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La hipoteca y el petróleo

Que viene el banco malo... (dibujo de joserico.com)

Que viene el banco malo… (dibujo de joserico.com)

Todos sabemos que en buena parte el capitalismo se basa en hinchar burbujas para hacer que luego, a mayor o menor plazo, revienten una tras otra, a medida que se van creando nuevos sectores y con ellos nuevas oportunidades.  Se suele llamar a este proceso “destrucción creativa” y tiene el lado positivo de asignar correctamente los recursos, aunque sea precisamente a fuerza de asignarlos en buena parte a donde no debe. Otros, menos técnicos, le llaman el motor de la codicia, y también tienen su parte de razón, porque ese bicho somos y así hay que aceptarlo (o reeducarlo, con pésima suerte y peores métodos, hasta la fecha).

El caso es qu epocos años después de haber sufrido, y no superado aún, la crisis de las hipotecas subprime, podemos estar encaminándonos ya hacia una nueva recesión de deuda, esta vez originada pro los bajos precios del petróleo.

¿Y es malo que el petróleo esté barato? Pues depende, como siempre: para los productores sí, y resulta que para los bancos, también.

El hecho es que si los precios del petróleo son demasiado altos, los consumidores no pueden pagarlo y entramos en recesión. Pero si los precios son demasiado bajos, los que no pueden con el alma, financieramente hablando, son los productores, que siguen bombeando lo que pueden porque la mayor parte de sus gastos se hicieron al iniciar la explotación y ahora tratan de recuperar lo que buenamente pueden para ir pagando su deuda.

¿Y de qué deuda hablamos? de unos dos billones de dólares, de esos nuestros, con doce ceros, que podrían llevarnos a la casilla de salida si en un momento dado comenzasen los impagos, como y han comenzado en algunas compañías energéticas norteamericanas.

Se trata de una deuda muy repartida, ya que el petróleo y la energía son bienes globales, pero corresponde fundamentalmente, en su parte peligrosa, a compañías petroleras y a Estados que dependen de este bien. Buena parte de la catástrofe venezolana, por ejemplo, viene de que una parte sustancial de sus ingresos proceden del petróleo y su precio se ha desplomado.

Y Venezuela sólo es el caso más conocido: hay otros, como Argelia, o la propia Siria, que nos recuerdan que las crisis y las guerras parecen venir de cualquier detonante inesperado, pero se gestan, poco a poco, en variables macroeconómicas como esta.

La cuestión de futuro estará en ver si todavía se puede seguir imprimiendo dinero como si no hubiese mañana o, un buen día, empezaremos a ver que el papel moneda ha perdido su valor a través de la inflación y nos encontramos cambiando oro por baratijas.

 

 

¿Caducará alguna vez el ladrillo?

quintopino

Localización GPS de muchos inmuebles invendibles

La corriente de noticias en torno al estancamiento del ladrillo sigue fluyendo con toda tranquilidad, como si en lugar de ser un torrente novedoso se hubiera convertido en un río, con plaza reservada en los mapas económicos de nuestro país.

Ahora ya no se trata de preguntarse cuándo se reactivarán las hipotecas, y con ellas la construcción, sino de ver qué demonios hacemos con todos los pisos, apartamentos y urbanizaciones que se han construido en estos años y que prosiguen en su marcha, al paso de la oca y con banda de música, camino del deterioro.

Para ello, creo que hay que ver dos asuntos diferentes: el demográfico y el energético.

En cuanto al demográfico, está claro que las viviendas se construyeron para que las ocupase alguien, en el momento de su construcción o más adelante. Sin embargo, resulta que la población no sólo no crece, sino que decrece, tanto por la baja tasa de crecimiento vegetativo como por los fenómenos migratorios: inmigrantes que se marchan y nacionales que emigran. En muchas ciudades medianas se está empezando ya a ver el fenómeno de las viviendas en venta sin haber sido utilizadas, y todo porque el abuelo, que vivía en el pueblo, compró una casa para pasar los inviernos en la capital. Cuando falleció el abuelo, los hijos pusieron a la venta el piso, porque viven en otro sitio, normalmente en una ciudad más grande, y no saben qué hacer con ese activo.

Estamos, por tanto, ante una segunda fase de las consecuencias del despoblamiento rural, que afecta ahora a las pequeñas ciudades cabeceras de comarca y de provincia. Por ahí, como vemos, van a venir pocas soluciones.

En cuanto al tema energético, la cosa no pinta mucho mejor: el progresivo encarecimiento de los carburantes, un fenómeno que no parece que vaya a detenerse ni a cambiar de rumbo, hace que las viviendas alejadas de los centros de trabajo sean cada vez menos atractivas. ¿Y dónde están muchos, la mayoría, de los pisos invendibles que lastran con hipotecas tóxicas los balances de los bancos? En la quinta puñeta.

El intento de trasladar a España el modelo americano de grandes suburbios no sólo ha fracasado en lo económico, sino que será una rémora que costará años disolver. Una casa lejos de las compras, lejos de los colegios y lejos del trabajo supone un coste de desplazamiento cada vez más inasumible. Por eso, en mi opinión, hay muchos pisos que no se venderán nunca.

¿La solución? No sé: poco a poco se irá viendo alguna, o la falta de ella. Peor esto es lo que creo que hay.

El pico del petróleo (y la pala que lo acompaña)

Tendremos que adoptar extrañas formas económicas, me temo.

Tendremos que adoptar extrañas formas económicas, me temo.

Para que no digáis que no regresamos con ideas nuevas, voy a hablar hoy de un tema que aparentemente se aleja de la temática de este blog pero que, en realidad, tiene mucho que ver con la futura evolución del precio de la vivienda y las hipotecas.

Se trata de la posibilidad, cada vez más cierta, de que hayamos llegado a lo que se llama el pico de la producción de petróleo.

No voy a ser uno más de los que, cada cierto tiempo y desde los años del rey Sigifredo, dicen que el petróleo se va a acabar en breve. El petróleo se acabará, cierto, pero no será esta semana ni tampoco de repente.

Lo que sí ha sucedido, y vamos a analizar juntos su impacto, es que la producción mundial de petróleo ha dejado de crecer desde 2005. Los datos son de la Organización Internacional de la Energía y vienen a significar que, aunque la demanda ha seguido creciendo a buen ritmo, sobre todo por la incorporación de las economías emergentes, la producción no ha crecido al mismo ritmo, lo que explica el encarecimiento del barril, que se ha estabilizado alrededor de los 80 $, un precio que antes considerábamos insostenible.

Por tanto, si no se produce una reducción de la demanda, el precio seguirá aumentando, y de manera mucho más rápida que hasta el momento, porque lo cierto es que existe un problema añadido: el petróleo hay que sacarlo cada vez de capas más profundas o extraerlo de yacimientos más pobres, y aunque todos pensemos que el petróleo se mide en barriles, no es cierto: se mide en la energía que produce, una energía que ha descendido en casi un 20 % desde los años setenta pro la menor calidad del crudo.

¿Os parece raro? No lo es. La alcoholemia no se mide en vinos, cubatas y cañas, sino en tasa de alcohol en sangre. Con el petróleo pasa igual: si antes se extraían 100 litros de gasolina de un barril, por ejemplo, hoy sólo se extraen 75.

Ese es el camino por el que nos movemos hacia una terrible crisis energética que encarecerá todo el desplazamiento.

Las consecuencias son variadas y las iremos analizando poco a poco, pero pensad en dos: intenresa menos deslocalizar la producción e interesa menos residir lejos del puesto de trabajo. Las implicaciones de ambos temas son enormes.

Os dejo incluso un enlace a un artículo en el que se habla de la modificación teórica del radio de la Tierra: http://www.quintopino.org/economia/el-radio-de-la-tierra-es-variable/

¿Cómo lo veis?