¿Aguantaremos otra ronda de rescates?

Sangría...

Sangría...

Hay un hecho médico comprobado: un enfermo que no empeora, pero tampoco mejora, se acaba muriendo. Las razones son múltiples, pero se basan sobre todo en los efectos nocivos de la vida en el hospital: inactividad, llagas de tanto estar en la cama, problemas circulatorios, riesgo de infecciones hospitalarias, generación de resistencias a los medicamentos y un largo etcétera.

Pues con la economía pasa lo mismo. La mejoría de la que habla el Gobierno es imaginaria, o tan baja, que no puede esperarse de ella que produzca cambios significativos. De hecho, la mejoría anunciada es tan escuálida, que puede deberse al margen de error en las mediciones. Si es que queremos pensar bien y llamarle error, por supuesto.

Al final, el problema del que partíamos se convierte en otro muy distinto, aunque parezca el mismo: los pisos dieron un gran batacazo, y la economía detrás de ellos al pararse un sector tan sensible como el de la construcción. Con la economía en la UVI, mucha gente se quedó sin trabajo y comenzaron a crecer las tasas de morosidad, y no sólo las hipotecarias. Así se aceleró la destrucción de valor acumulada en los inmuebles, lo que llevó al efecto pobreza del que hemos hablado aquí muchas veces y a la consiguiente reducción del consumo que, obviamente, generó más paro, iniciando así una nueva ronda en la danza macabra.

El Gobierno, entonces decidió rescatar a los bancos con dinero de todos, creó el banco malo y le llamó Sareb como le podía haber llamado Sauron. ¿Pero se acabó ahí el problema? Yo creo que no.

Como no se ha creado empleo, y hasta consideramos buena noticia que se destruya más despacio, las insolvencias seguirán creciendo, más que nada porque muchos que han pagado hasta ahora su hipoteca con los ahorros se irán quedando sin ahorros hasta llegar a la insolvencia. De ese modo, los bancos que parecían saneados, dejarán pronto de estarlo, porque sus balances deberán reflejar este nuevo goteo de insolvencias.

La prueba de que esto es así, y no me ha dado un ataque de pesimismo, es el comportamiento de la deuda pública. Si la deuda no deja de crecer y lo hace a marchas aceleradas no sólo es porque el Gobierno se aun manirroto, que puede que también, sino porque la situación de la economía no permite recuperar los niveles de recaudación.

Pues lo que le pasa al Estado le pasa al resto, sólo que el resto no puede volver a endeudarse este año para pagar las letras del año pasado como hace el Gobierno.

Y no, ya no se pueden seguir bajando los tipos de interés. Por ese lado, mejor no esperar noticias. Ninguna. Las únicas que pueden llegar son malas, peores o devastadoras.

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Acerca de Ladríllez

Javier Pérez Fernández (Zamora, 1970) Director durante 10 años de la revista universitaria dela Universidad de León, ha participado en casi todos los foros asociativos y juveniles de la ciudad. Escribe desde los 14 años en periódicos y revistas, especialmente Bedunia, como satírico, y en el diarioLA CRÓNICA-EL MUNDO, donde realizó un suplemento dominical sobre historia militar leonesa. Profesionalmente, se especializó en marketing y economía agraria. Trabaja como comercial de publicidad para medios de comunicación y dirige una casa de turismo rural en la montaña leonesa. En cuanto a trayectoria literaria, empezó por el verso satírico, estudió métrica y composición clásica y es autor de más de mil poemas, aunque jamás se consideró poeta. Más constante ha sido su dedicación al columnismo de prensa, medio en el que ha publicado más de ochocientos artículos en los últimos veinte años. Como autor de relatos cortos, ha tratado de conciliar la temática escabrosa con el estilo irónico, lo que le ha valido más reconocimientos que amistades. En total tiene escritos más de doscientos relatos y ha recibido casi una veintena de premios en este campo. Pero el género donde considera que mejor se desenvuelve es el de la novela. Escribió su primera obra de más de doscientas páginas a los dieciocho años, aunque afirma que sólo permitiría su difusión bajo amenaza a punta de pistola. Desde entonces, ha escrito una enorme epopeya espacial de más de dos mil folios, y cinco novelas, una de las cuales,la Crin de Damocles, le valió el premio Azorín 2006. La espina de la amapola, Ed. Planeta 2008. El Gris. Ediciones B. 2010 -La crin de Damocles, Ed. Planeta 2006. Premio Azorín de novela. -Viento Divino. Caja Murcia. Instituto Castillo Puche. -Antología poética Antonia Pérez Alegre. Fundación Espejo 2005. -Apagar el sol. Ayuntamiento de Toledo. Premio narrativa femenina 2005 -Historias para catar. Tropo Editores 2007 -Diversas antologías y colecciones de cuentos.