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Saber lo que se pide o pedir lo que se sabe

Vamos por partes

Vamos por partes

Como diría Jack el destripador, vamos por partes. Por un lado, es evidente que la dación en pago es una opción más que plausible, y que garantiza que cualquier titular hipotecario salga bien parado de una situación de embargo, ya que con la entrega de la vivienda daría por finalizada la deuda con la entidad financiera.

Por tanto, es evidente, y el que no lo quiera ver es porque los intereses creados le ciegan la vista, que la dación en pago es una ventaja para los hipotecados y una desventaja para las entidades financieras, lo que explica que unos la pidan y los otros la nieguen.

Sin embargo, como todo en esta vida, las decisiones no son neutras, siempre acarrean una consecuencias en forma de contradecisiones por la parte que se ve perjudicada por la decisión que se tomó. Y, como no podía ser de otra forma, la implantación de la dación en pago en nuestro ordenamiento jurídico hipotecaria traería consigo una serie de reacciones por parte de las entidades financieras.

En primer lugar, dejarían de financiar las viviendas al 80% del valor de tasación. Sabedores de que dependerán del valor del inmueble en el momento del embargo para poder saldar la deuda de su cliente, se cubrirán las espaldas reduciendo ese porcentaje, seguramente al 60%, pudiendo llegar al 70% en momentos de bonanza. Así que, como primera consecuencia tenemos menos dinero financiado y, por consiguiente, menos ciudadanos con posibilidades de comprarse una vivienda.

Pero, por otro lado, las entidades financieras tendrán un mayor riesgo de pérdida real de dinero. Por ejemplo, en una situación como la actual, con depreciación de los inmuebles, y falta de mercado para la venta de los mismos, las pérdidas serían terribles. Por ello, se cubrirían las espaldas subiendo sus márgenes de ganancia, ¿qué significaría esto?, mayores diferenciales.

Con mayores diferenciales aplicados sobre el valor del Euríbor, los hipotecados se encontrarían con un tipo de interés más elevado para sus hipotecas, lo que dificultaría aún más el pago de la cuota mensual y las posibilidad de llegar a fin de mes de manera desahogada.

Por tanto, con la dación en pago habría menos hipotecas y más caras, ¿estamos dispuestos a admitirlo? O mejor dicho, ¿los que claman por la dación en pago están dispuestos a aceptar estas condiciones de juego?

Yo, por mi parte, apuesto por mantener las cosas como están, con hipotecas baratas y al alcance de todos, unido, eso sí, a la responsabilidad tanto individual como corporativa, por parte de las entidades financieras.