otro poco. Y voy a tratar de explicarlo:

Cuando los bancos no tenía un duro en sus cajas fuerte no nos prestaban un duro ni nos concedían una hipoteca. Y hasta ahí nos parecía comprensible.Pero resulta que ahora el Banco Central Europeo ha decretado barra libre de financiación y los bancos vuelven a tener pasta, porque la consiguen en el BCE a precios de risa. ¿Y qué sucede? Pues que han decidido que tampoco nos lo van a dar a nosotros, que no nos van a sacar del atolladero, y que el pequeño empresario que no pueda funcionar sin línea de crédito lo que tiene que hacer es cerrar y poner a los trabajadores en la calle, porque prefieren comprar deuda pública o meter esa pasta de nuevo en el BCE.

El dato es devastador: el 85 % de la deuda pública subastada en los últimos meses la han comprado nuestras propias entidades bancarias con el dinero que han pedido al BCE. De este modo, estamos como estábamos, aunque se haya maquillado la cosa: nuestro Estado debe menos, o se financia más barato, y nuestros bancos deben más, pero el dinero no ha llegado a la economía real.

O sea que ahora los bancos SI tienen liquidez, porque se la da el BCE.  Lo que no tiene es ganas de arriesgar ese dinero en negocios reales, en dar préstamos o hipotecas, y prefieren meterlo en la economía especulativa (por eso se mantienen las bolsas) o dárselo al Gobierno para que no les mire mucho los balances.

Por eso hay que pensar que la anemia del mercado inmobiliario y de las hipotecas tiene mala solución. Si a los bancos no les gusta ya el negocio de prestar dinero a la gente, ¿quién se ocupará de tan ingrata labor?

Me veo en los viejos tiempos del Mercader de Venecia, vaya…

Limitar la deuda hipotecaria. Una necesidad para todos

No es muy seguro, pero es un puente...

No es muy seguro, pero es un puente...

Ya sabéis que no soy partidario de ir por ahí perdonando deudas a nadie y que creo que el que firma un contrato lo firma con todas sus consecuencias. Para quien venga aquí por primera vez, le dejo un ejemplo de artículo al respecto.

Sabéis también que creo que los hipotecados somos mucho más responsables que los bancos en el desaguisado que se ha armado, porque los que ganaron dinero vendiendo el piso a más de lo que compraron no reparten con el banco, así que los que lo pierden, que no traten de repartir pérdidas ni de repartir su hipoteca.

No obstante lo dicho, creo que es necesario limitar de algún modo la carga de la deuda hipotecaria, de modo que no se convierta en una carga social que debamos pagar entre todos. En la India, por ejemplo, las deudas se heredan de padres a hijos y pueden llegar generación tras generación, hasta el punto de que se siguen pagando deudas del siglo XIX. En potras sociedades, como la romana, o la inglesa de principios de la revolución industrial, se podía sufrir esclavitud o prisión por deudas.

Este tipo de conductas, aparentemente justicieras, acaban convirtiéndose en un daño para todos y en un lastre para la economía.

Por tanto, y como cada cual tiene lo suyo, creo yo que lo ideal sería que la deuda principal, o sea el capital prestado, se debiese para siempre, mientras que los intereses devengados por impagos los perdiese el banco y no siguieran creciendo una vez determinada la insolvencia del deudor hipotecario.

De este modo, cada cual paga lo suyo: el deudor, por pedir prestado lo que no podía pagar, y el banco, por prestar a quien no debía. Un sistema como este, que es un ejemplo, nos libraría de mucha deuda artificial, de mucho papeleo, y de la sensación de que todso el retarso siempre va en nuestra contra.

Y nos ayudaría a respirar sin vulnerar los derechos de nadie. Creo yo.

La hipoteca inexistente

Resaca bancaria

Resaca bancaria

La verdad es que después de todas las clases de hipotecas de las que hemos hablado aquí, puede sorprender el título, pero es que hoy quiero habar de eso: de la hipoteca que no existe, que no se concede, que no te la van a dar ni aunque seas funcionario, presentes el aval de Bill Gates y pidas el 30 % de la tasación.

Por supuesto, se trata de una exageración, porque a alguien como el del ejemplo seguramente le concederían la hipoteca, pero hay que estar cerca de eso para conseguir en estos momentos financiación hipotecaria para la compra de una vivienda.

Los bancos están pelados, tienen que asumir cada vez mayores coeficientes de caja y sus depósitos disminuyen.

¿Y porqué sucede esto? Por una combinación maligna. Por un lado, los gobiernos se han dado cuenta, demasiado tarde, de que hay que pedir mayores garantías a los bancos para que eviten la tentación de intentar hacer magia negra con el dinero. Y por otra, la gente ahorra menos, porque gana menos, y tiene que tirar de los ahorros para salir adelante cuando uno o dos miembros de la familia se han quedado sin trabajo.

Así, los bancos, se encuentran con que el Estado les pide dinero en garantía (que no pueden prestar) y al gente les deja menos pasta en las cuentas (que tampoco pueden prestar). Si a esto se une la deuda pública, que es el dinero que los gobiernos piden prestado, y que los bancos tienen más posibilidades de recuperar que el que prestan a un pringado que compra un picos (al menos en teoría, porque visto lo visto no está tan claro), entonces no es de extrañar que la modalidad de hipoteca más frecuente en estos momentos sea precisamente la que digo: la hipoteca inexistente.

Y de esas sí, de esa hay para todos. Sin problemas.

Gran descubrimiento: lo que unos reciben, otros lo pagan

El último currela

El último currela

Ahora que andamos a vueltas con la posibilidad de aceptar la dación en pago como forma de resolver la hipoteca, me viene a la cabeza otra de las reivindicaciones históricas de ciertos grupos: la renta mínima social.

Dar por saldada una deuda entregando el bien que la garantizaba puede parecer muy bien, igual que puede parecer muy bien que te paguen un sueldo sólo por levantarte de la cama cada día. En ese mismo orden de cosas, estaría también muy bien que se pagase un sueldo a las amas de casa, y que se pagara un sueldo a los que  cuidan de los ancianos, y que se pagase un sueldo a las personas que crían los niños y los educan, pues aportan más al futuro de la sociedad que los que ni crían ni educan niños.

Lo que pasa, y es que alguien tiene que decirlo de una santa vez, es que todo lo que unos reciben lo pagan otros, y que para pagar todos esos sueldos y peroles de sopa boba habría que sangrar a los demás.

Sin duda habrá quien piense que sería ideal golpear a ese enemigo social invisible al que llaman “los ricos”, y de ahí sacar la pasta para que todos pudiésemos elegir si trabajar o no, si ahorrar o no , incluso si pensar o no. Pero lo cierto es que ricos hay muy pocos, se acabarían enseguida, y a los cuatro días, o antes, habría que sangrar al segundo escalón, porque los apesebrados del sueldo público no renunciarían a su forraje, y luego al tercer escalón, y luego al cuarto, de modo que tarde o temprano, según en qué escalón estuviésemos, nos tocaría a todos alimentar a la sanguijuela, porque la sanguijuela del que exige sin aportar nada es insaciable.

Para evitar llegar a eso, creo que es mejor cortar por lo sano y empezar, cuanto antes, a hablar claro:

La hipoteca la paga el que la firmó, en las condiciones que la firmó y hasta el último céntimo. Y si no, no haberla firmado. Y el que sea imbécil para dejarse engañar, que vaya al juzgado y se inhabilite, porque si él no quiere depender de su firma, yo no quiero depender de su voto.

El que prestó la pasta a quien no debía, que presente quiebra y se vaya a cascarla al cementerio de los bancos muertos. Si arriesgó más de lo que debía, que no me venga ahora a pedir rescates de dinero público. Jugar está muy bien. Jugar y ganar, mejor aún. Pues jugar y perder, se llama joderse. ¿Lo digo más claro?

Fuera de esto, queda un mundo entero de mandangas, componendas y filosofías muertas de hambre que, en realidad, pretenden desplumar al que produce para dárselo al que se rasca el ombligo. Fuera de esto están buena parte de los subsidios, los rescates, las daciones, las condonaciones de deuda y otros trucos para evitar pagar lo que se debe.

O para hacer que, de un modo u otro, lo paguemos los demás.

Y para eso, conmigo que no cuente.

La dación en pago de una hipoteca. El lado amargo

Bueno... Pues si no quieren pagar, que no paguen... Déjalos que decidan...

Bueno... Pues si no quieren pagar, que no paguen... Déjalos que decidan...

La gente siempre ha querido las cosas gratis, sin pagar un duro, por su cara bonita y porque ellos lo valen. En este país siempre ha sido popular el robo y héroes los bandoleros, pero creo que últimamente estamos sufriendo una gran oleada de descaro al pedir que se haga lo que sea, lo que haga falta, para que las deudas caduquen y el todogratis se extienda por el mundo.

Lo primero que he visto en ese sentido han sido varias movilizaciones  exigiendo la renta mínima ciudadana, que es un sueldo mínimo al que se tendría derecho sólo por nacer. No voy a repetir aquí los maravillosos razonamientos de los que piden tal cosa, pero sí os diré algo: cuando todo el mundo tiene cuatrocientos euros, esa cantidad equivale a cero.

En segundo lugar, me ha llamado la atención la verdadera bronca que organizan las asociaciones de internautas ante cualquier amenaza contra el todogratis de las pelis, el todogratis de las series, y el todogratis de la música. Se les llena la boca hablando de cultura, de compartir, de crear sociedad, cuando lo cierto, lo real, es que a ellos puede que le importen esas cosas, pero a una abrumadora mayoría de internautas lo que les importa es poder descargarse lo que quieran, gratis, y sin publicidad. Lo novedoso no es que se robe: lo novedoso es que se creen pretextos tan complejos para defenderlo.

Lo último y más apropiado para esta web es el tema de la dación en pago. Se comenta alguna sentencia en la que se dice (habría que leerla) que entregar el piso debería ser suficiente para cancelar una hipoteca. Y yo digo que sí, que es verdad, y que propongo que se haga así, pero con la hipotecas que se constituyan a partir de ahora. Las otras se constituyeron con unas normas, y se deben cumplir esas normas. Si para las nuevas acordamos eso, pues que así sea.

Y ahora os pregunto yo: ¿qué tipo de interés tendrían esas nuevas hipotecas que se podrían liquidar con darle el piso al banco?, ¿a cuántos años prestarían el dinero?, ¿a quién se lo prestarían?, ¿en qué condiciones? Pensemos un poco y hagamos conjeturas…. el que se atreva.

O sea que muy bonito todo, pero si podemos cancelar una hipoteca entregando el piso, tened en cuenta que esa hipoteca quizás no sería para nosotros. Lo cual, si me lo permitís, da lugar a una última pregunta : ¿Estamos todos tontos por pedir semejante cosa? 

 

Se multiplican los morosos

Horizonte temporal de la banca

Horizonte temporal de la banca

Tranquilos, que no voy a hablar de los ayuntamientos , de las comunidades autonomías ni de otros establecimientos públicos. Si os apetece conocer una visión de eso, hay pro ahí un artículo curioso sobre cómo las administraciones convierten en prestamistas a los proveedores y de sus efectos.

Yo, como este sitio va de bancos, hipotecas y créditos financieros, me voy a referir solamente a esa clase de deudas.

Como era de esperar, la tasa de morosidad de crédito concedido por bancos, cajas, cooperativas de crédito y otros establecimientos financieros ha vuelto a subir para situarse en noviembre, el último dato conocido, en el 5,68%

Este porcentaje, aterrador si lo pensamos detenidamente, es el más alto desde 1996. Según esos mismo datos del Banco de España, la suma de la deuda total con bancos, cajas y otros chiringuitos financieros asciende ya a 1,84 billones de euros, que representa casi el doble del PIB español anual. Y ojo: aquí no se cuenta la deuda exterior ni la deuda pública, así que ya sabéis de dónde ha salido buena parte de la prosperidad de estos años pasados : de gastar lo que no teníamos.

Ya os habia dicho el porcentaje y lo podíais calcular vosotros mismos, pero así las cosas, el monto total de lo impagado asciende a 100.000 millones de euros, de momento.  Si tenemos en cuenta que el Gobierno ha tenido que hacer el pino para rebajar 15.000 millones el gasto público (y no lo va a conseguir) imaginad ahora cómo están los bancos y las cajas de ahorros con una deuda impagada como la que os acabo de contar.

¿Comprendéis ahora pro qué se tientan la ropa antes de conceder una hipoteca?

Los bancos y cajas están en la encrucijada: si prestan, se arriesgan a no cobrar. Si no prestan, ¿a qué se dedican, si el gremio de los churreros está también muy competido?

Pues eso.

Hipoteca, deuda y libertad

 

Si quieres pan, correa...

Si quieres pan, correa...

Ahora se lleva mucho eso de echarle la culpa de la crisis de deuda al que la concede, como si el que pide prestado no fuese responsable de sus actos. Y el caso, aunque quede feo, es que no conozco a nadie a quien hayan llevado a punta de pistola a una sucursal bancaria, así que si la gente es mayor de edad para votar, que sea mayor de edad para no dejarse engañar.

Una vez puestas las cosas en su sitio, lo que había que buscar el modo de que los bancos se hiciesen responsables de sus agujeros lo mismo que se hacen responsables los deudores. La otra opción es pensar como en el caso de los prestamistas privados, que en algunos casos, no tienen interés alguno en que se le devuelva el dinero, sino que quiere quedarse directamente con el piso, el coche, o lo que se ponga de garantía de la cantidad prestada.

Por eso, aunque mi psiquiatra me lo prohíba, no puedo evitar decir que hay crisis , como la de la deuda, las hipotecas y los inmuebles, que parecen pensadas para obtener mayor control sobre la economía, sobre los ciudadanos y sobre la autonomía de sus decisiones, alejando la democracia real de nuestras manos.

El otro día afirmaba Tomás Gómez, el presidente de la federación socialista madrileña, que son los políticos los que deben gobernar a los mercados y no los mercados a los políticos, y en teoría eso está muy bien, peor mientras nos endeudemos tendremos que preguntarnos quién obliga a un banco a dar la hipoteca, quién obliga al inversor de Arabia o Singapur a invertir en España y quién obliga a los fondos de pensiones americanos a meter el dinero en España y no en Indonesia.

O sea que, resumiendo: nuestro deseo de endeudarnos, que es gastar lo que no tenemos, es la cuerda con la que nos atan. Sólo el que no debe nada es libre, y eso que tan bien entendían nuestros abuelos lo hemos olvidado nbosotros con demasiada facilidad.