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Hipoteca y plusvalías

Instrumento de política fiscal

Instrumento de política fiscal

El Gobierno ha anunciado tan ricamente que subirá los impuestos a la renta del capital, y como no estamos aquí para interpretaciones ideológicas, sino para tratar con la realidad (como debería hacer el Gobierno, dicho sea de paso), me gustaría que pensáramos juntos en los efectos que esta medida puede tener sobre el mercado de vivienda y el hipotecario en general.

Plusvalía es la diferencia entre el precio de compra de un bien y su valor actualizado de venta. Actualmente, en España se paga un impuesto del 18 % por ese beneficio, independientemente del tiempo que haya transcurrido entre la compra y la venta.

Antes de que esto fuese así, el tipo de gravamen disminuía desde un máximo del 45 % a medida que pasaban los años, de modo que a partir de un momento, los diez años normalmente, ya no se pagaba nada. El impuesto decreciente en función del tiempo estaba pensado para fomentar la inversión y penalizar la especulación, pero curiosamente a este Gobierno, que fue el que lo cambió, le pareció mejor que los que vendían antes pagasen menos y los que tardaban en vender pagasen más.

Con la reforma anunciada, las plusvalías pagarán más, aunque aún no sabemos cual será el incremento.

Esto, que en principio parece una simple medida recaudatoria, tiene unos efectos interesantes:

En primer lugar, es previsible un encarecimiento de la vivienda o una resistencia a su bajada. El que compró un piso en doscientos mil euros, pro ejemplo, y tenía pensado venderlo en doscientos treinta mil, calculará cuánto tiene que subir el precio para quedarse al final con la misma cantidad que antes. Con los datos del ejemplo, y suponiendo, también por ejemplo, que el impuesto pase del 18 al 25 %, el vendedor se quedaba antes con 224.600 Euros (230.000 menos el 18 % de 30.000). Si el tipo sube al 25 %, para obtener esos mismos 224.600 tiene que vender en 232.800.

En segundo lugar, y no menos importante, tenemos que este tipo de medidas expulsa del mercado a los inversores. A mí eso me parecería muy bien, pues el que compra un piso, que es un bien de primera necesidad, para no vivir en él, no interesa en el mercado, pero dada la actual tasa de paro y la asfixia financiera que viven los bancos y las constructoras, no parece que sea buena idea darles dinero a manos llenas por un lado y dificultarles, por otro, que saquen a la venta el descomunal stock de pisos que padecen, retrasando aún más de este modo la resurrección d eun sector como el de la construcción.

O sea, y resumiendo: el incremento de los impuestos a las rentas del capital añade muy poco a las arcas del Estado, ahuyenta a los que tienen dinero, desincentiva la inversión y retrasa la creación de empleo.

Y es que hay algo que algunos no aprenden: el dinero se mueve con más facilidad que las personas, ¡y no veáius cómo corre para escaparse de los impuestos!