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Donde digo digo, digo Diego

Ahora digo blanco, y luego ya diré negro

Ahora digo blanco, y luego ya diré negro

La verdad es que el actual Gobierno se está teniendo que comer todas y cada una de sus palabras durante la campaña electoral, e incluso teniendo que rectificar determinadas medidas que ha ido tomando durante estos escasos 6 meses de gobierno.

La última prueba de capacidad tragadera del Gobierno ha venido por parte de la Unión Europea que parece estar obligando al Ejecutivo español a retirar la desgravación por compra de vivienda, sí, sí, esa por cuya eliminación pusieron el grito en el cielo cuando el PSOE la retiró parcialmente, y que luego repusieron nada más llegar al Gobierno.

Parece que no está teniendo los efectos que pensaban que tendrían y se están encontrando con que les está saliendo demasiado cara, es decir, que están teniendo que pagar por desgravación fiscal mucho más de lo que consiguen obtener por los impuestos de las compras de vivienda.

Los expertos económicos ya habían advertido de que era un error volver a recobrar una figura claramente obsoleta y que no aportaría nada nuevo al sistema económico español, más allá de tratar de recuperar las esencias de la burbuja inmobiliaria, aunque con el problema de que el crédito en estos momentos no fluía con la suficiente fuerza.

Una vez más se demuestra que el Gobierno no ha comprendido la dimensión de la crisis. Pensó que con las mismas artimañas de 1996 podría volver a conseguir los mismos resultados, pero no entendió que el sector inmobiliario ya estaba demasiado sobredimensionado y que las empresas públicas de valor ya estaban vendidas al mejor postor.

Con ello, nos encontramos con un Gobierno que está teniendo que dar marcha atrás en todo lo que pensaba, negando la mayor en cada momento e intentando hacer ver a la ciudadanía que es el único camino posible, cuando basta un mínimo de inteligencia para comprender que siempre hay un camino mejor, y éste parte del plan a medio plazo

Un plan que no está teniendo el Ejecutivo, dedicado a gobernar a base de improvisación, exactamente de la misma forma en la que gobernó el gobierno anterior, porque, por mucho que algunos se empeñen, al final todos son iguales.

No hablaré si no es delante de mi abogado

Yo no voy a decir nada, ¿y tú?

Yo no voy a decir nada, ¿y tú?

Que los políticos eran maestros de decir todo sin decir nada haciéndote pensar que habían dicho lo que querías escuchar era algo que ya sabíamos, pero que durante el único, sí, sí, único, debate electoral previo a las elecciones generales del próximo 20 de noviembre ninguno de los dos candidatos con opciones de llegar a ser Presidente del Gobierno hable del problema hipotecario es algo realmente sospechoso.

Porque si aceptamos que el desempleo es el principal problema de este país, el problema hipotecario podría ser perfectamente el segundo, con miles de familias a punto de ser desahuciadas, otras tantas ya en la calle y no menos con el agua al cuello para poder llegar a fin de mes pagando religiosamente su cuota mensual.

Sin embargo, ni Rubalcaba ni Rajoy, ni Rajoy ni Rubalcaba, mencionaron nada, absolutamente nada, al respecto. Parecía como si en este país las hipotecas no existieran y como si los abusos de las entidades financieras durante tantos y tantos años se hubieran evaporado por arte de magia.

La dación en pago, una cuestión que sí ha aparecido en algún mitin político de los candidatos, sobre todo de Rubalcaba, no fue ni tan siquiera mencionada, y no hablemos de una posible ley de transparencia bancaria o de incentivos al crédito. Sólo de habló del sector inmobiliario para echarse a la cara mutuamente la creación de la burbuja inmobiliaria.

Un hecho histórico, sin duda, y que no tiene debate. El PP la creó y el PSOE se aprovechó de ella en su fase de crecimiento y está sufriendo las consecuencias en su pinchazo, todo lo demás son palabrerías. El problema es que la ciudadanía no quería escuchar de donde veníamos sino hacia donde íbamos, y en ello nadie dijo nada.

Este es el tipo de democracia que tenemos y que, probablemente, nos merecemos. Dos políticos de nivel medio optando a ser Presidentes del Gobierno sin enterarse de la misa a la media de lo que van los verdaderos problemas de la ciudadanía española, que sigue sumida en una auténtica depresión crónica por no poder hacer frente al pago de sus hipotecas y el temor de perder su vivienda habitual.