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¿Pero qué es lo que quieren los mercados?

No es el BCE, aunque algunos lo crean...

No es el BCE, aunque algunos lo crean...

Después del rescate de la banca ha seguido la sangría de nuestra economía y nuestra deuda, encabezada por las nuevas rebajas de calificación crediticia que dificultan aún más nuestro acceso a los mercados de capitales. En estos momentos, quizás sea bueno preguntarse qué es lo que está pasando y qué es lo que quieren los mercados.

En primer lugar, hay que hablar claro: los mercados sólo tiene poder sobre la deuda, o sea, que no pueden hacer nada con un país que gasta menos de lo que ingresa. El poder de los mercados de capitales no se origina en unos orcos malísimos que en su torre oscura conspiran para machacar países, sino en los presupuestos que se aprueban, año tras año, dando por bueno que el gasto se mayor que los ingresos. Esa es la razón por la que los dictadores nacionalistas de todo signo, Franco y Ceaucescu, por ejemplo, se negaban a tener déficit y se negaban a tener deudas: para poder seguir haciendo lo que les diera la gana. Resumiendo: el que se endeuda pierde su independencia. Eso lo sabemos todos, pero a veces parece que nos olvidamos.

Definida la mayor, pasamos a qué es lo que quieren los mercado. La respuesta es fundamentalmente una: cobrar su deudas. Y además de cobrarlas, que les salga lo más rentable posible prestar.

El mercado de duda a nivel mundial es enorme, y los que tienen el dinero pueden elegir a quién lo prestan. Por tanto, para que te lo presten a ti y no a Alemania, tienes que ser más rentable, ya que no puedes ofrecer la misma seguridad que Alemania, que les parece más solvente a los que tienen el dinero. El problema viene cuando además de Alemania y Japón, empieza a haber montones de países que parecen más solventes que el tuyo. Cuando los que tienen la pasta prefieren prestársela a Chile, a Indonesia, a Canadá y a Serbia, entonces tienes un problema de carajo. Sucede lo mismo que con las hipotecas: que si tu trabajo es estable no te piden aval, y si no lo es, te piden hasta la firma de tu bisabuela.

Y ahí estamos: los que tienen dinero para prestar prefieren dejárselo a cualquiera antes que a nosotros, por lo que tenemos que convencerlos a fuerza de pagar más para que lo inviertan en nuestros bonos del Estado.

¿Y qué quieren los mercados para dejarle a España el dinero un poco más barato? Quieren tener la impresión de que vamos a ser capaces de generar riqueza para devolver la pasta y la impresión de que no tiramos la pasta o nos la gastamos en alegres juergas.Lo que tenemos que entender es que para ellos, “juerga” es cualquier cosa que no produzca riqueza y por ende posibilidades de devolver las deudas.

Por eso les cabrea tanto que hayamos hecho recortes en inversión y no en gasto. Y por eso no nos dejarán en paz hasta que los recortes vayan a por el gasto. O sea: funcionarios, pensiones y subsidios de desempleo.

Lo gordo. Lo sustancioso. Las cosillas de cuatro perras para hacer justicia y quedar bien las consideran folclore.

¿Qué exigimos?

Con partituras así, tenemos el concierto que tenemos...

Con partituras así, tenemos el concierto que tenemos...

No voy a señalar hacia afuera, porque me sumo, como uno más, a unas exigencias que a todos nos gustarían que fuesen mínimas.

Exigimos un sueldo con el que poder vivir, un horario en el que poder conciliar nuestra vida laboral y personal y una estabilidad que nos permita planificar nuestra vida más allá de un seis meses o un año, porque vivir a salto de mata está bien pàra las liebres pero no para las personas. Porque es muy caro. La hipoteca es mala, pero el alquiler es más caro. Las cosas como son.

Estas razones mencionadas son, fundamentalmente, las que hacen que tantos jóvenes vean en la oposición y el funcionariado la única salida digna, y no se lo reprocho.

La cuestión, y aquí viene lo malo, es quién paga todo eso. En la empresa pública lo pagamos entre todos, pero los ingresos públicos provienen de los impuestos que se cobran a la empresa privada y los particulares. Ya sé que parece una chorrada, pero hay que decirlo: el Estado no se paga a sí mismo, sino que detrae recursos de los demás para cubrir sus necesidades.

El problema, y os lo planteo para que lo comentemos entre todos, es: ¿cómo podemos hacer que nuestras empresas y nuestros profesionales ganen dinero y sean a la vez competitivos? Los impuestos, por definición, son una parte de lo que la gente gana: ¿Cómo podemos hacer que ganen más para que paguen más, y que al mismo tiempo puedan dar a la gente buen sueldo, buen horario y estabilidad?

A mí lo único que se me ocurre es que no existiera competencia, pero eso es como decir que se lucha contra las inundaciones prohibiendo la lluvia.

La otra solución es innovar, o emplear inteligencia en vez de fuerza bruta, pero con un sistema educativo más preocupado de hacernos a todos iguales que de hacernos mejores, no podemos conseguir otra cosa que ramplonería y mediocridad: justo lo que nos acaba de hundir frente a otros igual de brutos que nosotros, pero mucho más baratos.

La conclusión es que exigimos lo que no podemos tener, dado nuestro modelo productivo. Y cambiar de modelo, por muy imperativo que sea, va a ser como despertarnos en un campo de trabajo.

Mala cosa.