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Hipoteca sin banco

Cuidado con lo que pedimos, no vaya a ser...

Cuidado con lo que pedimos, no vaya a ser...

El título parece un sueño, ¿verdad? Pues no lo es: es perfectamente posible, y pensadlo dos veces antes de desearlo, proque a veces, para castigarmnos, van y nos conceden lo que pedíamos. ¿Habéis leído un relato que se llama “la zarpa del mono”? Pues eso.

La cuestión pasa, como os podéis imaginar, por un acuerdo o contrato ante notario entre el comprador y el vendedor de la vivienda. En EEUU se denomina “land contract” a este tipo de acuerdo, y hace posible que el comprador empiece a vivir inmediatamente en el inmueble adquirido, como si se tratase de un alquiler con derecho a compra, pero con la peculiaridad de que entrega una cantidad anticipada, o entrada, y de que las cuotas son superiores a las que se pagarían en un alquiler normal. Si pasado el plazo establecido el comprador ha abonado las cantidades fijadas, o paga lo que falta, se queda con la casa. De lo contrario, el vendedor puede resolver el contrato y quedarse con la vivienda y con todas las cantidades aportadas hasta ese momento.

O sea, algo muy parecido a un leasing, o como dije antes, a un alquiler con opción de compra. Las peculiaridades son menores y el impacto fiscal, aunque difícil de desentrañar, no resulta del todo decisivo.

 Pero no creáis que se trata de una novedad. Este tipo de contratos fue muy popular en los años ochenta, cuando los tipos de interés alcanzaron el 18 % en EEUU y el 16,9 % en Europa , y vuelve a estar de moda porque los bancos no sueltan un duro. Es en estos momentos cuando, ante la falta de financiación, se tratan de cubrir las necesidades de ambas partes: el vendedor necesita convertir su propiedad enn liquidez y el comprador necesita la vivienda, así que tran de ponerse de acuerdo. Lo más racional, vaya.

Y ahora, como ya pregunté una vez hace tiempo, poneos en el lugar del que vende la casa, y decidme, pro favor, si vosotros aceptaríais el invento.

¿Qué os parece?, ¿es seguro?, ¿es lanzarse a la ventura?

Para mí, tiene algo de tremendo, y para ambas partes. Como una ordalía, vaya…

Hipoteca entre particulares

Nuestra prima se volvió un poco siniestra cuando nos hizo la hipoteca...

Nuestra prima se volvió un poco siniestra cuando nos hizo la hipoteca...

Este artículo tiene un poco de mala fe, así que espero que sepáis perdonarme.

¿Cansados de los bancos?, ¿hartos de sus artimañas?, ¿hasta el gorro de que todo se convierta en comisiones, en letra pequeña o en cláusulas incomprensibles que siempre nos acaban perjudicando?

Pues el que quiera, que pruebe esto, porque también es posible.

Para constituir una hipoteca no es necesario que haya un banco de por medio: la hipoteca la pueden constituir dos particulares entre sí e inscribirla en el registro con los mismos derechos y obligaciones que las hipotecas normales, en las que participa una entidad bancaria.

En este caso, hay que saber que el que recibe el dinero para comprar el piso responde con el inmueble adquirido ante el que  da el dinero de igual modo que ante respondería ante el banco. Los impuestos, especialmente el de Actos Jurídicos Documentados, deben pagarse también.

Y ojo al dato, porque el que da el dinero debe declarar entre sus rendimientos lo que obtiene por los intereses del dinero que prestó ya que son un ingreso financiero, sin que se tenga en cuenta el riesgo o posible riesgo en el que incurre.

Y ahora vienen las preguntas malvadas:

¿Le darías vosotros una hipoteca a un pariente o un amigo sustituyendo al banco para cobrar vuestro dinero en 30 años con un tipo de interés del Euribor más unas décimas?

¿Asumiríais el riesgo, aun cuando os produjera ese beneficio del Euribor más otro poco y os pudieseis quedar con el piso si dejara de pagar?

¿Qué seguridades le pediríais en cuestión de trabajo y posibles ingresos?

La gracia del asunto está en que todas las veces que lo he preguntado me he acabado convenciendo de que, comparados con nosotros, los bancos son casi Hermanitas de la Caridad. Y si no lo creéis, probad a pedirle una hipoteca a un particular, aunque sea amigo o de la familia.

Y veréis.