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Hipoteca, cajas y dolor

Historias de las puñeteras cajas

Historias de las puñeteras cajas

Hoy voy a hablar de una experiencia personal que a lo mejor nos sirve a todos para saber qué diablos está pasando aquí. Un día sí y otro también nos despertamos con distintos escándalos de corrupción y parece que la cosa no tiene fin.

Tanto es así que ya hay quien se pregunta si no habrá algo interesado en toda esta cascada de noticias escatológicas (o mierderas, si detestáis el griego) y si habrá algún plan preconcebido en el modo y ritmo en que toda esta porquería está saliendo a la luz.

Yo no me voy a poner paranoico y no me voy a meter en teorías de la conspiración, en primer lugar porque creo que es todo muy simple (hay porquería a espuertas y no hace falta tanto para que salga) y en segundo lugar porque no me parece serio emplear un medio como este para difundir teorías de bar ni filosofía de café copa y puro.

Lo que sí sé, porque asistí a ello hace poco, es que la desaparición de las Cajas de Ahorros ha puesto a los partidos políticos al borde de la muerte. Lo que sí sé es que las cajas de ahorros no se ocupaban solamente de nuestras hipotecas, y de pagar guiñoles para los niños, sino que eran la piedra angular de todo un sistema clientelar que mantenía en pie la obediencia y la disciplina dentro de los partidos.

Mientras existieron las cajas de ahorros, los dirigentes políticos podían pagar a sus subalternos con un puestecillo para la hija, un préstamo para el sobrino o incluso, en los casos más clamorosos, con un error administrativo que conducía al olvido de determinada deuda. Lo de las tarjetas con barra libre ya es conocido de todos, así que no meteré más el dedo en esa llaga por no cabrear más la personal.

Tras la desaparición de las cajas de ahorros, un dirigente provincial conocido mío llamó al alcalde de un pueblo para pedirle apoyo político para un determinado proyecto (una carretera, concretamente ) y el alcalde local le espetó que si no llamaba para lo que él sabía que no se molestase ni en descolgar el teléfono.

-¿Y qué es eso para lo que le tienes que llamar? -pregunté yo, que había oído la airada respuesta.

-Nada. Que su hija sigue en el paro.

Y así es la vida: mientras la hija del alcalde del quinto pino esté en el paro, no hay otro tema del que hablar ni otro tema que le importe tres puñetas a su padre. Y lo mismo pasaría si la niña las pasara negras para pagar la hipoteca, o la letra de la nevera.

Cuando existían las cajas de ahorros, esas cosas se arreglaban en días, semanas o meses, con un par de llamadas. Hoy no se arreglan de ningún modo y cada día son más los que ni obedecen ni callan.

Y eso hay.

Cuando la hipoteca era bonita. Sociedad y corrupción

Máximos estudios de demasiada gente...

Máximos estudios de demasiada gente...

Nunca he ganado muchos amigos diciéndolo, pero creo que la corrupción de los políticos es reflejo siempre de la sociedad de la que proceden. En estos días, que nos vemos sacudidos pro graves casos de contabilidad irregular en los partidos políticos, deberíamos reflexionar sobre esa idea que tanto nos gusta de que los políticos se bajan de los ovnis, como marcianos, y empiezan a gobernarnos porque así  lo ordena el emperador de otra galaxia.

¿Y saben una cosa? No es así. Nuestros dirigentes son gente que antes de presentarse a las elecciones andaban pro la calle, tomaban café con nosotros y trabajaban a nuestro lado. Su conducta no es fruto de una mutación genética, sino que está ampliamente enraizada en unos modos y costumbres sociales que no sólo toleramos, sino que con frecuencia fomentamos con nuestro forofismo, nuestro silencio o nuestra estupidez.

Un caso típico de lo que cuento son las ruedas de prensa y las campañas electorales. En países como Alemania y Austria, a un político hay dos cosas que ni siquiera se le pasan por la imaginación: dar una rueda de prensa sin preguntas y contestar con vaguedades a una pregunta que no le conviene. ¿Y por qué? Porque le porcentaje de gente que lo va a poner a parir por hacer una cosa así es tan alto que el coste de hacer semejante cosa es muy superior al coste de aguantar el chaparrón y contestar a lo que no quieres contestar. ¿Y por qué en España es posible semejante lacra? Porque la gente no se entera, no tiene interés en enterarse y nunca se va a levantar del sillón para comprobar qué hay de verdad en eso que el político dijo o que no llegó a decir nunca. En resumen: donde falta sociedad civil, los dirigentes pueden hacer cualquier cosa, y sin miedo. Donde no hay criterio, cualquier respuesta es buena.

Un buen ejemplo de esta falla en la sociedad civil es lo que sucedió con las hipotecas, la vivienda y la burbuja inmobiliaria: mientras el tema de la construcción daba trabajo, buenos sueldos, hipotecas para todos y posibilidad de tener una vivienda en propiedad (que es el sueño dorado de muchos españoles), todo estaba bien. Nos daba igual que los alcaldes recalificaran terrenos, que se llevaran comisiones, que las cajas de ahorros prestaran cantidades obscenas a promotores insolventes y que los pisos subieran. El caso era que no se parase la bola. El caso era que se siguieran pagando dos mil euros a un alicatador y tres mil a un fontanero. El caso era que los maridos y los hijos siguieron ganando buenos jornales y la huerta del abuelo se pudiese vender por treinta veces lo que valía.

¿Nos preocupaba entonces la corrupción? En absoluto. En aquella época la corrupción estaba como dios, y a todos los que hablaban de frenar la locura se les llamaba aguafiestas. ¿Quién hubiese votado entonces a un político que hubiera dicho que había que frenar la construcción y la promoción de viviendas? Casi nadie.

Luego se acabó la fiesta. El que dejó los estudios para ganar un sueldazo como albañil lleva dos años en el paro y el último que compró un piso llora porque lo desahucia, mientras el último que lo vendió lo sigue celebrando en silencio, sin que nadie lo sepa.

¿Y qué pasa? Que entonces es culpa de los políticos, que nos roban (como antes), que no saben lo que hacen (como antes) y que son unos irresponsables (como antes). Lo único que ha cambiado es que ahora los demás no sacamos tajada.

Esa es toda nuestra honradez: La del que pide su parte. Si quieren robar, que roben, pero que me den mi parte.

Y así vamos.

Hipoteca y buenas costumbres

Pregúntate si les prestarías tu pasta...

Pregúntate si les prestarías tu pasta...

Tirando del hilo vamos cada vez más lejos. Y es normal, porque lo cierto es que al coyuntura que atravesamos empieza a tener cada vez más tintes sociales y menos económicos, al menos en sus raíces.

El hecho es que, descontando los intereses de la deuda y descontando también lo que nos estamos gastando en rescates y otros parches, España gasta unos sesenta mil millones de euros más de lo que ingresa. Y no este año, no: lleva gastando cifras parecidas por encima de sus ingresos como cosa de ocho o nueve años. Y sin que nadie se preguntara de dónde iba a salir la pasta para pagarlo, porque somos así de chulos.

En estas condiciones, el dinero hay que pedirlo fuera. Y el hecho es que fuera no nos lo quieren dar, en primer lugar, porque tienen mejores clientes para prestárselo (igual que nos pasaba a nosotros cuando íbamos a pedir una hipoteca) y en segundo lugar porque no se fían de que vayamos a devolver esa pasta (también lo mismo que cuando pedíamos una hipoteca, que casualidad…)

La situación está como está porque, siguiendo con las coincidencias, España se ha portado a nivel país como el tipo que es vecino del director de su sucursal y va a pedirle una hipoteca contándole que tiene que pagar la operación de la suegra, el aparato de los dientes de la hija, la reparación del coche, las goteras y el ascensor de la casa, y que además no está dispuesto a poner más baja la calefacción ni a ir andando al trabajo en invierno. ¿Qué creéis que le diría el director de la sucursal bancaria cuando fuera a pedir la hipoteca?

Pues ese es nuestro caso: los gastos que tenemos son razonables, nos duele quitar de los sueldos públicos, nos duele recortar el subsidio de desempleo y nos duele recortar las pensiones, pero el caso es que nuestros vecinos lo ven y cuando les vamos a pedir el dinero a ellos, que en muchas ocasiones tienen unos derechos inferiores a los nuestros, se preguntan en qué hormigonera industrial fabricarán caras como la nuestra.

En un mercado abierto, donde la fama y la imagen valen tanto como el propio respaldo económico, nuestra conducta majadera de enfrentarnos entre nosotros en los tribunales internacionales, dar derechos a todo el que llega a la frontera y pitar al rey en la copa, se pagan. A nosotros nos hacen gracia esas cosas, pero el que tenga un par, que vaya y se lo explique a un gestor de fondos de Hong Kong…

Hipoteca, recalificación y corrupción

sandsculptures_48Ya sabéis lo que opino sobre el tema de la autoridad municipal y sus recalificaciones de terrenos: que se puede ir por ahí con un trabuco, se puede ir con una navaja, o se puede robar desde el ayuntamiento, quedando bien, y siendo además un amigo del empleo y el desarrollo.

De todos modos, y para que tengáis una ocasión nueva de ponerme a parir, os quiero plantear un dilema sobre las recalificaciones y los enriquecimientos con el suelo, esas operaciones que, ya lo sabéis, fueron las que más encarecieron los pisos y las hipotecas que ahora tanto nos cuesta pagar.

A ver cómo lo planteo:

Los pelotazos de algunos los tiene que pagar alguien y ese alguien somos nosotros, que al comprar un piso estamos pagando la antigua huerta de un abuelo a cinco mil euros el metro cuadrado. O a más. La broma esa cosa de un momento: se pasa un maletín a quien hay que pasárselo, y así los terrenos rústicos se convierten en urbanos, se construye, y se vende y nosotros nos jorobamos durante los treinta o cuarenta años que dura la hipoteca. Hasta ahí, todo normal. Conocemos al perjudicado, y nada cambia.

La pregunta es quién es el beneficiario que más merece enriquecerse, porque para mí, aunque sea repugnante el trapicheo que se traen concejales y constructores, creo que eso es más legítimo que el enriquecimiento porque sí del bisnieto del abuelo que trabajaba la huerta y que no volvió a mirar nunca para ella hasta que vio que podía ser edificable.

Que se forren constructores y políticos municipales es asqueroso, pero no dejan de estar dentro del negocio. Y el dinero es para el que crea el negocio, aunque sea con argucias ilegales.

Que se forrara el heredero de esos pedregales porque se las recalificasen a él en vez de al promotor, eso sí que me parecería verdaderamente horrible.

Por lo demás, os propongo que echéis un ojo a las listas municipales de las próximas elecciones: veréis como al desaparecer la bicoca de la construcción hay muchos que ya ni se presentan. Total, ¿para qué?

 

La Universidad como escarmiento y sumidero de talentos (agujero 7º)

Aquí alojan en la Universidad al que tiene una idea propia.

Aquí alojan en la Universidad al que tiene una idea propia.

La universidad debería ser una especie de templo del conocimiento al que se acercasen aquellos que quisieran aumentar sus conocimientos o simplemente abrir sus mentes.

En ningún sitio es más necesario que en la Universidad un espíritu abierto, dirigido a la formación de pensamientos vigorosos y libres. En la Universidad deberían formarse las clases dirigentes del futuro, tanto a nivel técnico, como humano.

De las universidades salen, es cierto, buena parte de los que dirigen luego la sociedad, pero salen tan maleados, doloridos, escarmentados y corrompidos, que el mundo de la empresa y la política es lo que es por las malas artes que los universitarios aprenden por necesidad de supervivencia en sus años de paso por las facultades.

La universidad española se apoya en una serie de pilares, a cada cual más corrupto, que la convierten en un foco infeccioso más que en un faro de ciencia. Voy a tratar de detallarlos:

-1- La Autonomía universitaria, que debería servir para evitar ingerencias en lo que se enseña y mangoneos externos, sirve en realidad para evitar controles  y fomentar la opacidad y el interés más filisteos. Los ciudadanos pagamos la universidad pública, pero no tenemos derecho a opinar sobre en qué se gasta nuestro dinero ni sobre los criterios con que se gasta, se invierte o se contrata con ese dinero. ¿Y qué sucede en un lugar donde cada año llegan millones de euros de los que nadie puede pedir cuentas? Responded vosotros.

-2- La contratación del profesorado se realiza por el propio profesorado, de modo que es la Universidad y los departamentos en sí mismos los que contratan y eligen su propio personal. Desde el punto de vista científico, eso significa que todos los profesores de un área piensan lo mismo que su superior directo (que de lo contrario no los habría contratado) con lo que en lugar de un debate de ideas tenemos una asquerosa endogamia del pensamiento, sin debate y sin alternativa.

-3- El sistema de contratación del que hablamos en el punto anterior genera puestos de trabajo de por vida, muy bien pagados y muy cómodos (máximo 12 horas de clase a la semana, por ley). Como nadie puede controlar esa contratación, se da la terrible paradoja de que más del 45 % de los profesores universitarios están emparentados entre sí. La endogamia no es sólo intelectual, por tanto.

Os invito a preguntar a cualquier profesor universitario que conozcáis cuántos se presentaron a su oposición el día que la sacaron. La respuesta, invariable, será uno o ninguno, porque para una plaza de cartero se presentan 700 candidatos, y para una plaza de guardería se presentan 900, pero para una plaza de profesor universitario no se presenta nadie, ya que el es sabido que están dadas de antemano y se convocan con el perfil de una persona determinada.

-4- No existe control alguno sobre la labor investigadora. El profesor que honradamente quiere investigar, investiga, pero al que se limita a dar sus 12 horas a la semana no se le piden cuentas ni de su actividad, ni de sus publicaciones, ni de la actualización de sus temarios. Por eso algunas universidades, casi todas, incluyen en sus temarios asuntos completamente obsoletos: porque el profesor titular, inamovible, se niega a estudiarse las novedades. En el año 2003, en Económicas, aún repartían material sobre las posibilidades de triunfar de Windows sobre el monopolio de IBM.

-5- La financiación y la contratación de nuevos profesores depende del número de alumnos. Y el número de alumnos se puede aumentar de dos maneras: haciendo más interesante la carrera o la asignatura para que se matricule más gente, o suspendiendo sistemáticamente a los que hay, con un falso nivel de exigencia, para que se vuelvan a matricular el año siguiente y se acumulen con los que llegan del curso anterior. Qué es más fácil y qué supone menos esfuerzo, lo dejo a vuestro juicio.

-6. El Estado otorga y valida los títulos pero no puede controlar en la práctica los contenidos, porque el mismo que los imparte es el que luego examina. Así las cosas, si caes en una Universidad donde se enseña cualquier aberración, (o cualquier antigualla) debes aprender esa aberración y esa antigualla, o marcharte (si puedes). Así las cosas, pueden existir, y existen, universidades privadas que venden el título a quien se lo puede pagar de modo que ese título sirva para aprovechar después ventajas y enchufes familiares que perpetúen la rueda.

Hay más, pero ya me alargo demasiado.

Dicho esto, ¿qué tiene de raro que la gente salga de las universidades como sale?

Resabiada, desengañada, y a menudo con deseos de revancha.

Si ese sistema es el que produce nuestros técnicos y dirigentes, ¿cómo queréis que lleguemos a tener algún día una sociedad mejor?