Archivo por meses: julio 2009

Empresarios de rapiña

En la Facultad de Económicas dicen que esto es un halcón...

En la Facultad de Económicas dicen que esto es un halcón...

Os hablaba el otro día de los sindicatos y dije de ellos ni la mitad de lo que pensaba. Ni siquiera mencioné la PSV, aquella cooperativa de vivienda que acabó metiendo el pufo a un buen montón de sufridos currantes.

Pero no os creáis que todos los males del mercado laboral están ahí, ni mucho menos. En España tenemos una patronal con modos y costumbres del siglo XIX, tecnología del XX y avaricia del XXI.

En España se da con demasiada frecuencia que no se mete a empresario el que tiene una idea y la quiere rentabilizar, sino que pone una empresa el que quiere mandar a alguien porque lo trataban de tú hasta las porteras y su ego necesitaba esa capa de autoestima.

Por eso, a mi entender, en España no se paga el esfuerzo ni el talento, sino la sumisión. Hay todavía una amplia capa de patronos que prefieren al trabajador que se queda hasta las tantas y dice “sí señor” a todo, aunque sea un inútil, antes que al trabajador con ideas propias. Eso, por supuesto, es antieconómico y anticompetitivo, pero les da igual: la culpa de la baja productividad la achacan de todos modos al trabajador, aunque hayan sido ellos los que, durante años, hayan eliminado de la plantilla a todo el que valía para algo más que pegar sellos y acarrear yugos.

Otro aspecto en el que se puede observar claramente la baja calidad media de la patronal española es en la organización de los horarios de trabajo. Son aún muy pocos los empresarios que han comprendido que el trabajador que va de buen humor a supuesto produce el doble, aunque haga menos horas, que el que tiene que quedarse, quemado, hasta las campanadas de la Cenicienta. Los horarios son ineficaces, descoordinados, abusivos y por tanto nefastos, tanto para la empresa como para el trabajador que intenta cumplir, pues después de un tiempo ve que no le sirve de nada trabajar más eficazmente y se acaba amoldando al ritmo de los más haraganes. Lo gracioso es que se lo dices a ciertos patronos y te contestan perlas como “que vengan por la tarde y que se jodan. No van a vivir mejor que yo…”   Obviamente, el señor que te responde tal cosa no puso la empresa para ganar dinero, sino para saldar cuentas con los traumas de su infancia.

Hoy hemos abordado la vertiente social. Otro día seguimos con el miedo a la innovación, la aversión al riesgo real y la incapacidad para competir en mercados abiertos. Con esto vale, me parece, para trazar la segunda pata de la mesa: la mesa de autopsias de nuestra economía.