
Inquilino moroso en busca de hospedador confiado
Estamos como en la Edad Media: entonces el rey Enrique dijo que no se conseguiría que se desarrollara de veras la agricultura en Castilla mientras no se prohibiera de modo efectivo a los dueños de los ganados entrar con sus animales en las tierras de cultivo. Lo prohibió, poco a poco, y poco a poco el país fue mejorando.
Ahora, la solución más flexible y razonable al precio de la vivienda es el alquiler, pero resulta que en las propiedades de los caseros entran con demasiada facilidad los morosos, lo que al final, como siempre, perjudica al ciudadano honrado que simplemente quiere un lugar para vivir y está dispuesto a pagar por él lo convenido.
El tema se agrava, y con él nuestros problemas. En Baleares, según los últimos datos, uno de cada cinco inquilinos no pagan la renta, y algunos bancos preparan seguros contra el impago de alquileres para animar a los propietarios a alquilar sus inmuebles. En este sentido, la Caja de Ahorros del Mediterráneo ha sido la primera en ofrecer una póliza de seguros que se hace cargo de los alquileres atrasados, los posibles destrozos y de todos los gastos jurídicos en caso de que un inquilino no pague su alquiler o se porte como un salvaje.
Esta póliza es un coste más, por supuesto, y se repercutirá en el alquiler, pero no tanto ni en tan enorme proporción como la desconfianza del propietario que según opinan algunos analistas supone entre un veinte y un treinta por ciento del precio final de los alquileres en España.
Así las cosas, cuesta entender por qué ningún Gobierno ha querido aplicar mano dura con esa lacra que tanto está costando a los españoles honrados. Quizás, posiblemente, porque es ley de vida que cada cual defienda a los suyos y la clase política no se siente muy identificada con esa clase de ciudadano.
Tenemos que entenderlo de una vez: la moneda falsa no es más que un parásito de la auténtica. Y la tolerancia con el que no cumple, un castigo al que es legal.
Así con las cosas.