Archivo por meses: abril 2012

La hipoteca joven se convirtió en chiste

Por fin nos dieron la hipoteca....

Por fin nos dieron la hipoteca....

Todos recordamos los tiempos en que la hipoteca joven era uno de los productos estrella de la banca comercial, aquellos tiempos en que se animaba a los jóvenes a “dejar de tirar el dinero en alquileres” y comprometerse con la formación de su pequeño patrimonio para obtener autonomía económica y encarrilar su futuro. En este blog, incluso, hubo algún artículo al respecto, aunque no tan halagüeño como la publicidad de los bancos, por supuesto. Este, por ejemplo.

Sin embargo, un nuevo vistazo a lo que es la oferta de los bancos, nos da a entender que los jóvenes ya no interesan como público específico. Mientras en otros tiempos una hipoteca joven podía estar por encima del cien por cien del valor de tasación y su plazo se extendía a menudo hasta los cuarenta años o más allá, esas condiciones han desaparecido actualmente del mercado, pasándose de 42 productos hipotecarios diseñados específicamente para jóvenes a únicamente 3  que podemos ver en nuestros días, y tras mucho mirar con lupa los catálogos de la banca.

En estos momentos, sólo tres entidades cuentan con estas hipotecas,  Caixa d’Enginyers, Unnim y la filial de internet del Banco Popular, lo que nos hace pensar que la gran banca, la que marca las directrices y las tendencias en el negocio ha dejado de considerar interesantes a los menores de treinta y cinco años como clientes hipotecarios.

¿Tendrá algo que ver con ello la terrorífica cifra de paro juvenil? Seguramente: con tantos jóvenes parados no sale rentable siquiera la publicidad de este producto, máxime cuando muy pocos, poquísimos, cumplirían luego con los requisitos mínimos.

Pero aún puede ser peor: puede que lo que haya hecho decaer a este producto sea el convencimiento de la gran banca de que estas personas, los jóvenes actuales, no van a mejorar tampoco en el futuro. Porque si pensaran lo contrario tratarían de captarlos ahora como clientes. Así que si no los quieren, mala cosa…

Cada vez le debemos menos a los bancos

Cada vez menos encadenados, aunque todavía demasiado

Cada vez menos encadenados, aunque todavía demasiado

El Banco de España ha publicado esta semana unos datos realmente reveladores, que ponen de manifiesto la situación en la que nos encontramos, ya que el saldo deudor de las familias españolas, es decir, lo que los ciudadanos le debemos a los bancos y cajas como consecuencia de los créditos que nos han concedido, se ha reducido durante el mes de febrero en un 3,34%.

Ello hace que el volumen total de la deuda que las familias españolas mantienen con las entidades financieras se quede en 861.438 millones de euros, lo que nos retrotrae a septiembre de 2007, justo después del estallido de la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos.

De este total, la gran mayoría, como suele ser habitual, correspondió a la deuda hipotecaria, situada en 661.005 millones de euros, igualmente inferior a la de hace un año, concretamente un 2,2%, incluso inferior a la del mes inmediatamente anterior, enero, en un 0,41%.

Este fenómeno de reducción del saldo vivo hipotecario de las familias tiene una clara causa en la reducción del precio de la vivienda, lo que provoca que las nuevas hipotecas que se constituyan se hagan a un valor por debajo de las hipotecas que se amortizan, las cuáles se han incrementado artificialmente, de la misma manera, a causa de los embargos hipotecarios realizados por las entidades financieras.

Todo ello hace que, como sociedad, cada vez le debamos menos a los bancos y cajas, aunque todavía les debemos mucho, lo cuál es algo positivo, ya que el exceso de deuda privada acumulada durante los años de burbuja inmobiliaria está claramente detrás de la crudeza de la actual crisis.

Sin embargo, si el problema no es la reducción del saldo vivo de la deuda de las familias, sí es la velocidad a la que se está produciendo esta reducción, que está provocando cierta inestabilidad en el sistema y dudas reales sobre la sostenibilidad de muchas entidades financieras en el medio-largo plazo.

Se espera que esta situación se mantenga durante todo este año 2012, ya que las entidades financieras no parecen con la voluntad necesaria como para revitalizar el crédito en un futuro próximo, no antes de los tests de estrés del verano.

El Euríbor cierra marzo en el 1,499%

Parece que el Euríbor nos da un respiro

Parece que el Euríbor nos da un respiro

A pesar de que se veía venir, lo cierto es que el cierre de cotización del Euríbor en el 1,499%, en tasa media mensual, ha supuesto un soplo de aire fresco para las familias hipotecadas que ven como, por fin, podrán beneficiarse de un descenso significativo de su cuota hipotecaria mensual.

Si tenemos en cuenta que el Euríbor cerró marzo de 2010 en el 1,924%, nos encontramos con un descenso de 0,425 puntos porcentuales que, trasladados a cuota, significarán un descenso de 30-40 euros para una hipoteca media de unos 150.000 euros y un plazo de amortización de 25 años.

De hecho, con la primera jornada de cotización de abril ya se ha experimentado un nuevo descenso hasta el 1,410%, por lo que muchos empiezan a valorar la posibilidad de que se pudiera alcanzar el mínimo histórico del indicador, que se situó en el 1,211% en el mes de marzo de 2010, hace ahora exactamente un par de años.

El problema, como siempre, es que el efecto real de este descenso del Euríbor es limitado ya que nos encontramos de frente con el efecto de la cláusula suelo que impide que el tipo de interés que se aplica a una hipoteca caiga por debajo de un determinado valor.

Una cláusula suelo contra la que vienen luchando de manera sistemática todas las asociaciones de hipotecados y de consumidores del país, por considerarla notoriamente injusta, especialmente si la comparamos con la cláusula techo que se aplica sobre las hipotecas y que debería de compensar a los hipotecados en caso de incrementos del tipo de interés.

De cualquier forma, aún cuando nos encontremos con la cláusula suelo la buena noticia es que, al menos, las cuotas mensuales no se están viendo incrementadas, algo que es realmente importante en estos momentos de elevadas tasas de desempleo y dificultades generales para conseguir obtener un volumen de ingresos adecuado y duradero en el tiempo.

Una estabilidad que debería de seguir manteniéndose durante varios meses, al menos tanto y cuanto el BCE siga manteniendo el tipo de interés del dinero para la zona Euro en el 1%, lo cuál es probable que se alargue en el tiempo si tenemos en cuenta las dificultades económicas en las que nos encontramos.

Por qué la hipoteca nos dio por saco.

Político explicando que los pisos nunca bajan...

Político explicando que los pisos nunca bajan...

Más de uno se tomará a a risa lo que voy a decir, pero va muy en serio: hipotecarse es un acto de esperanza.

Pedir un préstamo es siempre señal de optimismo porque supone creer que en el futuro se va a poder devolver ese dinero, disponiendo entre tanto de un capital que en este momento no está a nuestro alcance. Cuando nos endeudamos, implícitamente entendemos que nuestro trabajo mejorará y nuestra renta lo hará con él, y no sólo lo entendemos nosotros, sino que lo entiende también el banco, lo que no deja de reforzar nuestra percepción optimista.

Sin embargo, algo ha ido muy mal y las hipotecas que se solicitaron estos años anteriores  siguen pesando como una losa sobre nuestras economías y sobre nuestro ánimo comprador, con lo que la demanda general se resiente. Y con ella la actividad económica y el empleo.

¿Y qué pasó? Pues varias cosas:

1- Que el bien que compramos, o sea el piso, empezó a valer cada vez menos, con lo que teníamos una deuda por un importe superior al valor del bien que compramos con el dinero prestado. A eso se llama perder pasta a lo bestia. Y cuando la gente pierde pasta, se empobrece y no puede ni comprar ni invertir.

2- Que las hipotecas solían doler los primeros años, pero luego, con la inflación y la subida de salarios, la cuota resultaba cada vez menos molesta, pues al ser constante suponía menos dinero real. Ahora, como los salarios han comenzado a bajar en lugar de a subir, esa cuota constante resulta que cada año es más dura de pagar.

En resumen, la hipoteca nos dio por saco, porque han dejado de cumplirse dos de los dogmas básicos de la religión financiera española: que los pisos nunca bajan y que la inflación es siempre alta.

Nos fue a sobrar fe cuando menos falta hacía…