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Las infraestructuras inútiles

Lo pidió un funcionario del servicio de aguas y costó 500.000 €

Lo pidió un funcionario del servicio de aguas y costó 500.000 €

Casi nadie espera leer una cosa así, pero lo digo en serio: en España nos hemso gastado fortunas en infraestructuras que nunca, ni en mil años amortizaremos.

Con las infraestructuras nos pasa un poco como con los pisos y con las hipotecas, que pensamos que son bienes en sí mismos, que son fines y no medios, y luego nos echamos las manos en la cabeza cuando vemos que pasan los años y los pisos no se ocupan, ni se venden, ni se pagan.

España ha vivido y vive, ha gastado y gasta por encima de su riqueza real. Disponemos de unos servicios sociales que no nos podemos pagar, nos permitimos libertades como perdonar la deuda a otros países y atendemos a todo el mundo en nuestra sanidad o nuestra educación, aunque el nivel real de ingresos de nuestra sistema no llegue para ello.

Me encantaría que pudiésemos vivir mejor, pero lo cierto es que exigimos unos salarios y nos exigen unos precios por lo que compramos, ya sean pisos u otros bienes, totalmente dispares con nuestro nivel real de producción y productividad. Tenemos las hipotecas que tenemos porque los precios del suelo y la vivienda se fijaron de espaldas a los salarios del español medio, y los salarios de demasiados españoles no guardan relación alguna con lo que en el mercado mundial de la mano de obra se paga por ese trabajo.

Gastamos millonadas en Alta Velocidad para que se mueva en tren, ¿quién?, ¿los ejecutivos que pueden pagar los billetes? ¿Ponemos un aeropuerto en cada pueblo para que vuele, quién?, ¿Nos permitimos una universidad en cada ciudad para que de trabajo a los titulados, quién?

Mucho me temo que gran parte del agujero en el que estamos se debe a que la realidad no nos gusta y le hemos vuelto la espalda. Pero la realidad es lo que tiene: paciencia y una puntería del carajo.

La Universidad como escarmiento y sumidero de talentos (agujero 7º)

Aquí alojan en la Universidad al que tiene una idea propia.

Aquí alojan en la Universidad al que tiene una idea propia.

La universidad debería ser una especie de templo del conocimiento al que se acercasen aquellos que quisieran aumentar sus conocimientos o simplemente abrir sus mentes.

En ningún sitio es más necesario que en la Universidad un espíritu abierto, dirigido a la formación de pensamientos vigorosos y libres. En la Universidad deberían formarse las clases dirigentes del futuro, tanto a nivel técnico, como humano.

De las universidades salen, es cierto, buena parte de los que dirigen luego la sociedad, pero salen tan maleados, doloridos, escarmentados y corrompidos, que el mundo de la empresa y la política es lo que es por las malas artes que los universitarios aprenden por necesidad de supervivencia en sus años de paso por las facultades.

La universidad española se apoya en una serie de pilares, a cada cual más corrupto, que la convierten en un foco infeccioso más que en un faro de ciencia. Voy a tratar de detallarlos:

-1- La Autonomía universitaria, que debería servir para evitar ingerencias en lo que se enseña y mangoneos externos, sirve en realidad para evitar controles  y fomentar la opacidad y el interés más filisteos. Los ciudadanos pagamos la universidad pública, pero no tenemos derecho a opinar sobre en qué se gasta nuestro dinero ni sobre los criterios con que se gasta, se invierte o se contrata con ese dinero. ¿Y qué sucede en un lugar donde cada año llegan millones de euros de los que nadie puede pedir cuentas? Responded vosotros.

-2- La contratación del profesorado se realiza por el propio profesorado, de modo que es la Universidad y los departamentos en sí mismos los que contratan y eligen su propio personal. Desde el punto de vista científico, eso significa que todos los profesores de un área piensan lo mismo que su superior directo (que de lo contrario no los habría contratado) con lo que en lugar de un debate de ideas tenemos una asquerosa endogamia del pensamiento, sin debate y sin alternativa.

-3- El sistema de contratación del que hablamos en el punto anterior genera puestos de trabajo de por vida, muy bien pagados y muy cómodos (máximo 12 horas de clase a la semana, por ley). Como nadie puede controlar esa contratación, se da la terrible paradoja de que más del 45 % de los profesores universitarios están emparentados entre sí. La endogamia no es sólo intelectual, por tanto.

Os invito a preguntar a cualquier profesor universitario que conozcáis cuántos se presentaron a su oposición el día que la sacaron. La respuesta, invariable, será uno o ninguno, porque para una plaza de cartero se presentan 700 candidatos, y para una plaza de guardería se presentan 900, pero para una plaza de profesor universitario no se presenta nadie, ya que el es sabido que están dadas de antemano y se convocan con el perfil de una persona determinada.

-4- No existe control alguno sobre la labor investigadora. El profesor que honradamente quiere investigar, investiga, pero al que se limita a dar sus 12 horas a la semana no se le piden cuentas ni de su actividad, ni de sus publicaciones, ni de la actualización de sus temarios. Por eso algunas universidades, casi todas, incluyen en sus temarios asuntos completamente obsoletos: porque el profesor titular, inamovible, se niega a estudiarse las novedades. En el año 2003, en Económicas, aún repartían material sobre las posibilidades de triunfar de Windows sobre el monopolio de IBM.

-5- La financiación y la contratación de nuevos profesores depende del número de alumnos. Y el número de alumnos se puede aumentar de dos maneras: haciendo más interesante la carrera o la asignatura para que se matricule más gente, o suspendiendo sistemáticamente a los que hay, con un falso nivel de exigencia, para que se vuelvan a matricular el año siguiente y se acumulen con los que llegan del curso anterior. Qué es más fácil y qué supone menos esfuerzo, lo dejo a vuestro juicio.

-6. El Estado otorga y valida los títulos pero no puede controlar en la práctica los contenidos, porque el mismo que los imparte es el que luego examina. Así las cosas, si caes en una Universidad donde se enseña cualquier aberración, (o cualquier antigualla) debes aprender esa aberración y esa antigualla, o marcharte (si puedes). Así las cosas, pueden existir, y existen, universidades privadas que venden el título a quien se lo puede pagar de modo que ese título sirva para aprovechar después ventajas y enchufes familiares que perpetúen la rueda.

Hay más, pero ya me alargo demasiado.

Dicho esto, ¿qué tiene de raro que la gente salga de las universidades como sale?

Resabiada, desengañada, y a menudo con deseos de revancha.

Si ese sistema es el que produce nuestros técnicos y dirigentes, ¿cómo queréis que lleguemos a tener algún día una sociedad mejor?