Las dos líneas de desigualdad (I)

Pendientes de un hilo

Pendientes de un hilo

Desde hace casi dos siglos, y no es broma, se plantea la lucha política sobre la desigualdad entre ricos y pobres. Es un enfrentamiento más antiguo, por supuesto, pero desde que se acuñaron conceptos como que “la propiedad es un robo” o la “lucha de clases” parece que el combate pro la desigualdad se plantea en torno a la distribución de rentas. Las rentas del trabajo y las rentas del capital.

Una de las explicaciones más socorridas al hablar de esta crisis que parece no acabar nunca es precisamente la desigualdad. Si las rentas se distribuyen de forma muy desigual, cae el consumo, porque no se trata tanto de lo que la gente gana, sino de la parte de ese dinero que tiene disponible para gastos discrecionales. Antes de empezar el mes ya hay una serie de gastos fijos ineludibles, como la hipoteca, la luz, alimentación… ¿Cuánto queda para gastar después de eso? Ahí está la clave del consumo interno.

Y pongo un ejemplo para que veamos los efectos de la bajada salarial. Si en una familia trabaja uno solo de sus miembros e ingresa mil euros, de los que tiene gastados setecientos en lo básico, su disponibilidad es de trescientos euros. Si le rebajan el sueldo un 10%, su consumo no se reduce en un 10% sino en un 30% que es al diferencia entre tener 300€ para lo que quiera y tener 200€.

Lio que sucede es que el aumento de renta de los ricos no aumenta el consumo, porque ganando más no vas más de vacaciones, no te compras más trajes, ni vas a más restaurantes, ni compras más coches. Puedes hacerlo en cierta medida, pero no en la medida de tu incremento de renta. Lo que realmente aumenta el consumo interno, o lo deprime, es la evolución de las rentas de las clases medias y bajas. Y estas rentas, por múltiples razones, están tan presionadas que producen una depresión general de la demanda.

¿Y qué hace el Gobierno? Tratar de resolverlo con deuda.

Pero la desigualdad tiene otra cara, no tan política, y de ella hablaremos en el artículo siguiente.

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Acerca de Ladríllez

Javier Pérez Fernández (Zamora, 1970) Director durante 10 años de la revista universitaria dela Universidad de León, ha participado en casi todos los foros asociativos y juveniles de la ciudad. Escribe desde los 14 años en periódicos y revistas, especialmente Bedunia, como satírico, y en el diarioLA CRÓNICA-EL MUNDO, donde realizó un suplemento dominical sobre historia militar leonesa. Profesionalmente, se especializó en marketing y economía agraria. Trabaja como comercial de publicidad para medios de comunicación y dirige una casa de turismo rural en la montaña leonesa. En cuanto a trayectoria literaria, empezó por el verso satírico, estudió métrica y composición clásica y es autor de más de mil poemas, aunque jamás se consideró poeta. Más constante ha sido su dedicación al columnismo de prensa, medio en el que ha publicado más de ochocientos artículos en los últimos veinte años. Como autor de relatos cortos, ha tratado de conciliar la temática escabrosa con el estilo irónico, lo que le ha valido más reconocimientos que amistades. En total tiene escritos más de doscientos relatos y ha recibido casi una veintena de premios en este campo. Pero el género donde considera que mejor se desenvuelve es el de la novela. Escribió su primera obra de más de doscientas páginas a los dieciocho años, aunque afirma que sólo permitiría su difusión bajo amenaza a punta de pistola. Desde entonces, ha escrito una enorme epopeya espacial de más de dos mil folios, y cinco novelas, una de las cuales,la Crin de Damocles, le valió el premio Azorín 2006. La espina de la amapola, Ed. Planeta 2008. El Gris. Ediciones B. 2010 -La crin de Damocles, Ed. Planeta 2006. Premio Azorín de novela. -Viento Divino. Caja Murcia. Instituto Castillo Puche. -Antología poética Antonia Pérez Alegre. Fundación Espejo 2005. -Apagar el sol. Ayuntamiento de Toledo. Premio narrativa femenina 2005 -Historias para catar. Tropo Editores 2007 -Diversas antologías y colecciones de cuentos.

Un pensamiento en “Las dos líneas de desigualdad (I)

  1. Enrique

    El consumo, el paro, los ancianos dependientes con 500 € de pensión, los jóvenes que emigran, los que van a Cáritas a pedir comida, etc. importan un pimiento a quien tiene desde el caviar hasta el huevo frito asegurado. Y si las reglas del juego (que las pone el del caviar) cambian y dejan al iluso del huevo frito en paro, ya puede montar en cólera y clamar contra la engañifa del sistema que se la refanfinfla al resto que queda a salvo, desde el del caviar hasta el de la tortilla de cebolleta (escalafón de ilusos inmediatamente superior al huevo frito que cree estar a salvo).

    Pero esto es así. Nuestra estructura social se basa en la desigualdad. Salvo que seamos nórdicos, no podemos pedir al capitalismo que se autocontrole ni comedimiento a quien rebaña la chocolatera a la par que tiene la alacena llena de tabletas y cajas de bombones.

    Respecto al insostenible aumento de deuda pública, me parece que desde hace lustro y medio es la burbuja sustituta de la inmobiliaria que disparó la deuda privada. Lo importante es sacar de donde sea para mantener intacta la estructura de la pirámide social.

    Un saludo.

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