Archivo por meses: octubre 2009

El paladar de los bancos (gastronomía hipotecaria)

Lo malo no es el paladar...

Lo malo no es el paladar...

Os decía el otro día que a la hora de buscar un piso no sólo hay que buscar lo que nos agrade a nosotros, sino también lo que le guste al banco, porque es el que tiene que dar el dinero y habrá inmuebles que valore más que otros.

Por supuesto, las razones que os alegarán oficialmente serán otras, como coeficientes de riesgo, valoraciones independientes y sambas de ese estilo, pero después de comparitr barra de bar y algún mueble más con empleados y directivos de banca, creo que puedo, y debo, contaros algunas cosas sobre el paladar de los bancos, en el entendido de que las razones primarias para conceder o denegar una hipoteca son, por supuesto, la solvencia del cliente y el valor aproximado del bien respecto a la cantidad solcitada.

Pero como muchos de nosotros estamos en el filo, ya sea como compradores o como vendedores, pues teambién para vender necesitamos que se le conceda la hipoteca a nuestro cliente, os cuento cuales son las otras valoraciones, alternativas,  que circulan porlas mesas de sus despachos y por las líneas de sus teléfonos. Si son políicamente correctas o no, es lo de menos. Lo importante es que son reales:

—Si el piso tiene más de sesenta años, y está fuera de normativa urbanística, porque en su momento habrá que ampliar aceras o construir aparcamientos, por ejemplo, un punto negativo.

—Si está en una zona ruidosa, de mucho tráfico o jaranas constantes, tipo fiestas, saraos o botellones, punto negativo.

—Si abundan en el barrio las minorías étnicas, punto negativo. Si abundan los suecos,  los noruegos, o los jeques kuwaitíes, no se aplica. No me hagáis ser más explícito, ¿vale?

—Si no tiene ascensor, punto negativo.

—Si no tiene garaje en el propio edificio, punto negativo.

—Si los vecinos del inmueble son muy mayores, o hay mucho vecino de alquiler y poco en propiedad, punto negativo.

—Si tiene portero, o una comunidad elevada, punto negativo.

Que a vosotros no os importen esos inconvenientes, por la razón que sea, y estéis dispuestos a seguir adelante, porque precisamente por eso tiene tan buen precio el piso, al banco le trae al fresco. Los bancos, y más en esta época, lo que miran es sus posibilidades de revender el inmueble en caso de que algo vaya mal, y antes de pensar que sus criterios son erróneos pensarán que vosotros sois unos bichos raros y que “vete a saber si encontraríamos otro igual”.

A nosotros nos gustan las gangas, porque tenemos necesidad de pagar poco. A ellos no. A ellos lo que les gusta es pensar que es fácil de revender. Tenedlo en cuenta a la hora de exponer vuestra idea y seguro que os irá mejor.

Porque pedir es también venderse a uno mismo como producto de confianza. No lo olvidéis.

P.D: El Euribior cierra octubre con  el 1,243 %. Todo un récord a la baja. Enhorabuena a los hipotecados.

Los parados y los quietos (agujero tercero)

A veces le entra a uno la tentación de echar mano de la legislación de la República...

A veces le entra a uno la tentación de echar mano de la legislación de la República...

El paro es un gran problema en España, de eso no hay duda. Si se trata de una cuestión coyuntural o estructural lo hablamos otro día, si queréis, pero hay algo más que llama la atención en los datos sobre el empleo en nuestro país, algo distinto a la distribución por sectores o los chanchullos del trabajo en B, o en J de los que ya hemos hablado:

Según la última encuesta de población activa, un total de 562.100 jóvenes de entre 20 y 29 años ni estudian, ni trabajan, ni buscan empleo. Habéis leído bien: más de medio millón. Imaginaos lo que serían en realidad las cifras del paro si se le sumara este grupo a los que es imposible llamar parados por incumplir el requisito de estar buscando un empleo.

Según estos mismos datos, casi 250.000 jóvenes han abandonado completamente los estudios o cualquier actividad formativa a pesar de no tener trabajo. Para rematar la ensalada de datos, hay que decir que dos de cada tres “quietos“, que es como llamaré a este grupo, son mujeres y que el 85% del total están solteros y no conviven con pareja alguna.

¿Y a qué se dedica esta gente? Pues no se sabe muy bien, pero un país en el que una buena parte de una generación en la mejor edad de trabajar, producir, pensar y emprender se limita a no hacer nada en absoluto no puede salir adelante. El daño no es sólo para ellos y sus familias, sino que se convierte en un daño general para todos.

Cuando busquemos causas para la bajada del consumo, la contracción de la actividad y para el frenazo general de la economía, bueno será acordarse también de este grupo. Un grupo que debería ser motor y se comporta como lastre.

Y es que a lo mejor hay que reconocer que el país no funciona por lo mismo por lo que aquel barco no se movía: porque había muchos que no remaban.

¿Qué os parece que está pasando aquí? Teniendo en cuenta las cifras de parados, los estudiantes, los jubilados, los incapacitados, los menores de diecisesis años, y los “quietos” de más edad, que no aparecen en este estudio, ¿cuántos son los que trabajan para sostener todo el sistema?

 

 

La hipoteca con peineta

La dan con el maletín de director al tomar posesión de una sucursal.

La dan con el maletín de director al tomar posesión de una sucursal.

Después de encomendarse al horóscopo o la divinidad correspondiente, el futuro comprador de un piso se pone a buscar la vivienda de sus sueños exigiéndole una serie de características que encajen con su presupuesto y también, más o menos, con sus necesidades: metros cuadrados, habitaciones, que tenga luz aquí o allá, que los gastos de comunidad no sean como pagar una segunda hipoteca, ascensor, etc.

Lo que casi ningún futuro hipotecado se plantea es que la vivienda, además de él, le tiene que gustar al banco, porque en caso contrario no recibirá financiación para comprarla.

Quizás por esta razón los pisos usados han bajado un 34 % mientras que los nuevos no alcanzan ni de lejos esa bajada: porque el piso nuevo tiene un precio más o menos conocido para el banco, mientras que la tasación del piso antiguo es mucho más subjetiva y dificultosa.

Otro día, si queréis, hablamos de qué es lo que valoran los bancos, pero tened en cuenta que el banco tiene tanta voz y tanto voto como vosotros a la hora de decir que este o aquel piso me gustan un poquito más.

Su peineta es la de la chulería y el casticismo.

La nuestra, sólo la de Martirio. O la del otro significado, más familiar, de la palabra.

O sea que ojo.

 

 

 

El exceso de capacidad productiva (la madre y la abuela de todo)

 

Jefe de almacén de una fábrica con exceso de producción

Jefe de almacén de una fábrica con exceso de producción

Hoy voy a hablar del exceso de capacidad productiva, un tema tan importante que me atrevo a calificarlo de fundamental. Como sabéis, los sábados dedico este espacio a tratar de profundizar en las ideas que gobiernan los mecanismos económicos, así que disculpadme si me pongo un poco obtuso, porque el tema es, a mi juicio, absolutamente crucial. El más importante del que he hablado hasta ahora, creo. 

Hay un dato sobre la producción global que quizás os interese: para vivir como vivía un americano medio de 1955, bastaría con que trabajásemos cuatro horas y media al día. El resto, sobraría, o no se sabe muy bien dónde va, porque el americano medio de 1955 también dejaba un buen beneficio a su empresa.

Las sociedades occidentales, y muy especialmente la española, padecen de un descomunal y gravísimo exceso de capacidad productiva. Hay excedentes sin vender de todo. Pisos de sobra, cereales de sobra, leche que se debe producir por cuotas, vino que sobra, etc. La antigua orientación a la producción, en la que había que producir más cada vez porque todo se vendía, ha dejado lugar a la actual orientación al mercado: hay que tratar de vender lo que se produce, y venderlo a costa de bajar los precios, los salarios, o lo que sea.

 El problema, el gran problema, surge cuando descubrimos que no se trata de una situación local, como sucedía antaño, sino que en todas partes hay exceso de capacidad productiva. Los antiguos mercados, que eran compradores netos, se han convertido a su vez en productores después de equiparse con tecnología avanzada, y no sólo dejan de comprar lo que antes les vendíamos, sino que se convierten en competidores por los mercados.

 Dos ejemplos típicos son China e India, que nos compran más de lo que nos compraban pero nos venden cien veces más de los que nos vendían.

La cuestión que surge inmediatamente al realizar esta reflexión, es: y cuando todos seamos productores de bienes en grandes cantidades, ¿quién los comprará? Porque antes se buscaban nuevos mercados en tierras lejanas, pero ahora ya no existen esas tierras lejanas y desconocidas.

De momento, los países en vías de desarrollo siguen demandando bienes de equipo, pero a medida que avanzan en su camino de industrialización y de educación, necesitan cada vez menos aportes exteriores. La economía basada en el crecimiento es, pues, un callejón sin salida. Y el capitalismo, qué putada, no entiende ningún otro idioma que no sea el crecimiento.

Si todos crecemos, pronto tendremos todos un exceso de capacidad productiva y eso conduce indefectiblemente a grandes, enormes tasas de paro, descomunales stocks de almacenaje y pérdidas masivas. ¿Qué valen cuatro yogures? Un euro. ¿Qué valen cuatro yogures a un día de su caducidad? Lo que quiera pagar el comprador, o nada. ¿Y un día después? Menos que nada: cuesta dinero deshacerse de ellos. ¿Qué vale un coche? quince mil euros. ¿Y un coche que lleva dos años a la intemperie, delante de la fábrica donde se priodujo? Quinientos euros de chatarra, menos lo que cuesta reciclarlo. NADA.

¿Lo digo más fácil? Si unos pocos son capaces de producir lo que consumen todos, hay una mayoría que no tiene ocupación , pues nadie necesita lo que ellos podrían producir. A eso se le llama irrelevancia económica, y el caso más claro que podéis ver es África. A nadie le interesa comprar lo que producen, porque ni es mejor ni es más barato, y a nadie le interesa venderles, porque no disponen de dinero.

Así las cosas, hay que encontrar un modelo en el que todos puedan vivir, se distribuya el trabajo, y exista una mínima sensación de justicia.

Una de las posibilidades es, como dije al principio, reducir drásticamente la jornada, pero no parece posible mientras la medida no sea global y haya unos que se puedan aprovechar de la renuncia a producir de otros. Otra solución es que trabajen algunos y los otros les aplaudan, de modo que los primeros repartan su salario con los segundos, pero no parece posible que el ser humano admita que unos trabajen y otros no para que luego se reparta lo conseguido.

La tercera, pero no última, es que resurja la demanda porque gran parte de lo que había resultó destruido. Cuando hay una devastación global, en la que hay que restaurar el país entero sin que nadie pueda alegar que es injusto el reparto, los países prosperan. Prueba de ello es que a Alemania y Japón les fue mucho mejor después de la guerra que a los que la ganaron.

Mucho me temo que si el capitalismo corre un día el riesgo de hundirse, los grandes cerebros que habitan las cumbres optarán por la tercera solución.

¿Qué os parece a vosotros?

La estafa solidaria de los salarios reales (agujero segundo)

Solidaridad es esto.

Solidaridad es esto.

Sigo con mi recorrido por las gateras y los agujeros negros de nuestra economía. Hoy, como me he levantado con el pie izquierdo, voy a hablar de un tema un poco espinoso: los salarios reales.

Hace unos días os di la lata con el temible coin fiscal, que es la diferencia entre lo que el empresario paga por una trabajador y lo que el trabajador recibe por su trabajo. Decía entonces que esa es una de las grandes tensiones que estorban el buen desarrollo del mercado laboral, pero como no quiero repetir todo el razonamiento pongo en enlace para el que quiera revisarlo.

En el mismo hilo argumental existe otro diferencial que merece la pena señalar y que determina por cuánto estamos trabajando en realidad, o dicho de otro modo, cual es la diferencia entre trabajar y no hacerlo. El salario real es la diferencia económica entre tener un trabajo y no tenerlo.

Parece que estoy diciendo perogrulladas, pero resulta que en España esa diferencia, o salario real, es cada vez más pequeña, y eso es lo que está llevando, en el fondo, al país entero al desastre.

¿Lo calculamos juntos? Será sólo un ejemplo, uno cualquiera, pero estoy seguro de que vosotros sabréis aplicar la idea a otros casos que conozcáis y que espero nos contéis a todos en los comentarios. Porque de lo que se trata es de quedarse con la idea, o eso me gustaría. Vamos allá:

Tenemos a Paco y a Manolo. Paco y Manolo entraron a trabajar juntos en una ferretería. Por razones diversas, Paco fue despedido hace tres años, recibió diez mil euros de indemnización, y desde entonces está en el paro.

Manolo sigue en la ferretería, trabaja cuarenta horas semanales y cobra 1200 netos € al mes.

Paco cobró 740 € de paro durante dos años y ahora cobra 420 €, y si no, estaría cobrando la ayuda familiar. Por tanto pongamos que,de media, en este tiempo Paco cobra de ayudas y subsidios unos 575 € al mes.

Manolo, por tanto, se levanta todos los días a las siete y media de la mañana y trabaja ocho horas, por 425 € de diferencia respecto a su ex-compañero, que no hace nada. Su salario real es de 2,75 € la hora. ¿Qué os parece?

Con cualquier chapucilla en negro que encuentre Paco, y que cobre a más de 2,75 € la hora, ya estará ganando más que el que sigue trabajando y cotizando.

Pero es que además, si seguimos con el supuesto de vidas paralelas, ambos viven con sus parejas, con las que no se han casado (eso es de carcas), y sus chicas trabajan de cajeras en el mismo supermercado, ganando 800 € netos al mes.

Por tanto, la cosa no se detiene en los 475 € que Manolo ganaba de más trabajando.

Paco tiene derecho a una VPO, y Manolo no.

El hijo pequeño de Paco tiene preferencia en la guardería municipal, y para el de Manolo no hay plaza y lo tiene que llevar a una privada.

El hijo mayor de Paco tiene derecho a beca y el de Manolo no.

Paco no tiene que hacer declaración de IRPF y Manolo tiene que hacerla.

Podría seguir, pero me detengo aquí.

Al final, ¿por cuánto está trabajando Manolo en la ferretería? Lo cierto es que por NADA o por una cantidad cercana a cero. Manolo trabaja porque es idiota ya que, sin trabajar, ganaría mucho más y en su casa se viviría mucho mejor.

El salario real de Manolo, respecto a su antiguo compañero, que no trabaja, es cercano a cero.

¿Qué tiene de raro que Manolo llegue todos los días tarde a trabajar, o trate mal a los clientes de la ferretería, intentando que también lo despidan a él?

Pues así, ya me diréis, si es normal o no que el país vaya como va. Y si creéis que me paso, enviad este artículo a algún amigo y cada cual tendrá más de un caso que contaros.

Quedo a la espera de los vuestros.

VPO en subasta (agujero número uno)

Bache que apereció un día de estso en nuestro sistema económico.

Bache que apereció un día de estso en nuestro sistema económico.

Hoy empiezo una pequeña serie, que no será continua, sino salteada, sobre los maravillosos agujeros que arratonan el tejido de nuestra sociedad. Como estamos en un blog de hipotecas, quiero comenzar por los modos de obtener las VPO, dejando a un lado los compincheos, compadreos, cohechos y otros delitos que ya aparecen directamente en el Código Penal.

El sorteo de las VPO es algo que nos parece a todos injusto, pero seguro que empezaréis a pensar que es una maravilla en cuanto sepáis algo más de este otro sistema.

Como sabéis, y es de risa, una VPO tiene que conservar su régimen de vivienda protegida durante una serie de años y después pasa a ser libre. Este periodo puede ser de 30 años (las de la Ley de 1978) o de quince o veinte años, con la nueva legislación.

Bien, pues con esas mimbres, existe esta posibilidad:

Un ciudadano, al que llamaremos Pepe, se ve agraciado con una VPO. Lo celebra por todo lo alto, va a hacer su escritura, su hipoteca, y cumple con todos los demás sacramentos hipotecarios. Por tanto, la vivienda es suya, y la administración que se la concedió se olvida de él, considerándolo un agraciado del sistema y un sujeto pasivo de la solidaridad común.

Pues ahora Pepe, se puede ir a vivir a esa vivienda, o dejársela para un hijo mientras estudia la carrera, porque Pepe vive en un pueblo, pero le venía muy bien el piso en la capital para que el saliesen más baratos los estudios del hijo.

El hijo de Pepe acababa la carrera a los cinco años, y Pepe decide deshacerse de la vivienda. Pero como no puede venderla a cualquiera ni por encima del precio máximo, recurre a otro sistema: deja de pagar las cuotas de la hipoteca, el banco se la embarga, y la subasta.

¿Y qué pasa en la subasta? Pues que a esas subastas van como locos montones de inversores, sociedades y gente de todo tipo, porque es el modo de hacerse con una Vivienda de Protección Oficial sin cumplir ningún requisito.

Pepe contento, porque la vivienda va a alcanzar un precio con el que pagará toda la deuda del banco, y le quedará mucho dinero para el bolsillo, tanto o más del que ha puesto. La vivienda le ha salido gratis y hasta puede haberle dejado un buen beneficio en algunos casos, pues el Estado controla las transmisiones, pero no las subastas judiciales.

Y el comprador contentísimo, porque sin cumplir ningún requisito se ha hecho con una vivienda social que en unos años será libre y podrá venderla a precio de oro.

Los únicos que nos quedamos con cara de tontos somos los demás, pero como ya estamos acostumbrados, pues no pasa nada.

¿A que sí?

 

 

El mercado laboral en España

Fijos y temporales conviviendo en el mercado.

Fijos y temporales conviviendo en el mercado.

Amigos, hay que reconocerlo: el problema ya no es tanto si sube o baja la hipoteca, que también, sino de dónde va a salir el dinero para pagarla, porque el curro se pone difícil y no parece, a primera vista, que la recuperación económica, cuando llegue, vaya a redundar en nuestro país en una mejora sustancial de las cifras de desempleo.

Como unos somos jóvenes y otros desmemoriados, y como ambas categorías no se excluyen entre sí, me gustaría hacer hoy un repaso por los distintos intentos regulatorios del mercado laboral en España. No pretendo tener la verdad, por supuesto, pero os aseguro que seré sincero.

La primera, pues, en la frente: dejando a un lado las limitaciones políticas, el Fuero de los Trabajadores del franquismo era la bendita panacea. Consagró el empleo fijo, dificultó el despido, consagró las ordenazas laborales por gremios y ramas productivas y, a menos que apuñalases a la madre del patrón, podías contar con jubilarte en la misma empresa donde entraste a los dieciséis años como chaval de los cafés. Las subidas salariales fueron constantes y sostenidas (por eso se pasó de ir en burro al Seat 600), el déficit público era de risa (menos del 0,5 % del PIB ) y el precio de la vivienda equivalía al salario de 11 años de UN trabajador.

Partiendo de este panorama, en 1984 (con Felipe González) se aprobó la primera reforma laboral, con la idea de que el mercado era demasiado poco flexible, lo que entorpecía la creación de puestos de trabajo en los momentos de bonanza, auqneu se impidiese su destrucción en las crisis. Si era tan difícil despedir a un trabajador, las empresas procuraban estirar su plantilla al máximo, pero no la incrementaban y eso trataba de evitar esta reforma, ideada para que España pudiese dar el gran salto. Su punto estrella fue la creación de contratos de trabajo sin duración determinada, los indefinidos, y se intentó promoverlos dándoles ventajas fiscales y de cotización.

Esta reforma funcionó bastante bien, porque hasta finales de los ochenta se crearon muchos cientos de miles de puestos de trabajo. La cosa no fue perfecta del todo, porque se creó una fisura grave entre los trabajadores: la diferencia entre los fijos, contratados en el franquismo, que tenían todos los derechos, y los recién contratados, que no tenían casi ninguno, de modo que los sindicatos peleban casi en excluiva por los primeros, que eran los que realmente iban a estar allí de modo permanente.

Poco a poco la tempopralidad creció y a principios de los noventa, uno de cada tres trabajadores tenía ya contrato temporal. Esto perjudicó no sólo a los trabajadores, sino a toda nuestra economía en su conjunto, pues las empresas dejaron de invertir en formación de los trabajadores, lo que redundó en menos productividad y menos competitividad. Cuando el contrato es temporal lo que se invierte en enseñar a jacer algo a un trabajador es dinero perdido en cuanto el trabajador se marcha.

Por otra parte, y esto fue culpa de los sindicatos, esta división en dos grupos de trabajadores con muy distintos derechos, supuso que los que estaban fijos tenían mucho mayor poder de negociación, porque siempre serían los últimos en ser despedidos, ya que ante cualquier eventualidad los que caerían primero serían los otros. Por eso, presionaron duramente al alza de salarios que se compensaban de inmediato con recortes entre los que tenían contrato temporal.

En 1994 se aprobó una nueva reforma laboral que creó nuevos tipos de contratos para los más jóvenes, que tenían grandes dificultades para acceder al mercado laboral, y se autorizaron las empresas de trabajo temporal, las famosas ETT cuyo negocio consiste en lo que todos sabemos. Como no se consiguió gran cosa y se seguía destruyendo empleo, en 1997 (con Aznar) se aprobó otra reforma que trató de flexibilizar más aún el mercado de trabajo, manteniendo las dos castas, ya que en España siguen sin existir leyes que sean aplicables a todos los trabajadores.

Lo que tenemos actualmente es que la tasa de temporalidad no sólo no decrece, sino que sigue aumentando, lo que perjudica tanto a empresas como a trabajadores.

¿Y hasta cuando? Hasta cuando se cumpla el artículo ese de la Constitución, ese tan tonto de que todos somos iguales antes le ley.

 

¿Es rentable alquilar? (Un laberinto con veneno al fondo)

Molino socialista: el agua sube sola, mueve la rueda y todos salimos ganando.

Molino socialista: el agua sube sola, mueve la rueda y todos salimos ganando.

Amigos, la cuentas no me salen. El eterno enfrentamiento entre partidarios de la compra en propiedad y de la vivienda en alquiler se resuelve, desde mi punto de vista, en un punto muerto donde tengo la impresión que desfallece la lógica.

Vamos a ver.

Una hipoteca de un piso me costaría 900 € al mes, y un piso en alquiler me cuesta sólo 500 €. Muy bien. El piso nunca será mío pero me ahorro 400 € todos los meses, que son justo los que gasto en comer y en tomar un café los sábados que acaban en cuatro, que es todo lo más que me permite mi sueldo Kunta Kinte. Hasta ahí, sin problemas.

Pero el caso es que los pisos no se alquilan ellos solos, así que si miramos el asunto desde el lado del propietario, tenemos algo raro. ¿Alguien se cree que el dueño del piso está pagando 900 € de hipoteca por él y cobrando 500 al inquilino?, ¿alguien cree que asume todos los riesgos que un alquiler conlleva cobrando menos de lo que le cuesta el piso?

Aquí hay algo raro. ¿No os parece? Si alquilar es rentable para el inquilino, entonces no lo es para el casero, y si es rentable para el casero, entonces no lo es para el inquilino.

Si en lugar de hablar de casas hablamos de coches, quizás lo entendamos mejor. Una empresa de alquiler de vehículos, ¿a qué precio tiene que alquilar los coches? Al precio que le permita cambiarlos por otros nuevos al fin de su vida útil y que le deje al mismo tiempo un margen de beneficio. Si no fuese así, no sería una empresa de alquiler, sino Cáritas Sobre Ruedas.

¿Y entonces qué pasa con los pisos?

Pues creo que una de estas dos cosas:

-O que vivir de alquiler es una necesidad, pero nunca un buen negocio.

-O que los propietarios están alquilando los pisos que compraron en tiempos del abuelísimo, cuando costaban alrededor de 70 mensualidades de un sueldo medio (que es lo que costaba un piso hasta 1977)

En el primer caso, bueno será saberlo, para no contarse mentiras a uno mismo. En el segundo, bueno será saberlo también para hacerse idea de lo que sucederá con los alquileres cuando entren al mercado los que la gente ha comprado ahora.

¿O creéis que el que compró un piso por trescientos cincuenta mil euros lo va a poner en alquiler por quinientos?

Seamos serios y vayamos preparándonos.

Hipotecas y sartenes

Cuando salió el carné por puntos, sacaron el coche por puntos...

Cuando salió el carné por puntos, sacaron el coche por puntos...

En una ferretería antigua vi una vez un cartel que decía: “como el banco no vende sartenes, yo no presto dinero“. El letrero llevaba allí al menos cien años, o lo que es lo mismo, tanto como la propia ferretería.

Se trata, obviamente, de una de esas bromas castizas que se ponían por escrito en algunos establecimientos, pero en este caso recuerdo también que el dueño, un anciano socarrón, acabó cambiando el letrero antes de jubilarse pro otro que decía: “aunque el banco venda sartenes, toallas y cucharas, yo sigo sin prestar dinero

La costumbre de la banca de entrometerse en otras áreas de negocio para las que no tiene ni licencia ni conocimiento, no es nueva. Desde aquellas promociones en que regalaban ordenadores, toallas, juegos de cama, baterías de cocina, vajillas, cuberterías, sartenes, y todo lo que uno se pueda imaginar a cambio de renunciar a los intereses del dinero no ha pasado tanto tiempo, pero aún nos sorprendemos de que ahora la banca se haya convertido casi de repente en agencia inmobiliaria.

La banca, en España, ha creído desde siempre que tiene patente de corso para el más burdo intrusismo, y aunque a todos les hiciese gracia que regalase un juego de sartenes por un depósito de mil euros, al que había comprado las sartenes y sabía que le iban a enmohecer en el almacén no le hacía ninguna. Ni pizca.

Ahora resulta que muchos de nosotros pensábamos que siempre se podría vender el piso en caso de necesidad, si la hipoteca apretaba demasiado, y nos encontramos con que la banca vende y subasta miles de pisos de su propia cartera y que no da un duro en préstamo a nadie si no es para quitarse un poco de ese lastre. O sea, que o se lo compras a ellos, o lo pagas a tocateja.

Ahora resulta que nos chafa el negocio a nosotros, nos quita la liquidez a nosotros, y nos pone la soga al cuello a nosotros, aprovechando su tamaño y su fuerza para imponer sus condiciones. Y ya no nos hace tanta gracia.

La cosa empezó en las sartenes. Si no les hubiésemos tolerado aquello no habríamos llegado a esto. Pero aquello no era asunto nuestro, ¿verdad? Pues ahora, ajo y agua.

Amnistía fiscal (pero rigor hipotecario)

Prisioneros recién liberados de una cárcel bancaria

Prisioneros recién liberados de una cárcel bancaria

En Italia, el Gobierno de Berlusconi ha aprobado una amnistía fiscal para dotar de liquidez a su sistema financiero y subir los ingresos del Estado sin necesidad de aumentar los impuestos.

En España, según los datos que se manejan, esos famosos datos de los billetes de 500 enterrados en las cajas de seguridad y las fabulosas fortunas ocultas bajo la teja de pisos hipotecados para disimular, si se consiguiera hacer aflorar la economía sumergida el Estado ingresaría cien mil millones de euros más.

Cien mil millones, osea, siete veces lo que se va a conseguir, si se consigue, con esta subida de impuestos que machacará una vez más a las clases medias y al currante de toda la vida.

El mecanismo que algunas voces han propuesto en España sería sacar una emisión de deuda pública a cinco años al 1 % de interés, de modo que el que invirtiese en ella no ganase prácticamente nada (de hecho, perdería un poco con la inflación) pero no se le preguntase de dónde había sacado el dinero. Se propone también que ese dinero, íntegramente, se destine al ICO para que conceda créditos blandos a los autónomos, pequeños empresarios y en general a todo el que vaya a crear una empresa o a contratar trabajadores.

La solución es francamente buena en la práctica, porque no sólo se activaría la economía, sino que el Estado recaudaría además otros tres o cuatro mil millones de Euros, como mínimo, por los impuestos que se derivasen de gastar ese dinero. Además, posiblemente no apareciese sólo el dinero que los españoles tienen oculto, sino que vendría dinero de fuera para aprovechar esa estupenda ocasión de blanquearlo a un coste tan bajo.

La solución, como digo, es excelente en lo económico, pero moralmente repugnante, porque da la razón y apoya a los que en su día no pagaron sus impuestos y crea un peligroso precedente para el futuro.

Así las cosas, si se os preguntase a vosotros, ¿qué preferiríais?, ¿que el dinero que ha salido de todos vuelva a trabajar para la sociedad aunque sea costa de beneficiar a los que no pagaron?, ¿o que ese dinero, siga oculto, y sin poder gastarse, en cajas de seguridad de todo el mundo?

Yo no lo tengo claro aún, pero después de pensarlo detenidamente creo que es mejor que ese dinero vuelva a todos, aunque sea por encima de la ley. Y no sólo por la falta que le hace a nuestra economía, sino porque el dinero no puede estarse quieto, y cuando no sale a la luz se acaba moviendo por los subterráneos, lo que genera toda clase de mafias y negocios sucios. Una vez leí a un narco que explicaba que hubiese dejado el tráfico de droga si hubiera podido destinar el dinero a otra cosa, pero como era dinero ilegal lo único que podía comprar con él eran cosas ilegales.

¿Qué es mejor en estos casos? ¿Mirar para otro lado y dar la razón al que no pagó, sabiendo que es por el bin de todos, o mantener la firmeza aunque sea a costa de sacarle ese dinero tan necesario a los que más le cuesta ganarlo?

Decidid vosotros.

Entre tanto, por supuesto, de amnistía hipotecaria no hemos oído una palabra.

La democracia en el puticlub

Un día la democracia se rebeló contra sus chulos y....

Un día la democracia se rebeló contra sus chulos y....

Se supone que los hipotecados vamos adquiriendo desconfianza con el tiempo, pero quizás lo mío sea excesivo. De todos modos, no me privo hoy de contaros por dónde creo que van los tiros en la vida política y económica de este país nuestro. Y espero que me deis vuestra opinión sobre si me lo hago mirar o no, o sdi le puedo echar la culpa a la hipoteca o es de otra cosa.

Empiezo a sospechar que nos encontramos España ante la expresión más visible de la famosa doctrina del cincuenta coma uno: cualquier partido que obtenga un menor porcentaje de votos, junto a sus aliados, no gobierna. Pero ojo: todo lo que sea obtener más del cincuenta coma uno por ciento de los votos demuestra que el gobernante es malo e ineficiente, porque ha favorecido a más gente de la estrictamente necesaria para mantenerse en el poder.

La doctrina del cincuenta coma uno está pensada para perpetuarse: gastar lo de todos en satisfacer exactamente a los que te pueden mantener en el gobierno. Si gastas menos, pierdes y te marchas, pero todos los votos que obtengas de más, significan dinero desperdiciado que has quitado a los tuyos de las manos para repartirlo sin ton ni son entre gente que no tenía por qué recibir nada.

En un país sano, los ciudadanos de todas las sensibilidades políticas se opondrían a este sistema, convencidos de que el bienestar general depende de que haya oportunidades para todos. Pero aquí no. Aquí estamos ante lo que con tanta claridad explicaba Adolfo Hitler, un político que algo sabía sobre manejar a las masas: que la victoria de lo propio satisface al pueblo, pero no tanto como la destrucción del contrario. Aquí estamos ante el madridista que sólo quiere saber si ha perdido el Barça y le da igual lo que hayan hecho los suyos. Estamos ante la aniquilación del adversario político, a costa de cualquier pacto, de cualquier componenda, de una trapisonda cualquiera que pase por encima de la ley, el sentido común o el futuro de las personas.

Aquí se reparte la caja entre los afines para garantizarse una cifra suficiente de votos, y el resto a pagar. Se crean peonadas, subsidios, puestos vitalicios y lo que haga falta para llegar a ese cincuenta coma uno, y el resto, que pague y que calle, porque igual vota el que trabaja que el que se rasca la panza. Aquí se pacta con partidos que presumen públicamente de odiar a España; se pacta con partidos que no condenan los asesinatos; se pacta con partidos que hablan de expropiarnos a todos los ahorros, y a todo el mundo le parece normal.

Aquí pasa todo esto, y más, porque creemos que la democracia es un sistema donde se disparan porcentajes, se bombardea con cifras, se ametralla con mayorías y se sepulta a los contrarios con arbitrariedades.

Y el dinero público no es de todos: es de los que ganan y se usa para seguir ganando.

Ahora haced conmigo la suma de los votos que necesita este gobierno para seguir gobernando a pesar de todo y entenderéis de sobra la financiación autonómica, los presupuestos generales y el alucinante hecho de que el año pasado se contratase ciento y pico mil funcionarios más.

Lo entenderéis todo. ¿O no?

Y al final, cambiar de voto en España es como cambiar de camarote en el Titánic…

¿Para quién trabajamos? Un calendario de esfuerzo fiscal

negrero

Diseño original de un cartel electoral, rechazado por la cúpula del partido...

Una de las razones por las que nos bombardean cada vez con más datos es porque está demostrado que cuanta más información se aporta, más desorientado se encuentra el que la recibe si no la entiende correctamente.

Hay un experimento psicológico en el que los voluntarios deben adivinar qué es lo que ven y para ello se les muestran fotografías parciales del objeto que deben descubrir. Lo curioso es que lo adivinan mucho antes los que sólo ven diez fotografías parciales que los que ven veinte, ya que una fotografía parcial es algo que no entendemos completamente.

A mi juicio, con los impuestos pasa algo similar. Nos hablan de presión fiscal, nos dicen que sube o baja tres puntos y nos comparan con países de nuestro entorno, cuando en realidad no tenemos nada que ver con el tipo de vida y salarios que se acostumbran en Alemania, Bélgica o Luxemburgo.

Por eso, creo que es importante que sepamos para quién estamos trabajando, y que hablemos bien claro, para no quedarnos con ideas confusas de lo que significan ciertos conceptos. Quizás exponerlo en forma de calendario  ayude un poco a que a nadie le queden dudas.

En España, de media, distribuimos así el trabajo:

Hasta el 14 de marzo trabajamos para pagar los impuestos a la administración central (IVA, IRPF, impuestos especiales, etc…)

Del 14 de marzo al 11 de abril trabajamos para la Comunidad Autónoma en la que vivimos.

Del 11 al 25 de abril, trabajamos para el ayuntamiento.

Del 25 de abril al 23 de mayo, trabajamos para la Seguridad Social.

A partir del 23 de mayo, trabajamos para nosotros mismos, pero si tenemos una hipoteca, trabajamos de media hasta el 29 de agosto para la vivienda.

Comer, vestir, la luz, el teléfono, el agua caliente, la calefacción, el coche y todo lo demás que queramos tener, gastar o conseguir, tenemos que lograrlo con lo que ganemos desde esa fecha en adelante.

Estas son las cosas verdaderamente importantes. Lo demás, ideologías, discursos, pretextos para sacarnos otro poco y añadidos similares, son monsergas: forraje para bobos.

 

Por cierto: aquí os dejo un enlace sobre la presión fiscal y los impuestos en distintos países. Espero poder comentarlo a fondo en algún momento.