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El montante total hipotecario continúa cuesta abajo
En el mundo de la bolsa y las finanzas se dice que rebotar, lo que es rebotar, rebota hasta un gato muerto.
Eso es lo que le ha sucedido a las hipotecas en España, que este año han rebotado en agosto más de un 23%. La cifra, en principio, parece espectacular, pero mirándola más de cerca vemos que este incremento se produce sobre agosto del año anterior, el mes con menos hipotecas firmadas desde tiempos del rey Suintila.
Por otro lado, y si vamos al dato monetario, vemos que el total de la inversión hipotecaria en España se sigue reduciendo, porque se cancelan más hipotecas de las que abren nuevas, y las que se conceden son por un importe sustancialmente menor a las que amortizan.
Seguimos, por tanto, con el problema de la demanda solvente, que es lo que busca la banca. ¿Y qué es demanda solvente para la banca? Pues esta vez tenemos una valoración: unos dos mil euros al mes por unidad familiar, según la media de los bancos consultados por www.valoracion.es
Dos mil euros mensuales no parece mucho dinero, o no lo parecía en otro tiempo, pero habida cuenta de la reducción salarial que ha padecido España (y que no tiene visos de detenerse digan lo que digan de no sé qué recuperación) dos mil euros empieza a ser una cantidad bastante respetable, que generalmente exige que trabajen dos miembros de la familia.
Y luego está el otro problema: que paga ganar dos mil euros hay que vivir, generalmente, en un lugar donde la vivienda es mucho más cara, con lo que a menudo no son suficientes.
Nos encontramos por tanto, una vez más, ante ese extraño fenómeno español: que los salarios bajan más que la vivienda, con lo que la breca de lo que es asequible y lo que no, continúa ampliándose.
¿Hasta cuando? No se sabe muy bien, peor mucho me temo que se igualen cuando ambas variables, precios y salarios, caigan de nuevo a la vez. Un pronóstico agorero, seguramente, peor no tengo otro.
Cómo se calcula realmente una hipoteca
En este blog, además de una calculadora de las mensualidades y un montón de herramientas más para calcular hipotecas, hemos hablado hasta la saciedad de la letra pequeña, la minúsucula, y la que desaparece completamente bajo una cagada de mosca.
La hipoteca, por supuesto, depende del Euribor, del Libor, del diferencial que se pague sobre esos índices, y de las condiciones añadidas que lleve, como seguros de vida, obligación de llevar al banco una nómina y todas los demás pequeñas triquiñuelas que los bancos usan para sacar dinero sin que lo parezca.
Sin embargo, el verdadero cálculo de la hipoteca hay que hacerlo en casa, manejando hipótesis, y las preguntas que realmente importa responder no están, a menudo, entre las que puede responder una calculadora o una hoja de amortizaciones.
Voy a recorrer brevemente algunas de estas preguntas que es forzoso realizarse.
-¿Qué parte de mis actuales ingresos se llevaría la hipoteca? Esta parece fácil, porque en teoría todo el mundo sabe cuánto entra en su casa.
-¿Qué renta disponible me dejaría la hipoteca? Esta parece más fácil, pero no lo es, porque ya son menos los que conocen su verdadera renta disponible. La renta disponible es el dinero que queda para gasto discrecional una vez cubiertas las obligaciones básicas de cada mes. Así que hay que sumar la media de los recibos de la luz, del agua, basura, teléfono, internet, comunidad, garaje, lo que se gaste habitualmente para comer, y entonces sumar la hipoteca y ver qué queda. Si lo que queda es muy ajustado, lo mejores pensárselo de nuevo.
¿Hasta qué tipo de interés puedo soportar?
Con los cálculos anteriores hay que ver hasta qué subida de los tipos de interés podemos soportar. Ahora el dinero está muy bajo, pero si firmamos una hipoteca a treinta años por el EURIBOR más un diferencial, hay que tener en cuenta que en treinta años el EURIBOR puede subir mucho más de lo que esperamos.
-¿Qué ocurriría si uno de los miembros de mi familia, o los dos, perdiesen su trabajo?
A veces la gente firma un contrato a 30 años y no se da cuenta de que en treinta años pueden pasar muchas cosas. Una hipoteca es una buena idea si en un caso moderadamente pesimista no nos vemos en la calle, con una mano delante y otra detrás. Si no es así, el riesgo es demasiado elevado.
-¿Qué pasaría con la hipoteca en caso de divorcio?
Esto puede sonar fatal cuando se piensa en comprar un pico poco después de una boda, pero los hechos indican que el 50% de los matrimonios acaban en divorcio, y hay que tener en cuenta esta variable. Si en caso de ruptura del matrimonio la hipoteca no se puede pagar, mejor pensárselo detenidamente.
-Si en una emergencia necesito vender el piso, por un traslado o lo que sea, ¿cuánto tiempo me llevaría venderlo?
Cada mes que pagas de hipoteca mientras las circunstancias de obligan a vivir en otro sitio (y pagar un alquiler) es un daño que hay que calcular. Si se trata de la casa de tus sueños, pero no se la vas a a vender ni a Gandalf, piénsatelo bien.
Repasaremos estas preguntas. Y quizás la última: ¿dónde está el puente más cercano, si todo falla?
Toda prudencia es poca.
Hipoteca, cajas y dolor
Hoy voy a hablar de una experiencia personal que a lo mejor nos sirve a todos para saber qué diablos está pasando aquí. Un día sí y otro también nos despertamos con distintos escándalos de corrupción y parece que la cosa no tiene fin.
Tanto es así que ya hay quien se pregunta si no habrá algo interesado en toda esta cascada de noticias escatológicas (o mierderas, si detestáis el griego) y si habrá algún plan preconcebido en el modo y ritmo en que toda esta porquería está saliendo a la luz.
Yo no me voy a poner paranoico y no me voy a meter en teorías de la conspiración, en primer lugar porque creo que es todo muy simple (hay porquería a espuertas y no hace falta tanto para que salga) y en segundo lugar porque no me parece serio emplear un medio como este para difundir teorías de bar ni filosofía de café copa y puro.
Lo que sí sé, porque asistí a ello hace poco, es que la desaparición de las Cajas de Ahorros ha puesto a los partidos políticos al borde de la muerte. Lo que sí sé es que las cajas de ahorros no se ocupaban solamente de nuestras hipotecas, y de pagar guiñoles para los niños, sino que eran la piedra angular de todo un sistema clientelar que mantenía en pie la obediencia y la disciplina dentro de los partidos.
Mientras existieron las cajas de ahorros, los dirigentes políticos podían pagar a sus subalternos con un puestecillo para la hija, un préstamo para el sobrino o incluso, en los casos más clamorosos, con un error administrativo que conducía al olvido de determinada deuda. Lo de las tarjetas con barra libre ya es conocido de todos, así que no meteré más el dedo en esa llaga por no cabrear más la personal.
Tras la desaparición de las cajas de ahorros, un dirigente provincial conocido mío llamó al alcalde de un pueblo para pedirle apoyo político para un determinado proyecto (una carretera, concretamente ) y el alcalde local le espetó que si no llamaba para lo que él sabía que no se molestase ni en descolgar el teléfono.
-¿Y qué es eso para lo que le tienes que llamar? -pregunté yo, que había oído la airada respuesta.
-Nada. Que su hija sigue en el paro.
Y así es la vida: mientras la hija del alcalde del quinto pino esté en el paro, no hay otro tema del que hablar ni otro tema que le importe tres puñetas a su padre. Y lo mismo pasaría si la niña las pasara negras para pagar la hipoteca, o la letra de la nevera.
Cuando existían las cajas de ahorros, esas cosas se arreglaban en días, semanas o meses, con un par de llamadas. Hoy no se arreglan de ningún modo y cada día son más los que ni obedecen ni callan.
Y eso hay.
¿A qué huele una hipoteca?
Como diría el inolvidable personaje de Apocalypse Now, me encanta el olor de las hipotecas por la mañana. Huelen… a Victoria.
El chiflado aquel, de todos modos, hablaba de napalm.
Las hipotecas, con llegar a ser un arma de destrucción masiva no van tan lejos, pero parece que el olor de la hipoteca, o el olor de la vivienda que se vende, es también muy importante a la hora de promocionar lo que estás vendiendo.
¿Por qué nos íbamos a fijar sólo en la vista? Cuando intentamos persuadir a alguien, o incluso cuando salimos de ligue, sabemos de sobra que no basta con tener un buen aspecto exterior (vista) y no decir tonterías (oído), sino que también es muy importante oler bien. Sin embargo, a la hora de vender una vivienda, se suele cometer el error de fiar todo su atractivo a su tamaño, luminosidad, y a la zona en la que se encuentra.
Una casa que se vende es una casa que hace pensar a su futuro habitante que será un lugar donde esté a gusto, un lugar cómodo y sobre todo un lugar agradable para vivir. El olor a cerrado, a humedad o a cañerías no ayude, aunque todo el mundo sepa que eso es lo que ocurre cuando una casa está cerrada. Todo el mundo sabe también que ese chico o esa chica despampanante que acaba de conocer va al baño, tiene legañas y mal aliente por las mañanas, pero eso no impide que se trate de mitigar la idea. ¿Por qué no se hace con las casas?
Una hipoteca es una casa vendida, y una hipoteca tiene que oler a fresco, a limpio pero sin recordar un hospital, a posibilidades, en suma.
¿Hay que evitar los malos olores? Por supuesto, pero no sólo esos: también todos los que sean raros o infrecuentes y lleven al visitante a tratar de adivinar a qué huele, distrayendo su atención de lo que ha venido a ver. Una barrita de incienso exótico, por ejemplo, puede hacer que el posible comprador pase el tiempo intentando adivinar a qué huele y luego no sea capaz de saber siquiera cuántas habitaciones tenía el piso.
O sea que vis a, sí, pero también olfato. Que una casa no se vende así como así y no s epuede dejar de lado ningún detalle.
Propietarios, no proletarios
Para analizar con seriedad lo que es el mercado español de la vivienda hay que saber de dónde surge esta costumbre nuestra, casi manía, de ser propietarios del piso en el que vivimos.
Un 86% de los españoles vive en viviendas compradas en propiedad, respecto a porcentajes de menos del 20%, como el caso de Alemania, que es lo que suele verse en los países de nuestro entorno inmediato.
Bueno, ¿y por qué? ¿Porque somos así de chulos? ¿Porque nos excita la hipoteca?
Pues puede que también por todo eso, pero fundamentalmente porque ser propietario se inscribió sociológica y psicológicamente en la mente colectiva como el único modo válido de ahorrar y, a la postre, como el único modo válido de llegar a ser alguien en la vida.
¿Y cuándo sucedió tal cosa? En tiempos de Franco, por supuesto, un tipo que aguantó cuarenta años en el poder y que en ese tiempo construyó millones de Viviendas de Protección Oficial. Un tipo que odiaba alquilar esas viviendas, con lo que prefirió darlas en propiedad. ¿Y por qué?
La idea era doble, y muy clara:
-Que el Estado no se metiese en jaleos convirtiéndose en casero, y por tanto en cobrador de los alquileres y reparador de los desperfectos de las viviendas. Tener que desahuciar a la gente o hacerse cargo de las goteras acabaría por acarrear impopularidad, algo que no convenía al régimen.
-Que la gente fuese propietaria de algo de verdadero valor y tuviese algo que perder si apoyaba una revolución o un simple Gobierno de izquierda (de aquella izquierda de entonces) amiga de expropiaciones y colectivizaciones. Los que son propietarios nunca son proletarios, y así, de un golpe verbal, la dictadura del proletariado se convirtió en dictadura del “propietariado”. Un buen golpe….
Así se hizo la hipoteca un hueco en el corazón de los españoles, un hueco que permanece aún caliente por mucho que los sinsabores de los últimos años hayan generado algo de desamor. Un hueco y un recuerdo que llevará generaciones borrar.
Vuelven las hipotecas por el 100% de la tasación
No hay piedra con la que no seamos capaces de dar dos veces, y en esto del mercado hipotecario, el mejor ejemplo es el regreso de las hipotecas por el 100% del valor de tasación.
En principio se conceden solamente a cambio de intereses muy altos, condiciones de permanencia draconianas, o clientes muy solventes y con muchos avales, pero el caso es que la prohibición absoluta ya ha desaparecido y sólo es cuestión de tiempo que la cosa vaya a mayores.
¿Y a que no sabéis quién lleva la delantera en semejante carrera de retorno a la imprudencia? Pues sí: dos cajas. Nada de bancos. Como vieron que si te pegabas el morrazo no pasaba nada porque pagábamos todos a escote, parece que se animan a correr el riesgo.
Pongamos nombres y apellidos a la cosa:
Ibercaja vende ya la Superhipoteca 2014 con la que se puede obtener el 100% del valor de la tasación y un plazo de 40 años para amortizar la hipoteca. El tipo de interés es del 3% el primer año y el resto del periodo se aplica un diferencial Euribor más dos puntos. Luyego hay un montón de requisitos, pero de eso ya pasamos.
La otra es Caja Ingenieros, que ofrece también hasta el 100% del valor del inmueble, con un tipo departida del 4,50% y un diferencial posterior de euribor más 3,5 puntos.
En otras entidades, como lo del 100% suena muy feo, se habla de conceder el 95% o el 97% del valor de tasación, siempre que se trate de viviendas de la propia cartera del banco o promociones difíciles de colocar.
Resumiendo: que como los bancos no saben qué hacer con el dinero, porque negocios rentables ya van quedando pocos (por eso no piden dinero al BCE aunque se lo dé gratis) la vieja hipoteca se está convirtiendo una vez más en salida de emergencia para banqueros in imaginación en un país sin expectativas.
¿Y de veras necesitamos pisos? ¿Y de veras necesitamos hipotecas? Preguntas equivocadas. La buena es: ¿Y a quién carajo le importa?
El hachazo de Draghi y la hipoteca saludable
A estas alturas ya lo sabéis todos: el Banco Centra Europeo ha reducido el tipo oficial de interés a un simbólico 0,05% y ha colocado el tipo del préstamo interbancario al -0,2%, o sea, en negativo.
Un tipo de interés negativo quiere decir que quien presta dinero tiene que pagar por hacerlo, en vez de recibir una retribución a cambio, y eso es lo que sucede ahora con los bancos que prefieren dejar su capital depositado en la entidad emisora: que deberán pagar por hacerlo. ¿Y cual es la intención de esto? Que los bancos se decidan de una buena vez a poner el dinero en circulación, puesto que no sacarle rendimiento alguno es mejor que tenerlo parado.
¿Conseguirá esto revitalizar las hipotecas? Yo creo que no. Y tengo varios motivos para ser de esta opinión, por mucho que otros medios digan que las hipotecas solicitadas aumentaron un 19% en junio
-Ausencia de demanda solvente. Con los salarios reales cayendo, no es previsible que la banca encuentre buenos candidatos para préstamos a plazos tan largos como requiere un préstamo hipotecario. La tan cacareada recuperación del empleo pasa sólo por la contabilidad de cabezas, pero no pro la contabilidad de horas trabajadas. En España trabajan hoy algunos cientos de miles más de personas que hace un año, pero el factor trabajo, en su conjunto, se sigue reduciendo, ya que se han sustituido contratos a tiempo completo por contratos basura a tiempo parcial. Tres personas que trabajaban cuarenta horas semanales parecen menos que cinco que trabajan a media jornada, pero no es cierto. El gobierno dirá que el paro ha disminuido en dos trabajadores, pero en lugar de 120 horas semanales ahora se están trabajando 100. Multiplicar es fácil, pero casi siempre nos escamotean este dato. Ojo al asunto, por favor.
¿De dónde van a salir los clientes cualificados para las hipotecas en estas condiciones?
–Exposición al ladrillo. La banca sigue intentando quitarse los activos inmobiliarios de su balance, tan sospechosos desde hace años. Pueden contarnos cualquier milonga, pero lo cierto es que invertirán antes en plantaciones de aguacates que en nuevas bolsas de inmuebles. Aunque sólo sea para que sus accionistas puedan hacer como que se creen que todo es diferente a lo que era.
–Expectativas de deflación. La economía parece irse hacia el hoyo de la deflación, con lo que cada deudor puede ser una fuente de sorpresas. Esa cosa maldita que nadie tiene en cuenta al hablar de los empresarios, esa cosa que se llama riesgo, tiene un coste muy determinado y las compañías de seguros se dedican a pasarlo a cifras. Si las circunstancias macroeconómicas señalan la posibilidad de que los deudores puedan irse volviendo cada vez más frágiles con el tiempo, los bancos sólo podrán prestar a largo plazo con diferenciales muy altos y garantías muy concretas.
O sea que no, que no veo que esto vaya a reflotar el mercado hipotecario. Y tampoco veo la buena noticia por ninguna parte.
Las bolsas la celebran porque les concede tiempo, no porque les conceda salud.
De momento, existen diferentes portales para encontrar la mejor hipoteca, pero nosotros seguiremos dedicándonos a su análisis y al calculo de las cuotas, a las cláusulas y a toda esa letra pequeña que hay que vigilar.
Mucho ojo.
Hipoteca, miedo y sensatez
Comenzamos el artículo con un gráfico de la Web Idealista.com en el que se nos muestra la evolución de la carga que supone la hipoteca para las personas que la pagan y la evolución de este esfuerzo económico.
Según la Universidad Pompeu Fabra, Tecnocasa y la asesoría de gestión www.gesdocument.com la cuota media que pagan los hipotecados ha pasado desde los 976 Euros de media en 2007 a los 378 € que se pagan en la actualidad.
Pero ojo, que semejante dato es engañoso: no se trata de que se haya reducido el EURIBOR, que también, sino que se refieren fundamentalmente a las hipotecas nuevas concedidas.
Mientras que antes de la crisis se financiaba el 110% o el 120 % del inmueble, ahora la media gira entorno al 75% con algunos casos puntuales en que se puede llegar a un porcentaje superior, sobre todo cuando el inmueble adquirido forma parte del inmenso almacén de invendibles de la propia banca. Cosas de tener que sanear el balance como sea, no os quepa duda.
Pero en esta gráfica podemos ver algo más que el simple desplome del crédito: vemos también cómo, por arte de magia, llegó la prudencia al mundo de la banca. Antes del estallido de la burbuja a nadie le parecía extraño comprometer el 60% de sus ingresos futuros, ¡y para treinta años!, mientras que ahora estamos hablando de alrededor del 25% de los ingresos medios, cuando en otros países la cifra es del 35%.
Sucede por tanto como siempre, que vamos dando bandazos, unas veces por exceso y otras por defecto, pero sin ser capaces de hacer que las cosas funcionen razonablemente.
Lo mismo sucede con el plazo de las hipotecas. Antes de la crisis, las hipotecas ultralargas, esas que llamaba yo “hipoteca biznieto”, y que se concedían a 40 años, eran casi la mitad. Hoy son solamente un 8%.
Y todo esto, no lo olvidéis, en un escenario e el que el BCE Europeo no sólo regala el dinero a la banca, sino que le cobra por depositarlo allí en vez de prestarlo al mundo real.
O sea que vosotros veréis si es creíble o no esa cantinela de que nos estamos recuperando…
Y veremos lo que pasa a nivel fiscal con las desgravaciones a la vivienda cuando el Estado tenga que dar una nueva vuelta de tuerca a los recortes porque el endeudamiento, cada día en nuevos records, no puede dar más de sí…
El Gobierno como agente inmobiliario
Todavía no he conseguido encontrar un tema que el Gobierno de Mariano Rajoy no haya considerado oportuno dejar para mañana. De hecho, he entrado en sospechas de que esos tíos querían ganar las elecciones precisamente parea no gobernar, y les salió la gran jugada de poder permitirse no gobernar con mayoría absoluta.
Un ejemplo glorioso de esto que digo es el tema de poner a la venta los edificios públicos que consideraban sobrantes: en octubre de 2012 el gobierno hizo pública una de las medidas estrella de la denominada “comisión para la reforma de las administraciones públicas”: la puesta en el mercado de más de 15.000 edificios públicos, y además con plazo. Sería entre 2013 y 2015.
¿Qué fue de la reforma de las administraciones? Pues no lo sabemos, porque al final nadie quería reformar nada, pro aquello de que una reforma perjudica a alguien, el perjudicado se cabrea y al Gobierno no le gustan los cabreados en su bando. El caso es que en el tema de los inmuebles, a día de hoy sólo ha vendido 2.134 inmuebles, un 14% del total. ¿Pensarán venderlos todos de un golpe en el año entrante o querrán colocárselos en paquete a algún amigazo?
La idea, en teoría, era utilizar estas ventas para sanear las cuentas públicas (mala idea vender para gastar, pero bueno) y para ello se creó un listado de 15.135 inmuebles a enajenar. En ese catálogo había un poco de todo, pero resulta que todos los edificios están en alguna parte, y entre alcaldes, diputaciones autoridades autonómicas y chupatintas varios, parece ser que siempre sale alguien que le ve mejor destino ale edificio. O que tiene una idea mejor, lo que da más miedo todavía. Al parecer, los edificios se pueden pudrir y llenar de ratones hasta que alguien piensa venderlos: a partir de ese momento, salen cien amigos del ladrillo mohoso para reclamarlos y loare su infinita utilidad social. Curioso, ¿no?
También estaban previstas reubicaciones de servicios públicos, pero ahí sí que ha sido peor: ¿os creéis que es fácil conseguir mover a los funcionarios de un lado de la ciudad a otro, cuando muchos se han comprado una vivienda que quede cerca de su puesto de trabajo? Como os podéis imaginar, ha habido trabas e impedimentos de todo tipo y la cosa, en la mayor parte de los casos, se ha quedado en nada. Ya os hablaré un día del “nuevo” hospital de Salamanca, por poner un ejemplo…
En este tiempo el número de edificios enajenados ha sido de 2.134, de los que 1.587 se vendieron mediante subasta o concurso público y los otros 547 de forma directa. Además, según dice el Gobierno, en 2013 se dedicaron sobre todo a mejorarlos y rehabilitarlos para sacares mejor precio.
No sé yo.. ¿Vosotros les daríais a estos tipos una hipoteca?
Hipoteca en chino
Dicen por ahí que España empieza a ser una ganga para los compradores extranjeros, y algo de verdad tiene que haber en semejante afirmación cuando la compra de vivienda en España por parte de extranjeros ha subido un 21% en los íltiumos tres meses.
El caso más peculiar es el de los compradores chinos, que han desembarcado con fuerza en nuestro país, por varias razones:
-En primer lugar, el mercado inmobiliario español está relativamente barato desde su punto de vista, sobre todo si se compara con la enorme, descomunal burbuja inmobiliaria que está viviendo el gigante asiático. De esa burbuja hablaremos en mejor ocasión, pero su estallido, y todas las burbujas estallan, puede tener consecuencias devastadoras para la economía global.
-En segundo lugar, se busca la rentabilidad. Dados los paupérrimos tipos de interés, la abundancia de liquidez provocada por la expansión monetaria de los bancos emisores y la aversión al riesgo de los inversores mundiales, la compra de un piso en España puede ser una salida para conseguir rentabilidades un poco superiores a las que ofrecen otros productos. Esto, unido a que el mercado inmobiliario español tiene recorrido a la baja, pero mucho menos que el que podrían tener los pisos en otros países, puede convertir a nuestro mercado inmobiliario en un mercado atractivo. O al menos, en una solución menos mala.
-En tercer lugar, y no menos importante, para los compradores chinos es especialmente atractivo comprar un piso en España porque a partir de ciertas cantidades esto les otorga el permiso de residencia. De hecho, al comprar el piso están comprando también el acceso a nuestra sanidad, nuestra educación y nuestras infraestructuras, y todo en el mismo paquete, pagando al que vende el piso y sin que el resto de españoles veamos un duro. No niego que puede ser una idea positiva, sobre todo tratándose de gente emprendedora como suelen ser los chinos, pero sigue rechinando un poco que la posibilidad de comprar un piso o suscribir una hipoteca otorgue derechos civiles al que lo hace.
En resumen, en muchas zonas, sobre todo en la costa y en las grandes ciudades, las inmobiliarias están empezando a contratar personal que hable chino. Hay que adaptarse al cliente, y no se puede desaprovechar ninguna oportunidad de deshacerse del excedente de todos estos años.
La hipoteca y el cojón de mulo (con perdón)
Además del fútbol, que eso se da por descontado, la pasión más furibunda que compartimos los españoles es la de ser más listos que nuestros vecinos y no dar nuestro brazo a torcer en cuanto a aceptar que hemos hecho un mal negocio o nos hemos equivocado gravemente en algo.
En ese sentido, los brujos que manipulan la contabilidad nacional aprovechan el asunto para valorar las carteras inmobiliarias de los bancos por el precio de compra de los inmuebles, y no por su valor actual de mercado.
¿Y qué hacen los particulares? Pues lo mismo. Es el signo del país.
Hablando con varios sufridos agentes inmobiliarios, una de las cosas que más a menudo he escuchado es que los vendedores de una vivienda no se bajan del burro si no es a la fuerza, casi a tiros, y por causas de extrema necesidad. Si no, repiten una y otra vez: yo este piso lo compré por doscientos mil euros y no lo vendo no por un céntimo menos. ¿O me voy a dejar robar yo?
La realidad,. a muchos vendedores, les importa un huevo. Así, sin paliativos.
Lo mismo sucede con el trato a los posibles compradores: ahora no cojo el teléfono, el precio no lo digo más que personalmente, se lo enseño solamente los domingos por la tarde,, o quiero verle a usted personalmente antes de decidir si se lo vendo o no.
Todas estas frases, por extraño que parezca, se siguen repitiendo diariamente por toda España. Esas y otras aún más duras como “el que necesita donde vivir es él, así que le pueden ir dando por, etc., etc.
¿Cuento esto por folclore? En absoluto. Lo cuento, porque la resistencia psicológica a ajustar los precios a la realidad del mercado es lo que ha hecho y hace que el descenso de los precios inmobiliarios en España haya sido menor y más lenta de lo que todos los expertos esperaban. Y también, que se haya prolongado más en el tiempo, sin una verdadera y sana corrección que permita hacer borrón y cuenta nueva.
Los españole se niegan rotundamente a reconocer que fueron el último tonto de la cadena, el que compró caro y no va a poder vender más caro, el que compró mal y tendrá que vender peor. “Antes que venderlo en eso, lo quemo”, dijo esta misma semana un vendedor a la inmobiliaria como respuesta a una oferta.
En ese sentido, y aunque resulte doloroso reconocerlo, son las hipotecas las que ponen un punto de cordura: el que tiene que pagar una hipoteca mes a mes, ya no es tan cabezota, ya no tiene tanto orgullo y es mucho más fácil que se avenga a negociar.
Pero es duro que tenga que ser así…