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Hipoteca y deflación

Los que empujan cuando queremos subir

Los que empujan cuando queremos subir

A todos, a primer golpe de oreja, nos suena muy mal que suban los precios, y nos sonaría mucho mejor que los precios bajasen, que se abaratase la cesta de la compra y todo fuese más asequible. Los hechos, sin embargo, van por otro lado.

Ahora que todos los datos parecen indicar que el IPC sigue siendo negativo, nos encontramos con que una bajada generalizada de precios, que es a lo que habitualmente se llama deflación, tiene unos efectos aún más devastadores para la economía, y que precisamente por eso, este jueves día 5, se va a reunir el Banco Central Europeo en busca de medidas que combatan tan peligroso fenómeno.

¿Pero cómo afecta la deflación a nuestra hipoteca?

Pues en principio, modificando al alza el coste real de lo que tenemos que pagar. A la hora de calcular una hipoteca a treinta años, el coste real se calcula descontando del valor de las cuotas la inflación anual, con lo que pagamos realmente menos dinero cada año aunque las cuotas sean constantes. Sin embargo, en un caso de deflación, sucede justo lo contrario: cada cuota es un poco más cara que la anterior en valor real aunque su valor nominal permanezca inalterado. La idea es clara: la inflación devalúa el dinero, y la deflación lo valoriza.

Una bajada generalizada de precios lleva aparejada una bajada de salarios, y un aplazamiento de las decisiones de compra, porque el que tiene algo de efectivo sabe que aplazando el momento de la compra puede obtener un precio mejor. Y esto es fatal para la economía.

¿Y qué se puede hacer?

Pues de eso se va a hablar. Hay dos medidas que parecen imponerse al resto: una bajada de los tipos de interés, cerca del 0%, que obligue a los bancos a prestar a las pequeñas empresas y familias, y una impresión masiva de dinero, que es lo que en inglés se llama Quantitative Easing.

Ambas tienen efectos sobre la hipoteca, así que según se decida una cosa u otra (o ninguna) seguiremos hablando de ello.

Los pisos no van a subir en 2014. Razones (II). Su precio actual objetivo

Más expectativas

Más expectativas

Seguimos con las razones por las que los precios no van a subir en el próximo año. Que no se diga, si me equivoco, que no me he querido mojar.

La segunda razón, es que el precio de los pisos sigue siendo caro si objetivamos su precio. ¿Y eso cómo se hace? Pues con estadística, y comparando los resultados a los precios de otros países y de otras épocas.

Desde sus máximos allá por 2007, la vivienda ha caído alrededor de un tercio en su valor. Pero el precio objetivado no se mide en dinero, por raro que parezca, sino en esfuerzo, y como los salarios también han bajado, tenemos que el esfuerzo para comprar una vivienda no ha descendido esa misma tercera parte, sino mucho menos.

En teoría, y tomando esos datos, el precio de la vivienda debería estar cerca de cinco veces la renta disponible. Una persona que gana treinta mil euros al año, suele aspirar a un piso de ciento cincuenta mil, para seguir el ejemplo. Actualmente, los precios de la vivienda, y ya con las bajadas acumuladas, se acercan a seis veces la renta disponible anual, con lo que esa variable, por sí sola, nos indica que la vivienda tiene que bajar aún entre un quince y un veinte por ciento para acercarse a lo que se considera su valor asequible, aun cuando ha disminuidos de momento el coste de financiar una hipoteca

La otra opción sería que se elevara esa renta disponible, ¿pero alguien cree que la actual dinámica de empleo y salarios va a hacer que mejoren los salarios medios en 2014? Yo no, francamente, y mucho me temo que veamos todo lo contrario en esta extraña carrera hacia el objetivo final de producir más barato pero no tener a quién vender lo producido. Por eso, el año entrante, no puede subir la vivienda.

Otra causa que podría abaratarlos sería la introducción de incentivos fiscales para su compra, pero precisamente hemos estado hablando de eso en artículos anteriores: el Gobierno lleva justo el camino contrario, pensando en eliminar la deducción por vivienda en un intento desesperado de elevar la recaudación. Por ese lado, entonces, tampoco hay muchas esperanzas.

Si los precios son objetivamente elevados y la renta disponible no crece, ya que los salarios reales descienden, es difícil que los precios suban.

Pero hay más razones y las iremos abordando.

Entre tanto, ¡feliz año nuevo a todos!

¿Aguantaremos otra ronda de rescates?

Sangría...

Sangría...

Hay un hecho médico comprobado: un enfermo que no empeora, pero tampoco mejora, se acaba muriendo. Las razones son múltiples, pero se basan sobre todo en los efectos nocivos de la vida en el hospital: inactividad, llagas de tanto estar en la cama, problemas circulatorios, riesgo de infecciones hospitalarias, generación de resistencias a los medicamentos y un largo etcétera.

Pues con la economía pasa lo mismo. La mejoría de la que habla el Gobierno es imaginaria, o tan baja, que no puede esperarse de ella que produzca cambios significativos. De hecho, la mejoría anunciada es tan escuálida, que puede deberse al margen de error en las mediciones. Si es que queremos pensar bien y llamarle error, por supuesto.

Al final, el problema del que partíamos se convierte en otro muy distinto, aunque parezca el mismo: los pisos dieron un gran batacazo, y la economía detrás de ellos al pararse un sector tan sensible como el de la construcción. Con la economía en la UVI, mucha gente se quedó sin trabajo y comenzaron a crecer las tasas de morosidad, y no sólo las hipotecarias. Así se aceleró la destrucción de valor acumulada en los inmuebles, lo que llevó al efecto pobreza del que hemos hablado aquí muchas veces y a la consiguiente reducción del consumo que, obviamente, generó más paro, iniciando así una nueva ronda en la danza macabra.

El Gobierno, entonces decidió rescatar a los bancos con dinero de todos, creó el banco malo y le llamó Sareb como le podía haber llamado Sauron. ¿Pero se acabó ahí el problema? Yo creo que no.

Como no se ha creado empleo, y hasta consideramos buena noticia que se destruya más despacio, las insolvencias seguirán creciendo, más que nada porque muchos que han pagado hasta ahora su hipoteca con los ahorros se irán quedando sin ahorros hasta llegar a la insolvencia. De ese modo, los bancos que parecían saneados, dejarán pronto de estarlo, porque sus balances deberán reflejar este nuevo goteo de insolvencias.

La prueba de que esto es así, y no me ha dado un ataque de pesimismo, es el comportamiento de la deuda pública. Si la deuda no deja de crecer y lo hace a marchas aceleradas no sólo es porque el Gobierno se aun manirroto, que puede que también, sino porque la situación de la economía no permite recuperar los niveles de recaudación.

Pues lo que le pasa al Estado le pasa al resto, sólo que el resto no puede volver a endeudarse este año para pagar las letras del año pasado como hace el Gobierno.

Y no, ya no se pueden seguir bajando los tipos de interés. Por ese lado, mejor no esperar noticias. Ninguna. Las únicas que pueden llegar son malas, peores o devastadoras.

La cuenta que hicimos con la hipoteca del piso

No va bien...

No va bien...

La mayor parte de la gente que tiene problemas con su hipoteca puede encontrar la causa de sus apreturas en dos tipos de razones: o cuentas mal hechas, o vicisitudes personales.

Cualquiera de los dos grupos de motivos puede achacarse a una raíz más profunda: un margen ajustado, que aumenta el riesgo.

Los que hemos estudiado sabemos muy bien que prepararse la mitad de la materia para un examen no te garantiza un cinco, o un aprobado raspado, sino que la mayor parte de las veces te conduce al desastre. Y sin embargo, a la hora de calcular sus posibilidades para hacer frente a una hipoteca, ese fue el sistema de cálculo que emplearon demasiados españoles.

Una pareja cualquiera, con dos sueldos de mil doscientos euros cada uno, no puede hipotecarse por setecientos euros. En teoría, no hay problema, porque si los ingresos son de dos mil cuatrocientos, quedan mil setecientos euros libres al mes, pero luego, en la práctica, si uno de los dos pierde su empleo, resulta que tenemos quinientos euros disponible para vivir, y ahí hay que meter todos los demás gastos comprometidos, el mantenimiento de la vivienda, los recibos de los suministros, y ese pequeño detalle que se llama comer.

¿Y se podía decir, a primera vista, que era una imprudencia? No, pero lo era.

Y podía surgir un traslado, o un divorcio… Podían surgir muchas cosas, más o menos probables, que seguramente no se tuvieron en cuenta en su justa medida, máxime cuando una hipoteca es un compromiso para treinta años y en semejante espacio de tiempo pueden llegar a ocurrir muchas cosas, tanto las probables como las improbables.

La otra causa habitual de ahogo son las cuentas mal hechas. La frase que mejor expresa este agujero contable es “hoy en día es mucho dinero setecientos euros, pero como la vida sube, en pocos años será una miseria”. A esa idea se agarraron y nos agarramos muchos, pero cuando la crisis nos condujo a la bajada de tipos, enseguida nos dimos cuenta de que la realidad iba a ir por el camino contrario: la deflación.

La bajada general de precios y salarios ha hecho que, sobre todo los autónomos, hayan visto reducido su nivel de ingresos. Bajan los precios para poder competir, bajan los salarios, y los setecientos euros que pagábamos hace seis años son más duros de pagar hoy en día, porque en realidad son más dinero.

¿Tiene pinta la cosa de mejorar en ese aspecto? Pues no. La inflación que padecemos nos viene, sobre todo, de la energía, de esa electricidad y esa gasolina que pagamos a precios cada vez más caros pero que, mala suerte, no vendemos nosotros.  El dinero que sale de nuestros bolsillos no va al tendero, ni al profesional de la esquina: va a los saudíes, a los exministros del las eléctricas, ya los impuestos.

Y así, no, ni de broma. Así no vamos a ver descender el peso de nuestras cuotas.

Quienes buscan hoy una hipoteca

Nuevas porciones

Nuevas porciones

Según informa el diario El Mundo, y tras el cierre de la importante Feria Inmobiliaria Sima 2012 (ya les vale también con el nombre, a los pobres, joer…) resulta que el perfil de los demandantes de vivienda actuales es el de un joven entre 25 y 35 años, en busca de una casa, para vivir en ella. Los pisos más demandados son viviendas de dos o tres habitaciones y el precio máximo que se maneja, en Madrid (ojo a este dato), es de 200.000 Euros.

Según este mismo informe el 66% de los posibles compradores de de vivienda son empleados por cuenta ajena, un 17% autónomos y otro 17 % funcionarios. De todos los encuestados, el 16 % no necesitaba financiación, mientras que el resto iba a pedir una hipoteca. Entre los deseosos de hipotecarse, la mitad pedía menos del 80 % del valor de tasación. La otra mitad estaba por encima de esta cifra.

Me gustaría terminar con un apunte: para un gasto semejante, me parece a mí que al gente no se lo ha pensado lo suficiente, porque hay un montón de ciudades donde se podrían encontrar por realmente magníficos por 200.000 euros o menos. En algunas profesiones, la necesidad de residir en grandes ciudades tipo Madrid está muy clara, pero mucho me temo, y no me fusiléis por ello, que hay quien prefiere ser pobre toda la vida en Madrid a trasladarse a otra ciudad menos “guay”.

Mientras la elección del lugar de residencia no sea una variable económica que entre en la ecuación económica de los ciudadanos, seguiremos concentrándonos todos en el mismo punto, de manera que se paguen precios abusivos mientras le resto  del país se vacía sin remedio. Y luego, claro, los pisos son caros, los bancos atornillan, etc., etc…

Pero de pensar en mudarse a una ciudad más barata, de eso, no se habla ni por asomo.

A veces pienso que abunda una nueva especie del hidalgo del Lazarillo. Aquel era pobre porque lo de trabajar ni se lo planteaba. Los de ahora son pobres, porque de Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia ni se menean. Pues buena suerte, chavales…

Los precios seguirán a la baja, pero no todos

Como los pimientos del padrón, unos bajan y otros no

Como los pimientos del padrón, unos bajan y otros no

Todos los expertos inmobiliarios coinciden en afirmar que los precios de las viviendas seguirán a la baja en los próximos meses en líneas generales, con lo que podría ser conveniente seguir esperando antes de lanzarse a la compra, pero, mucho ojo, porque no todas las viviendas se encuentran en esta tesitura.

Según los analistas más prestigiosos determinadas zonas de las grandes ciudades, principalmente las zonas del centro, se encuentran ya muy cerca de certificar el fin del ajuste y comenzar a recuperar la pujanza de precios, como consecuencia de que son zonas con una alta demanda efectiva.

Sin embargo, la periferia, donde durante los años de burbuja inmobiliaria se construyó de manera indiscriminada se puede seguir produciendo un descenso importante de precios, que puede llegar a superar el 10%, con lo que es conveniente seguir esperando antes de decantarse por la compra.

Las señas más claras de que se está llegando al fin del ajuste en las zonas urbanas más demandadas es que ya se empieza a observar movimiento de construcción en estos lugares. Y es que según los expertos la crisis inmobiliaria ha pasado “de puntillas” por estos lugares, que han soportado mejor la caída de precios.

En definitiva, todo está relacionado con el viejo axioma de la cultura española que siempre habló que comprar un piso en el centro era mejor opción, porque nunca devaluaba su valor, y ahora, con la que está cayendo, lo estamos comprobando a ciencia cierta.

Ahora bien, el problema está, evidentemente, en calibrar cuantas personas pueden realmente permitirse los precios de las viviendas en el centro de las ciudades, realmente prohibitivos, y los que ocasionaron la expansión indiscriminada de construcciones en los alrededores de las mismas.

Unas viviendas, las de la periferia, que ni siquiera se beneficiarán de las políticas incentivadoras del Gobierno, ya que los inversores que no buscan una vivienda habitual y que podían apostar por la compra en estos momentos, preferirán, en todo caso, viviendas que no se devalúen de una manera tan rápida, con lo que se decidirán, siempre que tengan oportunidad, por una vivienda céntrica.

Se acelera la bajada de los pisos

No, no es un aviso: es una fuente que hay en Nürnberg...

No, no es un aviso: es una fuente que hay en Nürnberg...

A la mala situación económica y el tan comentado embarazo de la abuela, todo ello muy comentado en esta página, viene ahora a unirse una nueva circunstancia que impulsa, casi patea, los precios de los inmuebles a la baja: el miedo pánico que instila en los propietarios el discurso del ministros Guindos.

Porque lo cierto, amigos, es que hemos pasado de tener un Gobierno que no sabía dónde meterse a uno que saca pecho antes de pensar en las posibles consecuencias de sus globos sonda. La prueba más flagrante, y sin globo sonda, ha sido la recién aprobada reforma laboral, con muy buenas intenciones seguramente, pero con grandes pórticos, tipo Puerta de Alcalá o de Brandeburgo, para que se cuelen los defraudadores, los pufistas, los descuideros y toda esa fauna Ibérica tan conocida de la que, sin embargo, nunca habló Rodríguez de la Fuente en sus reportajes de el Hombre y la Tierra.

Vengo barroco, ¿?verdad? No es para menos, porque la cosa va de tirabuzones.

El caso es que el ministro de Economía ha anunciado que exigirá nuevas provisiones a la banca para cubrir las posibles insolvencias o menguas de valor de su cartera inmobiliaria, con lo que al losa de tener pisos en su balance se volverá otro poco más  pesada para los bancos.

En principio, parece buena idea, proque de ese modo los bancos harán lo divino y lo humano para librarse de los pisos, y esa es la razón por la que en pocas semanas se ha visto la carrera bajista de precios de la que hablo en el título.

Según el portal inmobiliario “idealista”, sólo durante la semana siguiente al anuncio de estas medidas para los bancos,  “fueron 10.654 los anunciantes que decidieron bajar el precio de sus viviendas en venta frente a la media de 8.203 propietarios que lo estaban bajando durante las cuatro semanas anteriores”

O sea, que estamos ante un sálvese quien pueda en toda regla, por miedo a que los bancos lancen ofertas que pulvericen los precios.

Y ahora, me tocan insistir: parece buena idea, porque los precios de la vivienda se acomodarán un poco a nuestros bolsillo, pero esto supone en el fondo un desastre pro otras dos vías: porque los bancos, al bajar los precios de los pisos tendrán que hacer nuevas provisiones (y no nos darán un duro para el mundo real), y porque los ahorros de buena parte de los españoles están en ladrillos, con lo que el país se empobrecerá a marchas forzadas, igual que se empobrece Argentina cuando baja el precio de la carne.

Si a los bancos se les piden más garantías porque los precios bajan, y estas garantías hacen que los precios bajen aún más, ¿qué pasará a continuación? que los bancos estarán aún peor… y sus hipotecas ya firmadas valdrán aún menos.

Este era el momento de tener  una idea imaginativa, sin espirales deflacionarias que nos manden a hacer puñetas a todos. Pero parece que eso va a ser demasiado pedirle a este gobierno…

Por fin bajarán los precios

Ahora sí se empezarán a vender pisos

Ahora sí se empezarán a vender pisos

Llevamos cuatro años, más o menos lo que está dando en durar la actual crisis financiera, inmobiliaria, económica, y de todo lo que te quieras o puedas imaginar, soñando con que se produzca finalmente un descenso de precios que nunca llega a confirmarse, pero parece que, por fin la espera ha llegado a su fin y parece que los pisos comenzarán a bajar, de verdad.

Porque hasta ahora lo único que hemos tenido es una bajada ficticia, sin que se haya producido un descenso real que pueda hacer pensar en que hayamos tocado fondo, con lo que todos los avezados compradores con posibilidades de hacerse con una vivienda han querido esperar hasta que los precios siguieran bajando, con total razón.

Pues bien, ahora el gobierno obligará a las entidades financieras a actualizar su contabilidad de manera que valoren los inmuebles y los solares por el precio actual y no por el que tenían antes de comenzar la crisis, de manera que se producirá una importante bajada de precios.

Los bancos y cajas tratarán de deshacerse rápidamente ante la importante pérdida que supondría para sus intereses y su prestigio internacional el mantenerse con inmuebles claramente depreciados, con lo que buscarán darles salida a la mayor velocidad posible, lo que supondrá una caída de precios generalizada.

Una caída que las propias entidades financieras han evitado todo este tiempo con su política de mantener sus viviendas sobrevaloradas y de obligar a sus clientes a comprar éstas y no las que tenían apalabradas con las agencias inmobiliarias, si querían financiación.

Por fin, parece que los bancos empezarán a tomar parte de su medicina y a sufrir las consecuencias de su actitud durante todos los años de bonanza, durante los cuáles no hicieron nada por apoyar a sus clientes o ayudarles en los momentos de dificultad, más bien al contrario, obligándoles a sufrir las consecuencias de sus actos.

Parece mentira, todo hay que decirlo, que haya tenido que ser un gobierno de centro-derecha el que se haya atrevido finalmente a meter mano a los bancos, mientras que el gobierno de centro-izquierda socialista nunca hizo nada por remediar la situación.

La banca sube las cuentas, las tarjetas… y las hipotecas

El banquero está ya en el primer puesto para el siguiente podium

El banquero está ya en el primer puesto para el siguiente podium

Estamos en época de presentar resultados ante los amados accionistas y los bancos, por sus buenas o malas costumbres, no se pueden permitir reconocer que el negocio no va como antes. Este es el peaje que hay que pagar por la democratización de la economía que significa el acceso general a los mercados financieros, y por depender más de la imagen pública que del estado real de las cuentas.

Como la economía real no parece darse por aludida con los altisonantes llamamientos de las cumbres europeas, el FMI y el sursum corda, los bancos han decidido tirar por la cale del medio y apretar allí donde creen que habrá menos reacción negativa por parte de los clientes.

Para ser más precisos, las comisiones por mantenimiento de las cuentas bancarias ha pasado en en septiembre a 26 euros de media, desde los  22,5 que costaban en diciembre del año pasado. Lo mismo pasa con las comisiones pro las cuentas de ahorro y casi todos los demás productos financieros, a lo que hay que añadir que el descuento de efectos financieros, como pagarés, además de una labor titánica se ha convertido en un producto prohibitivo.

En lo que respecta a las tarjetas, lo que pagamos anualmente por tener una tarjeta de débito pasa ahora a una media de 20 euros, desde los 17,50, aproximadamente, que costaba el año pasado. Si la tarjeta es de crédito, en lugar de ser de débito, el precio anual de esta tarjeta pasa a una media de 37 euros.

En lo que a nosotros nos ocupa, que son los créditos y las hipotecas, la comisión de estudio para la apertura de una cuenta de crédito, esas que usamos en las reformas de los pisos, o en el funcionamiento diario de un negocio, las comisiones de estudio y apertura llegan ahora a un 1,2% y a un 3,20% respectivamente. Para las hipotecas, la comisión media de estudio es casi ya del 1 % y la de apertura llega a una media del 3,80 %.

Y todo esto sin contar con que también se han encarecido todos esos productos colaterales que nos exigen a menudo, como las pólizas de seguros, los planes de pensiones , etc.
O sea que va siendo hora de que hagamos cuentas de veras sobre lo que sacamos de los bancos y lo que nos cobran por ello, porque poco a poco empieza a ser una sangría importante.

La estadística contradice los estudios económicos

El precio de la vivienda comienza a despegar

El precio de la vivienda comienza a despegar

Este lunes, 13 de septiembre, mi compañero Ladríllez se hacía eco de un estudio publicado por Bankinter en el que se afirmaba que el precio de la vivienda seguiría a la baja, al menos, hasta 2011, y, claro, todos nos lo creímos porque suponíamos que los investigadores de Bankinter serían serios, ¡craso error, amigo, craso error!

No digo que no sean serios, que lo serán, supongo, pero resulta que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha hecho públicos los resultados sobre el precio de la vivienda en el segundo trimestre de este año 2010 y ¿a qué no adivinas qué ha sucedido? Pues que, comparados con el primer trimestre, el precio de la vivienda se ha incrementado un 1.6%, la primera vez que se produce un incremento desde el tercer trimestre del 2007, vamos, desde el génesis de la crisis.

Bien es cierto, sin embargo, que en tasas interanuales, es decir, comparado con el segundo trimestre de 2009, la tendencia sigue siendo a la baja ya que los precios, comparados estos dos períodos, se han reducido en un 0.9%, con lo que la tendencia es a la baja, aunque cada vez menos.

No obstante, yo me quedo con la comparación trimestral, porque es la que más se ajusta a la realidad al estar medida en momentos muy cercanos en el tiempo y, por tanto, con casi las mismas circunstancias, esas que todo lo pueden, de por medio.

Estamos, entonces, en un panorama de repunte del precio de la vivienda, aunque habrá que esperar para comprobar si este repunte es provisional o definitivo, porque no hay que menospreciar el efecto que haya podido tener el incremento del IVA.

Si nos atenemos a las leyes económicas el incremento del IVA desde julio hizo que se elevara la demanda de viviendas para el primer semestre del año, y ya se sabe que cuanto mayor es la demanda más se eleva el precio del bien demandado, con lo que está claro que el precio de la vivienda puede haber disfrutado de una desviación de la realidad con motivo de la modificación impositiva.

Como nos está sucediendo con casi todas las variables económicas a analizar durante este año 2010, no podemos afirmar nada hasta que no hayamos comprobado el comportamiento de las mismas una vez que el efecto IVA se haya difuminado.

Los precios seguirán bajando, pero ¿dónde?

El boom inmobiliario hizo germinar cientos de barrios fantasma

El boom inmobiliario hizo germinar cientos de barrios fantasma

Por primera vez parece que los expertos en este mundillo de la economía, en general, y del mercado de la vivienda, en particular, se han puesto de acuerdo para lanzar un mensaje a la opinión pública, un mensaje que habla de un mayor descenso de los precios de la vivienda en nuestro país.

Según sostienen todos estos economistas de postín el precio medio de la vivienda en nuestro país ha bajado entorno al 16%, mientras que en otros países de la Unión Europea, por ejemplo, Gran Bretaña, ese porcentaje de descenso se ha situado por encima del 30%, de lo que concluyen que el precio de la vivienda en España no ha tocado suelo todavía.

Yo estoy de acuerdo, pero a medias. Todo depende del volumen o del tipo de pisos que tomes para hacer esta predicción y este análisis. Veamos, si tomamos todos los pisos que hay en nuestro país, soy el primero que sostengo que el precio de los pisos va a seguir disminuyendo durante, al menos un par de años más.

Ahora bien, si filtramos el espectro de pisos que analizamos y nos centramos en aquellos pisos con demanda efectiva, es decir, aquellos pisos que los ciudadanos quieren, efectivamente, comprar podemos estar seguros que ya han alcanzado el suelo de su caída.

Porque lo que no recogen las estadísticas es que durante los años de exceso inmobiliario en nuestro país se ha construído en cualquier lugar, en cualquier zona, lo que ha contribuido a encontrarnos con poblaciones prácticamente fantasma, pisos abandonados en urbanizaciones imposibles, sin los servicios mínimos exigibles para cualquier zona residencial y en lugares de desarrollo urbanístico previsto hace unos años, inexistente en la actualidad e imposible para el futuro.

Esos pisos seguirán bajando su precio porque nadie los quiere comprar. Es una situación que se ha dado especialmente cerca de las costas y en los anillos de las grandes ciudades. Son ahora zonas residenciales abandonadas donde no vive nadie, porque no se han vendido todos los pisos o porque no hay los servicios comunes mínimos y exigibles.

Por tanto, todo depende del espectro de pisos que utilices para realizar el análisis. Si quieres vender la moto de que los pisos seguirán bajando utilizas toda la población de vivienda de España, si quieres ser riguroso y ofrecer un dato significativo de la situación actual del mercado inmobiliario en nuestro país, te limitas a aquellos pisos que tienen una demanda efectiva. Es cuestión de voluntad.