Archivo por años: 2012

Hipoteca y tasación

A pasar por ventanilla

A pasar por ventanilla

Para mí, uno de los mayores problemas de este país es la avalancha de papeles con que nos agobian, todos esos papeles que malgastan esfuerzo y restan energías a cualquier emprendedor. Si cuando pones una empresa acabas pasándote más tiempo haciendo papeles que preocupándote de buscar clientes y proveedores, ¿cómo demonios quieren luego que seamos competitivos?

Sin embargo, aún hay una cosa peor que esa: que todos los certificados, las valoraciones, los planes de no sé qué y no se cuanto, cuestan dinero, llevan horas, ¡pero no admiten responsabilidad alguna si luego algo sale mal!

¿Un ejemplo? La ITV. Tienes que llevar el coche, verifican los frenos, verifican si todas las piezas tienen su correspondiente certificado para que no hayas tuneado el vehículo por tu cuenta, miran los frenos, las luces, las ruedas, los gases de escape… Pero si al salir de las instalaciones de la ITV te metes el gran guantazo porque los frenos estaban en mal estado y no se dieron cuenta, no son responsables de nada. Lo mismo, como segundo ejemplo, sucede con la famosa verificación técnica de las viviendas, que los arquitectos cobran pero no avalan con responsabilidad alguna.

En el caso de las hipotecas y los desahucios, que tanto preocupan ahora, parece que todo el mundo evita ir a la raíz del problema, de manera que dé la impresión de que las hipotecas impagadas se bajaron un día de los árboles, y que no existieron unas empresas tasadoras, a menudo participadas y dirigidas desde los propios bancos, que valoraban las viviendas por un valor que nada tenía que ver con el real.

Si tenemos en cuenta que la tasación de la vivienda es un valor clave en la concesión y vida posterior de cualquier hipoteca, ¿cómo es posible que se deje de un lado la responsabilidad de los tasadores a la hora de incumplir con su principal trabajo, que es asignar un valor real y prudente al bien que va a ser objeto de la operación?

Lo que sucede aquí es que nadie piensa en los papeles como mejora ni como garantía de nada, sino como una manera simple, fácil, limpia y poco trabajosa de sacarse un buen dinero sin y hacerse cargo de nada cuando las cosas se tuercen.

Como sociedad entera tenemos mentalidad de chupatintas. Y así nos va.

Alquiler social en lugar de dación en pago

Migajas del pobre

Migajas del pobre

Ante el miedo que el sector financiero sigue provocando entre los partidos políticos nacionales, tanto el Gobierno como la oposición parecen haberse puesto de acuerdo en la opción de apostar por el alquiler social como una manera de contentar a su electorado a la vez que no perjudican demasiado al sistema financiero.

¿En qué consiste el alquiler social?

Se trataría de obligar a la entidad financiera correspondiente a negociar un alquiler social con su cliente en caso de que éste no pudiera hacer frente al pago de las cuotas hipotecarias, de forma que se fijara una renta mensual en función de los ingresos del cliente hasta que la situación volviera a la normalidad.

Sería una especie de carencia, pero en lugar del pago de los intereses se estaría abonando un alquiler por la vivienda. En esta situación la entidad financiera se garantizaría unos ingresos, algo menores, eso sí, pero ingresos al fin y al cabo, mientras que el cliente podría mantener su vivienda en estos tiempos difíciles.

La gran ganancia de las entidades financieras es que de esta forma conseguirían no perder tanto dinero como sí harían en caso de la dación en pago, que les obligaría a hacerse con una vivienda por un precio muy inferior al que fijaron inicialmente en la hipoteca, perdiendo con ello mucho dinero, ya que el valor de mercado de estos inmuebles hoy en día está por los suelos.

En definitiva, se trata de contentar a la mano que te da de comer, porque no podemos olvidar la gran cantidad de créditos y préstamos que han sido condonados por parte de las entidades financieras a los partidos políticos bajo la idea de que con ello se conseguiría un futuro más prometedor para dichas entidades, como el tiempo se ha empeñado en demostrarnos con las continuas ayudas que están recibiendo.

Porque aunque el propietario de la vivienda pueda seguir viviendo en la misma pagando el alquiler social, no se contempla la posibilidad de que éste prefiriera en un momento dado deshacerse de la misma mediante el proceso de dación en pago, con lo que los ciudadanos volvemos a salir perjudicados en favor de los bancos y cajas.

Hipoteca y pérdidas latentes

Castizos que somos...

Castizos que somos...

A estas alturas ya debería estar meridianamente claro que hay mucha gente que nunca logrará deshacerse de su piso por el mismo valor en que lo compró. Dentro de esa casuística, tenemos dos variantes principales, como bien apuntan en los comentarios:

-Los que compraron una vivienda para vivir en ella, sin intención de venderla, y..

-Los que la compraron con la idea de venderla en un futuro y obtener unas plusvalías, o si no una ganancia, al menos una reserva de capital.

El caso es que dentro de los primeros hay también todo un amplio abanico de circunstancias, y por eso nos afecta a todos loa bajada de los pisos: cuando se compra una vivienda, aunque sea con la intención exclusiva de habitarla, y sin pensar en otras posibles utilidades, puede suceder que uno se entienda mal con su pareja y acabe siendo necesario liquidar el inmueble para poder marcharse cada cual por su lado, o se puede tener un problema con la empresa y verse uno en la obligación de buscar otro trabajo, o puede ser necesario mudarse de ciudad por mil razones diferentes.

En todos esos casos, por mucho que no se pensara en especular, la venta de la vivienda nos obliga a darnos de bruces con la dura realidad de que el alquiler que podamos obtener no pagar las cuotas de la hipoteca, y la venta no cubre la deuda. Osea, nos hemos empobrecido.

El caso es que, sea cual sea el motivo por el que compramos la vivienda, los datos apuntan a que los españoles somos particularmente reacios a asumir la pérdida, y seguimos con la idea de que mientras no vendamos no hemos perdido, y que ya vendrán tiempos mejores, o ya surgirá una ocasión que nos permita enjuagar la diferencia entre lo que pagamos y lo que nos dan ahora por el piso. a idea de que los pisos nunca bajan sigue pesando demasiado sobre la mente colectiva, por mucho que la realidad lleve años demostrando lo contrario. Al fin y al cabo, la realidad es algo que no acaba de interesarnos y que muchos apuntan como un enemigo más al que hay que oponerse para mantener en pie los derechos de los ciudadanos, la libertad y la pureza de sabor de los chicles de menta.

Esto, que puede parecer un dato folclórico, es en realidad una de las variables que esclerotiza en mayor medida nuestro mercado inmobiliario y hace más lento el necesario ajuste entre realidad y precios.

Sabemos que no podemos vender. Sabemos que no podemos divorciarnos. Sabemos que no podemos ir a trabajar a otra ciudad. Sabemos que todo eso nos hace más pobres, más dependientes y más vulnerables. Mantener el precio en el cartel de  se vende o en la inmobiliaria es lo único que nos queda para mantener un pedacito de ego.

O quizás de esperanza. No sé.

Lo que significaría una bajada radical de los pisos

Los vencedores se reúnen para decidir qué hacen con los bancos

Los vencedores se reúnen para decidir qué hacen con los bancos

Hay gente que está esperando a la apertura definitiva del banco malo para intentar comprar un piso, y en principio parece una buena idea, porque los pisos van a tener que bajar una verdadera burrada para que así, de una buena vez, se acaben por convertir en pérdidas reales lo que hasta ahora son solamente pérdidas potenciales. Además, para esos pisos es posible que haya financiación, aunque es de suponer que no será en unas condiciones muy ventajosas ya que hay una pérdida implícita en la operación, a la que no se va a añadir un riesgo de impago. O sea, que a los que están preparando esa jugada más les vale tener el dinero en efectivo o preparar buenos avales.

Sin embargo, esa bajada de los pisos va a tener otras dos consecuencias de las que aún no conocemos el alcance y que son la razón pro la que hasta ahora se ha tratado de evitar a toda costa una liquidación general de vivienda.

-En primer lugar, la valoración general de los pisos va a descender, con lo que eso llevará aparejado en el campo personal y en el campo financiero. Si el precio medio de los pisos baja, y va a bajar si hay muchos miles de viviendas que se venden con descuentos del cincuenta por ciento, el resto de pisos, que se valora a precio de mercado, verá bajada también su valoración. Así, quien tenga una hipoteca en estos momentos, y aunque la esté pagando religiosamente todos los meses, empezará a ser un cliente sospechoso, a que el valor medio del bien hipotecado se ha reducido respecto a su deuda.

La gracia de esto vendrá cuando desde Europa nos pidan que apliquemos las normas contables comunes y resulte que, a partir de ese momento, muchas hipotecas que se consideraban sanas pasen a ser hipotecas tóxicas…

-En segundo lugar, la vivienda es la principal acumulación de capital de las familias, y la garantía tradicional de conservación de la riqueza. Si el precio de los pisos baja, los españoles nos empobrecemos, y eso hará más difícil el endeudamiento para cualquier pequeña empresa e incluso empeorará la percepción general, lo que puede llevar a reducir el consumo. O dicho con palabras más corrientes: si mi piso ya no vale cuarenta millones, que es lo que tengo ahí para una emergencia, y sólo vale veinte, entonces mejor no meterse en aventuras…

Ya se sabe: todo tiene sus contrapartidas.

¡Qué viva el desplome del Euríbor!

Las cuentas siguen sin salir

Las cuentas siguen sin salir

Si alguien nos hubiera dicho hace unos años que el Euríbor estaría por debajo del 1% le hubiéramos tachado de iluminado, en la peor de las acepciones de la palabra, y si hubiera osado a anticipar un valor del indicador hipotecario sobre el 0,65% nos hubiéramos reído en su cara, mandándole a la hoguera en el mismo momento en el que nos hubiera hablado de una comparativa interanual en caída de un punto porcentual y medio.

Sin embargo, la realidad siempre supera a la ficción y ese ese el panorama con el que nos encontramos en este mes de octubre. El Euríbor sigue marcando sus mínimos históricos y cerrará este décimo mes del año en valores sobre el 0,65%, lo que supone el valor más bajo desde que se utiliza el Euríbor como principal índice para el cálculo del tipo de interés de las hipotecas.

Por tanto, no podemos por menos que decir que nos encontramos en un buen momento para todas aquellas familias que ya tienen contratada una hipoteca, porque, en caso de que no tengan cláusula suelo podrán disfrutar de un ahorro importante en sus cuotas mensuales, y en el caso de que sí que la tengan instaurada, al menos sus cuotas se mantendrán estables.

Otra cosa es lo que sucede con las familias que intentan obtener una nueva hipoteca ahora, ya que a pesar de que el Euríbor está por los suelos, la verdad es que el diferencial que se está aplicando por las entidades financieras hace que todo quede en nada y que el tipo de interés resultante acabe siendo elevado para los tiempos que corren.

En definitiva, nos alegramos de la caída del Euríbor, porque en líneas generales es una buena noticia, pero no tan buena como podría serlo por culpa de las entidades financieras que quieren seguir ganando dinero a costa de los ciudadanos de una manera legal, pero ilegítima, y de las propias administraciones públicas que no son capaces de hacer fuerza contra las entidades a las que han estado financiando en estos últimos años a base de ayudas públicas que acaban por caer en saco roto en lo que a beneficio general de la sociedad se refiere.

Hipoteca de reina y peones muertos

Elige bando

Elige bando. El otro mueve primero

Hoy vamos de ajedrez, el juego de los grandes indiferentes. Para jugar al ajedrez hace falta algo más que cálculo, análisis y capacidad de concentración: hace falta ante todo frialdad, sentido lógico, y esa indiferencia de que hablaba Borges.

L0s jugadores de ajedrez, incluso los malos como yo, sabemos que no hay ninguna acción sin c0nsecuencia, y que al final de la partida te encuentras con la posición que te has labrado, movimiento a movimiento, sin que nadie que no se haya vuelto loco (o tonto) pueda decir que ha perdido porque ha tenido mala suerte.

Una compra de al importancia de la vivienda, el lugar en que se compró y la hipoteca que se eligió, con su tasa de interés y su diferencial, tiene algo de movimiento de ajedrez: lo haces una vez, no te puedes echar atrás y tendrá consecuencias hasta el final de tu vida.

Lo cierto es que muchos movieron mal. Lo cierto es que llegados a este ataque de la crisis haya demasiada gente con las defensas abiertas y a punto del desahucio. Lo cierto es que la decisión fue responsabilidad suya y sólo suya, tanto cuando se equivocaron como cuando les engañaron. El engaño sólo es disculpa cuando no existe información ni fuentes alternativas, cosa que sobra hoy en día.

Pero lo cierto también es que un país o una sociedad juega el mismo color, y la actual normativa de perder la casa, conservar la deuda y permanecer marcado como moroso es una pérdida intolerable de peones para nuestro sistema económico. Cada desahucio no es sólo una tragedia personal y familiar, sino que es también un grupo de personas que queda fuera de la opción de convertirse en autónomos, en consumidores y casi hasta en ciudadanos que puedan levantar cabeza a nivel económico.

¿Podemos permitirnos excluir a toda esta gente de un sistema que necesita cotizaciones, consumidores y pequeños empresarios? Yo creo que no.

Es necesario buscar un término medio, el que sea, entre asumir las responsabilidades propias y quedar fuera del sistema económico de por vida.  El error de ciertos sectores, a mi entender, es tratar de abrir huecos para el escaqueo, la picaresca, o la simple inseguridad jurídica. La dación en pago, por ejemplo, no puede ser una opción, porque encarecería los intereses una manera alarmante. La deuda eterna tampoco lo es, porque como vengo diciendo, saca del tablero a esos peones, empujándolos a la economía sumergida, otro de nuestros males más preocupantes.

Seguramente no es le momento de buscar esa fórmula, dada la situación de nuestros bancos y el peligro que supondría ahora su hundimiento, pero hay que ir buscando, poco a poco, una salida para todos los que quedan fuera del mercado,  y no sólo por razones éticas, morales y de solidaridad.

Tenemos que buscar una solución, sobre todo, porque son de los nuestros y porque los necesitamos.

Mentalidad de ajedrecista…

Lo que cuesta el tiempo.

Poltergeist de la lógica

Poltergeist de la lógica

Todos los que tenemos una hipoteca lo sabemos: el tiempo cuesta dinero, y cuanto más tiempo pedimos, más dinero nos cuesta, y mayores son los avales que nos piden, y más estricitas las condiciones impuestas por el que da el préstamo.

Y si lo sabemos todos, ¡oh cielos!, ¿cómo es posible que nuestro Gobierno no se haya enterado y siga jugando aún al escondite con el rescate?

En Junio se aprobó el rescate de la banca española, luego la cosa se pospuso un poco por aquello de que había que hacer una auditoría externa, ya que los datos presentados por el Tribunal de Cuentas, el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores no se lo creía ni la esposa de Jonás. ¿Y luego?

Luego vino Rajoy a decir que había sido un gran triunfo de España, que no había condiciones que cumplir y que era mejor esperar. Esperar a las elecciones gallegas. Esperar a las elecciones vascas. Esperar ahora posiblemente a las catalanas mientras el que presta el dinero, Alemania sobre todo, empieza a convencerse de que a gente así es mejor no prestarle ni el patinete, así que mucho menos la archimillonada de euros que vamos a necesitar.

La prudencia es siempre buena consejera, pero el diletantismo no es prudencia, sino desidia, pro más que todos conozcamos a gente que lo deja todo para mañana con la excusa de que lo va a pensar mejor.

Quizás sea bueno dejar las cosas claras: tenemos que pedir prestado, porque no tenemos dinero. El que presta, pone sus condiciones, que se toman o se dejan. Tratar de imponer los plazos nos va acostar un pico, como nación, igual que nos costaría como particulares si hiciésemos esta chorrada al pedir una hipoteca.

Lo entiendo todo el mundo, pero el Gobierno, no.  ¡Hay que jorobarse!

La vivienda sigue cayendo, pero ¡sigue sin ser suficiente!

Seguimos hundiéndonos

Seguimos hundiéndonos

Todos los expertos económicos nos advirtieron de la situación en la que nos encontrábamos en plena burbuja inmobiliaria y de las dificultades con las que nos encontraríamos en cuanto la burbuja estallara, bueno no todos, sólo algunos, pero el caso es que se veía venir, y entonces se apuntaba a que los precios de la vivienda debían de caer drásticamente antes de que nos pudiéramos empezar a plantear la recuperación.

Pues bien, según el Indice de Mercados Locales que elabora periódicamente la tasadora Tinsa, una de las más importantes del país, el precio de la vivienda en nuestro país ha caído un 46,5% de media desde que se alcanzaran los máximos históricos en el año 2007, es decir, que según estos datos nos encontramos con que los precios se han reducido en casi la mitad.

Y no es sólo que nos encontremos con precios que se han desplomado, sino que además el proceso parece seguir sin solución de continuidad a juzgar por los valores que cada trimestre van apareciendo. Si nos atenemos a los valores que ofrece la propia Tinsa nos encontramos con que en el tercer trimestre de este año 2012 la caída de precios ha sido de un 11,5%, similar a la caída que se experimentó en el trimestre inmediatamente anterior.

Las Comunidades Autónomas con una mayor caída de los precios de la vivienda fueron Cataluña, Navarra, Baleares y Aragón, con un descenso respectivo del 19,1%, 16,8%, 15,4% y del 15%, es decir, claramente por encima de la media nacional, agudizando su situación de crisis importante en la que se encuentran inmersos.

Pero la situación se agrava aún más sin tenemos en cuenta que se considera que los precios de las viviendas tienen que seguir cayendo durante los próximos meses ya que la creación del banco malo debería, al menos en teoría, generar un descenso en los precios de los pisos de en posesión de las entidades financieras.

Es decir, que el próximo índice no debería de ser muy diferente, incluso peor, que el actual y ofrecernos una situación realmente desoladora en lo que al sector inmobiliario se refiere, provocando una perpetuación de la crisis sin un límite temporal claro.

Seguimos sin hipotecas

El sector hipotecario sigue en su pozo sin fondo particular

El sector hipotecario sigue en su pozo sin fondo particular

La nueva estadística del Instituto Nacional de Estadística referente a las hipotecas concedidas durante este pasado mes de agosto no deja títere con cabeza ya que refleja una caída del 28,5% en el número de hipotecas constituidas en tasa interanual, hasta completar un volumen global de 21.106 préstamos hipotecarios, un valor que nos retrotrae al año 1995, justo en el peor momento de la última crisis vivida por nuestra economía hasta la actual.

Es decir, que nos encontramos con un sector hipotecario que, muy lejos de iniciar la senda de la recuperación, sigue cayendo en picado sin solución de continuidad y sin que parezca que haya luz en el horizonte a juzgar por las perspectivas de todos los expertos económicos que siguen apostando a la baja con la economía española.

Esta caída de hipotecas no hace sino reflejar el estado del sector financiero español, que sigue anclado en sus propios problemas internos, y que se encuentra empantanado hasta decir basta con la presión incesante y constante de las autoridades europeas y sin que nadie quiera hacer nada para intentar remediarlo.

Ahora bien, esta situación viene provocada por el propio sector financiero, no nos engañemos, ya que las entidades financieras concedieron préstamos hipotecarios muy por encima de sus posibilidades (permanente letanía utilizada en contra de la ciudadanía), ya que se olvidaron de las buenas prácticas financieras que determinan la concesión de créditos en función de los depósitos obtenidos y se lanzaron a la obtención de liquidez a través de los mercados mayoristas.

De aquellas tierras estos lodos, y ahora están totalmente apalancados, haciendo que la concesión de hipotecas se desplome, negando el crédito a los autónomos y empresas y con ello redundando en la actual situación de crisis en la que nos encontramos inmersos.

Y el problema es que no sólo están negando los créditos hipotecarios, sino que además, los que se están concediendo tienen unas condiciones realmente duras, con un tipo de interés medio del 4,23%, según los propios datos del INE para el mes de agosto, algo realmente paradójico si tenemos en cuenta los valores actuales del Euríbor, superando los mínimos históricos del indicador.

La banca pública desahucia más y mejor

Consejo de administración de un banco público.

Consejo de administración de un banco público.

Contra lo que algunos pensaban, el hecho e que varios bancos y cajas haya pasado a manos públicas no ha supuesto una paralización de los desahucios, ni mucho menos.

Bankia, por ejemplo, que es la suma de varias cajas de ahorros, sigue batiendo records  con su política de poner en la calle a los hipotecados morosos al tiempo que prepara una gran subasta de viviendas con descuentos de hasta el 60 %.

Todo esto puede sonar en principio incomprensible, pero tiene su explicación, y por eso le dedico un artículo, aunque sólo sea para que algunos habitantes del país de la piruleta entren en contacto con la realidad.

En primer lugar, la banca pública española procede de la fusión de otras entidades que también eran de titularidad pública o se regían al menos pro el derecho público. En e caso de Bankia, las entidades que la formaron fueron Caja Madrid , Bancaja,  La Caja de Canarias, Caixa Laietana, Caja Rioja, Caja Ávila y Caja Segovia. O sea, todo cajas y todas públicas. Esto significa que las viviendas que están en sus manos tienen que producir algo, lo que sea, o serán los impositores de esas cajas, o todos los españoles, vía impuestos, los que apechuguen con el mochuelo. No hay accionistas a los que decir que se joroben y palmen. Los accionistas éramos nosotros antes de la nacionalización y somos nosotros después.

En segundo lugar, soy el primero en pedir que se dé una solución a la problemática social que se genera cada vez que una hipoteca acaba en desahucio, pero esa solución no puede darla la banca, y menos cuando actúa en nombre de todos. Un banco privado puede permitirse la obra de caridad, o el acto de publicidad, de perdonar un de esas hipotecas o convertirlas en alquileres sociales, pero un banco público, en un Estado de derecho, no puede permitirse nunca semejante cosa, por el principio de buena gestión  e igualdad ante la ley.  Por eso precisamente eran tan duras las dictaduras socialistas: porque decían actuar en nombre de la sociedad.

La solución, por tanto,  los problemas de los hipotecados que no pueden pagar, tendrá que venir desde el ministerio de asuntos sociales, o de algún organismo semejante, pero nunca de una banca que es de todos, mientras en Europa nos miran a ver si cumplimos con las mínimas normas de seriedad en la gestión de lo que es de todos.

Es lo que hay.

La incertidumbre del supervisor bancario único en Europa

No trabajará hasta 2014

No trabajará hasta 2014

Por una vez, casi hablamos de una primicia:  la cumbre europea celebrada ayer suspende , al menos hasta 2014, la entrada en funcionamiento del regulador bancario único. Según dicen, antes de diciembre de este año se acordarán las normas que regulen su operativa, pero su operatividad se pospone hasta dentro de año y pico, y suponemos, conociendo cómo van las cosas de Palacio, que hasta mucho después.

En principio, el Gobierno español ha dicho que esto no supone un gran contratiempo, porque lo que importan son las normas, pero mucho me temo que, na vez más, no puedo estar de acuerdo y que todo este tema, tan espeso y tan obtuso para la gente de a pie, se convertirá en nuevos problemas para la financiación de las pymes, más trabas para la concesión de hipotecas, y en suma, más recesión y más paro.

Trato de explicarlo, porque el tema es durillo:

Como todos sabemos, la Unión Europea había concedido un fondo para el rescate bancario. Después de tener que pasa por el bochorno de que nuestros datos no les valiesen y enviaran a los llamados auditores independientes, resultó que la banca española necesitaba hasta cincuenta y seis mil millones de euros de recapitalización. La Unión Europea, con una serie de condiciones (diga lo que diga Rajoy, había condiciones) concedió a España una línea de crédito de hasta cien mil millones de euros para este fin.

Por se lado, parecía que el agujero bancario podía cubrirse con cargo a este acuerdo, pero para que el dinero fluyese era preciso que se probase un regulador bancario único, y ahora resulta que el regulador bancario no estará en funcionamiento hasta 2014.

¿Qué pasa entonces? Pues pueden suceder dos cosas que el dinero siga en el limbo, con lo que nuestros bancos seguirán en tiempo de sequía, sin poder financiar la economía real. O que el dinero llegue, pero o como rescate bancario, sino como simple deuda pública, lo que aumentará terriblemente la ratio de endeudamiento del Estado Español ya que este dinero no dependerá del rescate bancario, aún inoperante, sin de oto tipo de acuerdo que no puede mantenerse al margen de las cuentas anuales.

Resumiendo: que nos han jorobado bien.

La decepción del banco malo

Papel mojado

Papel mojado

A pesar de que la semana pasada nos congratulábamos de la creación del banco malo bajo el prisma de que con ello se conseguiría una importante rebaja en el precio de las viviendas, ahora nos tenemos que despertar del sueño a tenor de las informaciones que han venido apareciendo en estos últimos días.

Según diferentes expertos, que citan fuentes del Ministerio de Economía, el banco malo dispondrá principalmente de suelo en lugar de viviendas. Es decir, que el número de viviendas que este banco malo podrá poner a disposición de los ciudadanos será muy limitado, en contraposición al suelo que pondrá en manos de los promotores y constructores.

Es decir, nos encontramos, una vez más, con la injusticia de una medida que beneficiará a los constructores en detrimento del ciudadano de a pie, que tras frotarse las manos con la promesa inicial ahora se encontrará con que todo quedará en agua de borrajas.

Podemos intuir entonces que el Gobierno busca dinamizar el sector inmobiliario poniendo en manos de promotores y constructores solventes el suelo de otros que no lo fueron a precios altamente competitivos.

Sin embargo, mucho me temo que esto no resuelve el problema, ya que los pisos seguirán con precios artificialmente elevados, beneficiando a la vez a la banca, pero perjudicando a los ciudadanos y a la economía en general.

Porque no podemos perder de vista el hecho de que necesitamos que el precio de la vivienda toque suelo de una manera definitiva para que podamos empezar a hablar de una recuperación.

Por tanto, el Gobierno se vuelve a equivocar en la dirección de sus medidas, bajo la ceguera de devolver favores debidos y manteniendo sus intereses creados, perjudicando, de nuevo, a los ciudadanos que somos los que les hemos votado.

En definitiva, nos enfrentamos de nuevo a la ceguera general de los políticos europeos, en general, y españoles, en particular, en función de la cual priman los intereses de las grandes corporaciones y de las grandes empresas en detrimento de los ciudadanos, sin percatarse de que sin unos ciudadanos que puedan consumir todo lo demás carece de ningún sentido.