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¿Y si el banco te perdona una parte de la hipoteca?

Rygel XVI, rey de las hipotecas

Rygel XVI, rey de las hipotecas

Sí, lo reconozco, además de novelista he sido también escritor de ciencia ficción, aunque nunca haya publicado nada de ese género. Todo se andará…

Sin embargo, en este caso, no se trata de una película de marcianos, sino de algo más real.

Como sabéis, Catalunya Banc se fue al carajo. Se puede decir mucho más bonito o con más palabras, pero lo cierto es que se fue a la p0rra. Después, en ese proceso de reflotado, rescate, transfusión o como os guste llamarlo, pero que nos costó una burrada de millones a todos los españoles, este banco vendió su cartera hipotecaria a Blackstone, una financiera americana.

Por tanto, en este momento, es Blackstone quien gestiona las hipotecas de Catalunya Banc.

Pues bien: Blackstone ha comenzado a enviar cartas a algunos de sus clientes ofreciéndoles una quita en la hipoteca. Sí, habéis leído bien: que si pagas todo lo que falta por pagar, y lo pagas de una sola vez, te quitan el 10% de lo que te quede. O sea, que si todavía te quedan 100.000 euros de saldo hipotecario, pgas 90.000 y te olvidas de todo.

Esta oferta parece dirigida a reducir las tasas de morosidad y a poder sacar de su balance algunos clientes de dudoso cobro, con lo que parece que a ellos les sale rentable perder una parte del dinero (y todos los intereses) a cambio de perder de vista al cliente y reducir esa parte de su balance. O sea, que cualquier cosa con tal de eliminar la piedra en el camino que suponen los saldos dudosos a largo plazo…

Aunque bien pensado, cuando pasan estas cosas es como para echarse a temblar… Sobre todo si se tienen malos pensamientos y se sospecha que un banco que hace algo así no tiene mucha confianza en el futuro que digamos, ¿no?

En cualquier caso, y viendo pro dónde van los tiros, mirad a ver lo que puede ofreceros vuestro banco. Nunca está de más contar con ideas frescas…

La hipoteca después de un entierro

¿Quién lo iba a decir?

¿Quién lo iba a decir?

Hoy voy a contaros una historia casi castiza que escuché hace poco en un bar, por lo que podría ser una especie de leyenda urbana, de esas que circulan a veces por ahí. Sin embargo, más que la cara del que lo contaba, lo que me convenció de su posible verosimilitud es la situación por la que actualmente pasan muchos bancos, y los cambios sustanciales que eso ha provocado en el poder de negociación de las partes.

Nuestro protagonista es un hipotecado, un hipotecado cualquiera que las pasa negras para pagar mensualmente sus cuotas y que ya ha dejado alguna sin pagar. Un buen día se presenta en su oficina bancaria y le dice al director que vaya preparando los papeles, porque no va a poder seguir pagando, y que además está considerando la idea de irse a Suramérica, donde tiene algo de familia a la que ayudó en su momento y que ahora le ofrece ayuda a él.

El director del banco, con la que está cayendo, pasó por varios colores del espectro cromático y dijo que habría que buscar una solución. Tras muchos tiras y aflojas, nuestro hombre dijo que de los cien mil euros que aún debía, podía poner setenta mil en la mesa pidiéndolos a un familiar, o quien fuese, pero con eso tenían que saldar la hipoteca, sin que quedase pendiente el resto ni nada por el estilo. Así intentaría vender el piso y sacar lo que pudiera por él. O sea, una quita hipotecaria en toda regla.

El banco se negó, pero tras unos cuantos tira  y aflojas, y algunas llamadas a la central, acabaron pactando que si entregaba ochenta mil euros, se olvidaban de la deuda. Pero tenía que ser al contado.

Nuestro hombre exigió que se realizase el pacto ante notario, y en la misma notaría entregó la cantidad al banco y se quedó con el piso, limpio de polvo y paja.

¿Qué había sucedido? Que acababa de morirse una tía solterona y había heredado un buen pellizco, y además casi todo en efectivo.

Cosas de viejos y cosas de entierros…

Cosas que nunca hubiesen sido siquiera imaginables hace unos años.

Hipotecas: llega la hora de negociar.

Hablemos de negocios...

Hablemos de negocios...

Muchas veces somos nosotros mismos los que nos convencemos de cosas que en el fondo no nos convienen. La frase más típica de este caso es aquella frase que tantos repetían como si fuese una ley inmutable del Universo: “los pisos nunca bajan“, Lástima que por escrito no se pueda poner voz en off, porque en este caso hubiese elegido la de Zeus.

Los pisos bajaron, por supuesto, y de esas bajadas y su impacto en los balances de los bancos y los patrimonios familiares viene esta crisis de deuda y descapitalización general, conceptos ambos que sirven muy bien como eufemismo para decir que no somos tan ricos como pensábamos.Los pisos bajaron, insisto, y ahora le toca el turno a otra de esas frases casi sagradas: “los bancos siempre ganan“.

Porque no es así. Porque la fuerza de los bancos procedía de su solvencia y de la capacidad de resistir más que los clientes. pero en estos momentos los intereses de los bancos han cambiado, lo que significa que para ganar tienen que dejar a veces que los demás también ganen.

En estos momentos, si estamos ahogados, si uno de los miembros de la familia se ha quedado en el paro o han disminuido los ingresos del negocio, se puede y se debe negociar con el banco. Se puede pedir, sin empacho, una demora, o una carencia. En estos momentos, se puede conseguir incluso una quita de parte de lo adeudado en nuestra hipoteca, a cambio de liquidar el resto. Si se ha sido buen pagador hasta el momento, los bancos preferirán perder parte de los intereses o parte del capital antes que embargar el piso, quedarse con él y meterlo en el balance como pérdidas, acompañando a otros centenares de hipotecas fallidas.

Ellos saben que les conviene más perder un poco o esperar antes que embargar. Lo saben ellos y lo sabemos nosotros. Es la hora de tenerlo en cuenta.