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Inteligencia y mudanza. Estudios para todo

Cortando por lo sano

Cortando por lo sano

Como empieza el verano, o eso decían antes que me cayera un chubasco de todos los demonios, creo que hay que mejorar un poco el humor y relajar el tono tremendista. Al fin y al cabo hablamos de hipotecas, y no de enfermedades mortales.

Como ya sabéis, hay estudios para todo. Estudios, casi siempre pagados con fondos públicos y que sirven para que Fulano o Mengano se saquen su título de doctor con tesis del tipo “la importancia del acento circunflejo en le francés bajomedieval de Borgoña”. ¿Que me he pasado? Ojalá: semejante tesis existe y ni siquiera me la he tenido que inventar.

Pues bueno: uno de esos estudios dice ahora que las personas con mayor inteligencia tienen una tendencia más acusadas a cambiar de vivienda, y que cuanto menor está capacidad intelectual del individuo, con mayor ahínco se apega a su lugar de residencia. Lo dice un tal Markus Jokela, y lo dice en la Universidad de Helsinki.

El trabajo ha consistido en un análisis de los movimientos migratorios interiores en los últimos cincuenta años y la conclusión es que la gente con mayor inteligencia suele mudarse de los pueblos o las ciudades pequeñas a el centro de ciudades más grandes para, una vez alcanzados sus objetivos personales y profesionales, buscar de nuevo una mudanza hacia el extrarradio de esas grandes ciudades o el regreso paulatino a sus lugares de origen.

Yo, que no he hecho ningún estudio, os aporto también una visión personal sobre la emigración en el medio rural: marcharse requiere osadía, capacidad de sacrificio, capacidad de aprendizaje para nuevos trabajos o idiomas y una buena dosis de inteligencia emocional para lidiar con situaciones desconocidas. Por tanto no es de extrañar que se marchasen quienes se viesen con más posibilidades y prefiriesen quedarse los que no veían claro todo ese montón de requerimientos.

En cuanto al estudio escandinavo, ignoro cómo estará el tema de las hipotecas en Finlandia, pero tengo que darle la razón a nivel español: aquí, el que consigue una hipoteca, consigue salir de casa de sus padres o consigue mudarse a una residencia mejor, la mayor parte de las veces es un lince. No se puede negar.

 

Permiso de residencia para los que adquieran vivienda de más de 160.000 Euros.

Algunos de los clientes que se acogerán a la nueva ley...

Algunos de los clientes que se acogerán a la nueva ley...

A estas alturas todos hemos oído hablar de la polémica reforma del reglamento de la ley de extranjería, por la cual se concedería el permiso de residencia a todos aquellos extranjeros que comprasen una vivienda por un valor superior a 160.000 euros.

Por una vez, el Presidente Rajoy habló claro y dijo que “tenemos que vender el stock de viviendas“. Y aunque no han tomado una decisión en firme, está claro por dónde va la idea.

A pesar de las críticas escuchadas por ahí, y de que reconozco que se trata de una vulgar mercantilización del permiso de residencia, tengo que decir que la idea en general me parece buena. Y  lo explico:

Mercantiliza, sí, un derecho de las personas. A mucha gente eso le parece horrible, pero yo creo que en una situación de emergencia un país tiene que poner en valor sus recursos, y uno de los nuestros es la cantidad de gente que quiere venir a vivir aquí. Yo también preferiría que nuestros recursos fuesen otros, como la posición dominante en el mercado de la electrónica de precisión. Pero como hay lo que hay y tenemos lo que tenemos, pues hay que usarlo.

-Es un acicate para traer gente con dinero y mantener alejados a los pobres. Esta es otra de las críticas que escucho. Y es verdad. Pero hay que ser sincero y hacerse la gran pregunta. Vale, ¿y qué? ¿No hacen eso desde las churrerías a los concesionarios de coches? Hay algo obvio que nadie dice: la gente viene aquí a vivir de algo. El que tiene trabajo o recursos, vive de su trabajo o sus recursos. El que no los tiene, vive del trabajo o de los recursos de los demás.  Yo, francamente, prefiero a loa que vienen a vivir de lo suyo, antes que a aquellos que no consumen más que una lata de sardinas diaria y el resto lo envían a sus países por transferencia. Es honrado y legítimo lo que hacen, desde luego, peor son preferibles los otros.

-Necesitamos vender pisos. Sí, tiene razón Rajoy. Lo necesitamos, porque cada piso que se vende disminuye un poco el agujero de la banca, ese que hay que cubrir con fondos propios o europeos. Necesitamos también encarcelar banqueros, poner en órbita a fuerza patadas en el culo a políticos y muchas cosas más. Pero es objetivamente cierto que todos esos pisos sin vender son un lastre terrible para nuestra economía. Cualquiera que sea la manera que se piense para venderlos, es buena. Objetivamente.

-Y ahora, ojo a la hipoteca. Lo que no se puede es vender un piso de ese precio a un extranjero y darles la hipoteca desde aquí para que apliquen la dación en pago por el simple procedimiento de largarse. Si esos pisos se venden, hay que pedir al menos la mitad al contado, o que la hipoteca corra a cuenta de un banco de su país. La dación no puede ser la gatera por la que se venga aquí un par de años, se pruebe fortuna, y se vuelva uno a marchar si las cosas salen mal.

Sobre las condiciones en que se venderán esos pisos si la norma llega a aprobarse, ya hablaremos más adelante. Porque el mercado hipotecario va a cambiar mucho en los próximos años. Y para mal. Ya lo iremos viendo…

La vivienda del abuelo

El abuelo se apoya en el bastón y nosotros en él. Me temo.

El abuelo se apoya en el bastón y nosotros en él. Me temo.

Se ha celebrado estos días por toda España el Día del Abuelo, una idea a la que se han apuntado todas las administraciones, ya sea por convicción en el homenaje, o porque los abuelos de este país son baratos de contentar y más agradecidos con estos detalles que las generaciones posteriores.

De la importancia de los abuelos sabemos mucho en este blog, y más que sabremos según pasen los meses, porque los abuelos son y van a ser la tabla de salvación que evite el naufragio a muchas familias. Ellos, y no los cuatrocientos euros de emergencia, serán los que saquen adelante este país cuando el paro se prolongue y las prestaciones se agoten.

Desde siempre, quien tiene un abuelo tiene quien cuide de los niños, quien compre el pan y quien le abra la puerta al cartero. Ahora, además, resulta que el que tiene un abuelo tiene un techo de emergencia, porque la casa del abuelo se pagó hace treinta años, y una pensión, que aunque sea birriosa, da para pan y garbanzos cuando no hay que pagar hipoteca.

Dicen que la esperanza para el sector de la construcción española está en los millones de jóvenes que no se han emancipado y que tarde o temprano tendrán que comprar un lugar para vivir. En Austria, por ejemplo, la media de edad a la que los jóvenes se independizan es de 22 años. En España esa media es 34, y sigue subiendo.

Yo, personalmente, no creo en esa esperanza, sino más bien en la que están brindando ya los abuelos: una vivienda pagada que, en vez de ponerse a la venta cuando los abuelos mueren, se convierta en primera vivienda de los jóvenes. Por eso he dudado siempre, y aquí lo he dicho, de que llegue a eliminarse nunca el stock de viviendas sin vender: porque por razones demográficas están entrando en el mercado, poco a poco, pero sin remedio, miles de viviendas de personas mayores que se trasladan a las residencias de ancianos o se van al “otro barrio”.

Lo malo de la vivienda del abuelo es que muchas veces está en un pueblo, o en una ciudad de provincias, perro si ellos, cuando no hubo trabajo se fueron a Alemania (con papeles y sin derecho a exigir NADA), ¿por que no pueden sus nietos irse a Huesca o a Albacete?

¿No creéis que el problema de la vivienda también viene de que todos queremos el mismo metro cuadrado? Yo estoy convencido. A eso se le llama desestructuración, y tiene un arreglo muy malo.