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¿Quién dijo recuperación?

Cada vez es más difícil pagar las facturas

Cada vez es más difícil pagar las facturas

La verdad es que las estadísticas que venimos conociendo de manera periódica no hacen sino ahondar en nuestro pesimismo genético y en anclarnos en posiciones de crisis sempiterna de la que no parece que vayamos a tener posibilidades reales de escapar.

El último dato demoledor para la recuperación económica ha sido el de la tasa de morosidad del pasado mes de febrero, la cuál se acerca peligrosamente al récord histórico de la serie estadística. Así, en el segundo mes del año la tasa de morosidad se disparó hasta el 8,15%, mientras que el máximo histórico de la tasa de morosidad en nuestro país se registró en octubre de 1994, con el 8,20%, por lo que no sería descabellado pensar que en marzo se podría superar esa cifra.

Y más si tenemos en cuenta que con el dato de febrero, que supuso un incremento de algo más de dos décimas con respecto al 7,91% de enero, nos encontramos ya con el octavo mes de subidas consecutivas, quedando lejos el mes de junio cuando se experimentó una ligera caída de apenas 0,07 puntos porcentuales, pasando del 6,48% de mayo al 6,41% del sexto mes de 2011.

La totalidad de los créditos morosos del sector financiero español asciende a 143.815 millones, muy por encima de la barrera psicológica marcada por los expertos en los 100.000 millones de euros, cifra que se superó por primera vez durante el pasado mes de mayo de 2011.

Desglosando por entidades financieras, nos encontramos con que la morosidad de las entidades de depósito, es decir, los bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito, se situó en el 8,23%, mientras que la que corresponde a los establecimientos financieros de crédito quedó fijado en el 8,4%.

El problema, como siempre decimos, es que con una tasa de morosidad tan elevada las entidades financieras se lo plantearán mucho antes de iniciar la recuperación del crédito, ya que no querrán arriesgar sus balances a acumular nuevos impagos que pueda hacerles perder credibilidad ante los mercados internacionales, y, por tanto, capacidad de captación de fondos en los mismos.

Y no podemos olvidar que sin la recuperación del crédito no podemos plantearnos la recuperación de la economía, porque el sistema está montado en función de la capacidad de financiación de los agentes económicos.

Tú no pagas, yo no te doy

Un trabajo con salida

Un trabajo con salida

Esta semana hemos conocido los datos relativos a la tasa de morosidad del pasado mes de enero, y en ellos, el Banco de España pone de manifiesto la preocupante situación en la que nos seguimos encontrando, con un porcentaje del 7,91% de impagados, lo que nos acerca a valores de 1994, todavía lejos del 9,15% que se registró en febrero de aquel año, pero acercándonos peligrosamente.

Unos porcentajes realmente insostenibles por cualquier sociedad, y más en un momento en el que la tasa de desempleo está por encima del 20%, lo cuál hace pensar que la tasa de morosidad, lejos de recuperarse, va a ir a más en los próximos meses y seguir con la tendencia de la segunda mitad de 2011 y lo que llevamos de 2012.

El problema es que las entidades financieras deciden, con razón, que si sus préstamos no van a ser devueltos en tiempo y forma, mejor es que guarden el dinero para cuadrar sus balances a la espera de tiempos mejores, y no arriesgarlo en operaciones que poco o nada bueno les va a ofrecer.

Y ello repercute directamente en las opciones de recuperación de la sociedad, que sin un flujo natural del crédito queda condenada a tener que seguir viviendo en el día a día, asfixiada por las deudas y sin opciones claras de mejora en el corto-medio plazo.

Por otro lado, los datos del Banco de España ponen de manifiesto la preponderancia del sector inmobiliario en estos datos de morosidad, ya que casi el 60% de los créditos impagados o en riesgo de convertirse en impagados corresponden precisamente a este sector, principalmente a promotores y constructores, ya que las familias hipotecadas están manteniendo su índice de manera más o menos controlada en algo menos del 3%.

En definitiva, que lejos de iniciar la senda de la recuperación que nos siguen prometiendo a cada poco, nos encontramos cada vez más hundidos en nuestra propia miseria, sin que parezca que nada nos pueda ayudar a salir de una manera cierta y con garantías de recuperar valores anteriores al estallido de la burbuja inmobiliaria.

Sólo nos queda, por tanto, seguir remando contra corriente, a la espera de que el viento cambie de dirección.

La pescadilla que se muerde la cola

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El Banco de España ha publicado esta semana los datos de la tasa de morosidad de las entidades financieras españolas y lo cierto es que son realmente descorazonadores con un incremento de 0,2 puntos porcentuales con respecto al mes anterior y de punto y medio porcentual con respecto al mes de agosto de 2010.

En concreto, la tasa de morosidad de las entidades financieras se situó en el 7,14%, con las entidades de depósito, bancos, cajas, y cooperativas de crédito, por encima del 7%, y los establecimientos financieros de crédito sobre el 9%, en unas cifras claramente insostenibles.

Pero mucho más que ello, se trata de una situación que podríamos catalogar perfectamente como la de la pescadilla que se muerde la cola. Recordemos que la tasa de morosidad no es más que un ratio entre el volumen total de créditos sostenidos por las entidades financieras y el volumen de créditos de dudoso cobro.

Por tanto, la tasa de morosidad puede verse incrementada por dos movimientos bien diferenciados. Por un lado, el incremento de los impagos, causados en estos momentos por la elevada tasa de desempleo que impide a los ciudadanos de bien poder pagar sus cuotas pendientes.

Y, por otro, también puede verse incrementada por la contracción de la oferta de crédito de las entidades financieras. Es decir, si los créditos de dudoso cobro se mantienen constantes, pero se conceden menos créditos, la tasa de morosidad se verá incrementada necesariamente.

El problema es que las entidades financieras se fijan explícitamente en esta tasa de morosidad a la hora de determinar el volumen de créditos que conceden, por lo que si observan una tasa elevada, reducirán más el crédito, lo cuál revertirá directamente en un incremento mayor de la tasa de morosidad.

En definitiva, nos encontramos con que las entidades financieras no conceden créditos porque la tasa de morosidad es elevada y ésta es elevada porque las entidades no conceden créditos, en un círculo vicioso que será muy difícil de romper, a no ser que los ciudadanos comiencen a reducir, de manera drástica sus impagos, lo cuál si revertiría en una reducción de la tasa de morosidad.

No me prestes, que no te pago

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Vamos de mal en peor, y si nada lo remedia directamente hacia el abismo, porque cada día que pasa recibimos una noticia peor que el día anterior y así en una sucesión continua de malas noticias que nos están condenando al pesimismo más absoluto, ése en el que se cae por la certeza de los hechos no por la volatilidad del pensamiento.

Y es que si unos meses atrás empezábamos a recibir alguna noticia positiva que nos hacía pensar que la recuperación económica podía encontrarse más próxima de lo que pensábamos, ahora se está dando la situación contraria, y cada día que pasa la noticia es peor que la anterior.

Ayer mismo el Banco de España informó de los datos de la tasa de morosidad de este pasado mes de julio y comprobamos que se colocó en el 6,94%, la cifra más alta desde febrero de 1995, justo cuando estábamos inmersos en otra crisis, sino igual a ésta, sí de grandes proporciones igualmente, cuando la tasa de morosidad se situó en el 6,98%.

Y el problema es que con una tasa de morosidad tan elevada los bancos van a seguir bloqueando el crédito a ciudadanos y empresas por miedo a que éste no sea devuelto a su debido tiempo y que sus balances queden más empantanados aún con créditos de dudoso cobro, lo cuál complicaría sobremanera su obtención de liquidez en los mercados internacionales y la posibilidad de seguir ofreciendo dividendos a sus inversores y accionistas.

Basta con echar un vistazo a los datos a un año vista para darnos cuenta de la tremenda situación en la que nos encontramos, ya que desde julio de 2010 hasta julio de 2011 la tasa de morosidad de las entidades financieras españolas se ha incrementado en un punto y medio, coincidiendo con el incremento de ciudadanos españoles en situación de desempleo y sin ninguna prestación con la que poder ir sobrellevando el día a día.

Hasta que la tasa de morosidad no se recupere, para lo que se necesita una recuperación del empleo, el crédito no fluirá en la economía y no se podrá iniciar una recuperación efectiva.

14 años no son nada…

14 años, o 20, no es nada

14 años, o 20, no es nada

… febril la mirada, y bla, bla, bla, no te voy a engañar, no me sé la canción que quiero versionar aquí y tampoco es cuestión de andar buscándola por ahí, te haces una idea y si te la sabes la cantas mentalmente, porque el caso no es que la canción sí o la canción no, el caso es que han pasado 14 años y seguimos tal y como estábamos.

Si en el año 1996, cuando sufríamos otra gran crisis de la que ya no nos acordábamos, pero que por aquel entonces nos hizo mucho daño, teníamos una tasa de morosidad del 5.72%, resulta que este pasado mes de octubre, según datos del Banco de España, la tasa de morosidad del sector financiero se ha situado en el 5.66%.

Ello supone un incremento 0.17 puntos porcentuales con respecto al mismo dato del mes de septiembre, y, lo más alarmante todavía, 0.68 puntos porcentuales por encima de la tasa de morosidad de octubre de 2009, lo que supone un incremento elevado que repercutirá sin duda en el encarecimiento de los créditos concedidos y, por supuesto, en la ralentización de la recuperación del sector financiero.

Las entidades que más han sufrido el crecimiento de la tasa de morosidad han sido, como viene siendo habitual, los bancos, que se han disparado hasta el 5.80%, mientras que Cajas de Ahorros y Cooperativas de Crédito han soportado mejor la tormenta con unas tasas de 5.49% y 4.45%, respectivamente.

Fuera del espectro quedan ya las empresas especializadas en créditos que sufren una tasa de morosidad por encima del 10%, una cifra que está llevando a la mayoría a la bancarrota y a la consecuente desaparición del mercado empresarial español.

El problema de estas cifras es que nos condenarán a un mayor estancamiento de la concesión de créditos de todo tipo, lo cuál seguirá estrangulando a las pequeñas y medianas empresas y dejará sin su hipoteca a la mayoría de las familias lanzadas a la compra de una vivienda.

Habrá que pedirle al año 2011 una tasa de desempleo menor, causante sin duda de la tasa de morosidad que estamos sufriendo, para poder empezar a recuperarnos, de una vez por todas, de la crisis que seguimos sufriendo sin solución de continuidad.