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La falacia de la morosidad

Ya no debemos tanto, ¿o sí?

Ya no debemos tanto, ¿o sí?

Los datos objetivos son inapelables, aunque pueden ser interpretables, en un sentido o en otro, en función de lo que nos pueda interesar en un momento dado. Si nos atenemos a lo publicado por el Banco de España referente a los datos de morosidad del primer trimestre de este año 2014 está claro que parecen positivos, pero, ¿es así?

Sin duda, lo es, la morosidad ha descendido, no en gran medida, pero sí acumula ya tres meses consecutivos de mejora tras la debacle de diciembre que situó el porcentaje en un 13,61%, un récord histórico que hizo resquebrajarse la estabilidad de todo el sistema financiero español. Sin embargo, parece que aquello fue el suelo y a partir de ahí hemos empezado a mejorar.

Una mejora que no se debe a la bonanza económica, y ese es el problema que hace que los datos se tengan que observar con cierta relatividad, y es que todo apunta a que la mejora de la morosidad se debe simplemente a que todos los créditos problemáticos han sido eliminados de la contabilidad, o bien porque han sido enviados al banco malo recubiertos de cualquier tipo de subterfugio contable-financiero, o bien porque las entidades financieras han aceptado la dación en pago, quedándose con la vivienda y anulando la vigencia del préstamo.

Por tanto, datos positivos sí, pero no para echar las campanas al vuelo, porque es evidente que la economía de la calle sigue en números rojos por todos lados y que nada apunta a una solución en breve, más bien al contrario, porque todos los problemas que parecían coyunturales corren el riesgo de convertirse en estructurales, y con ello alargar la agonía de nuestra economía.

Ahora bien, es evidente que que diferentes sectores, principalmente los afines al gobierno, verán estos datos como el comienzo de la recuperación y ello puede que provoque la perpetuidad de la situación que estamos viviendo, porque no hay nada peor que no querer ver la realidad engañándose con datos falaces que sólo aportan una realidad parcial, una visión particular de una situación general que nos sigue hundiendo a todos.

Ya ni las hipotecas aguantan la morosidad

Morosea que algo queda

Morosea que algo queda

Esta crisis que todo lo puede está hundiendo todos los parámetros habituales con los que nos solíamos manejar en términos económicos y financieros. Si cada día nos encontramos con una nueva sorpresa que llevarnos a la boca, ahora nos encontramos con que la tasa de morosidad hipotecaria también se ha empezado a disparar.

Hasta hace bien poquito nos habían vendido la cantinela de que los españoles preferían quedarse sin comer a dejar de pagar la hipoteca, algo que garantizaba los pago a las entidades financieras. Sin embargo, parece que esto ha cambiado a juzgar por los nuevos datos de morosidad hipotecaria que han hecho que las grandes entidades financieras se empiecen a llevar las manos a la cabeza.

Si en 2012 el volumen de créditos hipotecarios que manejaban las principales entidades financieras de este país, concretamente las que cotizan en el Ibex 35, es decir, Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Banco Popular, Banco Sabadell y Bankinter, manejaban un volumen de 17.204 millones de euros en créditos hipotecarios morosos, en 2013, y según los datos del Banco de España, esta cifra se ha disparado hasta los 24.539 millones de euros, o lo que es lo mismo un crecimiento del 42%.

Unos datos que no dejan de ser tramposos, como bien apuntan gran cantidad de expertos económicos, y es que las entidades financieras maquillan sus cuentas con las viviendas que se quedan en propiedad. Es decir, imaginemos que una familia no puede pagar la hipoteca, entonces estaría dentro de estos volúmenes de créditos morosos. Pero al cabo del tiempo, la entidad financiera de turno se apodera de la vivienda con lo que el crédito hipotecario desaparece y así la deuda deja de ser hipotecaria.

Con esta pequeña triquiñuela los bancos y cajas van maquillando sus cuentas para poder satisfacer los intereses de sus accionistas y poder presentar así mejores cuentas ante ellos, lo que garantiza cierto estado de tranquilidad.

En definitiva, tantos años de crisis están haciendo mella en todos los sectores, y en el sector financiero más que en ninguno, como causante original de la crisis y por tanto el que debe de sufrir en mayor grado las consecuencias, aunque hasta ahora no se hayan producido en su justa medida.

¿Y se sorprenden de que aumente la morosidad?

¿Cómo no vamos a pagar?

¿Cómo no vamos a pagar?

Si es blanco y viene en botella debe de ser leche, se supone, así que no se entiende la razón de la sorpresa por el aumento de la morosidad de las entidades financieras, alcanzando un máximo histórico para cerrar el año 2013, concretamente el 13,6%, dato ficticio a todas luces, porque no tiene en cuenta los datos del Sareb, el banco malo.

Si contabilizáramos los datos del Sareb, estaríamos hablando de una morosidad que se estaría disparando al 16%, algo totalmente insostenible pero que no debería de pillarnos por sorpresa ante la situación económica que estamos atravesando.

El número de familias que subiste sin saber muy bien como, ya que no tienen ningún tipo de ingreso mensual sigue aumentando y con ello el número de recibos hipotecarios que quedan al final del cajón sin pagarse, por lo que no sería de extrañar que este índice siguiera aumentando en los próximos meses.

Pero la paradoja de esta historia es que muchos de estos préstamos morosos están en manos de entidades financieras que han sido rescatadas por el Gobierno, es decir, con el dinero de los impuestos recaudados entre los ciudadanos de a pie, paradójico, digo, porque los mismos ciudadanos que deben dinero a las entidades, siendo, por tanto, morosos, han contribuido a la salvación de la propia entidad.

No son pocas voces ya las que claman al cielo con esta situación y reclaman una carencia permanente para los créditos de las entidades rescatadas, porque es un sin sentido absoluto, de manera que estas entidades no se beneficien del dinero de todos los españoles para luego echarles de sus propias viviendas.

En este mismo sentido, todos los economistas coinciden en la necesidad de reactivar el sistema crediticio español, siendo la mejor forma de conseguirlo empezar con estas entidades rescatadas, de forma que el dinero que han recibido tenga cierta condicionalidad, es decir, que deba de ser destinado a fines concretos, en este caso a dinamizar el crédito en España.

Pero estamos en el país que estamos y no podemos pedirle peras al olmo, se trata de una situación insostenible y la mediocridad de los gobernantes de turno no hace sino agravarla, aunque todos deberíamos de dejar de mirarnos el ombligo y entender que nuestros políticos provienen de nuestra propia sociedad, son la imagen y semejanza de la sociedad que gobiernan.

Se dispara la morosidad hipotecaria

Una gráfica...

Una gráfica...

Dicen por mi tierra que a perro flaco todo son pulgas, y con el tema de los bancos va a resultar que tienen razón: con una morosidad elevada y buena parte de sus activos invertidos en esa bomba de relojería a la que llaman deuda pública, los bancos están en estos momentos pendientes del contante aumento de la morosidad hipotecaria.

El famoso 3% del que habló hace tiempo el Banco de España como límite racional para los impagos hipotecarios ha quedado ya ampliamente pulverizado. No sé si recordáis aquellas declaraciones, así que las copio:

“Las hipotecas nunca van a pasar del 3% de mora en España por una cuestión cultural, el ciudadano español deja de comer antes que dejar de pagar la hipoteca”

Pues vale: ahora estamos cerca del 6% de morosidad hipotecaria, o sea el doble de esa famosa línea roja, y no sabemos si los españoles han dejado de comer, que también, o se ha perdido el miedo al desahucio, o simplemente nos enfrentamos a la segunda ley de la termodinámica, aquella que afirma que la materia ni se crea ni se destruye y que, coloquialmente, enunciamos por aquí como que “de donde no hay no se puede sacar”

Curiosamente, la morosidad también va por barrios, sufriendo un mayor número de créditos morosos los bancos con más dificultades, los que nos inclina a pensar que concedieron hipotecas sin ton ni son y están como están precisamente por este motivo.

Lo peor, no obstante, de este alarmante dato, es lo que denota en otros sectores: si la morosidad hipotecaria es siempre la más baja de todo el sector de los préstamos, y tenemos el dato de que se ha disparado, podemos creernos a pies juntillas, nos digan lo que nos digan, que la morosidad se ha disparado en el campo de los negocios y los créditos personales.

Los efectos de esta nueva vuelta de tuerca están por ver, pero hay dos cosas que veo indiscutibles:

-Si los préstamos a los consumidores privados y las Pymes se vuelven más arriesgados, veremos crecer los diferenciales y veremos una nueva restricción de crédito, pues los bancos preferirán, aún más, prestar sus escasos recursos a los Gobiernos invirtiendo en deuda pública, un producto que en teoría es completamente seguro y que pueden canjear por más dinero en el Banco Central Europeo. Un mecanismo perverso, por supuesto, pero es lo que hay.

-Si la morosidad aumenta, la solvencia de los bancos disminuye, con lo que podemos estar en puertas de un nuevo rescate bancario, aunque no se me ocurra, ni por asomo, cómo le van a llamar esta vez y con qué nombre nos lo van a vender.

No podemos pagar, ¿cómo no vamos a deber?

Por más vueltas que le demos...

Por más vueltas que le demos...

La deuda privada, principal causante de la crisis, parecía comportarse bien cuando se trataba de familias y particulares que debían sus hipotecas y préstamos personales, pero últimamente parece que esta tendencia se está empezando a romper con un crecimiento inequívoco de la tasa de morosidad de los préstamos de estos particulares.

Concretamente, la tasa de morosidad hipotecaria se encuentra ya en un 5,1% y todo apunta a que no hará otra cosa sino incrementarse como consecuencia de que la situación límite se sigue extendiendo en el tiempo, con cada vez más familias en situación cercana a la pobreza y a tener que elegir entre comer o pagar la cuota hipotecaria.

Así, la Asociación de Afectados por Embargos y Subastas calcula que para el año 2014 esta cifra de morosidad podría situarse en el 6%, como consecuencia de que cada vez hay menos hipotecas, y por tanto el porcentaje de deudores aumenta, a la vez que los ingresos de las familias siguen cayendo sin solución de continuidad.

El problema es que a medida que aumenta la mora el diferencial aplicado por las entidades financieras se incrementa de manera proporcional, ya que las entidades financieras buscan su seguridad, sus garantías, para asegurarse el cobro o, al menos, ganar el suficiente dinero antes como para que le compense la pérdida final.

Pero el verdadero trauma de toda esta situación es una vez más el estado de las familias que están abocadas a seguir debiendo dinero a las entidades financieras hasta el fin de los tiempos, sin que parezca que pueda haber alguna solución en el corto-medio plazo. Todo ello provoca el estancamiento general del mercado inmobiliario y del consumo de las familias que sin renta disponible no tienen otra alternativa más que no gastar.

Y en este círculo vicioso nos encontramos anclados sin que parezca que ninguna autoridad o gobierno pueda hacer algo por remediarlo. Ya que al no haber consumo, no se genera crecimiento, y al no haber crecimiento no hay liquidez en la sociedad y al no haber liquidez no hay consumo.

La hipoteca regresa a sus vicios. Hipotecas por más del 100 % de la tasación

Una película que ya hemos visto...

Una película que ya hemos visto...

Dicen que la necesidad agudiza el ingenio, pero me temo que en este país nuestro la necesidad agudiza la torpeza, o eso hay que pensar al saber que de nuevo, una vez más, los bancos están dando hipotecas por encima del 100% del valor de tasación de los pisos, quizás con la esperanza de que si las cosas salen más seamos todos los que paguemos el pufo. Esta práctica irresponsable, dirigida  de momento de manera exclusiva a los compradores de los pisos que los bancos tienen en stock,  está siendo aplicada por BBVA, Popular y Sabadell, entre otros, y va dirigida a que los compradores puedan hacer frente a toda la serie de gastos que apareja la compra de un piso, como impuestos, notarios, registradores. Por tanto, y resumiendo, están vendiendo pisos a gente que no tiene ahorros y que no ha demostrado, hasta el momento de la compra, la capacidad de generar un excedente económico, ya sea por falta de renta o por exceso de gasto. La idea, para los bancos, es captar nuevos clientes y sacar de su balance el peso  muerto de esos pisos. En mi opinión, se trata de una simple jugada de probabilidad: tenemos estos pisos porque colocamos hipotecas a los que no podían pagarlos. Volvemos a intentarlo, y los nuevos que lo cojan pagarán o no. Si pagan, salimos ganando, y si no pagan, el pufo ya lo teníamos. Estamos ante uno más de los muchos casos que vemos a diario de incentivos perversos, donde todo se coordina para hacer las cosas mal. El comprador piensa que se puede hacer con una vivienda, y que luego, si no puede pagarla, ya llorará a quien sea para que no lo desahucien. El vendedor piensa que puede quitarse ese muerto del balance y que luego, si se repite al insolvencia, ya aparecerá quien sea para hacerse cargo del marrón. Y ese quién sea somos todos, me temo. La banca se defiende de todo esto diciendo que si no hay clientes solventes, en loas parámetros habituales, hay que buscar liquidar las viviendas con clientes que no cumplan todos los parámetros pero sean los mejores p0sibles. La respuesta cabal parece no contemplarla nadie: si no hay clientes solventes, no hay mercado y es mejor dedicarse a otra cosa. Lo contrario es vivir en el fraude y del fraude. Fácil de entender pero difícil de asumir, me temo.

La morosidad hipotecaria también comienza a incrementarse

Las cuentas no le salen a nadie

Las cuentas no le salen a nadie

La morosidad de las familias hipotecadas parece que ha dejado para otro momento su contención habitual y ha comenzado a incrementarse de manera importante, concretamente, un 26% durante este pasado mes de junio, hasta situarse en el 3,24%, que aunque parece elevado lo cierto es que se trata de una tasa más que interesante en comparación con otros sectores de la economía.

De hecho, las entidades financieras, aunque han secado el flujo de crédito siguen apostando por las hipotecas, concedidas de una manera mucho más responsable, al menos para ellos, como su principal fuente de negocio ya que es el producto financiero que menor riesgo les produce de cara a la morosidad que se puede generar.

Y es que este 3,24% es poco menos de un tercio de la morosidad general del sistema que está situada en el 10%, aunque sí es cierto que en apenas un año se ha producido ya un incremento de 70 puntos básicos, ocasionado, sin duda por la falta de ingresos de gran parte de la sociedad española, sumida en una situación insostenible desde cualquier punto de vista.

El problema, por otro lado, es que las medidas que se están tomando no van a solucionar la situación. La medida salvadora propuesta es la creación de un banco malo, lo cuál tendrá que hacer reflotar el crédito, sin duda, algo positivo a todas luces, pero no afectará de ninguna manera a la morosidad, la cuál proviene de la ralentización económica que seguimos experimentando.

Las familias hipotecadas quieren pagar sus hipotecas, no quieren mantener deudas con sus entidades financieras, pero se ven obligadas a hacerlo como consecuencia de la coyuntura económica nacional e internacional que les condena a estar sin empleo (no olvidemos que casi 6 millones de españoles se encuentran en situación de desempleo) y sin una cobertura básica.

Con ello la morosidad, lejos de recuperarse, no hará sino seguir su tendencia alcista durante los próximos meses, a la espera de que algún milagro económico, en el que ya nadie cree, propicie un repunte de la economía real, y con ello podamos empezar a plantearnos la salida real a la crisis en la que estamos inmersos desde hace ya demasiado tiempo.

Marcando récords históricos, de morosidad, eso sí

Ya no contamos billetes, sólo monedas

Ya no contamos billetes, sólo monedas

La tasa de morosidad de las entidades financieras españolas cerró el mes de marzo en el 8,36%, según los datos del Banco de España, lo que supone un ligero incremento con respecto al cierre del mes de febrero, cuando la tasa quedó fijada en el 8,15%, y, lo que es más importante, un nuevo acercamiento al máximo histórico de la serie estadística, que se produjo en febrero de 1994, cuando se cerró en el 9,15%.

Sin embargo, hay que recordar que en ese momento el volumen total de créditos que las entidades financieras tenían en sus carteras era de 260.581 millones de euros, mientras que ahora nos encontramos con 1.769.952 millones de euros, lo que significa una diferencia más que notable.

El problema, de nuevo, es que la tasa de morosidad no tiene visos de mejorar, más bien al contrario, ya que el número de familias españolas con todos sus miembros en situación de desempleo sigue viéndose incrementada mes a mes, y todo apunta a que en los próximos meses estaremos cerca de alcanzar el máximo

Lo cuál afecta de manera directa a la concesión de nuevos créditos, ya que las entidades financieras observan el riesgo que les supone conceder créditos a familias y empresas con estos volúmenes de morosidad. Y más si valoramos el hecho de que pueden comprar deuda pública, que no tienen que provisionar en sus balances y les sirve de garantía ante los mercados internacionales, con dinero que les presta el BCE al 1% de interés.

Se trata de una situación, por tanto, harto compleja, ya que sin la recuperación del crédito no podemos empezar a plantearnos una salida honrosa de la crisis, y visto como se está poniendo el panorama no parece factible una recuperación del mismo en el medio plazo.

Si a ello le añadimos las medidas de austeridad extrema planteadas desde los diferentes estamentos políticos europeos, nos enfrentamos a un escenario realmente desalentador, con una economía en proceso recesivo sin solución de continuidad, y unos políticos incapaces de dinamizarla en base a concesión de facilidades o a exigencias a las entidades financieras para que el flujo de crédito pueda llegar a las economías familiares y a las empresas.

¿Quién dijo recuperación?

Cada vez es más difícil pagar las facturas

Cada vez es más difícil pagar las facturas

La verdad es que las estadísticas que venimos conociendo de manera periódica no hacen sino ahondar en nuestro pesimismo genético y en anclarnos en posiciones de crisis sempiterna de la que no parece que vayamos a tener posibilidades reales de escapar.

El último dato demoledor para la recuperación económica ha sido el de la tasa de morosidad del pasado mes de febrero, la cuál se acerca peligrosamente al récord histórico de la serie estadística. Así, en el segundo mes del año la tasa de morosidad se disparó hasta el 8,15%, mientras que el máximo histórico de la tasa de morosidad en nuestro país se registró en octubre de 1994, con el 8,20%, por lo que no sería descabellado pensar que en marzo se podría superar esa cifra.

Y más si tenemos en cuenta que con el dato de febrero, que supuso un incremento de algo más de dos décimas con respecto al 7,91% de enero, nos encontramos ya con el octavo mes de subidas consecutivas, quedando lejos el mes de junio cuando se experimentó una ligera caída de apenas 0,07 puntos porcentuales, pasando del 6,48% de mayo al 6,41% del sexto mes de 2011.

La totalidad de los créditos morosos del sector financiero español asciende a 143.815 millones, muy por encima de la barrera psicológica marcada por los expertos en los 100.000 millones de euros, cifra que se superó por primera vez durante el pasado mes de mayo de 2011.

Desglosando por entidades financieras, nos encontramos con que la morosidad de las entidades de depósito, es decir, los bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito, se situó en el 8,23%, mientras que la que corresponde a los establecimientos financieros de crédito quedó fijado en el 8,4%.

El problema, como siempre decimos, es que con una tasa de morosidad tan elevada las entidades financieras se lo plantearán mucho antes de iniciar la recuperación del crédito, ya que no querrán arriesgar sus balances a acumular nuevos impagos que pueda hacerles perder credibilidad ante los mercados internacionales, y, por tanto, capacidad de captación de fondos en los mismos.

Y no podemos olvidar que sin la recuperación del crédito no podemos plantearnos la recuperación de la economía, porque el sistema está montado en función de la capacidad de financiación de los agentes económicos.

Tú no pagas, yo no te doy

Un trabajo con salida

Un trabajo con salida

Esta semana hemos conocido los datos relativos a la tasa de morosidad del pasado mes de enero, y en ellos, el Banco de España pone de manifiesto la preocupante situación en la que nos seguimos encontrando, con un porcentaje del 7,91% de impagados, lo que nos acerca a valores de 1994, todavía lejos del 9,15% que se registró en febrero de aquel año, pero acercándonos peligrosamente.

Unos porcentajes realmente insostenibles por cualquier sociedad, y más en un momento en el que la tasa de desempleo está por encima del 20%, lo cuál hace pensar que la tasa de morosidad, lejos de recuperarse, va a ir a más en los próximos meses y seguir con la tendencia de la segunda mitad de 2011 y lo que llevamos de 2012.

El problema es que las entidades financieras deciden, con razón, que si sus préstamos no van a ser devueltos en tiempo y forma, mejor es que guarden el dinero para cuadrar sus balances a la espera de tiempos mejores, y no arriesgarlo en operaciones que poco o nada bueno les va a ofrecer.

Y ello repercute directamente en las opciones de recuperación de la sociedad, que sin un flujo natural del crédito queda condenada a tener que seguir viviendo en el día a día, asfixiada por las deudas y sin opciones claras de mejora en el corto-medio plazo.

Por otro lado, los datos del Banco de España ponen de manifiesto la preponderancia del sector inmobiliario en estos datos de morosidad, ya que casi el 60% de los créditos impagados o en riesgo de convertirse en impagados corresponden precisamente a este sector, principalmente a promotores y constructores, ya que las familias hipotecadas están manteniendo su índice de manera más o menos controlada en algo menos del 3%.

En definitiva, que lejos de iniciar la senda de la recuperación que nos siguen prometiendo a cada poco, nos encontramos cada vez más hundidos en nuestra propia miseria, sin que parezca que nada nos pueda ayudar a salir de una manera cierta y con garantías de recuperar valores anteriores al estallido de la burbuja inmobiliaria.

Sólo nos queda, por tanto, seguir remando contra corriente, a la espera de que el viento cambie de dirección.

Límite diez días

Ya no hay excusas para las viviendas vacías

Ya no hay excusas para las viviendas vacías

Durante años y años los propietarios de viviendas en alquiler han venido reclamando una legislación más favorable a sus intereses de manera que tuvieran un respaldo en el caso de que los inquilinos no pagaran sus rentas y no tuvieran que verse abocados a procesos judiciales interminables que acababan por arruinarles.

Ello provocaba que gran cantidad de propietarios prefirieran mantener sus viviendas vacías antes que arriesgarse a encontrar un inquilino moroso y quedar preso del sistema judicial español, aletargado y eterno. Sin embargo, parece que este problema se ha solucionado.

Y es que desde este pasado 31 de octubre ha entrado en vigor la Ley de Medidas de Agilización Procesal que modifica la Ley de Enjuiciamiento Civil, y permite que los procesos de alzamiento por impago de renta de alquiler se reduzcan a un plazo máximo de diez días.

De esta manera en el momento en el que un propietario presente una demanda por impago en la renta de un alquiler, el secretario judicial pertinente enviará una carta al inquilino solicitando el pago de la deuda, el abandono de la vivienda o bien la presentación de las alegaciones pertinentes para justificar el impago.

Si transcurrido ese plazo de diez días el inquilino no ejerciera ninguna de estas opciones, el secretario judicial fijaría, de manera directa, una fecha para el alzamiento de la vivienda, sin que tenga que mediar ningún proceso judicial que pueda aletargar y retrasar la recuperación de la vivienda por parte del propietario.

Sin duda se trata de una modificación legislativa que incentivará a los propietarios a poner en el mercado sus viviendas vacías, ya que, por fin tendrán una resolución rápida a sus problemas. Mientras que, por otro lado, los inquilinos con voluntad de pago no se verán perjudicados, ya que siempre tendrán un período para posibles alegaciones por imprecisiones en la demanda del propietario.

En definitiva, se trata de una medida que ayudará a flexibilizar y agilizar los procesos, con lo que se evitarán las ineficiencias que ha venido arrastrando durante tantos años por un error de concepto, se intentaba proteger al inquilino, y sólo se protegía al estafador.

La pescadilla que se muerde la cola

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El Banco de España ha publicado esta semana los datos de la tasa de morosidad de las entidades financieras españolas y lo cierto es que son realmente descorazonadores con un incremento de 0,2 puntos porcentuales con respecto al mes anterior y de punto y medio porcentual con respecto al mes de agosto de 2010.

En concreto, la tasa de morosidad de las entidades financieras se situó en el 7,14%, con las entidades de depósito, bancos, cajas, y cooperativas de crédito, por encima del 7%, y los establecimientos financieros de crédito sobre el 9%, en unas cifras claramente insostenibles.

Pero mucho más que ello, se trata de una situación que podríamos catalogar perfectamente como la de la pescadilla que se muerde la cola. Recordemos que la tasa de morosidad no es más que un ratio entre el volumen total de créditos sostenidos por las entidades financieras y el volumen de créditos de dudoso cobro.

Por tanto, la tasa de morosidad puede verse incrementada por dos movimientos bien diferenciados. Por un lado, el incremento de los impagos, causados en estos momentos por la elevada tasa de desempleo que impide a los ciudadanos de bien poder pagar sus cuotas pendientes.

Y, por otro, también puede verse incrementada por la contracción de la oferta de crédito de las entidades financieras. Es decir, si los créditos de dudoso cobro se mantienen constantes, pero se conceden menos créditos, la tasa de morosidad se verá incrementada necesariamente.

El problema es que las entidades financieras se fijan explícitamente en esta tasa de morosidad a la hora de determinar el volumen de créditos que conceden, por lo que si observan una tasa elevada, reducirán más el crédito, lo cuál revertirá directamente en un incremento mayor de la tasa de morosidad.

En definitiva, nos encontramos con que las entidades financieras no conceden créditos porque la tasa de morosidad es elevada y ésta es elevada porque las entidades no conceden créditos, en un círculo vicioso que será muy difícil de romper, a no ser que los ciudadanos comiencen a reducir, de manera drástica sus impagos, lo cuál si revertiría en una reducción de la tasa de morosidad.