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La sociedad no aguanta más la situación con Bankia

Todos a por Bankia

Todos a por Bankia

Este domingo unos 200 indignados se han manifestado en la Plaza de Lavapiés de Madrid con el objetivo de reclamar una solución real al rescate de Bankia, más allá del beneficio evidente del que está disfrutando la entidad financiera como consecuencia de la inyección de dinero público.

En concreto, los manifestantes reclamaban una medida de clara justicia social, como sería el estatuto de alquiler social para todas las viviendas que la entidad financiera tiene vacías y en propiedad, las cuáles han ido pasando a sus manos como consecuencia de los impagos de las hipotecas y posteriores embargos.

Desde la plataforma de indignados se considera que es de justicia social que estas viviendas vayan a parar a manos de los ciudadanos, los cuáles hemos pagado el rescate a Bankia con nuestro dinero de los impuestos, por lo que no parece de recibo que la entidad financiera pueda seguir manteniendo estos inmuebles sin sacarlos al mercado a precios sociales.

Sin embargo, no parece que Bankia esté por la labor de ofrecer esta posibilidad a los ciudadanos, ni que el Gobierno esté por la labor de presionar a la entidad financiera para que así sea, en un nuevo ejemplo de desgobierno al que asistimos, certificando que seguimos en manos de los mercados, tanto nacionales como internacionales.

Además, hay que reconocer que la manifestación no tuvo el seguimiento que se podía haber esperado, principalmente porque faltó algo de publicidad al acto, por lo que no parece que pueda tener la fuerza social suficiente como para forzar un cambio en la dirección del Gobierno.

En este sentido, desde la plataforma de indignados han iniciado otras campañas con el mismo objetivo de lograr la justicia social. Destaca por ejemplo el crowdfunding que han lanzado para conseguir el dinero suficiente que permita sacar adelante una querella contra Rodrigo Rato, por su mala gestión al frente de Bankia.

En definitiva, la sociedad sigue diciendo basta ante los desmanes de los dirigentes políticos y las altas esferas financieras, pero el problema es que mucha gente sufre pero poca protesta, con lo que los desmanes se siguen produciendo y los responsables se van de rositas.

Bankia fulmina cualquier atisbo de recuperación

La que has liado amigo Rato

La que has liado amigo Rato

Muchos podrían pensar que lo que le está sucediendo a Bankia bien merecido se lo tiene por la mala gestión que ha venido realizando durante los últimos años, pero mucho me temo que esa manera de pensar es totalmente errónea ya que lo que le está sucediendo a Bankia nos afecta a todos.

En primer lugar porque el dinero que se le está inyectando a la entidad proviene de nuestros bolsillos, del tuyo y del mío, entre otros, por lo que los recortes que se están llevando a cabo en otras partidas presupuestarias para poder reducir el déficit del país a marchas forzadas se está gastando finalmente en el rescate de Bankia.

Y, en segundo lugar, y tal vez más importante porque nos afecta de manera directa, el rescate de Bankia y la desconfianza que ha generado en los mercados nos afecta de manera directa a la hora de conseguir créditos de las entidades financieras españolas.

En un escenario en elevada tasa de morosidad, el cuál provoca una enorme aversión al riesgo por parte de los bancos y cajas españolas, ahora debemos de añadir las dificultades de financiación que estas mismas entidades van a encontrar en los mercados financieros.

Unos mercados que dadas las “trampas” que realizó el anterior Consejo de Administración de Bankia para maquillar sus cuentas y poder salir a bolsa ya no se fía de la capacidad de nuestro sector financiero para salir adelante. Por tanto, ya no le prestan dinero.

Ello hace que los bancos y cajas no tengan liquidez para prestar a sus clientes, más allá de los depósitos de otros clientes, lo cuál limita hasta el extremo la capacidad crediticia de bancos y cajas, que acaban condenadas a prestar sólo aquel dinero que tienen en cartera.

Por tanto, ya no importa como se resuelva la situación de Bankia, aunque de momento apunta en la mala dirección, porque el daño ya está hecho y los grandes perjudicados seremos, una vez más, las familias y las empresas que acabamos condenadas a seguir viviendo sin la capacidad crediticia necesaria para poder pensar en el medio-largo plazo, condenados, por tanto, al cortoplacismo más absoluto.

El vodevil de Bankia

bankia

La situación a la que hemos asistido como espectadores de lujo en estos últimos meses con Bankia no viene sino a reflejar la utilización política a la que se ha sometido a las Cajas de Ahorros durante tantos y tantos años y que ha acabado por dejarlas a los pies de los caballos.

Rodrigo Rato, un excelente político económico, fue designado para llevar las riendas de Caja Madrid, una entidad financiera a la deriva, sin que poseyera el bagaje financiero necesario como para rescatar a una entidad que se estaba difuminando ante el crecimiento y el buen hacer de su gran competidor, la Caixa.

En una huida hacia adelante, forzado, a su vez, por los intereses políticos de otra Comunidad gobernada por el Partido Popular, Valencia, Caja Madrid aceptó una fusión catastrófica con la caja valenciana, Bancaja, lo que llevó a la entidad madrileña a acumular en su balance tal nivel de productos tóxicos que su viabilidad se convirtió en una situación insostenible.

Como bien han demostrado los tiempos, el experimento más político que económico se ha venido abajo como un castillo de naipes, y ahora Bankia, la antigua Caja Madrid, tendrá que recibir una inyección de 7.000 millones de liquidez para poder seguir saliendo a flote.

Por ello se hace necesaria una reestructuración financiera inminente, un cambio en el modelo de gestión de las Cajas, pero de verdad, no de cara a la galería, para que los criterios políticos dejen de tener peso en los Consejos de Administración, y sean los criterios económicos y financieros los que primen a la hora de tomar decisiones.

Porque esta es la única fórmula adecuada para que el crédito llegue a los ciudadanos y a las empresas y para que no sean al final los contribuyentes los que tengan que sufragar los excesos y los derroches de unos políticos incompetentes situados a dedo al frente de entidades financieras, sin los conocimientos financieros adecuados ni la voluntad de buena gestión exigible.

Bankia es la última metáfora del desastre financiero de este país, un desastre que nos ha traído hasta donde estamos y está aletargando nuestra recuperación de una manera inefable.

Todas las manzanas podridas al mismo cesto

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La verdad es que no se trata de una petición novedosa, ya que fue la gran estrella del comienzo de la crisis, pero sí que sorprende que se haya retomado esta idea tan descabellada y da que pensar si la proximidad de las elecciones generales no tendrá algo que ver, que yo me apuesto la vida a que sí.

La idea es relativamente sencilla. El Estado español crearía un banco, o bien utilizaría uno en dificultades, por ejemplo, la CAM, que como ya la tiene intervenida podría aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid, para servir como central de residuos de los productos tóxicos del resto de entidades financieras.

De esa forma todas las otras entidades se quitarían de encima las hipotecas contaminadas y los pisos embargados y se los endosarían todos al banco creado por el Estado, de manera que ellas saldrían de rositas, con su cuenta de resultados impolutas, mientras que los ciudadanos, a través del Estado nos haríamos cargo de todos sus problemas.

Una vez más nos encontraríamos con una situación de socialización de las pérdidas, lo cuál clama al cielo porque nunca se socializaron los beneficios, o al menos a mí no me llamaron al reparto, ¿tú sabes algo? Seguro que te lo callaste, ¿o puede que a ti tampoco te llamaran?

El caso es que el principal promotor de la idea, o instigador, tú eliges el término, es Rodrigo Rato, Presidente de Bankia, y durante muchos años dirigente principal del Partido Popular, lo cuál da que pensar, ¿no crees? Todo parece una maniobra orquestada para que en cuanto el PP llegue al poder se pueda organizar esta metodología de trabajo y los ciudadanos tengamos que hacernos cargo de las pérdidas de los bancos.

Se trata de una fórmula que ya se ha utilizado en algún que otro país, y los resultados obtenidos todavía están por ver, tal vez por falta de tiempo para analizarlos, o tal vez por falta de eficiencia en la medida, para dilucidar esta dicotomía tendremos que esperar algún tiempo más.

En cualquier caso, el único hecho real es que siempre acabamos pagando los mismos los desmanes del resto, sin que parezca haber un cambio significativo al respecto.