Archivo por meses: enero 2013

Llegamos al suelo del Euríbor

Si los bancos quisieran...

Por fin parece que hemos llegado al suelo del Euríbor y que, a no ser que el Banco Central Europeo decida rebajar aún más los tipos de interés para la zona Euro, el 0,549 de tasa media mensual con la que se cerró el mes de diciembre será lo más bajo que veamos por estos lares.

A falta de confirmación oficial del Banco de España, el Euríbor cerrará enero de 2013 en el 0,575%, en tasa media mensual, lo cuál es un valor realmente interesante y claramente bajo, pero que supera ligeramente al cierre del mes inmediatamente anterior.

Sin embargo, en comparación con enero de 2012, que es la comparación que realmente interesa a los hipotecados, tenemos algo más de 1,3 puntos porcentuales a la baja, con lo que las cuotas mensuales de todas las familias que tengan que revisar el tipo de interés de sus hipotecas en función del cierre de enero se reducirán de manera significativa, siempre y cuando, claro está, que no cuenten con una cláusula suelo en el articulado de sus contratos.

En lo que se refiere al futuro más inmediato lo cierto es que la incertidumbre es la norma. Nadie sabe lo que la crisis nos va a deparar en estos próximos meses, porque si algo nos ha demostrado esta recesión mundial es que cualquier pronóstico se va al garete en cuanto la realidad sale a su encuentro.

Algunos analistas hablan de una nueva bajada de tipos del BCE, con lo que el Euríbor podría volver a iniciar una senda a la baja. Mientras que otros expertos empiezan a ver ciertos “brotes verdes” para finales de este año con lo que es probable que el máximo organismo financiero europeo mantenga los tipos a la espera de subirlos a mediados de 2014.

En cualquier caso, todo son elucubraciones que no están basadas en ningún hecho cierto, ya que la realidad de hoy no será la misma que la realidad de dentro de unos meses. Lo único seguro es que las cuotas se modificarán a la baja o se mantendrán estables, en el peor de los casos, y que las nuevas hipotecas siguen estando prohibitivas.

La cuerda que no da más de sí. Hipoteca y cuentas familiares.

Del otro lado tira un petrolero, me temo...

Del otro lado tira un petrolero, me temo...

Cuando hablamos en términos de peso y de lo que cada uno soporta encima lo entendemos todos enseguida.  A medida que la crisis se prolonga, su peso se hace mayor sobre nosotros y esto, de pro sí, supone un agravamiento, sin necesidad de que las cosas vayan peor. Por eso me maravillo de que algunos celebren que las cosas no van a empeorar, puesto que el solo hecho de que se queden como están es ya un empeoramiento considerable.

Un  análisis superficial de los números oficiales basta para darse cuenta de que no se trata solamente de que la banca esté en quiebra, de que el fraude fiscal nos haya dado en la cabeza o de que el robo manifiesto de los políticos haya acabado a la vez con nuestra cartera y nuestra confianza en las instituciones. La cuestión es aún peor y está relacionada con nuestra propia estructura económica de país que no produce nada, prefiere importar a generar y no es capaz de competir en los sectores donde verdaderamente se juegan las partidas importantes.

Vamos a ello:

-La Seguridad Social dice que en España tiene alrededor de dieciséis millones y medio de afiliados Por  lo tanto, en este momento hay dieciséis millones y medio de personas que cotizan, ya sean empleados públicos, autónomos o por cuenta ajena.

-Según los últimos datos de población activa, en España andamos cerca de los seis millones de parados.

-Sabemos  también por las mismas fuentes que en España hay alrededor de nueve millones de pensionistas.

¿Os dais cuenta de que cada persona trabajando, está  pagando, casi, a un jubilado o a un desempleado?

¿Os dais cuenta, además, de que tres millones de los que aún trabajan y cotizan son empleados públicos, por lo que su salario y su cotización proceden también del resto de la economía?

Si calculamos las cargas, como si fuésemos ingenieros construyendo un puente, esta sería la cuenta final:

13.400.000 trabajadores del sector privado pagan:

-Sueldos y cotizaciones de 3.100.000 empleados públicos.

-Desempleo, y subsidios de 6.000.000 de desempleados, aunque no todos cobren, eso es verdad.

-Pensiones de 9.000.000 de pensionistas.

Esa es la contabilidad de la nación, que si nos la llevamos a casa nos deja, además, son la necesidad de pagar la hipoteca y la de vivir.

¿Cómo demonios se puede esperar de ese modo que despegue el consumo?

Cuando no salen ni las cuentas de la nación ni las cuentas de las familias, poco más hay que mirar. La quiebra no es una posibilidad: es un hecho.

La pregunta es cuándo lo pondrá alguien en claro, a ver si nos atrevemos a enfrentarnos a lo que hay.

Los bancos avalan con hipotecas

A la rica hipoteca, oiga

A la rica hipoteca, oiga

Una vez más se demuestra que el mundo real no tiene nada que ver con la banca, y viceversa. Las entidades financieras españolas viven en su propio universo paralelo y poco o nada quieren saber de lo que está pasando en el día a día de los ciudadanos, protegiéndose en la obtención de sus propios beneficios y apuntando a su propia recuperación.

Vamos por partes. En un escenario en el que las entidades financieras están siendo rescatadas de manera permanente por parte de los gobiernos europeos, éstas siguen dando beneficios a sus accionistas, menos que antes, es verdad, pero beneficios al fin y al cabo, y ahora resulta que se están aprovechando de sus clientes para obtener liquidez.

Te cuento, resulta que las entidades financieras están presentando las hipotecas privadas, la de las familias, como aval ante el BCE para obtener liquidez. Es decir, mientras que por un lado niegan las hipotecas por activa y por pasiva, y cuando las conceden lo hacen a tipos de interés claramente prohibitivos, por otro están presentando un activo claramente seguro ante las autoridades financieras europeas para obtener beneficio propio.

Y es que en un mundo en el que la morosidad no hace sino incrementarse de manera permanente encontrarse con un activo financiero con un 3,4% de morosidad (según el dato de septiembre de 2012, último disponible) es una bicoca que el BCE sabe apreciar y la banca española utilizar.

Sin embargo, los ciudadanos pedimos desde el pleno derecho que las autoridades españolas impongan un cierto nivel de exigencias a las entidades financieras para que todo el beneficio que obtienen de la buena voluntad de los ciudadanos, buena voluntad que tiene que ver con aceptar los abusos habituales que se están produciendo, sea revertido en la propia sociedad.

Por ejemplo, se debería de fijar por ley un máximo para los diferenciales que se aplican en las hipotecas, de manera que el tipo de interés que acabe por afectar al ciudadano hipotecado sea menor. De esta manera se facilitaría el acceso de los ciudadanos a la financiación hipotecaria, porque la baja morosidad de estos préstamos justificaría claramente unos diferenciales mucho menores.

La hipoteca y los peces de colores

¿Gafe o mala planificación?

¿Gafe o mala planificación?

Los españ0les somos así: nos joroba pagar, que nos exijan. No entendemos que lo que para unos es un derecho se convierte en una obligación para otros y nos gusta que el Estado nos dé cosas, y si es posible, a titulo personal y sin que se le den también a los demás, porque la gracia no está en tener lo que tiene todo el mundo, sino en tener lo que nadie más puede tener, para que le resto se chinche y rabie. O dicho de otro modo: no queremos suscitar la admiración de nuestros vecinos, sino su envidia.

¿Creéis que me paso? Echad un vistazo a las autonomías y sus estatutos: no se trata de tener algo más apropiado, sino de tener algo que los demás no puedan conseguir para, a través del privilegio, y subrayo privilegio, obtener una ventaja competitiva que pueda hacer daño al otro, robándole  empresas o comiéndole sus ingresos fiscales.

Con la hipoteca está empezando a pasar lo mismo: nadie nos obliga a tener una vivienda en propiedad, pero la llamada del cerebro reptiliano, ese órgano ancestral que a veces no domino desde el fondo del cráneo, nos indica que pagar un alquiler es dar dinero a cambio de no tener nada, así que a todos nos apetece pagar una cuota para poder dejar la casa a nuestros hijos o venderla en la vejez para no tener que depender de las pensiones, que adivinamos míseras, de la futura Seguridad Social. Por eso precisamente preferimos hipotecarnos a pagar un alquiler: porque suponenos que los inquilinos de hoy serán los pobres, los arrastrados del futuro. ¿Exceso de sinceridad? ¡Venga ya! ¿quién no ha pensado eso alguna vez en el fondo de su corazón?

¿Y qué pasa cuando las cosas salen mal? ¿Qué ocurre cunado nos damos cuenta de que hemos firmado por treinta años cuando nuestras previsiones no pasaban de dieciocho o veinte meses? Pues entonces es cuando vamos a cabezazos contra la lógica e inventamos razonamientos  tan peregrinos como que los bancos nos han estafado, o que deberían rescatarnos a nosotros en vez de a ellos, o que deberían pagar los vecinos la hipoteca que nosotros no podemos pagar.

Y hoy es el día de decir que ya está bien. Que sabemos que hay abusos en la ley hipotecaria, pero ya lo sabíamos antes de firmar. Que sabemos que hay manoneo en los bancos, pero ya lo sabíamos antes de firmar. Que sabemos lo que firmamos. Que sdabems lo que elegimos. Que sabemos que estamos donde estamos porque así salieron los dados, porque la suerte no pudo ser mejor o porque no valemos para nada más.

¿Pero cuántos hay que reconozcan esto?

Parte de nuestra crisis viene de ahí: de creer que repitiendo la letanía a los peces de colores se va a bajar de un ovni un superhéroe que arregle nuestros desmanes. Y no. Es todo más simple: tenemos que pagar lo que debemos, pronto, tarde, o con la sangre de nuestros nietos. Pero nos lo vana hacer pagar, por majaderos, por inconscientes, o por gafes.

Cada cual que elija.

Las migajas del pobre

Cada vez somos más pobres, pero hay menos viviendas

Cada vez somos más pobres, pero hay menos viviendas

Hoy mismo, jueves, día 17 de enero, se firmará el Fondo Social de Viviendas, un convenio firmado por la Asociación Española de la Banca (AEB), la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA) y el Gobierno, en virtud del cuál se cederán un total de 6.000 inmuebles por parte de las entidades financieras destinadas a las familias que han sido víctimas de un desahucio y que se encuentran en riesgo de exclusión social.

Las entidades han hecho públicas sus aportaciones y destaca la de Bankia que aportará 1.000 viviendas, seguida de BBVA, con 899, CaixaBank 850 y el Grupo Santander que cederá un total de 590 inmuebles. En menor medida tenemos a Banco Mare Nostrum, con 180 inmuebles, Ibercaja, con 105, Banco Ceiss, con 100, Kutxabank, con 150, Catalunya Bank, 355, Unicaja, 98, Liberbank, 96, Caja 3, 20, Caixa Pollençá, 1, y Caixa Ontinyent, que aportará 14 viviendas.

El problema, una vez más, con este gobierno, es que las condiciones de acceso para las familias serán muy restrictivas, de forma que el colectivo de ciudadanos que se podrán beneficiar de este fondo de viviendas será muy limitado. Según las fuentes del gobierno esta iniciativa está dirigida a familias numerosas, familias monoparentales con dos hijos a cargo, familias con un menor de tres años, aquellas con un miembro en situación de dependencia (con discapacidad del 33%), en las que el deudor hipotecario esté en desempleo y sin prestación y las familias en las que haya víctimas de violencia de género.

Pero eso no es todo, porque aparte de este condicionamiento, llamémoslo social, también existe una restricción económica. De manera que la unidad familiar debe de tener unos ingresos tres veces inferior al Indicador Público de Rentas (IPREM), lo que situaría los ingresos familiares en unos 1.597 euros mensuales, la carga hipotecaria debe de haber crecido al menos 1,5 veces desde el año 2008 y la cuota hipotecaria mensual debe de superar el 50% de los ingresos familiares. ¡Casi ná!

Una vez superados estos condicionamientos la familia tendrá derecho a acceder a una vivienda de este Fondo Social en la que tendrá que abonar un alquiler que oscilará entre los 150 y los 400 euros, durante un período de 2 años, prorrogable uno más. Y el límite máximo de la renta, en todo caso, será el 30% de la renta neta familiar.

En definitiva, se trata de una iniciativa interesante, que queda en agua de borrajas como consecuencia de las dificultades de acceso pero que al menos servirá de tabla de salvación para muchas familias. Es triste, pero ¡mejor esto que nada!

La hipoteca se dio a la fuga

La gran evasión

La gran evasión

Llevamos bastante tiempo  hablando por aquí de que las hipotecas están en el congelador, fundamentalmente porque los bancos son a sía de hoy los que más necesitan el dinero y, por tanto, no se lo van a prestar a nadie.

La otra razón de semejante parálisis, es el gasto público: mientras a los bancos les sea más rentable y seguro prestarle el dinero a los gobiernos a través de las emisiones de deuda pública, será imposible convencerlos de que se lo presten a las empresas, y aún menos a los particulares para comprar una vivienda, máxime cuando la valoración de esas viviendas en el futuro no está muy clara y todo indica que se moverá a la baja.

Sin embargo, hay un dato que mete mucho más miedo que todos los anteriores y que casi nadie ha querido comentar: la desaparición rampante del dinero. Sí, como lo leéis: el dinero se está largando de España a unas velocidades tan superlumínicas que los bancos ni siquiera pueden cubrir sus propias necesidades de capital, y mucho menos prestar.

Por mucho que el Gobierno se empeñe en decirnos que nuestras cuentas mejoran gracias a las exportaciones, lo cierto es que la balanza de capitales, la que mide la diferencia entre el dinero que entra en España y el que sale de nuestro país, pasó de 27.000 millones de euros negativos (ya está bien) en 2011 a 210.000 millones de euros, en 2012, y eso sólo hasta octubre. Con semejante sangría de inversiones y depósitos, ¿cómo demonios queremos que los bancos presten un duro a nadie, ni a particulares ni a empresas?

Nuestras exportaciones, basadas sobre todo en la bajada de los salarios, no van a cubrir ese agujero ni van a suponer un aumento apreciable del factor empleo. Porque aquí, como sabéis, cuando se habla de competitividad se habla sólo de salarios, pero no de otros factores, como la financiación o la energía. Mientras la energía siga en manos de cuatro bandoleros oligopolistas y el mercado de capitales absorba cualquier recurso que podamos generar no haremos otra cosa que profundizar el agujero en que nos hemos y nos han metido.

La hipoteca, amigos, se dio a la fuga. Salió pro la frontera en un maletín o, más probablemente, en una transferencia hecha por internet con un simple click. Mientras no seamos capaces de entender que en un mundo globalizado el dinero no vota, sino que simplemente se limita a largarse a otro lado, seguiremos empecinados en darnos cabezazos una y otra vez contra la vieja mecánica de huelgas, protestas, y reclamaciones a unos políticos locales, los nuestros, a los que sí, hemos elegido nosotros, pero sin capacidad alguna para influir en las cosas que realmente importan.

Lo único que podemos exigirles es que sean honrados (ya nos gustaría), que se enteren de qué va el mundo (misión imposible) y que traten de llevarnos de nuevo al camino del mundo real.

Cualquier otra cosa es mero folclore.

Los pisos caerán aún más

La vivienda sigue al rojo vivo

La vivienda sigue al rojo vivo

La verdad es que ya no sé que decirte, ya no sé si decirte que se trata de una buena o de una mala noticia. Vamos por partes. En principio, es una buena noticia porque al caer los pisos estos serán más asequibles para las familias dispuestas a comprar una vivienda. Ahora bien, ¿qué ocurre con aquellas familias que necesiten desprenderse de la suya?

Quiero decir. Durante los años de burbuja inmobiliaria cualquier familia de clase media podía hacerse con una vivienda en propiedad gracias a las hipotecas regaladas que ofrecían los bancos por doquier, y son esas familias, en la mayoría de los casos, las que quieren vender ahora sus viviendas encontrándose con que el precio ha caído de manera importante y con que, lejos de recuperarse, va a caer aún más.

Y eso es, precisamente, lo que nos dice la agencia Fitch, que tras analizar el estado del sector inmobiliario en nuestro país ha llegado a la conclusión de que el precio de la vivienda sólo ha caído un 25% desde que comenzara la crisis, lo cuál parece insuficiente para las necesidades del sector que todavía sigue realmente sobrevalorado, según los cálculos realizados por esta agencia.

Por los datos que maneja la caída de las ventas inmobiliarias se han situado en un 70%, y para poder compensar dicha caída se necesitaría un descenso del precio de la vivienda cercana al 40%, lo que nos ofrece ese 15% pendiente para estos próximos años.

Sin duda, la presencia del “Banco Malo” servirá para que el precio de la vivienda caiga de manera más pronunciada ya que hasta ahora las entidades financieras mantenían el precio de los pisos artificialmente altos con el objetivo de no reflejar en sus balances las pérdidas acumuladas como consecuencia de su exposición excesiva al ladrillo.

Algunos expertos auguran que con ello podríamos empezar a ver la luz al final del túnel y encontrarnos con una situación más positiva a la hora de iniciar la senda de la recuperación definitiva de la crisis, con un sector inmobiliario más reducido, por supuesto, pero menos expuesto a los rigores de la financiación excesivo.

La hipoteca dormida

Viejo remedio para la crisis

Viejo remedio para la crisis

El problema del mercado hipotecario no es sólo la falta de liquidez de los bancos,  que de un tiempo a esta parte necesitan el dinero más que sus posibles clientes (y eso es grave) ni que la solvencia de los clientes no llegue a los mínimos exigibles para no tener que incluir una vela a santa Rita en cada contrato.

El problema llega aún más lejos, y es la demanda.

Los españoles con necesidad de vivienda y ganas de tenerla en propiedad nos dividimos en estos momentos en dos grupos principales:

-Por un lado están los que no se la pueden pagar, porque ni tiene ahorros ni trabajo estable, ni posibilidad alguna de que un banco les conceda una hipoteca, casi ni comprando una de las casas que los bancos tienen en su stock desde el comienzo dela crisis.

-Por otro, la expectativa sobre el precio de los pisos parece haber entrado en lo que en el mercado bursátil se llamaría una espiral de pánico, y que consiste en que cualquiera que sea el precio que se solicite pro una vivienda, queda la impresión de que esperando un poco se podrá comprar mucho más barata.

Y lo cierto es que todas las noticias y todos los indicadores llevan a pensar que el precio de la vivienda seguirá bajando, aunque sólo sea por la obligación del banco malo, y de los otros, peores, de vender sus viviendas cuanto antes para cumplir con los planes de eliminación de los activos tóxicos. Bajarán, es cierto, pero no se sabe cuánto ni cuando, y ahí es donde está el problema.

Mientras las expectativas sean bajistas, no se firmarán hipotecas, porque apresurarse equivale en la mente de muchos a precipitarse. Mientras continúen las expectativas bajistas la hipoteca seguirá siendo un producto dormido, pro falta de liquidez, por falta de solvencia, y porque el pozo sin fondo del mercado inmobiliario parece tener aún capacidad para absorber una caída mayor.

¿Los datos? El Indicador de Confianza del Consumidor. Según esta encuesta, el  52,7% pronostica más rebajas de precios; el 37,1%, los mismos precios o unos muy similares y el 4,9%, subidas para 2013.

¿Cómo lo veis vosotros?