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Hipoteca, desahucio y externalidad

Redistribución de la riqueza.

Redistribución de la riqueza.

Los que lleváis mucho tiempo leyéndome os vais a a quedar un poco sorprendidos con este artículo, pero de vez en cuando hay que cambiar la parte del cerebro con la que se piensa, para no caer en aquelloq eu decñía Ortega: “ser de derechas, como asr de izquierdas, son simplemente dos manera de ser idiota. Se trata de dos formas de hemiplejia moral”.

Dicho esto, vamos a ver lo que es una externalidad, porque se trata de un concepto clave en economía. Externalidad es un coste que se echa fuera, de modo que quien realiza un actividad obtiene los beneficios de ella, pero no paga todos los gastos o perjuicios derivados de esa actividad.

La externalidad más típica es la contaminación atmosférica: una empresa gana dinero produciendo plásticos, pero no paga como un coste más el aire que mancha. Paga impuestos: pero también paga impuestos la empresa de jardinería que pone bonita la ciudad. Los impuestos no pagan externalidades.

Pues bien, con las normas sociales actuales y la legislación vigente en cuanto a derechos de las personas, cabe afirmar que los bancos , al desahuciar a al deudor hipotecario de un piso, generan una externalidad.

¿Por qué? El banco tiene un negocio. Ok. El banco calcula los riesgos, pide los papeles y obtiene y reparte los beneficios. Ok. ¿Y pro qué cuando el negocio va mal hace que el deudor quede en la calle, para que tenga que ser sostenido por las arcas públicas? ¿Quién paga los servicios sociales y las viviendas sociales? ¿Quien va a tener que acoger, vestir y alimentar a los niños de esas familias? Todos. ¿Y por qué pagamos todos los negocios que salen mal a los bancos?

Si existiera la figura del fusilamiento al amanecer del que es desahuciado, el banco podría lavarse las manos, o pedir su libra de carne, pero como esas figuras no existen, el banco traslada parte de sus costes a la sociedad, esta vez en forma de problemas sociales. Una forma de contaminación social, por decirlo de algún modo.

Y pagamos todos. Una vez más. Otra.

La hipoteca y las personas

Fernando Pessoa (o sea, persona)

Fernando Pessoa (o sea, persona)

En los últimos comentarios en esta misma web, y en otras muchas, leo con creciente asombro que hay que recordar en todo momento que tras la crisis griega, o tras las hipotecas y sus laberintos, hay personas.

Aturdido por la novedad, me pregunto si esta clase de ideas, por repetidas, perrtenecerán a algún tipo de religión actual que los mayores de cuarenta no estudiamos en el colegio o se trata de una maniobra para que perdamos de vista la realidad.

Detrás de las hipotecas, hay personas. Y detrás de los bancos, resulta que también. Detrás de las deudas griegas, hay personas. Y personas es lo que hay detrás de lso Gobiernos acreedores, de los organismos internacionales que prestaron el dinero y quieren recuperarlo, y de las negociaciones para ver cómo se evita la pérdida.

Porque amigos, los banqueros no ponen de su bolsillo la pasta que prestan en las hipotecas, ni los ejecutivos del FMI están luchando por sus propios cuartos: luchan porque es su trabajo, y luchan por las aportaciones de otros países. El dinero del FMI no lo ponen los ricachones del mundo, ni siquiera los ciudadanos de los países ricos: lo ponen todos los países del mundo salvo cuatro o cinco (creo recordar que Corea del Norrte, Cuba, Irán y Buthan, pero no estoy seguro) de manera proporcional a su PIB. O sea que cuando los griegos no devuelven el dinero al FMI no s elo están quitando a Rockefeller, sino a los españoles, los bolivianos, los ruandeses y los vietnamitas. A cada cual en su proporcional medida, pero a todos ellos.

Personas son las que están detrás de todos los negocios. personas son los enfermos y los enfermeros, los criminales son personas, los pederastas son personas y son personas también pescadores de atún rojo en alta mar.

Decir que detrás de esto o de lo otro o lo de más allá hay personas es una de estas dos cosas: o una chorrada, o un intento de quitar la cualidad de persona a quien no esté en tu bando, dando a entender que personas son los míos pero no los tuyos.

En cualquiera de los dos casos, ¡al carajo!

 

 

La hipoteca griega

Ahora hasta se enternecen

Ahora hasta se enternecen

Eso es lo que tenemos todos con el asunto griego: una hipoteca. Porque podemos ponernos como queramos buscando culpables, justicias, injusticias, o tecnicismos legales, pero el caso es que la interminable negociación del país heleno nos va a costar a todos una pasta y la vamos a pagar de un modo u otro.

Los españoles, tradicionales quijotes, nos desgañitamos en las redes sociales o en el bar a favor del Gobierno de izquierdas o a favor de las instituciones  internacionales, ¿pero hemos pensado cómo nos afecta este asunto en nuestro día a día?

¿Por qué nos afecta tanto este asunto?

-En primer lugar, porque podemos perder una cifra del orden de los treinta mil millones de euros. La contabilidad no es sencilla, pues no se trata solamente de dinero contante y sonante puesto sobre la mesa, sino también de avales, colaterales etc. Pero el daño económico sería muy grande.

-En segundo lugar, por el riesgo político. Sin enterar a valorar las preferencias de cada cual, lo cierto es que las recientes elecciones municipales y autonómicas han dejado un mapa político que desde fuera es visto como preocupante. Por supuesto que nuestra soberanía consiste en votar a quien nos dé la gana, pero los fondos exteriores también tienen su propia soberanía, y la suya consiste en invertir donde mejor les vaya. La caída de Grecia confirmaría que los temores no son del todo infundados, y que invertir en estos momentos en un país que podría seguir la misma senda es una imprudencia.

-El coste del riesgo. Del punto anterior se deriva que  si llega a cumplirse la peor opción, o sea, que un país europeo se convierta en moroso, no hay nada ya que impida que esto vuelva a repetirse. Las palabras de Draghi afirmando que se hará lo que haya que hacer para impedir la caída del euro habrán quedado muy debilitadas. Y eso, necesariamente llevará a una subida de los tipos de interés con que nos financiamos.

¿Y eso es relevante? Pues debemos, dicho en números gruesos, cosa de un billón. Por cada punto que suba el tipo de interés, pagamos diez mil millones de euros más de intereses. Con cuatro puntos, la deuda nos cuesta tanto como la educación. ¿Cómo lo veis?

Las irresponsabilidades con la deuda se pagan. Y no sólo las propias: las de los demás también.

 

Las nuevas hipotecas

Novedades sobre lo de siempre

Novedades sobre lo de siempre

El mercado hipotecario se reanima, y con él aparecen nuevos modelos de hipotecas. Algunas basan su imagen en ser lo de toda la vida, sin novedades, sin sorpresas y sin aventuras, que es lo que mayoritariamente demanda ese cliente solvente que tanto busca la banca, mientras que otras se decantan por hacer el producto más atractivo incorporando nuevos enfoques.

El problema para la mayoría, y ventaja para algunos, es que las hipotecas han dejado de ser un producto aislado y su coste final, su diferencial y a veces hasta las comisiones se vinculan a otros productos que el cliente pueda tener contratados con el banco, tales como nóminas, seguro de hogar y hasta seguros de vida.

A la hora de calcular una hipoteca con verdadera seriedad es muy importante tener en cuenta estas condiciones, pues el coste de estos productos, muy especialmente los seguros, puede suponer que lo que no se paga por un sitio se paga por otro. Nuestro consejo  es que se busque el mejor producto de mercado equivalente y se compare, en su caso,  lo que se está pagando de más (porque lo normal es que haya un sobrecoste). Con esa cifra, añadida a los costes de la cuota mensual, podremos saber cual es el coste real de la hipoteca.

Este tipo de políticas van en línea con lo que ya hemos comentado en semanas anteriores y que podríamos resumir con la ley del 130/3o, que viene a significar que hoy en día, para la banca, un 30 % de los clientes le proporcionan el 130% de los beneficios. Si, lo habéis leído bien: un tercio de los clientes suponen más del cien por cien de los beneficios, porque el otro setenta por ciento, en conjunto, genera pérdidas, si no a nivel individual, sí a nivel de conjunto.

¿Y quienes son los clientes  que dan pérdidas? Pues más de los que os imagináis y más de los que supondría incluso un viejo gestor de oficina. Hablaremos de ellos un día e estos con bastantes y floridos ejemplos, porque la cosa tiene su gracia. Os anticipo uno para abrir boca: da pérdida el tipo que tiene el dinero en el banco y no lo mueve. Por ejemplo.

 

¿En qué pensamos cuando hablamos de desahucios?

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A veces el pueblo opina lo que opina…

La imaginación es a veces muy chunga, y juega malas pasadas al raciocinio. Uno de los casos más comunes es el de la temida palabra desahucio, y vamos a verlo de cerca.

¿En qué pensamos cuando hablamos de desahucios?
Pues normalmente en familias que no pueden pagar sushipotecas y que tiene que ver como el banco la pone en la calle. El banco, o el fondo buitre extranjero, para los amantes de Dickens, y si es en invierno y hay niños de por medio, más Dickens todavía…

¿Es eso lo que imaginamos, verdad? Pues la putada es que en muchas ocasiones es terriblemente cierto y que, a buen seguro, tenemos que hacer algo para evitar esas tragedias humanas o la injusticia de que el negocio jurídico del banco genere la externalidad del desahucio, una externalidad pagadera en fondos públicos a costa del común.  El párrafo es técnico, pero quien conozca el asunto lo entenderá, y quien no, que pregunte en los comentarios. O a lo mejor dedico otro artículo a explicar que es eso de la externalidad pagadera del común.

Pero volviendo ala imaginación, el caso es que hay otra clase de desahucios, y si los prohibimos, vamos a armar la de dios… Los de los alquileres. ¿Qué pasa cuando un inquilino no paga?

Si por una parte está muy feo tener un piso vacío, y por otra no puedes poner en la calle al inquilino que no te pague, ¿qué solución se deja al propietario? ¿qué pisos entrarán en el mercado de alquileres? ¿quién se arriesgará a perder un piso a cambio de sacarle, a todo pegar, un dos o un tres por ciento de rendimiento?
¿Nos damos cuenta de lo que eso supone?

El nivel de precios del mercado de alquiler depende del precio de la vivienda, del importe de la hipoteca, de la disponibilidad de pisos y del rendimiento que se le pueda obtener. Si la seguridad jurídica desaparece de pronto en es mercado, ¿quién se animaría a alquilar?

La tragedia del desahucio hay que evitarla, pero con cabeza: en caso contrario, podemos conseguir que se encarezcan brutalmente los alquileres. O que simplemente no haya oferta. Y no sería bueno, en especial para los más humildes…

Cuando ya no te llaman

irás tras él

irás tras él

Siguiendo con la opción de leer a los comentaristas de la web,  me apetece hoy destacar un comentario de Chinasky en el que hablaba de la exclusión social.

“En mi caso, la gente no te llama, ¿Dónde si no tienes móvil? y no lo entienden (tener móvil requiere una responsabilidad y un gasto mínimo) o que si whatsapp, o para que van a hacerlo si no tienes pelas para ir a ningún lado. No entienden que un € es como cien. Y si de vez en cuando te gusta sentirte vivo e ir a algún bar o restaurante, pero eso a lo mejor es cada 6 meses o una vez al año, te apetece comer cosas como kebaps, pizzas, hamburguesas… Pero te tienes que conformar con pan, choped, “jamón york” y mierdas sintéticas, o congeladas por que es lo mas barato y lo que mas dura sin que se estropee, con el consiguiente daño físico por la mala dieta. Bueno queda el arroz y la pasta… Nadie te contrata por viejo, y porque les presentas el currículo y ven que llevas mucho tiempo sin trabajar, y piensas que eres un inútil o un vividor del paro, o un chanchullero corrupto… y lo ultimo no les falta razón pero no por decisión propia o aceptas eso o te quedas sin dinero, aceptando mierdas de trabajo explotado llegando incluso a trabajar 16 horas seguidas a un € la hora, en uno de los trabajos además las propinas se las quedaba el jefe”.

Y a ese problema, a ese exactamente conducen algunas hipotecas cuando las cosas no salieron como uno esperaba.  A ese problema lleva exactamente el que uno de los miembros de la pareja se quede en paro, cuando se calculó la cuota para dos sueldos. O cuando hubo una separación…

No estamos hablando de clases bajas o sin formación. No estamos hablando de marginales. Chinasky no nos habla de gente que vivía debajo de un puente, sino de gente que un buen día se puso a hacer cuentas y dejaron de salirle.

¿Y sabéis pos qué copio hoy ese fragmento del comentario? Porque me temo que la recuperación, si llega y si la vemos, no va a hacer que la suerte cambie para esa gente. Nuestra sociedad se ha dividido ya entre los que existen y loa que no, y los que existen van hacia arriba o hacia abajo, según los golpeen las olas, pero los otros están ya hundidos, ahogados, y ni siquiera les afecta el oleaje, porque en el fondeo de la irrelevancia no hay oleaje que valga; nadie te llama, nadie te espera, nadie cuenta contigo.

¿Os parezco quizás pesimista? ¿os parece que os estoy contando Mad Max? nada de eso. Lo que pasa es que soy de pueblo y vi lo que pasó en el campo a medida que la gente tenía que ir matando las vacas, vendiendo el tractor y cerrando el pajar. Lo vi, y vi que no le importó a nadie, porque eran cuatro paletos y tres destripaterrones.

Y ahora lo vuelvo a ver. En las ciudades. Pero no es distinto.

No os creáis mejores que los de la boina.

Ni de broma.

 

 

¿Con cuántas hipotecas eres rico?

El que muerde, y el que simula morder...

El que muerde, y el que simula morder…

Hablan ahora los políticos, concretamente los de Podemos, de que con 50.00o euros brutos al año (insisto en lo de brutos), ya eres rico y mereces que te aprieten los tornillos, porque es tu obligación arrimar un poco más el hombro.

Así que, en vez de discutir a lo bobo, me he buscado unos datos por ahí y los comparto con vosotros, a ver qué os parecen.

Un tipo que gana 50.000 euros brutos al mes, al final se lleva a casa unos 2400 € al mes, con dos extras. Un buen sueldo, vale, pero tampoco para sentarse a jugar al Poker con la familia Botin, ¿no?

Al final, ricos de verdad, en España vienen a ser un 2% de los ciudadanos y sus familias, que puestos a echar números sumarán como 1 millón de personas. Estos son los que entre ingresos y patrimonio tienen riqueza suficiente para vivir de ella generando grandes ingresos sin grandes dependencias. Son familias con grandes capitales, en diversas formas, poder e influencias.

Por debajo de ellos, clase media serían los que tienen altos ingresos, sin duda más de 50. 000 brutos, bien por ser directivos de Compañías, profesionales a los que les va bien, pequeños empresarios con negocios prósperos con empleados a su cargo, o sin ellos si tienen una posición sin grandes dependencias. Y con cierto patrimonio. Puede ser en torno al 18% de los ciudadanos y sus familias, en el caso de España 8 millones de personas.

Y el resto, el 80%, 36 millones, forman la clase baja.

De estos una cuarta parte, 9 millones, sería clase baja alta, asalariados con buenos sueldos, con trabajos técnicos, autónomos y profesionales con ingresos aceptables, jubilados con patrimonios solventes.

La mitad, 18 millones, clase baja media, la mayoría de asalariados y pensionistas con ingresos normales y patrimonios humildes.

Y el resto, otros 9 millones, el 20% de la población total, clase baja baja, los realmente pobres, parados, jóvenes o mayores sin apoyo familiar, inmigrantes, familias desestructuradas, totalmente dependientes.

El que tiene una hipoteca y no la solicitó para sacar ventaja financiera al apalancamiento, sino simplemente porque necesitaba el dinero para conseguir una vivienda, que no se ande con chorradas: ese  no es clase alta, y seguramente tampoco es clase media.

 

La enfermedad del hombre invisible

en dos segundos dejarás de verlo...

En dos segundos dejarás de verlo…

A veces lees a los lectores, o les escuchas en las terrazas, y entonces comprendes por qué se separan con tanta frecuencia tanta energía las realidades de las percepciones.

Siempre dijeron que la mona vestida de seda se quedaba simia, pero ahora resulta que no, que la ruina vestida de seda se convierte en brotes verdes, luz al final del túnel o cualquier otra chorrada que se le ocurra al que genera los eslóganes.

Decían por aquí mismo que habrá recuperación o no, que seguiremos con la crisis o no, pero que lo que sí estaba claro era que si sales a dar un paseo ves las terrazas llenas, y si vas al supermercado está lleno de gente comprando, y si vas a una Gran Superficie a veces no puedes ni aparcar.

Y cuando lo lees te preguntas primero si muchas veces te habrás pasado de pesimista en los escritos y luego recuerdas todos aquellos vídeos que te tragaste para escribir las novelas sobre la guerra Mundial.   ¿Y sabéis qué pasa? Que en el 45, en el Berlín lleno de escombros, también estaban las tiendas llenas y había un montón de gente caminando por las calles.

Y en el 18, después de muchos millones de muertos, también estaban a rebosar los cafés y los cabarets de París. Los siete millones de jóvenes que ya no estaban allí no los veía nadie, y los echaban de menos sus madres y sus novias, pero los demás decían también: ¡qué barbaridad!¡cuánta gente hay!

Porque afortunadamente vemos a los vivos, que son los que llenan las tiendas y los cafés. Porque afortunadamente no nos llevan a casa de los que tienen que estirar como gominola en verano lo que queda del subsidio, la ayuda del abuelo o los escasos ahorros de tiempos mejores.

Vemos ahora a los que están en las tiendas, los que ocupan los aparcamientos y los que están en las terrazas porque los otros, los que han dejado de fumar por causa de fuerza mayor, los que ya no pueden ir a las tiendas, ni pueden entrar ne los bares ni les queda más entretenimiento que la tele y un paseo de cuando en vez, esos se han convertido en invisibles, esos ya no importan a nadie, ni existen en ningún lado.

Los bares a los que iban, cerraron. Cerraron las carnicerías y las pescaderías que los surtían. Cerraron hasta las sucursales donde tenían los ahorros o la hipoteca, y detrás, uno por uno, fueron cerrando ellos las ventanas.

Porque hoy, ser pobre es como estar muerto.

Los pobres ya, ni estorban.

 

Javier Pérez

 

La hipoteca y el trabajo. Sobrantes y sobreros

El trabajo y el trabajador, haciendo como que se llevan bien...

El trabajo y el trabajador, haciendo como que se llevan bien…

Porque sí, al final podemos hablar mucho de subidas o bajadas en el precio de la vivienda, de subidas o bajadas en los tipos de interés aplicables a las hipotecas o de si los bancos necesitan limpiar su balance o encontrar demanda solvente, pero lo cierto, lo real, es que el mercado hipotecario depende de manera directa del mercado laboral.

Y en ese berenjenal nos vamos a meter, a ver qué tal respira la cosa.

El BBVA Reaseach, uno de esos institutos encargados de analizar datos por cuenta de un banco, llegó a la conclusión a finales del pasado año de  que España acabaría padeciendo un desempleo estructural del 18%, una vez que terminase la crisis. ¿Nos damos cuenta de lo que eso supone? Cuando las cosas vayan bien, si es que se arreglan, casi uno de cada cinco españoles estará clasificado en el apartado de sobrantes

A eso, según la misma fuente, habrá que añadir un empleo a tiempo parcial,  que en España no es una opción que la gente prefiera, sino que le viene impuesto, que se situará en un 25% o 30%. ¿Lo vemos? 18% de gente sin ningún trabajo, 30% de gente con la mitad del trabajo, que es como decir 15% sin ninguno.

Pero no acaba ahí la cosa: también habrá que sumar una temporalidad que, aunque los contratos de trabajo tiendan a unificarse, difícilmente bajará del 20% por la propia estacionalidad de numerosos subsectores de la economía española, lo que supone un desempleo equivalente de no menos de 7,5%, por aquello de que en unas épocas trabajarán unos y en otras otros.

Por lo tanto, cuando la crisis finalice, cuando la economía se  tranquilice, la gracia del asunto estará en que España lucirá un desempleo real cercano al 30%. Lo disfrazarán, sin duda, con treinta ropajes, como hacen ahora, pero esa será la proporción mínima de españoles pasándolas negras.

Visto así, ¿creemos de verdad que llevan camino de recuperarse las hipotecas?

Cuando tu banco te mira mal

Y hasta te echa maldiciones

Y hasta te echa maldiciones

Por aquí, por internet, decimos que las cosas cambian muy deprisa, pero la mayor parte de las veces no nos molestamos en explicar estos cambios a los más mayores, o a los que no teniendo tantos años viven un poco apartados del barullo. Y esa gente cuenta más de lo que pensamos. Y además vota.

Por mi parte, voy a intentar poner remedio a esta falta en un tema que nos interesa a todos y que a todos debería preocuparnos, sobre todo en un blog como este: los bancos.

El tema es bastante sencillo en el fondo y si hablásemos de bares, todo el mundo lo entendería. El tabernero quiere que vayas a su local para que le dejes ganancia. Es evidente, ¿no? ¿Qué pensaría de nosotros el del bar si entrásemos todos los días a leer el periódico, a usar el cuarto de baño y a utilizar los palillos sin consumir nada? Pues que ojalá nos marchásemos de allí cuanto antes.

Y eso les pasa a los bancos. Pero nos cuesta más entenderlo.

No comprendemos o no queremos asumir que el dinero que tenemos en las cartillas de ahorro ni lo quieren ni les sirve para nada. . ¿Cuánto nos pagan de intereses por ese dinero? Nada y menos. Y esta vez no es un dicho, sino que va en serio: nos pagan menos que nada porque a fin de año los intereses son menores que las comisiones de mantenimiento.

¿Y cómo es posible eso? Porque el Banco Central Europeo les presta el dinero, todo el que quieran, al cero por ciento de interés. Así que a ver, seriedad: si los bancos pueden conseguir el dinero que les dé al gana al cero por ciento de interés, ¿para qué quieren el nuestro? ¿Para que les demos la murga por diez céntimos de una comisión y tener que mandarnos una carta? No, de esa manera ni les interesamos ni les podemos interesar, seamos serios.

Para los bancos solo somos clientes si gastamos y les dejamos ganancia.

¿Tiene usted tarjeta? Pase.

¿Gasta dinero con la tarjeta? Bienvenido.

¿Contrata un seguro con nosotros? Buenas tardes.

¿Tiene con nosotros un préstamos o una hipoteca? Nos alegramos de verle.

¿Es usted el típico paisano que tiene aquí los ahorros, viene a actualizar la cartilla, no quiere que le cobren comisiones, no tiene tarjeta, ni seguro, ni debe un duro a nadie, ni hace más movimientos que el ingreso de la pensión? Marche a tomar por saco de aquí con viento fresco, que estamos para ganar dinero y no para poner a un empleado que le atienda a usted por la cara, a cambio de nada.

No te lo dicen, de momento, pero cada día te lo hacen ver más claro.

Las cosas han cambiado. Tener dinero ya no es ser un buen cliente. La cosa es gastarlo. La cosa es darlo a ganar. Como en el bar. Como en el pescadero…

La alternativa, por supuesto, es tener el dinero debajo de la teja. Una alternativa no tan mala, por cierto, teniendo en cuenta la nueva normativa. Pero ya hablaremos de eso…

El crecimiento y la deuda. Nos hipotecan a todos.

Aquí ponía yo a trabajar a más de cuatro gestores...

Aquí ponía yo a trabajar a más de cuatro gestores…

Hablaba el otro día de la economía de la oferta, y de cómo es difícil que la cosa mejore mientras la gente no gane unos salarios que le permitan consumir.

Esto, también hay que tenerlo claro, no sería la panacea: si la gente gana más, pero decide gastar eso que gana en bienes y servicios producidos fuera, entonces no estamos haciendo nada. O dicho de otro modo: tienen razón los que dicen que subir los sueldos en un país donde la gente se gasta la extraordinaria en Iphones no es una mejora para el país, sino para Apple. Triste, pero cierto.

Dicho estoy, creo que hoy conviene echar un vistazo a las estructura de los datos que nos presenta el Gobierno. Y me refiero a los datos oficiales, porque ni siquiera en los datos falsos son capaces de pintar la cosa como querrían.

Vamos allá:

El año 2014 la riqueza nacional o PIB, a precios de mercado, es decir, medida a los precios a los que los bienes y servicios realmente vendidos , ascendió según la Contabilidad Nacional a 1.058.468 millones de euros. O seas, el famoso billón de euros del que hablamos siempre de PIB (y que es falso, peor de eso ya hablaremos).

Esta cifra, comparada con la del 2013 (1.049.180 millones) da un crecimiento de la riqueza de 9.288 millones.
Pero aquí viene lo maravilloso: para conseguir ese crecimiento, el Gobierno ha aumentado la deuda española en 67.676 millones de euros, lo que significa que, por cada euro de riqueza creada en 2014, nos hemos endeudado en 7,3.

No sé si os dais cuenta, pero la deuda que se contrae ni siquiera se convierte en bienes o servicios facturados. Si el dinero que pedimos se emplease en plantar o consumir cacahuetes, al menos se reflejaría en l contabilidad Nacional, pero así, ni eso. ¿qué demonios están haciendo con nuestras finanzas nacionales? ¿qué huecos se cubren?

¿Qué diríamos de una familia que hiciese semejante cosa? ¿cómo calificaríamos una hipoteca en estas condiciones?

El problema de dónde meter la pasta (el que la tenga)

Plantación de cacahuetes: una salida siempre disponible y a todas luces original..

Plantación de cacahuetes: una salida siempre disponible y a todas luces original..

La hipoteca fue durante muchos años el recurso inversor más socorrido: cogías poco a poco tu dinero, pagabas unas cuotas, y mientras tanto te ibas haciendo un capital para el futuro o alquilando la vivienda, con lo que el inquilino tenía dónde vivir y el capitalista, hipotecado, conseguía una rentabilidad par su dinero.

Ese mecanismo dio lugar a un montón de artículos en los inicios de esta web. ¿Os acordais de cuándo hablábamos de la hipoteca inversa? ¿Os acordáis de todo lo que escribimos sobre los ancianos que dejaban su casa a una institución a cambio de un complemento de su pensión o algún chollo similar?

Pues bueno: todo eso se ha ido a la porra. Y con ello el sistema económico y de inversiones que lo sustentaba, con su propia mecánica de cajas de ahorros, políticos que concedían permisos y constructores que cosechaban el beneficio.

Resultó que los pisos sí que podían bajar. Y bajaron a lo bestia, y se quedaron en nada, en el balance de los bancos y en la percepción de riqueza de los ahorradores

Resultó que comprar para alquilar y hacerse un capital podía ser una ruina de proporciones faraónicas.

Resultó que lo que era tu capital para el futuro se convertía en el lastre para el presente.

Y entonces llegó la gran pregunta: ¿en qué se puede invertir? Y la respuesta es difícil, porque mientras los bancos centrales presten el dinero al cero por ciento,, ¿porqué le iba a interesar al banco nuestro dinero en vez del de Bruselas?

Así es como llega la hora de buscar algo que deje aunque sea una migajas, y ahí aparecen de nuevo las burbujas y el riesgo. Tan feo, tan feo, que en algunos sitios, hasta las hipotecas resucitan porque el ladrill0 parece una buena opción…

Apañados estamos…