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Todo lo que debes saber sobre los préstamos hipotecarios

Uno de los términos que puede generar más confusión a las personas que se van adentrando en la economía personal es la hipoteca. Este término se refiere a un derecho que grava inmuebles para garantizar que una obligación o el pago de una deuda sea cumplida, es decir, es un derecho en el que se ofrece una casa,apartamento, terreno o algún otro inmueble a cambio en caso de no cumplir con un pago o una obligación financiera.préstamos hipotecarios

Derivado de este concepto viene el préstamo hipotecario. En este caso, una entidad bancaria le presta a una persona el dinero que necesita para comprar o reformar una vivienda u otro inmueble, poniendo como garantía de pago el propio inmueble comprado. Este tipo de contratos es bastante común ya que al tener una garantía establecida, la entidad bancaria corre poco riesgo de perder su dinero. Para los compradores también ofrece ventajas, ya que esta garantía cuenta con tasas de interés muy inferiores a las de préstamos personales.

La forma en que se realizan los pagos es por medio de una cuenta corriente operativa en la cual se realizará un depósito mensual previamente acordado y establecido por ambas partes. También se establecerán las fechas de pago y las cuotas e intereses mensuales. Similar a otros instrumentos financieros, las entidades bancarias pueden ofrecer intereses fijos, variables o mixtos. Debemos tomar en cuenta que los préstamos hipotecarios suelen cubrir aproximadamente el 80% del valor total del inmueble, por lo que aún con un préstamo hipotecario debemos de tener cierta capital ahorrada para poder adquirir el inmueble que deseamos.

Seguimos sin hipotecas, ¡oiga!

A ver quien resuelve la ecuación

A ver quien resuelve la ecuación

Según publicó ayer mismo el Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de hipotecas constituidas durante el pasado mes de enero volvió a caer en tasa interanual, sumando así el vigésimo primer mes consecutivo con caídas en este tipo de comparación. Concretamente, el descenso acumulado durante estos pasados 12 meses ascendió al 41,3%.

El volumen total de nuevos préstamos hipotecarios concedidos se situó en las 29.167 hipotecas, algo por encima, eso sí, de las que se concedieron durante el mes de diciembre cuando se firmaron 24.610 hipotecas, con lo que en tasa interanual nos encontramos con una ligera mejoría del 18,5%.

En estas poco menos de 30.000 hipotecas se han prestado un total de 3.127 millones de euros, lo que supone casi la mitad, un 46,9%, menos que hace un año, cerrando con un importe medio para las hipotecas concedidas de 107.217 euros, un descenso del 9,5% con respecto a enero de 2011, y del 3,2% si comparamos con diciembre de 2011.

Descensos del importe medio hipotecario que tienen que ver, sin duda, con la caída de precios de la vivienda que se sigue experimentando en el conjunto del sector inmobiliario, con alguna excepción centrada, en su mayoría, en las grandes ciudades que son las que mejor están soportando la caída de precios.

Por otro lado, los bancos se destacan como las entidades financieras que más préstamos conceden, un 64,7% del total, seguidas de las cajas de ahorros, que han experimentado un más que notable retroceso, con sólo el 18,9% del volumen total, y el resto de entidades financieras que sólo han prestado el 16,4% de las hipotecas. En lo que se refiere a la cantidad prestada, los bancos dieron hipotecas por el 67,6% del total, las cajas por el 18,2% y el resto de entidades por el 14,2%.

Y, por último, el tipo de interés medio aplicado en las hipotecas concedidas durante el mes de enero fue del 4,42%, es decir, un 19,1% más que hace un año, y un 1,6% por encima del tipo de interés de hace un mes, con los bancos ofreciendo un tipo de interés medio del 4,55%, con un plazo medio de 21 años, y las cajas de ahorros un tipo del 4,37%, con un plazo de 23 años.

Paga tú, que a mí me da la risa al ver como crece la morosidad

La morosidad casi se duplica en un año, y los bancos se empiezan a poner nerviosos

La morosidad casi se duplica en un año, y los bancos se empiezan a poner nerviosos

El pasado año 2009 ha supuesto un importante incremento en la morosidad bancaria, es decir, en el número de cuotas que no se pagan al banco por créditos concedidos, en su mayoría hipotecarios, pero también créditos personales.

Ayer mismo, Europa Press hizo público que la morosidad media de las seis entidades financieras españolas que cotizan en el Ibex 35 (Banco Popular, BBVA, Banco Sabadell, Banco Santander, Banesto y Bankinter) se situó durante el año 2009 en el 3.56%, que no parece mucho, pero que sí cobra importancia si se compara con el 2.11% del 2008.

Está claro que a muchas familias les cuesta pagar sus cuotas, no pueden permitirse pagar el crédito que solicitaron porque se han quedado en paro, y muchos de ellas ya han consumido todos los ahorros que fueron acumulando en la época de bonanza.

Porque la crisis está afectando, aunque parezca una perogrullada, a los desempleados. Los ciudadanos que mantienen su puesto de trabajo viven con el miedo a perderlo, sí, pero disfrutan de tipos de interés más bajos y de precios más económicos, así que, en el fondo no se pueden quejar.

Los que sí tiene materia para quejarse son los otros, esas personas que se quedaron sin empleo y que ahora no ven una alternativa viable, esas personas que han sufrido la rigidez del mercado laboral español y su falta de formación.

Porque hay que reconocer que hay sectores que durante un tiempo aglutinaron una excesiva demanda laboral que atrajo a muchos trabajadores. Sin embargo, ahora esa demanda se ha estancado y los trabajadores de la construcción, concretamente, se tienen que reciclar a nuevos sectores.

Si durante el tiempo que estuvieron trabajando en la construcción, alguien se hubiera preocupado de mantenerlos reciclados (nótese que cuando digo alguien me refiero al Gobierno, que tiene la responsabilidad en esta materia, bien a través de sus acciones, bien a través de sus incentivos), ahora su transición hacia un nuevo sector sería menos dramática.

Sin embargo, vivimos en un país en el que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, y las épocas de bonanza no son aprovechadas para realizar reformas estructurales, preferimos esperar al momento en el que ya no hay otra solución.

Con ello provocamos que las crisis sean aún más profundas, y que los dramas personales se conviertan en verdaderas catástrofes individuales y familiares.

Porque sí, es más bonito sacar un titular diciendo que los seis bancos del Ibex ven como la morosidad se incrementa, pero ¿qué hay de la familia que ha tenido que dejar de pagar esa cuota? Seguro que no lo ha hecho por gusto, seguro que se ha estado privando de casi todo para poder hacer frente a la cuota, hasta que ya no ha podido más.

Hagamos una reflexión interna y aprendamos de esta crisis que nos ha asolado, para que las reformas estructurales se hagan cuando se tienen que hacer, cuando las cosas van bien, no cuando las cosas van mal.