Sistema económico alternativo, mariposeando en torno a nuestrros problemas.
Ya que algunos amables lectores solicitan una opinión sobre este tema, he tratado de reunir ideas y me pongo manos a la obra.
Me gustaría dejar claro, en primer lugar, que un artículo sobre semejante tema tiene que ser necesariamente subjetivo y que no me parece posible, abordando este debate, quedar al margen de lo ideológico como intento otras veces, con más o menos éxito. No obstante, me parece imprescindible quedar fuera de lo partidista y ese será mi mayor empeño.
No está agotado el capitalismo, si lo definimos como sistema en el que cada cual vela por sus intereses como una persona adulta, sin recibir la tutela de entidades superiores. No está agotado, no puede estarlo, un sistema que consiste en que el que tenga una idea pueda llevarla a la práctica y lucrarse con ella. No puede estar agotada la idea de que quien tenga unas manos pueda trabajar con ellas y lucrarse con su habilidad.
Es la capacidad, la habilidad y la inteligencia la que tiene que determinar la riqueza de que cada cual disponga, y no la necesidad. Cuando la necesidad es la que determina la riqueza, salen necesidades de todas partes, porque esa es una de las bases del universo económico: que las necesidades son infinitas y los recursos finitos.
Sí está agotada, en cambio, la idea de que todos somos iguales. Porque no lo somos, y producir igualando condiciones y especificaciones genera toda clase de distorsiones que desperdician recursos.
Sí está agotada la idea de que la economía financiera añade realmente riqueza. Puede extraerla de unos bolsillos para colocarla en otros, pero la bolsa, los bonos, las opciones de futuros y los contratos cortos o largos sobre materias primas no añaden realmente gran cosa a la riqueza real. Hasta que no entendamos la diferencia entre riqueza y dinero, estaremos condenados a ser víctimas de toda clase de trileros y malabaristas.
Sí está agotada la idea de que el mundo es sólo uno y no existen las fronteras, porque las fronteras existen, y generan disparidades normativas, y divergencias competitivas, y grandes injusticias comparativas. Si se mueven los capitales pero no las leyes, las víctimas somos nosotros, porque siempre habrá un lugar donde se pueda soslayar una norma creada para defender la limpieza de las reglas del juego.
Sí está agotada la correlación entre democracia y poder popular. La hemos agotado nosotros, con nuestra incultura y nuestra desidia. Si perdemos el criterio para decidir, no importará si podemos decidir o no, porque el criterio es condición previa. La democracia es la capacidad de decisión sobre asuntos públicos al cargo de ciudadanos conscientes. Si los ciudadanos no saben de lo que hablan, o no saben lo que pasa, no existe democracia, sino simples manadas de búfalos moviéndose en una dirección u otra empujados por instintos o miedos. El problema no reside en elegir la opción ” no sabe, no contesta”, sino en que se elige con demasiada frecuencia la opción “no sabe, pero contesta”.
Sí se ha agotado el modelo de lo que yo llamo Estado Fofo. El Estado es cada día más grande, pero más débil. Tiene más funcionarios y más competencias, legisla sobre más temas y cobra más impuestos, pero controla cada vez menos a los otros agentes de poder, como el capital o los medios de comunicación, reservando su látigo y su dominio para los débiles. Perdido el equilibrio, nos encontramos con que los otros poderes utilizan al Estado como órgano de control de la población, en vez de ser al contrario, lo que nos deja indefensos y corrompe absolutamente el concepto de democracia.
Y sobre todo, creo que sí está agotado el modelo de reblandecimento económico y social de la Europa democristiana o socialdemócrata, un modelo que pasa por respetarlo todo, incluso lo que te perjudica, por ayudar a todos menos a los tuyos, y por comprender a cualquiera menos al que quiere que lo dejen en paz. Alegar, por ejemplo, que las subvenciones a los productos agrarios europeos perjudica a los agricultores africanos es una mezquindad y una estupidez. Pueden ser perjudiciales por otras razones, y esas otras razones las discutimos, pero votamos a nuestros políticos para que defiendan a nuestros agricultores, no a los de Namibia.
Quizás lo que nadie dice es que el agotamiento del modelo procede de que la economía capitalista es una lucha perpetua y Occidente no quiere ya luchar. Ser el primero es imponerse al segundo y a demasiados ciudadanos occidentales les han metido en la sangre la idea de que vencer es vergonzoso.
Le llaman la estética del perdedor, pero creedme: esa estética se la dejo sin reparos a otro, si es posible. Aplaudir al débil en un estadio puede ser divertido y hasta hermoso. Dejarse comer por él, no lo es.
Yo me lo he currado. Ahora es vuestro turno.