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La hipoteca y el Apocalipsis

-Creo que nos están atacando los nuestros.

-Creo que nos están atacando los nuestros. -Es igual. Tú dispara y no preguntes.

Amigos, es la guerra.

Primero se preocupaban los que querían una hipoteca y no se la daban, ya fuese porque su trabajo no era lo bastante estable, ellos no le parecían al banco lo bastante jóvenes, o el piso no le parecía a la entidad financiera lo bastante soleado para revenderlo en caso de insolvencia.

Luego comenzaron a preocuparse los que sí habían conseguido una hipoteca, y acababan de descubrir que el papel que habían firmado los iba a endeudar por treinta años, y que aquello de que los pisos no bajan nunca era mentira. Porque lo cierto es que lo que no salió fue la cuenta de muchos: si puedo, lo pago, y si no lo puedo pagar, lo vendo y siempre me sacaré un pellizco, así que hay que hipotecarse porque pagar alquiler es tirar el dinero. ¿No lo escuchásteis nunca? Yo sí. Y ahora, los que ganaron, callan como meretrices, y los que perdieron vienen con la dación en pago, la deuda odiosa y todas las demás formas de reconocer que no sabían leer, o que al menos no supieron leer ni entender lo que firmaron

Como tercer jinete de este Apocalipsis particular hay que citar a los bancos. Se comportan como casinos, se juegan el dinero a cara 0 cruz, y cuando ganan retribuyen a sus directivos con magníficas comisiones, agradeciéndoles su audacia y su puntería a la hora de invertir. Y cuando pierden, ¡coño, pues también! Al final, las cajas de ahorros, que son los peores engendros desde tiempos de la burra con alas de mariposa, repartieron entre los políticos los beneficios y reparten las pérdidas entre los ciudadanos. ¿Y por qué no quiebran? Porque lo cierto es que no tienen accionistas, así que no jorobamos…

Y ahora resulta que el dinero tampoco está seguro en el banco. Lo de Chipre nos ha enseñado que puestos a echar mano de lo ajeno, las autoridades europeas no se paran en pequeños tecnicismos. Por ejemplo, tienen razón en que el Fondo de Garantía de Depósitos sólo asegura los cien mil primeros euros, pero se olvidan de que le resto se puede perder en caso de quiebra de la entidad. Por ejemplo, que el sistema financiero se basa más en la confianza que en los balances, y que la gente sólo sabe una cosa: que hay personas que  han pedido sus ahorros después de llevarlos al banco. ¿Cómo se restaurará ese roto? ¿Qué vieja Celestina remendará esa honra?

Por eso digo que es la guerra, una guerra en la que nos queda ante todo una pregunta: ¿Quién está en una posición más segura? ¿El que tiene unos ahorros o el que tiene una hipoteca?

La respuesta un día de estos, cuando se hunda otro pilar que parecía seguro…

Hipoteca y tipo de cambio

Numancia.

Numancia.

A medida que pasa el tiempo nos va a quedando a todos más claro que la deuda acumulada por los países desarrollados es impagable, o al menos lo es en las condiciones actuales.

Aunque me llaméis pesado, tengo que volver a explicar lo que es en realidad la deuda, porque creo que es el concepto que más cuesta entender y el que nos trae a todos por la calle de la amargura.

La deuda consiste fundamentalmente en gastarse hoy el dinero del futuro, de manera que ambas partes, el que presta y el que recibe el dinero, dan por seguro que en el futuro se generará rentas y riqueza suficiente para pagar ese importe. Por razones diversas, ese incremento general de la riqueza no se ha producido, con lo que ahora, que ya estamos en lo que en en 2005 se entendía pro futuro, no hay dinero para pagar la deuda y aú menos los intereses, ya que los intereses son dinero que tiene que salir de otro lado, o sea, el reflejo numérico del incremento de riqueza.

Usualmente, en estos casos se declaraba la bancarrota o se devaluaba la moneda. Lo primero está muy bien si eres autosuficiente, pero nuestra sociedad se ha hecho lo bastante compleja como para que una bancarrota te deje sin petróleo, sin piezas de recambio para tu maquinaria y con una mano delante y otra detrás. Por eso, aunque lo que más le apetece a todo el mundo es dejar de pagar, las bancarrotas son tan raras y se tratan de evitar con tanto esfuerzo.

La otra solución es la devaluación, pero la devaluación significa, ni más ni menos, tener más billetes para representar la misma riqueza, o lo que es lo mismo, extender la misma mantequilla en más pan. Por supuesto, los que deben dinero estarían encantados con una devaluación, pues eso supone pagar su deuda con menos riqueza, dándole al acreedor billetes del Monopoly en vez de dinero real. Y por esa misma razón, los acreedores y los que tienen ahorros se oponen a cualquier devaluación.

La única salida en estos momentos para que se paguen las hipotecas es una devaluación, pero España no puede ejecutarla de manera unilateral y Alemania, que es fundamentalmente acreedora, prefiere que le paguemos con dinero de verdad mejor que con fotocopias de billetes, así que tenemos un problema.

Sin embargo, la medida que pase el tiempo y quede claro que las dos opciones que quedan son solamente cobrar menos o no cobrar nada, es muy posible que tanto el dólar como el euro se dirijan a una devaluación controlada. ¿Y a qué esperan? A que pase el tiempo, porque cada mes que pasa son muchos millones de cuotas que se ingresan con dinero de hoy, ese dinero que vale más de lo que valdrá el de mañana.

Al final, quien deba dinero es posible que salga ganando, pero siempre que haya pagado puntualmente hasta esa fecha. Por el camino caerán muchos y a esos no les servirá de nada que el euro se devalúe al final del camino.

Es cuestión de medir y resistir. Sobre todo, resistir.

Efectos de un hipotético cambio de moneda: hipotecas y depósitos.

La cosa se pone homérica....

La cosa se pone homérica....

Este es uno de los casos en que ser el autor de los artículos puede aprovecharme para aprender algo en lugar de tratar de mostrar a los demás lo que pueda saber. Vaya pues por delante mi declaración de humildad y el ruego de que si hay algún lector mejor informado que yo, me ilustre y nos ilustre a todos.

Desde que se ha desatado el pánico final, tipo Mad Max, del posible pero aún improbable retorno a la peseta, leo por ahí que si regresáramos a la antigua moneda nuestras cuentas se pasarían a pesetas perno nuestras deudas permanecerían en euros. Un comentarista del artículo anterior, con esta base, recomienda incluso utilizar los ahorros que podamos tenerer para amortizar toda la hipoteca que se pueda de cara a cubrirnos de esa eventualidad.

Pues bien: lo he estudiado un poco a fondo y en mi opinión no es así. No es así ni lo ha sido nunca en todos los casos que ya ha habido a lo largo de la historia, que no son pocos ni raros.

Cuando un país cambia de moneda, el cambio afecta a todos los contratos vigentes, tanto a los deudores como a los acreedores. Cuando un país cambia de moneda, los ahorros que estaban en dólares pasan a estar en Percebes (para inventarme una moneda) y las deudas expresadas en dólares pasan a estar expresadas en Percebes. De hecho, la utilidad de la creación de un corralito es precisamente evitar que se produzcan extracciones de efectivo o trasnferencias en una moneda distinta de la que se acaba de hacer oficial.

Por tanto, si regresáramos a la peseta, nuestras cuentas pasarían a expresarse en pesetas, y también las hipotecas, y las deudas pendientes, y las letras de la nevera, y absolutamente todas las transacciones pendientes, de igual modo que se hizo con las hipotecas pendientes de pagarse cuando entró en vigor el Euro, pero a la inversa.

Otro tema, del que hablamos cuando os parezca, es lo que les sucedería a los bancos españoles y sus deudas frente a entidades extranjeras. Eso sí sería un desastre del carajo, pues al devaluarse la nueva moneda y mantenerse sus deudas en la anterior, se crearía una especie de agujero negro casi imposible de cubrir, con lo que el país entero podría entrar en quiebra, y sin poder pagar la cuenta petrolífera, cosa que muy posiblemente llegaremos a ver en Grecia por mucho que aplaudan su suicidio los agitadores de turno. Hay otros efectos, la mayoría derivados de la inestabilidad y de la fuga de capitales, pero no es el momento de comentarlos. Lo peor, sin duda, sería que los precios se elevarían mucho más deprisa que los salarios, como sucedió a finales de los setenta y principios de los ochenta, creando una crisis económica y social aún peor de la que padecemos.

Por lo demás, un cambio de moneda supondría sin duda alguna una devaluación, con el consiguiente aumento de las exportaciones, reducción de las importaciones, empobrecimiento general y transferencia de riqueza de los ahorradores a los deudores.

Precisamente por eso, y no porque sean muy malotes, es por lo que Alemania se opone tajantemente a la depreciación del Euro.

El timo de la estampita con las hipotecas multidivisas

La picaresca española sigue a la orden del día

La picaresca española sigue a la orden del día

Para ponerte en situación el timo de la estampita es aquél en el que un desequilibrado ficticio se acerca a un tipo y le ofrece unas estampitas que lleva en un sobre las cuáles, aparentemente, son billetes de curso legal. El tipo, tratando de aprovechar su suerte de haberse encontrado con un desequilibrado que no sabe que lo que lleva en el sobre son billetes en lugar de estampitas le paga una cantidad de dinero por el sobre y se marcha creyendo que ha hecho el negocio del siglo.

Sin embargo, luego resulta que lo que había en el sobre no eran más que papeles y que había sido timado por un desequilibrado, que no lo era en realidad, y que le ha dado gato por liebre aprovechando la sed ventajista y sin escrúpulos del tipo que se creyó más listo que nadie.

Pues algo parecido ha sucedido con las hipotecas multidivisas. Todos los analistas y expertos siempre han coincidido en afirmar que se trata de un producto especulativo en el que se debería de entrar sólo si se dispone de la flexibilidad suficiente como para poder jugar de manera eficiente en la lotería del tipo de cambio.

Pero durante muchos años cerca de 30.000 (según los cálculos de ADICAE) desoyeron estas recomendaciones y creyeron ver la gallina de los huevos de oro a su alcance, con la posibilidad de contratar una hipoteca mucho más barata que la del vecino, aprovechando su superior inteligencia y demostrándose a sí mismos, o al resto de la gente, que es más importante, que sabían aprovechar sus oportunidades.

Unas oportunidades que ahora se están viniendo abajo como un castillo de naipes. El poder del Euro, que parecía sempiterno hace unos años, ha desaparecido, y Bancos Centrales con tradición de tipos de interés bajos, como el japonés, se han visto en la obligación de corregir su tendencia ante la escalada inflacionista a la que se enfrentaban.

Ello ha provocado que todos los que tenían hipotecas multidivisas ahora se encuentran con que deben más dinero del que contrataron inicialmente, y que mientras sus vecinos siguen pagando cuotas similares, a ellos se les ha doblado. En definitiva, fueron a por lana y acabaron siendo esquilados.

Hipoteca, Euro y devaluación

Búho germánico vigilando la ortodoxia monetaria

Búho germánico vigilando la ortodoxia monetaria

En el artículo de este viernes comentaba un lector las posibles consecuencias que acarrearía la devaluación del Euro, y lo hacía además con mucho tino.

No obstante, y llevando el debate al tema hipotecario, me gustaría incidir sobre ese asunto, pues son muchas las personas que hablan de la devaluación como posible salida.

Como primera provisión, y ya que mi obligación aquí es mojarme, yo estoy a favor de la devaluación del Euro. Y a pesar de ello estoy de acuerdo, también, con Dabeman y su comentario.

Me parece completamente cierto que tenemos un Euro de dos velocidades y que nuestro peor problema es la convivencia fiscal de naciones desarrolladas con otras que solamente lo simulan pero están más cerca de la república bananera que del estado moderno.

Estoy de acuerdo también en que en estos momentos una devaluación del Euro supondría un duro encarecimiento de todas las importaciones en general y muy en particular de la factura energética, lo que seguramente complicaría la recuperación.

Sin embargo, hay otra vertiente que es la que me convence de estar a favor:

-Por un lado, al mejorar nuestra capacidad de exportación y empeorar la de importación, pondríamos cierto remedio a la salvaje sangría de nuestra balanza de pagos.

-El problema actual es fundamentalmente un problema de liquidez, por lo que una devaluación inyectaría automáticamente liquidez en el mercado, con lo que sería un modo de que las hipotecas y los créditos a las pymes volviesen a fluir. Todos sabemos que eso tiene efectos negativos en otros aspectos, pero siempre se podría, y se debería, amortizar esa liquidez en un plazo razonable de tiempo.

-Una devaluación reduciría las necesidades de capital de los bancos y permitiría salvar el sistema financiero para, con más tiempo, ajustarlos al nuevo modelo.

-Una devaluación, con su consiguiente inflación, aliviaría las deudas  de los hipotecados, lo que podría reavivar de manera sensible el consumo interior.

Estas son mis razones pero, por supuesto, hay que entender una cosda fundamental: una devaluación es una subvención de los que tienen ahorros a los que tienen deudas. Y a Alemania, por ejemplo, le da la risa subvencionarnos. No sé decirlo más claro.

P.D: Muchas gracias a Dabeman por el pie que me da.

Las consecuencias de salirse del Euro

La economía española marcha sobre raíles...

La economía española marcha sobre raíles...

Menos mal que aquí hablamos de hipotecas, por que en caso contrario, con ese tema tendría para acabar el año escribiendo artículos.

El caso es que hay mucho acémila suelto diciendo que la solución de nuestros problemas pasa por dejar que los bancos quiebren, declarar bancarrota por parte de los países que no puedan pagar su deuda y empezar de nuevo, causando gran dolor a los ricos, que es una cosa que siempre mola mucho, viste en sociedad y parece bien vista.

La realidad, por supuesto, es otra cosa. Los que piden esta clase de medidas lo hacen para llevarnos a todos a tal desastre que su revolución, esa revolución en la que nos acaban gobernando los comisarios y los piojos, sea posible.

Lo cierto, es que para salirse del euro, sin entrar en otras consideraciones, hay que adoptar otra moneda. En nuestro caso podría ser de la peseta o la neopeseta, vale. ¿Y qué ocurre con esa moneda? Pues que nada más negarnos a pagar nuestras deudas, por que la bancarrota es simple y llanamente eso, nadie nos prestaría, pro lo que tendríamos que sudar tinta para comprar los suministros exteriores necesarios , como el petróleo.

Con el país fuera del sistema monetario, la peseta se devaluaría rápidamente, ya que nadie la querría en el mercado de divisas, y eso significaría que, además de volatilizarse los ahorros de toda la población, nuestras deudas, las particulares, las que contrajimos al firmar nuestra hipoteca, pasarían a valer más, porque las hemos firmado en euros.

¿O nadie se ha dado cuenta? Toda la duda contraída dentro del país está denominada en euros, y un retorno a una moneda devaluada nos pondría a todos contra la pared, incapaces de asumir estas deudas. Si el Gobierno da un paso adelante y también elimina estas deudas, nos encontramos entonces con que nadie tiene nada, ni dinero para gastar ni un duro para invertir en crear empresas o generar trabajo.

En una situación así, sólo nos queda a todos depender del estado en plan comuna soviética, pero de un Estado que ni puede recaudar impuestos, porque nadie tiene un duro, ni puede pedir prestado fuera. ¿A qué es un panorama bonito?