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Por qué tanta gente pidió una hipoteca

A un panal de rica miel...

A un panal de rica miel...

Hoy, como es lunes, ataco con uno de esos artículos teóricos en los que trato de buscar el por qué de las cosas, aunque a veces sólo me encuentre con razones circulares, de las que se muerden la cola, no sé aún a ciencia cierta si por extravío o por rabia.

El caso es que la burbuja inmobiliaria se produjo por una demanda desaforada de pisos, y esta demanda sólo fue posible por una especie de fiebre hipotecaria, en ella que aquel que no tenía una hipoteca era poco menos que un leproso o un apestado.

Pero veamos: ¿Por qué tanta gente pido una hipoteca?

La respuesta obvia, aunque parezca una tontería, es porque las daban y porque había demanda. Las daban porque con la entrada en el Euro se produjo un enorme diferencial entre la economía real y la economía financiera. En España empezó a entrar dinero a chorro, y como a los españoles no nos gusta nada, pero nada,  cualquier cosa que tenga que ver con la industria, se canalizó este exceso de oferta monetaria a lo que verdaderamente nos gusta a los españoles: el ladrillo, y el inmovilizado para toda una vida.

Por tanto, tenemos aquí una doble vertiente, económica y sociológica: afluencia masiva de liquidez, bajos tipos de interés y un producto, el ladrillo, muy del gusto de una sociedad donde la frase “los pisos nunca bajan” había sustituido al Evangelio en las bocas de los gurús y los sacerdotes de nuevo cuño.

La otra razón mencionada es que había demanda. Y la había, porque los españoles hemos deseado, desde tiempos inmemoriales, anclarnos a una tierra y una comarca mediante el capital, y no mediante el gasto. Y esta es la diferencia que algunos no consiguen entender: que el piso en alquiler es gasto, mientras que la hipoteca y el piso en propiedad son expresiones de capital, con lo que los ciudadanos de a pie se quisieron insertar en el círculo del capital saliendo del circuito del gasto.

Con el dinero escapando a raudales del consumo para entrar en las arcas del capital, aunque sea familiar y fragmentado, el desastre estaba servido.

Por eso, cuando los que no pueden pagar su hipoteca piden leyes que les defiendan del capital no puedo menos que preguntarme si han entendido que el capital quisieron ser ellos mismos. O quizás sea aún más duro preguntarse si los que todavía pagan sus recibos mensuales sin problemas se arrepienten o no de haber entrado en esa rueda.

Dejamos esas cuestiones para otro día. O para los comentarios, si os parece.

La hipoteca nos costó más

Acabaremos intentando bajarnos una casa de internet...

Acabaremos intentando bajarnos una casa de internet...

A veces, a fuerza de querer entrar en detalles y ofrecer una información más especializada nos dejamos atrás el lenguaje de  la gente normal, o si no su lenguaje, sí sus preocupaciones. Por eso, creo que esta vez me lo voy a plantear de otro modo y afirmar, simplemente, que la hipoteca nos costó más en 2011.

¿Y cómo se calcula eso? Como lo calculan millones de familias españolas: comparando sus ingresos con la parte que se come la hipoteca.

Atrás han quedado ya los tiempos en que teníamos sensación de riqueza tragándonos los dos trucos principales para convencer al pobre de que debe gastar aunque no tenga, o de que tiene cuando no tiene. hablaré de ellos más adelante en detalle, pero son fundamentalmente dos: sustituir la renta por el endeudamiento y abaratar los productos de relumbrón.

Pasada la fiesta, nos damos ahora de bruces con el hecho, ya intuido, de que la vivienda nos cuesta más cada vez, de que ya no se trata de compararnos con nuestros padres, que compraban su casa con treinta o cuarenta sueldos, sino de pensar en cuándo podremos darnos de nuevo el gusto de pensar que estamos un poco desahogados.

Pero vamos a los datos:

Según publica el banco de España, en 2011 las familias destinaron al pago de la vivienda un 29,1% de su renta bruta, lo que significa que el esfuerzo real, o la parte de la renta que se lleva la vivienda, ha crecido dos puntos sobre 2010, año en el que la vivienda consumió el 27,3% de la renta familiar disponible.

Ahora tengamos en cuenta que este dato es global, y que hay un montón de gente que tiene ya la vivienda completamente pagada. Al final, la conclusión es que si la vivienda ha bajado  y el Euribor no ha subido, lo que tenemos es un empobrecimiento general de la nación, con un descenso generalizado del nivel de renta.

Dedicamos más a la vivienda porque nuestros ingresos se reducen más deprisa que el precio de los inmuebles. Y con unos ingresos que se reducen, mientras la confianza permanece por los suelos, es imposible que la economía despegue.

La cosa no pinta bien. Nada bien.

Y tú más…

Como niños en el patio del colegio

Como niños en el patio del colegio

Como si de un patio de colegio se tratara, esta semana hemos asistido a un cruce de declaraciones entre los dos agentes principales en la financiación de este país, como son Emilio Botín, Presidente del Banco Santander, principal banco español, con permiso del BBVA, claro está, y Jesús Terciado, Presidente del CEPYME, la asociación que recoge a los pequeños y medianos empresarios.

Empezó Botín, que en un acto corporativo, de esos en los que los empresarios, de cualquier sector, se dicen a sí mismos, lo guapos e inteligentes que son, diciendo aquello de que la falta de financiación no es culpa de las entidades financieras, pobrecillas ellas, sino que es de las empresas que no son solventes. Según su argumento, los bancos quieren dar créditos, pero el problema es que las empresas no los pueden devolver.

Inmediatamente después, como no podía ser de otra forma, Jesús Terciado salió al quite de estas palabras, y echó toda la culpa de la falta de financiación a las entidades de crédito. Aceptando que las empresas no son solventes, pero no desde el punto de vista objetivo, sino desde el punto de vista de los bancos.

En palabras de Terciado, las entidades financieras españolas han endurecido de manera extrema las condiciones de acceso a la financiación, exigiendo unos requisitos de solvencia inalcanzables, no ya sólo ahora, en estos momentos de dificultad, sino también en los años de bonanza, lo cuál hace imposible acceder al crédito.

¿Quién tiene razón?

Pues supongo que ambos. Las entidades financieras tienen razón al exigir a las empresas mayor solvencia, porque no pueden caer en nuevas situaciones de morosidad que dificulte su posición ante las autoridades europeas, y también tienen razón las empresas al quejarse de un incremento en las exigencias de solvencia de manera exagerada y sin justificación.

El problema es que en lugar de luchar por obtener un punto de acuerdo entre ambos sectores, se sigue produciendo una lucha de declaraciones sobre quien ostenta la responsabilidad de la situación que en poco, o nada, ayuda a la sociedad española y a la resolución de la situación de una manera efectiva.

El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra

Las grandes inmobiliarias se ponen nerviosas

Las grandes inmobiliarias se ponen nerviosas

Llegados a este punto no nos queda más que pensar que toda la crisis que hemos padecido, todos los sufrimientos que se nos han acumulado y todas las dificultades que están por venir, no nos han servido de nada, porque seguimos encallados en los mismos errores del pasado y parecemos dispuestos a volver a cometerlos.

Ahora que todos los analistas y expertos económicos coinciden, sin excepción, en culpar a la burbuja inmobiliaria de la actual crisis, poniendo el acento en la política de incentivos a la compraventa de viviendas ejecutada por el Partido Popular de José María Aznar, y que luego no supo atajar Zapatero en sus ocho años de gobierno, resulta que el G-14, el grupo que aúna a las principales inmobiliarias de este país, apuesta por recuperar los errores del pasado.

Angustiados, como están, por el tremendo stock de viviendas vacías que acumulan sin que parezca que pueda haber una solución en el corto-medio plazo, no han dudado en solicitar al gobierno la extensión de las medidas que promueven la compra de primeras viviendas, a las segundas viviendas.

De esta manera, el G-14 ha solicitado que se amplíe el IVA superreducido y la desgravación fiscal por compra de vivienda a las segundas residencias, con lo que podría tener una reducción del stock que acumula, no hay duda, pero, a la vez, provocaría que la especulación inmobiliaria regresara a nuestras vidas.

Y es que si aceptamos que los incentivos fiscales para la compra de vivienda pueden tener un sentido social y económico cuando se trata de una primera vivienda, esta faceta desaparece directamente cuando se trata de la segunda residencia, la cuál se compra, o bien por pura especulación, o bien por disponer de la capacidad económica suficiente como para no necesitar estas ayudas del gobierno.

Por ello, esperamos que el Gobierno de Rajoy haga oídos sordos a esta propuesta del G-14, y que prime la responsabilidad de gobierno antes que los favores debidos o las convicciones económicamente liberales y mal encauzadas, porque lo único que puede provocar es que en 10 años volvamos a tener que hablar de una nueva crisis económica.

La hipoteca y sus mariachis

Yo sé bien que mi destino era pagar y pagaaaaaaaaaaaar

Yo sé bien que mi destino era pagar y pagaaaaaaaaaaaar

Como muchos de vosotros ya sabéis, el problema de las hipotecas no es  sólo que no se den, que pidan el certificado de vacunación contra la rubeola o que exijan dos firmas compulsadas de Georges Soros y Bill Gates como avalistas. El problema, actualmente, es lo que piden que se firme con ellas, creando eso que ahora llaman un pack y que toda la vida le llamamos un timo.

Así, resulta que el Euribor está bajando, pero el diferencial aumenta. Y así resulta que para que no te suban ese diferencial tienes que contratar otros productos aledaños cuyas condiciones no están muy claras. Que si domiciliar la nómina, que si un plan de pensiones, que si un seguro de vida, que si un seguro de hogar…

Sobre las tarjetas, las domiciliaciones de nómina y otras zarandajas propias de zocos magrebíes hablamos otro día. Hoy os quiero contar un tema sobre los seguros para que andeis con ojo, ya que acabo de ver cómo se abusa del cliente: los seguros.

A menudo se firma con la hipoteca una cláusula por la que, si no se contrata el seguro de vida o el seguro de hogar de la vivienda hipotecada con el propio banco, el diferencial sube automáticamente un 0,6 % o hasta un punto. Como la ley obliga a tener asegurado el bien objeto de la hipoteca, lo normal es que nos encojamos de hombros y aceptemos esa cláusula, que nos la presnetan al revés: una rebaja si hacemos el seguro con ellos.

Hasta ahí, todo está muy bien. Lo que pasa es que luego, a la hora de contratar esas pólizas de seguros no nos tomamos la molestia de consultar lo que cuestan en realidad si las contratamos en otro sitio, porque muchos bancos cobran el doble y hasta el triple por esas pólizas de lo que te cobra LA MISMA ASEGURADORA si lo haces por tu cuenta. O sea, que si vas a una compañía de seguros y pides una cobertura te conbran una cosa, pero tu banco, lo duplica. Y si no aceptas el precio, te meten el punto de diferencial.

Por tanto, tengamos un poco de vista con este tema: pólizas de seguros con el banco, sí, pero a un precio que noi sea nunca superior al de mercado. Y que el contrato lo refleje.

No vaya a ser que la hipoteca venga con mariachis de rechufla…

La hipoteca que no nos dan y el dinero que no nos prestan

Pues te chinchas...

Pues te chinchas...

Aunque nos extrañe a estas alturas recibir alguna buena noticia, parece que la deuda pública se  está vendiendo mejor que de costumbre, e incluso bajan los intereses que el Estado paga por endeudarse. En principio, muchos han respirado aliviados porque al fin empieza a aflojarse la presión sobre la deuda soberana, ya que este puede ser el camino para salir de la crisis.

Por mi parte, no puedo ser tan optimista, y lo que debería alegrarme no hace más que asustarme otro poco. Y voy a tratar de explicarlo:

Cuando los bancos no tenía un duro en sus cajas fuerte no nos prestaban un duro ni nos concedían una hipoteca. Y hasta ahí nos parecía comprensible.Pero resulta que ahora el Banco Central Europeo ha decretado barra libre de financiación y los bancos vuelven a tener pasta, porque la consiguen en el BCE a precios de risa. ¿Y qué sucede? Pues que han decidido que tampoco nos lo van a dar a nosotros, que no nos van a sacar del atolladero, y que el pequeño empresario que no pueda funcionar sin línea de crédito lo que tiene que hacer es cerrar y poner a los trabajadores en la calle, porque prefieren comprar deuda pública o meter esa pasta de nuevo en el BCE.

El dato es devastador: el 85 % de la deuda pública subastada en los últimos meses la han comprado nuestras propias entidades bancarias con el dinero que han pedido al BCE. De este modo, estamos como estábamos, aunque se haya maquillado la cosa: nuestro Estado debe menos, o se financia más barato, y nuestros bancos deben más, pero el dinero no ha llegado a la economía real.

O sea que ahora los bancos SI tienen liquidez, porque se la da el BCE.  Lo que no tiene es ganas de arriesgar ese dinero en negocios reales, en dar préstamos o hipotecas, y prefieren meterlo en la economía especulativa (por eso se mantienen las bolsas) o dárselo al Gobierno para que no les mire mucho los balances.

Por eso hay que pensar que la anemia del mercado inmobiliario y de las hipotecas tiene mala solución. Si a los bancos no les gusta ya el negocio de prestar dinero a la gente, ¿quién se ocupará de tan ingrata labor?

Me veo en los viejos tiempos del Mercader de Venecia, vaya…

Las hipotecas siguen en caída libre

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Durante toda esta crisis que todavía nos sigue asolando sólo hay una cosa de la que podemos estar 100% seguros, y esa no es otra más que cuando pensamos que la cosa no puede ir a peor, los datos vuelven a llevarnos la contraria y demostrarnos que todo puede ser aún peor.

Esta misma semana hemos conocido los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) que certifican que el número de hipotecas constituidas durante este pasado mes de noviembre no llegó ni tan siquiera a las 30.000, apenas 28.113, lo que supone un descenso del 35,8% con respecto noviembre de 2010 y pone sobre la mesa la tremenda caída que seguimos sufriendo en la concesión de hipotecas.

Con estos datos del INE para el mes de noviembre tenemos el decimonoveno mes de caídas consecutivas, y aunque se mejoran ligeramente los datos de octubre, cuando se marcó el mínimo histórico de la serie, que se comenzó a analizar en el año 2003, todavía nos encontramos con datos en negativo en tasa interanual que demuestran que la recuperación está todavía muy lejos.

Evidentemente, todavía tendremos que esperar a que las acciones del nuevo gobierno en materia financiera y en materia inmobiliaria comiencen a surtir efecto, pero hasta entonces nos seguiremos encontrando con datos cada vez más desalentadores.

Además, el importe medio de las hipotecas también se redujo de manera drástica, situándose en los 109.662 euros, para un tipo de interés medio situado en el 4,50%, con un decremento del 4,5% para el importe y un crecimiento del 17,8% para el tipo de interés.

En definitiva, nos encontramos con que el importe medio de las hipotecas sigue cayendo, como consecuencia de la caída de precios de los inmuebles, a la vez que el tipo de interés medio aplicado en las pocas hipotecas que se conducen se sigue disparando, a la vez que las comisiones también se amplian de manera continuada.

Por tanto, seguiremos sufriendo la actitud de las entidades financieras en términos de no concesión de hipotecas, como han venido haciendo durante todos estos meses de atrás, lo cuál repercute directamente en el mercado inmobiliario, en particular, y en la economía, en general.

Éramos pocos, y habló La Caixa

La Caixa justifica a las entidades financieras

La Caixa justifica a las entidades financieras

El Servicio de Estudios de La Caixa ha puesto en bandeja de plata una excusa para que las entidades financieras puedan seguir incrementando los diferenciales y las comisiones que cobran a sus clientes, aludiendo a la compleja situación actual de los mercados y las incertidumbres sobre el futuro.

Y es que La Caixa considera que con el desempleo por las nubes y los gobiernos europeos sufriendo para conseguir mantener su independencia de los mercados, lo mejor que pueden hacer las entidades financieras es proteger su liquidez y su solvencia ante lo que se pueda dar en el futuro.

Porque el primer objetivo que deben de perseguir todas las entidades financieras españolas, sostiene La Caixa, es el de evitar la morosidad pase lo que pase, y para ello la mejor forma de conseguirlo es evitando la concesión de nuevos créditos y el filtro ideal para conseguirlo es encarecer el acceso al crédito.

Un crédito que se hará más y más difícil a medida que avancen los meses y nos acerquemos a los exámenes de solvencia a los que el BCE someterá a las entidades financieras europeas a mediados de año, en los que estas entidades tendrán que demostrar su liquidez y su solvencia en situaciones complejas.

Por ello, todos los analistas coinciden en afirmar que los próximos meses supondrán un agravamiento de la sequía creditica al que la economía está siendo sometida por parte de las entidades financieras en estos últimos meses, lo cuál no redundará precisamente en una mejora de la economía real, que seguirá claramente estancada y sin visos de solución.

Por tanto, debemos de prepararnos para lo peor, para unos momentos de tremendas dificultades que afectarán a todos los ámbitos de la sociedad, pero especialmente a aquellos ciudadanos que ya están sufriendo mayores dificultades como consecuencia de la falta de empleo y de la pérdida de sus viviendas.

Porque, a pesar de lo que algunos habían llegado a pensar, la llegada del nuevo Gobierno no ha supuesto ningún cambio sustancial, porque la capacidad ejecutiva de los gobiernos nacionales en este mundo globalizado es realmente escasa, ya que las grandes decisiones vienen dadas desde corporaciones supranacionales.

Hipoteca y gasolina. Un extraño parentesco

En medio de ningún lado...

En medio de ningún lado...

Aunque parezca que voy a hablaros de la velocidad y el tocino, os ruego que me deis una oportunidad para explicar un nuevo problema que les ha surgido a los bancos en su intento por deshacerse de su enorme stock inmobiliario, algo totalmente necesario para desintoxicar sus balances y que la economía real vuelva a funcionar movida por el crédito a las empresas y los profesionales.

El caso, como ya hemos hablado en otras ocasiones, es que la mayor parte de los inmuebles que tienen atascados los bancos en sus cuentas son segundas viviendas, y viviendas en urbanizaciones o grandes barrios construidos en las afueras de las grandes ciudades o en zonas costeras y de vacaciones, pensadas como segunda vivienda. Los pisos en el centro de las ciudades siguen vendiéndose bien, o se venderían si le gente tuviera dinero, que es a es otra, y si los bancos concediesen hipotecas.

En las previsiones de los bancos figuraba ya la necesidad de tener que rebajar los precios de esas viviendas para hacerlas más atractivas, pero les ha surgido el problema de los combustibles: a medida que la gasolina sube de precio, y se está acercando ya al salvaje nivel de los 1,5 €, es más caro y menos interesante vivir en las afueras o tener una segunda vivienda.

Por tanto, el precio de lso combustibles está presionan a la baja los precios de cualquier inmueble que esté a cierta distancia de lso centros habituales de trabajo, ya que el compprador echa las cuentas y acaba convencido de que lo que ahorra en hipoteca lo va a pagar en gasolina.

Desplazarse es caro, y va a ser más caro cada día, toda vez que los combustible sno tienen trazas de bajar su precio, pro lo que las viviendas que requieran el uso intensivo del automóvil se verán devaluadas en la misma medida para poder competir con aquellas mejor comunicadas, más cercanas a los centros de trabajo o que dispongan de transporte público.

El precio real de los chalés de las afueras y las macrourbanizaciones tipo “Pocero de Seseña” sufre así un nuevo recorte, agravando la situación de los bancos en primer lugar, y luego, poco después, la nuestra, porque estas cosas las pagamos los de siempre.

Así que, como veis, éramos pocos y la abuela se ha ido de juerga…

El precio de la vivienda sigue cayendo

Esto sigue bajando

Esto sigue bajando

Parece que la caída del precio de la vivienda en nuestro país no tiene fin, ya que según los datos que ha publicado el Ministerio de Fomento esta misma semana, nos encontramos con que se ha producido un descenso interanual del 6,8%, intertrimestral del 1,6%, y desde que comenzara la crisis del 19%.

Es decir, que en los cuatro años que llevamos sufriendo el parón del sector de la construcción y sector inmobiliario, nos hemos encontrado con una caída cercana al 20%, que era la previsión inicial de todos los expertos sobre la necesidad del sector para iniciar la recuperación.

Sin embargo, lejos de iniciar la recuperación nos encontramos con que la situación sigue en un estado muy similar al que teníamos cuando comenzó la crisis, con un parón casi absoluto de la construcción y con una demanda efectiva inexistente, como consecuencia de la constante negativa de las entidades financieras a conceder financiación a los particulares para que puedan disponer de hipotecas.

Una situación que se extenderá durante todo este año 2012, a juzgar por los análisis que se están haciendo desde todos los sectores, ya que la economía no tiene visos de iniciar una recuperación definitiva que pueda lleva a pensar en el inicio del relanzamiento de la misma.

En este sentido, todos los analistas coinciden en afirmar en que la situación del empleo es clave. Una vez que comience a reducirse la tasa de desempleo y que se estabilice la contratación, los ciudadanos tendrán perspectivas de futuro optimistas y unos ingresos más o menos fijos, con lo que podrán empezar a plantearse consumos e inversiones de largo plazo.

El problema radica en que el nuevo gobierno de Rajoy intentará recuperar el empleo a través de la construcción, sin plantearse alternativas diferentes, con lo que corremos el riesgo de caer en una nueva burbuja inmobiliaria que pueda llevarnos a unos años de prosperidad que culminen en nuevo pinchazo que nos hunda de nuevo.

Y es que no nos podemos dejar llevar por el cortoplacismo y debemos de pensar en el medio-largo plazo, apostando decididamente por fórmulas económicas alternativas que nos permitan obtener un crecimiento económico a largo plazo.

Las subastas extrajudiciales, la nueva estratagema de los bancos

Los bancos quieren ser el único postor

Los bancos quieren ser el único postor

Está claro que echa la ley echa la trampa, y para trampas “legales” no hay nadie mejor que las entidades financieras que saben adentrarse en las entrañas de los textos jurídicos para obtener su beneficio permanente en cada situación, le pese a quien le pese.

Y así está sucediendo con las subastas extrajudiciales, que es una manera de esquivar las subastas tradicionales que se vienen realizando en los tribunales, para poder conseguir las viviendas a unos precios mucho más económicos, compensando así sus pérdidas patrimoniales.

Una subasta extrajudicial se realiza ante notario, y exige que el primer precio de salida del inmueble sea el 100% del valor de tasación del mismo, pasando, en caso de que no haya ningún comprador, al 75%, en segunda subasta, quedando, entonces, en precio libre para las siguientes pujas.

De esta manera, se puede dar el caso, y de hecho se ha dado, de entidades financieras que se han quedado con una vivienda en propiedad por el módico precio de 1 euro, gracias a que no había otros pujantes y la subasta se resuelve por esa cantidad antes de quedar desierta.

No podemos olvidar que en una subasta judicial el precio por el que la entidad financiera se queda el inmueble es el 50% del valor de tasación del mismo, con lo que la diferencia es notable y explica la voluntad de las entidades financieras de apostar por las subastas extrajudiciales como una manera de resolver sus problemas de balance, a costa de los intereses de sus antiguos clientes.

El problema radica en la laxa moralidad de esta práctica, ya que no está muy claro hasta que punto puede ser ético el quedarse con una vivienda por un euro, por mucho que la ley lo permita, aunque el nulo interés de las entidades financieras por las cuestiones éticas y morales es sobradamente conocido, y respetable, por otra parte, porque no dejan de ser entidades con pleno ánimo de lucro.

Son las administraciones públicas las que deberían de tomar cartas en el asunto y evitar que se produjeran estos abusos a todos los niveles si quieren, como dicen, defender los intereses de los ciudadanos.

Hipoteca, deducción por vivienda y borrón contable

Idea original para medir el tiempo

Idea original para medir el tiempo

Como decía el otro día, el Gobierno recuperó la deducción por vivienda y lo hizo con carácter retroactivo, también para 2011. A primera vista la cosa suena bien, aunque sólo sea porque el cuerpo nos pide respiros, ayudas y un poco de alegría, después de los palos que han caído y los que seguirán cayendo.

Todavía está por ver si esto ayudará en algo a que los bancos suelten la pasta y dejen de pedir hasta el certificado de vacunación contra las paperas para conceder una hipoteca, aunque mucho me temo que no será así, por mucho que los bancos sean los principales impulsores y beneficiarios de esta medida que, no lo olvidemos, va a costar un montón de pasta a las arcas públicas en uno de sus momentos más famélicos.

La idea subyacente en esta medida, al menos a mi juicio, no es ayudar a los ciudadanos, sino tratar de limpiar los pringosos borrones ladrilleros que adornan en estos momentos los balances de nuestros bancos e intentar de paso reactivar el sector de la construcción, ese sector en el que se basó durante tantos años nuestra economía demostrando su pujanza innovadora y tecnológica.

El Gobierno, con esta medida, parece olvidar que los pisos han dejado de venderse por falta de empleo, de capacidad de consumo y de financiación bancaria, y no porque las condiciones fiscales para su compra fuesen desfavorables. O dicho de otro modo: si no se venden los pisos no es porque no se desgrave, sino porque no hay un duro, las viviendas siguen siendo caras y los bancos no se fían no de su ángel de la guarda. Y además, esta deducción retrasará el ajuste de precios, alargando el problema, pero esa ya es otra historia para otro día…

Lo que más miedo da, o por lo menos me lo da a mí, es que un Gobierno recién elegido tenga tan pocas ideas originales y regrese al viejo tópico del ladrillo incluso a sabiendas del batacazo que nos dimos la última vez que basamos en construcciones e hipotecas nuestra actividad productiva.

Lo que más miedo da, francamente, es que no se les ocurra otra cosa.