Archivo de la etiqueta: necesidad

La hipoteca como ancla

Los abuelos lo veían de otro modo...

Los abuelos lo veían de otro modo...

Las encuestas del CIS , como todos sabemos, sirven lo mismo para freír un calcetín que para coser un huevo. En la última de ellas, la correspondiente al mes de febrero, se ofrece un dato bastante curioso:

Ni siquiera en estos tiempos de galopante desempleo la mayoría de los españoles está dispuesto a cambiar de domicilio a cambio de encontrar un puesto de trabajo. O sea que no hay que ser tan pesimistas, porque si las cosas fuesen tan mal como a veces pensamos, los resultados de esta encuesta serían otros.

Así dice, más o menos el informe del CIS:

A la pregunta de si el entrevistado estaría dispuesto a vivir en otro lugar de España, de Europa o en países extracomunitarios, el 59,1% asegura que no se mudaría ni siquiera dentro de España, el 67,7% dice estar “poco” o “nada” dispuesto a trasladarse dentro de la Unión Europea y el 74,1% responde de igual manera respecto a terceros países fuera de la Unión.

Por la contraparte, sólo estarían muy dispuestos o bastante dispuestos a marcharse el 36% si el traslado se produce dentro del país, mientras que el 27,5% se iría a algún lugar de la UE y sólo el 20,6% viajaría más lejos.

O sea, y resumiendo, que seguimos atados a la mentalidad de que el trabajo tiene que venir a nosotros en vez de ir nosotros a donde el trabajo esté.

En mi opinión, eso denota dos cosas: en primer lugar, la obvia, que es que los españoles mayoritariamente queremos un sueldo, pero no tanto un trabajo, por mucho que haya, como siempre, gente que dispuesta a hacer el esfuerzo de mudarse o lo que sea.

En segundo lugar, algo de lo que no habla el informe del CIS: que nuestro sistema de vivienda en propiedad, hipoteca y letra mensual, ya sea propia o de la familia, desincentiva la movilidad de la gente, que tendría que seguir pagando la hipoteca y buscarse otra vivienda.

Con ese sistema y esa mentalidad es muy difícil adaptarse a un mundo donde la principal característica es la velocidad de cambio. Casi imposible.

Derecho y necesidad

Tenemos demasiadas visiones extrañas

Tenemos demasiadas visiones extrañas

Profundizo, con vuestro permiso, en la idea del otro día: ser pobre no es una condición moral, y tener una necesidad no te da derecho a nada.

Otro ataque del Invicto Ejército de los Obvios, vale, pero es necesario repetir estas cosas para quitarnos de encima esa mugre pseudocristiana o pseudomarxista, o pseudo-algo que nos han echado encima para convencernos de que tiene más derecho a algo el que carece de ello.

Tiene derecho a una vivienda el que la paga. Tiene derecho a recibir exactamente lo que ha contratado, en el pazo acordado, y en las condiciones estipuladas. Tiene derecho a que el banco lo trate conforme a la Ley, a que no le aplique condiciones abusivas en la hipoteca y a que lo informe de todo cuanto ataña a su contrato con el banco.

Fuera de ahí, en la hipoteca, en el trabajo, o en cualquier faceta de la vida, nadie tiene derecho a vivir de su prójimo ni a convertir su necesidad en un arma que amenace los derechos, los bienes o las vidas de los demás.

Porque resulta que los derechos de unos se convierten, siempre e indiscutiblemente, en obligaciones de otros, y a medida que nos crean obligaciones nos reducen la libertad. ¿O no habíamos caído en eso? La libertad no es la posibilidad de  votar cada cierto número de años, sino la posibilidad de decidir sobre ti mismo y tus propios asuntos sin que venga el cantamañanas de turno a podar tu árbol de posibilidades hasta dejar una sola rama: la suya.

La dictadura no tiene por qué consistir necesariamente en prohibir cosas: también puede crearse una dictadura haciendo que todo, casi todo lo que importa, sea obligatorio. Por interés público. Por las necesidades ajenas. Por la madre que lo parió.

Se me nota que vengo contento, ¿eh?

Trataré de enmendarme.

Los fallos del colectivismo IV (la necesidad como criterio de reparto)

Puestos a inventar necesidades, hay ideas para todos los gustos...

Puestos a inventar necesidades, hay ideas para todos los gustos...

Una de las premisas fundamentales de los sistemas colectivistas, en especial de los socialistas y comunistas, es la máxima: “se debe exigir a cada cual según su capacidad y dar a cada cual según su necesidad”

Dentro de la serie sobre los fallos del comunismo, quisiera analizar esta idea, aunque más bien me parece una mentalidad, o una forma de ver el mundo.

Por mi parte, y siendo todo lo objetivo que puedo, quiero decir una serie de cosas, que espero que me rebatáis con argumentos lógicos, porque lo cierto es que estoy acostumbrado a que me lo discutan con razones religiosas. Así que, por favor, dejad el catecismo a un lado, y pensemos. Os lo ruego.

-La pobreza no es una condición moral. No pienso como los calvinistas, que creen que el pobre es malo, porque Dios no permitiría pasar necesidad a un hombre virtuoso. Y tampoco pienso como los católicos, que creen que antes pasará un camello por el ojo de una aguja que entre un rico en el reino de los cielos. Por eso os dije que dejéis un rato el catecismo en casa y me digáis si ser pobre es un rasgo moral. Yo creo que es indemostrable tal cosa. Ser pobre es ser pobre. Y ser pobre es una mierda. Pero no dice nada de la moralidad.

-La necesidad no da derecho a nada: lo que otorga derechos es el esfuerzo, el cumplimiento de unos deberes o incluso el simple hecho, convenido de forma tácita, de pertenecer a una sociedad o país (lo que también impone obligaciones). Pero la necesidad, en sí, no otorga derechos. Que yo necesite un coche para ir a trabajar, aunque lo necesite imperiosamente, no me da derecho a exigirlo, ni a coger el de otro, ni a pedir que me lo presten. Necesitar una vivienda no significa que otro la tenga que pagar.

Las necesidades son ilimitadas y pueden crearse o extenderse a voluntad. Esta es uno de los pilares de la economía. De hecho, la economía se define según algunas escuelas como la disciplina que estudia la distribución de recursos limitados entre necesidades ilimitadas. Dicho esto, un sistema que reparte el fruto del esfuerzo de todos entre los que más lo necesitan, lo único que está haciendo es incentivar la queja, la picaresca y la corrupción. Un sistema en el que para conseguir más basta con sufrir más en vez de trabajar más, se va al carajo necesariamente.

A riesgo de que me tiréis piedras, os citaré un ejemplo sangriento: en la guerra entre los tutsis y los hutus, en Rwanda y Burundi (1990-1994) ambos bandos combatientes utilizaban las matanzas de civiles como modo de aprovisionar a sus ejércitos, pues sabían que después de cada matanza llegaría la ayuda humanitaria de Occidente y podrían así dar de comer a su tropa.

La necesidad, por tanto, no puede ser un baremo de distribución, a riesgo de que las necesidades se multipliquen y la miseria, la enfermedad o la simple estupidez lleguen a ser estados deseables, de los que se puede obtener más que del trabajo, el estudio o la salud. Cuando es más rentable cortarse un pie que estudiar una carrera, un país no tarda en quedarse cojo.

Por lo demás, hay ejemplos de sobra en nuestra sociedad de gente que convierte la necesidad en un modo de explotar al resto.

Es vuestro turno.