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La Unión Europea gana las elecciones griegas

Buenos chicos, amigos griegos

Buenos chicos, amigos griegos

Aunque pueda parecer un atentado contra la propia idiosincrasia de la democracia, lo cierto es que en estas pasadas elecciones griegas éramos el resto de ciudadanos europeos los que nos jugábamos las habichuelas, porque una victoria de un partido contrario expresamente a las condiciones del rescate griego hubiera provocado una tormenta de consecuencias impredecibles.

Sin embargo, con la mayoría del partido conservador, junto a unos resultados nefastos, pero aceptables, habida cuenta de como están las cosas, del partido socialista, todo apunta a que se debería de formar un gobierno estable que otorgue tranquilidad a los mercados y permita que el Euro siga adelante.

Otra cosa será lo que suceda con los ciudadanos griegos, exprimidos hasta las últimas consecuencias, y que parece que no preocupan a nadie, siendo responsabilizados de todo, sin que ellos sean culpables de nada más allá de dejarse llevar por la ola del capitalismo más atroz.

Pero si nos centramos en los ciudadanos españoles, podemos prever que los resultados electorales han sido positivos, ya que permitirán que los mercados dejen de descontar la salida de Grecia del Euro y comiencen a valorar positivamente el rescate financiero anunciado la pasada semana, que hasta ahora ha servido para bien poco.

Eliminada la incertidumbre sobre el futuro de Grecia dentro del Euro, ya sólo queda aguardar a que los bancos españoles comiencen a solicitar el dinero de la línea de crédito y con ello se encuentren en disposición de sanear sus balances y empezar plantearse la posibilidad de reiniciar la concesión de créditos a familias y pequeñas y medianas empresas.

Todo dependerá, claro está, de como se comporten los mercados, los temidos mercados, durante esta semana, a la espera de que el BCE pueda rebajar el tipo de interés para la zona Euro en un cuarto de punto en su reunión de este próximo mes de julio, ayudando así a que las empresas se decidan a invertir en el futuro.

Incógnitas, incógnitas y más incógnitas, que se ciernen sobre nuestra economía y sobre nuestro modelo de vida, condenados como estamos a vivir sobre la base de lo que sucederá mañana, sin posibilidad de previsión de cara al medio-largo plazo.

La pelota va de tejado en tejado y el rescate sigue siendo papel mojado

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Parece mentira que estemos gobernados por tal pléyade de políticos inoperantes incapaces de llevar a buen puerto un rescate que había tranquilizado a los mercados en un primer momento pero que ante las incertidumbres que se han vuelto a generar los ha vuelto a poner nerviosos.

Y es que si el sábado se anunciaba a bombo y platillo el rescate financiero de España, aunque lo puedes llamar como tú creas más conveniente, a día de hoy, jueves, todavía no conocemos los detalles del mismo más allá de las elucubraciones realizadas desde los diferentes medios de comunicación.

Si se cumplen estas especulaciones al respecto estaríamos hablando de un 3% de interés, de un período de carencia hasta 2017, y de la ausencia de obligaciones macroeconómicas para con el Gobierno español, es decir, que habría que reconocer que las condiciones son muy ventajosas.

Con estas condiciones las entidades financieras españolas ya no tendrían excusa para no sanearse y para no poner en circulación dinero para empresas y familias en forma de créditos, tanto al consumo como a la inversión, para permitir que puedan iniciar su propia senda de recuperación.

Ahora bien, parece que las autoridades europeas no han tenido en cuenta los efectos que se van a producir en los otros países rescatados, los cuáles querrán exigir unas condiciones parecidas a las que ahora obtiene España, y estoy pensando en Grecia, Portugal e Irlanda.

Se puede producir entonces una ola de peticiones de renegociación de los rescates de estos países, que estarían en su derecho de solicitarlas, habida cuenta de lo que ha ocurrido con España, y ello podría provocar que la Unión se volviera a tambalear.

Porque una petición de renegociación provocaría volver a comenzar con todo el proceso que tuvo lugar en los momentos previos a la concesión de los rescates a estos países, alargaría todo en una burocracia interminable y acabaríamos condenados a los pies de los mercados, que esta vez tampoco harían prisioneros.

Por tanto, es de vital importancia que se conozcan de una manera definitiva las condiciones del rescate y con ello consigamos ahuyentar el fantasma de la ruptura de la Unión.