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Ventajas de Comprar una Vivienda de Segunda Mano

Comprar una vivienda es uno de los pasos más importantes en la vida de una persona. Ya sea como inversión o como lugar de residencia, el proceso de adquisición puede generar muchas dudas. A menudo, se debate entre optar por una vivienda nueva o una de segunda mano. En este artículo, analizaremos por qué comprar una vivienda de segunda mano puede ser más beneficioso que adquirir una nueva.

Accesibilidad Económica

Una de las principales ventajas de adquirir una vivienda de segunda mano es su precio. En muchos casos, las propiedades de segunda mano son considerablemente más asequibles que las nuevas. Esto se debe a que los precios del mercado inmobiliario han aumentado, y las viviendas nuevas suelen incluir costos adicionales como impuestos, tasas y gastos de urbanización. Al elegir una vivienda de segunda mano, puedes obtener más por tu dinero, lo que te permitirá invertir en otras áreas que también son importantes.

Ubicación y Entorno

Las viviendas de segunda mano a menudo se encuentran en zonas consolidadas, con acceso a servicios como escuelas, hospitales, transporte público y comercios. En contraste, muchas viviendas nuevas se construyen en áreas en desarrollo, donde es posible que aún no se haya establecido una infraestructura adecuada. Al comprar una propiedad de segunda mano, puedes disfrutar de una comunidad ya establecida y de un entorno que ha demostrado ser funcional y conveniente.

Carácter y Estilo Único

Las viviendas de segunda mano suelen tener un carácter y un estilo arquitectónico que las hacen únicas. Mientras que las casas nuevas suelen seguir patrones de diseño contemporáneo y minimalista, las propiedades más antiguas pueden presentar características históricas, como molduras, suelos de madera o fachadas distintivas. Estas particularidades pueden aportar un encanto especial a tu hogar, haciendo que se sienta más acogedor y personal.

Menor Depreciación

Las viviendas nuevas tienden a depreciarse más rápidamente en sus primeros años, lo que puede ser un riesgo considerable si decides vender en el corto plazo. En cambio, las propiedades de segunda mano suelen tener un valor más estable. Esto significa que, a largo plazo, tu inversión puede mantener su valor o incluso apreciarse, dependiendo del mercado inmobiliario local. La depreciación es un factor a considerar, especialmente si estás buscando una propiedad como inversión.

Posibilidad de Negociación

Al comprar una vivienda de segunda mano, a menudo hay más margen para negociar el precio y las condiciones de venta. Los vendedores de propiedades de segunda mano pueden estar más dispuestos a aceptar ofertas razonables, especialmente si han tenido la casa en el mercado durante un tiempo prolongado. Esta capacidad de negociación puede resultar en un mejor trato y, en última instancia, en un ahorro significativo.

Menos Espera

La compra de una vivienda nueva a menudo implica largos plazos de espera, ya que puede ser necesario realizar obras y ajustes antes de poder entrar a vivir. Las viviendas de segunda mano, por otro lado, están listas para habitar, lo que significa que puedes mudarte casi de inmediato. Esta inmediatez puede ser crucial si necesitas un hogar rápidamente debido a cambios en tu vida personal o laboral.

Menores Costos de Mantenimiento Inicial

Las propiedades nuevas suelen estar cubiertas por garantías durante un tiempo determinado, pero los costos de mantenimiento inicial pueden ser altos. Las viviendas de segunda mano pueden haber pasado por renovaciones y mejoras, lo que puede significar que no requieran grandes reparaciones en un futuro cercano. Además, conocer la historia de mantenimiento de una propiedad de segunda mano puede ofrecerte una visión clara de los posibles problemas a futuro.

Oportunidad de Renovación

Al comprar una vivienda de segunda mano, tienes la oportunidad de renovarla y personalizarla a tu gusto. Esto puede ser un proyecto emocionante que te permite crear un hogar que refleje tu estilo y personalidad. La renovación puede incluir desde pequeñas modificaciones hasta grandes reformas, y aunque puede requerir inversión y tiempo, el resultado final será un espacio único que se adapte a tus necesidades.

Valor Emocional y Familiar

Las viviendas de segunda mano suelen estar llenas de historia y recuerdos, lo que puede hacer que se sientan más acogedoras y familiares. Para muchas personas, la idea de vivir en un hogar que ha sido amado y cuidado por otros puede ser un atractivo emocional. Este valor sentimental puede ser un factor importante a tener en cuenta, ya que un hogar no solo es un lugar físico, sino también un espacio que se llena de momentos y experiencias.

Impacto Ambiental

Optar por una vivienda de segunda mano también puede ser una decisión más sostenible. La construcción de nuevas viviendas consume muchos recursos y genera una gran cantidad de residuos. Al elegir una propiedad de segunda mano, contribuyes a la reducción de la demanda de nuevas construcciones, ayudando así a minimizar el impacto ambiental. Este enfoque puede alinearse con los valores de aquellos que buscan vivir de manera más sostenible.

Conclusiones

En resumen, comprar una vivienda de segunda mano ofrece múltiples ventajas que pueden hacer que esta opción sea más atractiva que adquirir una propiedad nueva. Desde la accesibilidad económica y la ubicación, hasta el carácter único y la posibilidad de personalización, estas propiedades pueden convertirse en el hogar ideal para muchos. Además, el menor riesgo de depreciación y la oportunidad de negociar condiciones favorables son aspectos que no deben pasarse por alto. Cada vez más personas están descubriendo el valor de las viviendas de segunda mano, convirtiéndolas en una opción relevante en el mercado inmobiliario actual.

¿Alguien se cree que estemos en fase de recuperación?

De Guindos, bájate del guindo

De Guindos, bájate del guindo

Cada vez que escuchamos a un portavoz del Gobierno contándonos milongas sobre la fase de recuperación que estamos atravesando no puedo por menos que echarme a reír, sobre todo si analizamos la realidad que nos encontramos día sí y día también en nuestras calles, con un incesante aumento de las familias con problemas para llegar a final de mes, muchas de ellas sin ningún ingreso mensual, y con la pobreza imperando en nuestra sociedad.

Y así queda constatado con cada nueva estadística que aparece en los medios de comunicación con las que volvemos a caer a las catacumbas de la economía europea y mundial, y sobre todo si tienen que ver con el mercado inmobiliario, el eterno problema de nuestra economía.

Sin ir más lejos, acabamos de conocer los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) referentes a la firma de nuevas hipotecas en período anual de enero a enero y son realmente para echarse a temblar, con una caída del 32,4% que vuelve a demostrarnos que todavía no hemos tocado fondo.

Porque no podemos olvidar que hasta que no lleguemos al final de la caída no podremos empezar a plantearnos, bajo ningún concepto, alguna posibilidad de empezar a crecer nuevamente, por mucho que nos empeñemos, un fondo que se viene anunciando en repetidas ocasiones pero que nunca parece llegar.

De hecho, los datos de enero suponen un valor negativo durante los últimos 45 meses, de manera consecutiva, y acentúa aún más la caída que se había producido en diciembre, cuando las hipotecas se habían reducido en un 30%.

En valores absolutos nos encontramos con un total de 17.464, lejos de las 25.447 que se firmaron durante el mes de enero del año 2013, con un valor medio de cada hipoteca de 101.628 euros, un insignificante repunte del 0,1% con respecto al mes de diciembre.

En definitiva, cada vez que habla un Ministro sube el pan pero no la economía, a pesar de que en sus palabras siempre auguran esta posibilidad, esta opción, o aseveran que el crecimiento está a la vuelta de la esquina, y ¡amig@!, nada más lejos de la realidad, me temo.

Cuando la hipoteca era bonita. Sociedad y corrupción

Máximos estudios de demasiada gente...

Máximos estudios de demasiada gente...

Nunca he ganado muchos amigos diciéndolo, pero creo que la corrupción de los políticos es reflejo siempre de la sociedad de la que proceden. En estos días, que nos vemos sacudidos pro graves casos de contabilidad irregular en los partidos políticos, deberíamos reflexionar sobre esa idea que tanto nos gusta de que los políticos se bajan de los ovnis, como marcianos, y empiezan a gobernarnos porque así  lo ordena el emperador de otra galaxia.

¿Y saben una cosa? No es así. Nuestros dirigentes son gente que antes de presentarse a las elecciones andaban pro la calle, tomaban café con nosotros y trabajaban a nuestro lado. Su conducta no es fruto de una mutación genética, sino que está ampliamente enraizada en unos modos y costumbres sociales que no sólo toleramos, sino que con frecuencia fomentamos con nuestro forofismo, nuestro silencio o nuestra estupidez.

Un caso típico de lo que cuento son las ruedas de prensa y las campañas electorales. En países como Alemania y Austria, a un político hay dos cosas que ni siquiera se le pasan por la imaginación: dar una rueda de prensa sin preguntas y contestar con vaguedades a una pregunta que no le conviene. ¿Y por qué? Porque le porcentaje de gente que lo va a poner a parir por hacer una cosa así es tan alto que el coste de hacer semejante cosa es muy superior al coste de aguantar el chaparrón y contestar a lo que no quieres contestar. ¿Y por qué en España es posible semejante lacra? Porque la gente no se entera, no tiene interés en enterarse y nunca se va a levantar del sillón para comprobar qué hay de verdad en eso que el político dijo o que no llegó a decir nunca. En resumen: donde falta sociedad civil, los dirigentes pueden hacer cualquier cosa, y sin miedo. Donde no hay criterio, cualquier respuesta es buena.

Un buen ejemplo de esta falla en la sociedad civil es lo que sucedió con las hipotecas, la vivienda y la burbuja inmobiliaria: mientras el tema de la construcción daba trabajo, buenos sueldos, hipotecas para todos y posibilidad de tener una vivienda en propiedad (que es el sueño dorado de muchos españoles), todo estaba bien. Nos daba igual que los alcaldes recalificaran terrenos, que se llevaran comisiones, que las cajas de ahorros prestaran cantidades obscenas a promotores insolventes y que los pisos subieran. El caso era que no se parase la bola. El caso era que se siguieran pagando dos mil euros a un alicatador y tres mil a un fontanero. El caso era que los maridos y los hijos siguieron ganando buenos jornales y la huerta del abuelo se pudiese vender por treinta veces lo que valía.

¿Nos preocupaba entonces la corrupción? En absoluto. En aquella época la corrupción estaba como dios, y a todos los que hablaban de frenar la locura se les llamaba aguafiestas. ¿Quién hubiese votado entonces a un político que hubiera dicho que había que frenar la construcción y la promoción de viviendas? Casi nadie.

Luego se acabó la fiesta. El que dejó los estudios para ganar un sueldazo como albañil lleva dos años en el paro y el último que compró un piso llora porque lo desahucia, mientras el último que lo vendió lo sigue celebrando en silencio, sin que nadie lo sepa.

¿Y qué pasa? Que entonces es culpa de los políticos, que nos roban (como antes), que no saben lo que hacen (como antes) y que son unos irresponsables (como antes). Lo único que ha cambiado es que ahora los demás no sacamos tajada.

Esa es toda nuestra honradez: La del que pide su parte. Si quieren robar, que roben, pero que me den mi parte.

Y así vamos.

¿Te animas a vender pisos?

Calzoncillos promocionales para inducir a la compra de...

Calzoncillos promocionales para inducir a la compra de...

La cosa debe de estar muy mala cuando antes le llamaban intrusismo profesional y ahora se dice que es una idea original.

Me refiero a la venta de pisos por parte de particulares: hasta hace muy poco, los profesionales del sector, los famosos agentes de la propiedad inmobiliaria, solicitaban al gobierno que protegiese su actividad y ahora resulta que una gran inmobiliaria, Quabit, ofrece dos mil euros a cualquier ciudadano que le ayude a vender uno de sus pisos para irse librando del lastre.

La campaña de la antigua Afirma incluye también un vale de regalo para el comprador por una parte del importe del piso y estará en vigor todo lo que queda de año, o sea, el tiempo que durará la vieja y querida desgravación por compra de vivienda habitual.

Si tenemos en cuenta, además, que los bancos van a tener que cerrar un poco más el frifo por la nueva normativa de reservas, la recompensa parece pequeña para el trabajo que puede dar la cosa.

Por eso yo me pregunto, y al mismo tiempo a vosotros, es: ¿valdrá la pena meterse en estos momentos a convencer a nadie de que es el momento ideal para comprar un piso?, ¿valdrá la pena hipotecarse ahora para veinte o treinta años porque te regalen las cortinas?, ¿somos responsdables de  los consejos que damos?

Filosofías aprte, a veces tengo la impresión de que la publicidad empieza a pasarse. Esto viene a ser como ofrecer el traje de novia gratis al que se case este año. Si tenías novio y te ibas a casar de todos modos, pues bienvenido sea, pero no crea que hubiese mucha gente que se casase con desconocido por ahorrarse el traje.

Pues esto de los pisos va por el mismo camino. Más o menos.

¿Cómo lo veis?, ¿os haríais comerciales para ganar los 2.000 euros?, ¿vale la pena o es demasiado arriesgado?