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El Santander se lanza a la caza de los indignados

Así, sí, Botín, así sí

Así, sí, Botín, así sí

Si hay algo que no se le puede negar al Banco Santander es su capacidad para detectar las necesidades de sus clientes y tratar de satisfacerlas. De esa manera se ha convertido en uno de los principales grupos financieros a nivel mundial y así intenta captar ahora las voces de las reivindicaciones del 15-M.

Uno de los principales fundamentos del movimiento de ‘indignados’ es conseguir que las entidades financieras colaboren en el pago de la crisis, permitiendo que las familias con mayores problemas económicos reales puedan hacer frente a sus deudas sin morir en el intento.

Pues bien, el Banco Santander, sabedor de la repercusión que una medida de este tipo tendría en los medios, ha lanzado una carencia de hasta tres años para las hipotecas de sus clientes con problemas económicos, para que puedan seguir afrontando sus pagos mensuales y no caer en situación de impago.

Durante este período de carencia, los hipotecados no tendrán que amortizar capital, y sólo pagarán intereses, con lo que la cuota mensual se reducirá de manera significativa, pudiendo llegar, en algunos casos, hasta el 50% de la misma, o incluso más en los períodos finales de amortización hipotecaria.

Eso sí, para poder beneficiarse de este período de carencia será necesario justificar una pérdida de ingresos de, al menos, el 25%, que bien puede haberse dado por una situación de desempleo, por una reducción en la jornada laboral o en el salario, o bien en una reducción en los ingresos de los autónomos.

Un porcentaje realmente sencillo de alcanzar, porque bastará con que en un matrimonio uno de los cónyuges se haya quedado en situación de desempleo para poder alcanzar ese 25%, y en estos momentos casos de ese estilo abundan en nuestro país.

Habrá que esperar ahora la respuesta del BBVA, porque en los últimos años la guerra entre los dos principales bancos de nuestro país ha sido una lucha de acción y reacción, ya que a cada nueva acción del Banco Santander le ha seguido una reacción del BBVA, y viceversa, con lo cuál, al final, acabamos ganando todos los consumidores y usuarios de ambos bancos.

Paga tú, que a mí me da la risa al ver como crece la morosidad

La morosidad casi se duplica en un año, y los bancos se empiezan a poner nerviosos

La morosidad casi se duplica en un año, y los bancos se empiezan a poner nerviosos

El pasado año 2009 ha supuesto un importante incremento en la morosidad bancaria, es decir, en el número de cuotas que no se pagan al banco por créditos concedidos, en su mayoría hipotecarios, pero también créditos personales.

Ayer mismo, Europa Press hizo público que la morosidad media de las seis entidades financieras españolas que cotizan en el Ibex 35 (Banco Popular, BBVA, Banco Sabadell, Banco Santander, Banesto y Bankinter) se situó durante el año 2009 en el 3.56%, que no parece mucho, pero que sí cobra importancia si se compara con el 2.11% del 2008.

Está claro que a muchas familias les cuesta pagar sus cuotas, no pueden permitirse pagar el crédito que solicitaron porque se han quedado en paro, y muchos de ellas ya han consumido todos los ahorros que fueron acumulando en la época de bonanza.

Porque la crisis está afectando, aunque parezca una perogrullada, a los desempleados. Los ciudadanos que mantienen su puesto de trabajo viven con el miedo a perderlo, sí, pero disfrutan de tipos de interés más bajos y de precios más económicos, así que, en el fondo no se pueden quejar.

Los que sí tiene materia para quejarse son los otros, esas personas que se quedaron sin empleo y que ahora no ven una alternativa viable, esas personas que han sufrido la rigidez del mercado laboral español y su falta de formación.

Porque hay que reconocer que hay sectores que durante un tiempo aglutinaron una excesiva demanda laboral que atrajo a muchos trabajadores. Sin embargo, ahora esa demanda se ha estancado y los trabajadores de la construcción, concretamente, se tienen que reciclar a nuevos sectores.

Si durante el tiempo que estuvieron trabajando en la construcción, alguien se hubiera preocupado de mantenerlos reciclados (nótese que cuando digo alguien me refiero al Gobierno, que tiene la responsabilidad en esta materia, bien a través de sus acciones, bien a través de sus incentivos), ahora su transición hacia un nuevo sector sería menos dramática.

Sin embargo, vivimos en un país en el que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, y las épocas de bonanza no son aprovechadas para realizar reformas estructurales, preferimos esperar al momento en el que ya no hay otra solución.

Con ello provocamos que las crisis sean aún más profundas, y que los dramas personales se conviertan en verdaderas catástrofes individuales y familiares.

Porque sí, es más bonito sacar un titular diciendo que los seis bancos del Ibex ven como la morosidad se incrementa, pero ¿qué hay de la familia que ha tenido que dejar de pagar esa cuota? Seguro que no lo ha hecho por gusto, seguro que se ha estado privando de casi todo para poder hacer frente a la cuota, hasta que ya no ha podido más.

Hagamos una reflexión interna y aprendamos de esta crisis que nos ha asolado, para que las reformas estructurales se hagan cuando se tienen que hacer, cuando las cosas van bien, no cuando las cosas van mal.