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Bankia fulmina cualquier atisbo de recuperación

La que has liado amigo Rato

La que has liado amigo Rato

Muchos podrían pensar que lo que le está sucediendo a Bankia bien merecido se lo tiene por la mala gestión que ha venido realizando durante los últimos años, pero mucho me temo que esa manera de pensar es totalmente errónea ya que lo que le está sucediendo a Bankia nos afecta a todos.

En primer lugar porque el dinero que se le está inyectando a la entidad proviene de nuestros bolsillos, del tuyo y del mío, entre otros, por lo que los recortes que se están llevando a cabo en otras partidas presupuestarias para poder reducir el déficit del país a marchas forzadas se está gastando finalmente en el rescate de Bankia.

Y, en segundo lugar, y tal vez más importante porque nos afecta de manera directa, el rescate de Bankia y la desconfianza que ha generado en los mercados nos afecta de manera directa a la hora de conseguir créditos de las entidades financieras españolas.

En un escenario en elevada tasa de morosidad, el cuál provoca una enorme aversión al riesgo por parte de los bancos y cajas españolas, ahora debemos de añadir las dificultades de financiación que estas mismas entidades van a encontrar en los mercados financieros.

Unos mercados que dadas las “trampas” que realizó el anterior Consejo de Administración de Bankia para maquillar sus cuentas y poder salir a bolsa ya no se fía de la capacidad de nuestro sector financiero para salir adelante. Por tanto, ya no le prestan dinero.

Ello hace que los bancos y cajas no tengan liquidez para prestar a sus clientes, más allá de los depósitos de otros clientes, lo cuál limita hasta el extremo la capacidad crediticia de bancos y cajas, que acaban condenadas a prestar sólo aquel dinero que tienen en cartera.

Por tanto, ya no importa como se resuelva la situación de Bankia, aunque de momento apunta en la mala dirección, porque el daño ya está hecho y los grandes perjudicados seremos, una vez más, las familias y las empresas que acabamos condenadas a seguir viviendo sin la capacidad crediticia necesaria para poder pensar en el medio-largo plazo, condenados, por tanto, al cortoplacismo más absoluto.

El saldo hipotecario sigue a la baja

El dinero sigue candado a cal y canto

El dinero sigue candado a cal y canto

Según los datos que ha publicado esta semana la Asociación Hipotecaria Española, el mes de marzo registró la mayor caída interanual en el saldo hipotecario de toda las serie estadística, lo que certifica las dificultades con las que se sigue encontrando el sector.

Concretamente, el saldo hipotecario durante el tercer mes del año quedó fijado en 975.293 millones de euros, lo que supone un descenso del 6,68%, una caída que se confirma también con el descenso que se ha producido, de manera oficiosa, en abril, con una caída del 6,26%.

Aunque no hay duda de que la reducción del saldo hipotecario es esencial para que podamos empezar a recuperar la economía española, lo cierto es que la velocidad a la que se está produciendo es preocupante, tanto como la velocidad a la que crecía durante los años de burbuja inmobiliaria, cuando nos encontrábamos con crecimientos por encima del 20%.

Una reducción de este calibre viene a significar que la velocidad a la que se constituyen nuevas hipotecas es menor que la velocidad a la que se amortizan las ya constituidas. Unas amortizaciones que, en la mayoría de las ocasiones, tienen su fundamento en el embargo y posterior desahucio producido por la falta de pago de las cuotas hipotecarias mensuales.

El problema es que nada hace pensar que en un futuro próximo podamos empezar a plantearnos una recuperación del sector inmobiliario que pueda ralentizar la caída, más bien al contrario, por lo que deberíamos de abandonar la idea de reconstruir nuestra economía sobre la base del “ladrillo” e intentar apostar por nuevas alternativas.

Unas nuevas alternativas que sólo tendrán razón de ser desde el fundamento de la financiación como fórmula necesaria para conseguir proyectos de inversión viables y sostenibles, proyectos que puedan permitir que las empresas busquen productos y servicios de alto valor añadido con los que generar empleo de una manera directa.

Sin embargo, las políticas de los gobernantes parecen ir encaminadas en la dirección de la austeridad absoluta, sin alternativas de crecimiento reales, con lo que la crisis que ya dura demasiado, puede acabar durando aún más, castigando a las familias en peor situación económica y social.

Efectos de un hipotético cambio de moneda: hipotecas y depósitos.

La cosa se pone homérica....

La cosa se pone homérica....

Este es uno de los casos en que ser el autor de los artículos puede aprovecharme para aprender algo en lugar de tratar de mostrar a los demás lo que pueda saber. Vaya pues por delante mi declaración de humildad y el ruego de que si hay algún lector mejor informado que yo, me ilustre y nos ilustre a todos.

Desde que se ha desatado el pánico final, tipo Mad Max, del posible pero aún improbable retorno a la peseta, leo por ahí que si regresáramos a la antigua moneda nuestras cuentas se pasarían a pesetas perno nuestras deudas permanecerían en euros. Un comentarista del artículo anterior, con esta base, recomienda incluso utilizar los ahorros que podamos tenerer para amortizar toda la hipoteca que se pueda de cara a cubrirnos de esa eventualidad.

Pues bien: lo he estudiado un poco a fondo y en mi opinión no es así. No es así ni lo ha sido nunca en todos los casos que ya ha habido a lo largo de la historia, que no son pocos ni raros.

Cuando un país cambia de moneda, el cambio afecta a todos los contratos vigentes, tanto a los deudores como a los acreedores. Cuando un país cambia de moneda, los ahorros que estaban en dólares pasan a estar en Percebes (para inventarme una moneda) y las deudas expresadas en dólares pasan a estar expresadas en Percebes. De hecho, la utilidad de la creación de un corralito es precisamente evitar que se produzcan extracciones de efectivo o trasnferencias en una moneda distinta de la que se acaba de hacer oficial.

Por tanto, si regresáramos a la peseta, nuestras cuentas pasarían a expresarse en pesetas, y también las hipotecas, y las deudas pendientes, y las letras de la nevera, y absolutamente todas las transacciones pendientes, de igual modo que se hizo con las hipotecas pendientes de pagarse cuando entró en vigor el Euro, pero a la inversa.

Otro tema, del que hablamos cuando os parezca, es lo que les sucedería a los bancos españoles y sus deudas frente a entidades extranjeras. Eso sí sería un desastre del carajo, pues al devaluarse la nueva moneda y mantenerse sus deudas en la anterior, se crearía una especie de agujero negro casi imposible de cubrir, con lo que el país entero podría entrar en quiebra, y sin poder pagar la cuenta petrolífera, cosa que muy posiblemente llegaremos a ver en Grecia por mucho que aplaudan su suicidio los agitadores de turno. Hay otros efectos, la mayoría derivados de la inestabilidad y de la fuga de capitales, pero no es el momento de comentarlos. Lo peor, sin duda, sería que los precios se elevarían mucho más deprisa que los salarios, como sucedió a finales de los setenta y principios de los ochenta, creando una crisis económica y social aún peor de la que padecemos.

Por lo demás, un cambio de moneda supondría sin duda alguna una devaluación, con el consiguiente aumento de las exportaciones, reducción de las importaciones, empobrecimiento general y transferencia de riqueza de los ahorradores a los deudores.

Precisamente por eso, y no porque sean muy malotes, es por lo que Alemania se opone tajantemente a la depreciación del Euro.

¿Qué es un corralito? Efectos para la hipoteca.

Más allá del Corralito del Trueno

Más allá del Corralito del Trueno

Algún día, si llego a vivir tanto tiempo, empezaré un artículo hablando de buenas noticias, pero entre tanto y no me parece que lo mejor es seguir con la vieja manía de aclarar conceptos. Y uno de ellos es qué es eso de un corralito, la amenaza extrema con la que Paul Krugman y otros santones del mundo de las finanzas amenazan a España desde la prensa anglosajona.

Un corralito es un mecanismo administrativo por el cual se restringen las retiradas de efectivo de los bancos. Aunque tengas ahorros, no podrás sacarlos, las tarjetas quedarán limitadas y la obtención de capital de los bancos queda suspendida hasta nuevo aviso. Pero no se trata sólo de eso: lo normal es que al final de un corralito se cambie la moneda por lo que cualquier cantidad que se tenga en una cuenta denominada en una divisa distinta te la cambian automáticamente ala nueva moneda, y al valor que unilateralmente decida el Gobierno.

Así es como sucede que algujien que tenía cien gallinas acaba recibiendo cien ratones, y todavía le dicen que cien equivale a cien, y listo.

¿Y esto que tiene que ver con la hipoteca? Pues mucho, porque si cambian, por ejemplo, los euros a cien pesetas, y la peseta se devalúa, el que tiene ahorros los pierde, pero el que tiene deudas, resulta que también las ve reducirse en la misma medida en que se devalúe la moneda.

¿Os imagináis las deudas de todos los españoles reducidas en un cuarenta o cincuenta por ciento, lo mismo que los ahorros? Pues esa, esa y no otra, es la principal razón de que el corralito en España sea muy improbable y no tengamos que temer, de momento, que de veras nos alcance.

Si fuera por otros motivos, quizás deberíamos tener más miedo, pero sabiendo lo que pueden perder los grandes financieros lo normal es pensar que no llegará a suceder nunca.

El Euríbor parece estabilizarse en mayo

El Euríbor nos da un respiro

El Euríbor nos da un respiro

El Euríbor, principal índice de referencia de las hipotecas españolas hasta que el IRS empiece a tomar fuerza de una manera definitiva, parece que ha estabilizado su caída en los últimos días de cotización algo que ha dejado sorprendidos a la inmensa mayoría de los analistas.

Si el indicador empezó el mes de mayo en el 1,303% y a partir de ahí empezó a bajar en la primera semana de cotización hasta cerrar el 9 de mayo en el 1,277%, es decir, en apenas 10 días 0,03 puntos porcentuales de descenso, realmente importante.

Sin embargo, a partir de ese momento, se ha estabilizado de manera casi absoluta cerrando el 16 de mayo, a mediados de mes, en el 1,268%, es decir, apenas 0,009 puntos porcentuales, con lo que se nota la estabilización y el control de la caída del Euríbor.

Por tanto, podríamos encontrarnos con que la caída del Euríbor ha pasado a mejor vida y que nos empezamos a encontrar con el fondo del Euríbor, algo en lo que parecen coincidir, de manera generalizada muchos analistas, que no ven posible un Euríbor por debajo del 1,2%.

Tenemos que recordar que con un tipo de interés para la zona Euro en el 1%, es lógico pensar que el Euríbor debe de estar ligeramente por encima de ese valor, ya que el Euríbor recoge la media del tipo de interés al que se prestan las entidades financieras entre sí, que debe de ser necesariamente superior al tipo de interés que tienen que pagar por el dinero que toman prestado.

Aún así, todo apunta a que a final de este mes de mayo nos encontraremos, sin duda, en un entorno del 1,25%-1,26%, lo cuál comparado con el 2,147% con el que se cerró en el mes de mayo de 2011 nos arrojaría una diferencia de unos 0,9 puntos porcentuales, que traducido a cuota podría suponer una rebaja de más de 50-60 euros mensuales.

Una rebaja que, como siempre, dependerá mucho de la cláusula suelo que se pueda tener firmada desde el momento de constitución de la hipoteca, la cuál, como siempre decimos, limitaría ese descenso, dejándolo en agua de borrajas perjudicando claramente a las familias hipotecadas españolas, que se tendrían que conformar con el valor mínimo fijado.

Nuestra economía en el filo del precipicio

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Si hace unos años nos hubieran dicho que la prima de riesgo de nuestra deuda se había disparado por encima de los 480 puntos le hubiéramos mirado entre extrañados y pensando que había tomado demasiado barbitúricos, pero de un tiempo a esta parte nos ha tocado convivir, por desgracia, con un término de pura jerga económica que no hace sino despertarnos de nuestros mejores sueños sudando por culpa de las más dura de las pesadillas.

En la jornada de este lunes, la prima de riesgo cotizó por encima de los 480 puntos, valor que nos retrotrae al pasado mes de noviembre, cuando la economía española estuvo al borde de ser intervenida por parte de las autoridades europeas, un escenario que parecía haberse disipado con las elecciones generales y la llegada del Partido Popular al poder.

La prima de riesgo, recordemos, no es más que la diferencia de riesgo que perciben los mercados de una economía en particular con respecto a la economía alemana, que se toma como referencia, por entender que es la economía más estable de la zona Euro.

Una prima de riesgo que, en valores tan elevados, perjudica al país en su conjunto, pero también al pequeño ahorrador en particular, que se verá abocado a no recibir ningún tipo de financiación o a hacerlo a un valor demasiado elevado, quedándose a merced de los elevados tipos de interés.

Si los mercados consideran que España no ofrece las garantías necesarias como para comprar su deuda, el sector financiero español también tendrá dificultades para poder financiarse internacionalmente, y ello le llevará a tener que pagar intereses más altos, que luego repercutirá en el ciudadano cuando éste acuda a la sucursal a solicitar una hipoteca o cualquier tipo de préstamo.

Por tanto, no podemos perder de vista la evolución de la prima de riesgo y rezar, los que crean en un ser superior, en que el Banco Central Europeo realice su función comprando deuda española en el mercado secundario, reduciendo de manera inmediata el valor de la prima de riesgo, así de sencillo. Tan sencillo que llama la atención que no lo haga más a menudo para evitarnos estos sobresaltos.

Soportando el chaparrón

Cada una lo soporta como puede

Cada una lo soporta como puede

Con la que está cayendo es agradable comprobar como todavía se mantienen algunas buenas ofertas hipotecarias que poder llevarnos a la boca, al menos en teoría, porque otra cosa será ya que luego nos la concedan que visto lo visto es algo cada vez más complejo.

Sin embargo, ING Direct e iBanesto siguen manteniendo su lucha particular, lo cuál acabará por beneficiarnos a todos nosotros que podremos disfrutar de un diferencial mucho más económico. De esta manera, mientras que la mayoría de las entidades financieras se están moviendo por diferenciales sobre el 3-4% estas dos operadoras online siguen manteniendo en el mercado un diferencial del 1,49%.

Además, siempre y cuando se mantenga una cierta vinculación con ellas se pueden eliminar la inmensa mayoría de las comisiones, con lo que al final todo queda mucho más barato. Como pega tenemos las restricciones habituales de las hipotecas online, basadas principalmente en lo rígido de sus ofertas.

Si en una entidad financiera al uso siempre tienes la posibilidad de modificar alguna de las condiciones en función de tus circunstancias, en lo que se refiere hipotecas y entidades financieras online el cliente se tiene que someter a las condiciones fijadas en el paquete de oferta estipulado, sin casi margen de maniobra real.

Esta competitividad extrema de las entidades que operan casi exclusivamente online se debe a la transparencia que ofrece el mercado de Internet a los consumidores, de forma que pueden comparar diferentes productos de manera inmediata con un mero golpe de click.

Una transparencia que, aunque se está intentando perseguir en las últimas modificaciones legislativas aprobadas por los diferentes gobiernos, tanto regionales como estatal, no llega nunca a conseguir el nivel que se puede alcanzar en Internet, por lo que las diferentes asociaciones de consumidores recomiendan siempre darse una vuelta por la red antes de contratar cualquier producto hipotecario.

En definitiva, en Internet encontramos las mejores ofertas, aún en estos tiempos de chaparrón, aunque no son aptas para todos los bolsillos, sino sólo para aquellos que se pueden permitir cumplir con los estrictos requisitos y las rigideces exigidas por las entidades que operan a través de soporte online.

Hipotecas y recortes: pasar de todo como solución aceptable.

La estrategia del castor: sumergirse y esperar.

La estrategia del castor: sumergirse y esperar.

Decía un comisario de infausta memoria, que a veces saber mantener el orden es no hacer nada, y un político no mucho mejor valorado que una de las artes más difíciles de aprender a la hora de gobernar es la de no hacer nada en absoluto y dejar que los problemas se resuelvan solos.

Por supuesto, conociendo al personal, esta política de brazos cruzados le parecerá encantadoramente eficaz a más de cuatro, pero antes de apoyarla con todo entusiasmo conviene saber por qué, en el caso de los bancos y las hipotecas, todos los esfuerzos tienden a ella.

En este blog y en otros muchos, hace años que se viene hablando de la parálisis de las instituciones europeas y de su incapacidad para llegar a acuerdos o diseñar planes de acción que resuelvan de una vez por todas la falta de credibilidad de los mercados.

Sin embargo, el problema consiste en que los pisos valen cada vez menos, los bancos tiene buena parte de sus activos convertidos en ladrillos y vigas de bovedilla, y las hipotecas de sus balances son activos tóxicos, o lo que es lo mismo, activos que pueden convertirse en impagados en cualquier momento.

Pero resulta que los que tenemos una hipoteca sabemos que hay que pagarla mes a mes, y eso lo saben también los bancos. Por tanto, cada mes que pasa, el riesgo de los bancos disminuye porque hay una serie de cuotas que se han pagado, y unas cantidades de dinero que se han recibido. Los bancos, por tanto, están tan pillados como nosotros y por el mismo plazo.

Por eso, una solución posible es esperar a que la sucesión de cuotas pagadas vaya aminorando el riesgo, diluyendo los impagos, y con ayuda del IPC en unos pocos años, cinco o seis, tendremos que el dinero vale un 20 % menos, y la deuda total de los hipotecados es un poco menor, con lo que resucitarán pro sí mismos los balances de los bancos.

¿Optimismo? No. Simplemente reconocer que a veces la solución menos traumática es la más larga. Veremos si llega a funcionar o todo salta por los aires mucho antes…

Que se hipotequen los bancos

Vieja estampa del caciquismo

Vieja estampa del caciquismo

Hay muchas soluciones alternativas para el saneamiento del sistema financiero, pero la mayoría de ellas no se nos pasan por la cabeza al común de los ciudadanos mientras, como es obvio, los que están en el ajo pasan de puntillas sobre ellas para que no calen en la opinión pública.

Como siempre, creo que el problema viene de falta de claridad en los conceptos, y por eso me pongo tan pesado con ese tema.

Una hipoteca es simplemente una garantía sobre un préstamo. Ni más ni menos. Los ciudadanos hemos comprado pisos a mansalva suscribiendo hipotecas que permiten a los bancos quedarse directamente con su titularidad en caso de impago. Pero el caso es que ahora se ha dado la vuelta la tortilla y son los bancos los que tienen problemas de liquidez, tanto para devolver lo que recibieron prestado de la banca extranjera como para responder ante los depositantes. ¿Y pretenden que cubramos nosotros su obligaciones?

Bien, puede interesarnos, por muchas razones que ya se han comentado aquí y sobre las que sin duda volveremos. Pero en las mismas condiciones que ellos nos aplicaron. Si quieren dinero, que se hipotequen, como hacemos los demás..

Los bancos pueden hipotecar sus activos y sus acciones igual que nosotros podemos hipotecar nuestros pisos. Cada vez que el Estado les dé un dinero, que suscriba una hipoteca sobre una parte de sus acciones, de sus edificios y de sus empresas participadas. Y si no cumplen, el Estado se queda con ellas. Y entre tanto, si quieren vender algo o hacer alguna operación, que pidan permiso al dueño de la hipoteca, como tenemos que hacer nosotros si queremos vender una casa hipotecada.

Y, por supuesto, que se les cobre el notario a la misma cuota que a nosotros, y el impuesto de actos jurídicos correspondiente, para que sepan lo que cuesta pedir dinero cuando no se tiene.

Y que el Estado les exija un seguro sobre esos activos, como nos exigen a nosotros un seguro de la vivienda en las condiciones que mejor les parecen.

Luego, en cómodos plazos y con un interés del Euríbor más un punto o dos, que devuelvan el dinero de ese rescate, hasta el último duro y sin retrasarse un mes, porque en caso contrario se les aplicaría el desahucio de sus consejos de administración, sus oficinas y sus poltronas.

De esa manera, entenderían lo que han hecho hasta ahora, escarmentarían más de cuatro y quizás llegaríamos a ver condiciones más razonables en la hipotecas. Aunque sólo fuera para que se las aplicasen luego a ellos.

La morosidad de las familias, el gran problema de la banca

Las cuentas siguen sin salir

Las cuentas siguen sin salir

A pesar de que la banca se las prometía muy felices con la morosidad de los promotores inmobiliarios, la cuál les había llevado a perder mucho dinero, no hay duda, pero que parecía últimamente controlada, ahora llega otro gran problema de dimensiones siderales y de muy difícil consideración.

Se trata de la morosidad de las familias españolas en sus préstamos hipotecarios. Como consecuencia del incremento persistente y pertinaz de la tasa de desempleo, cada vez hay más familias que no tienen capacidad real para poder pagar sus hipotecas, y acaban, por tanto, por dejar de pagar sus cuotas.

Esto provoca que las entidades financieras acumulen un agujero negro sin solución, más allá del embargo de la vivienda, algo que acaba por repercutir de manera negativa sobre las propias entidades, con lo que acaba por convertirse en la pescadilla que se muerde la cola.

Desde las asociaciones de consumidores, donde se reconoce este problema y las dificultades que puede crear al sistema, abogan por una solución pactada, de manera que las entidades financieras encuentren alternativas para que los propios clientes puedan seguir pagando sus cuotas y ellos no pierdan mucho dinero.

Se trataría de profundizar en el campo de la renegociación hipotecaria, ampliando cuotas y reduciendo tipo de interés, lo cuál provocaría una reducción de beneficios para bancos y cajas en el corto plazo, no hay duda, pero en el medio-largo plazo permitiría mantener un volumen adecuado de ingresos.

Además, de esta forma las familias españolas podrían seguir manteniendo sus viviendas sin problemas, a pesar de su situación económica de extrema dificultad, a la espera de que llegaran tiempos mejores que les permitieran afrontar el futuro con mayor optimismo.

Ya hay Comunidades Autónomas, como el País Vasco, donde el gobierno regional está abogando por este tipo de soluciones, convencidos de que es la única fórmula adecuada para intentar salir todos juntos de la crisis, más allá de hundir el sistema a costa de bancos y familias.

Lo único seguro, eso sí, es que el desempleo seguirá creciendo en los próximos meses, y con él las dificultades de todos los agentes relacionados con toda la economía en general.

Quienes buscan hoy una hipoteca

Nuevas porciones

Nuevas porciones

Según informa el diario El Mundo, y tras el cierre de la importante Feria Inmobiliaria Sima 2012 (ya les vale también con el nombre, a los pobres, joer…) resulta que el perfil de los demandantes de vivienda actuales es el de un joven entre 25 y 35 años, en busca de una casa, para vivir en ella. Los pisos más demandados son viviendas de dos o tres habitaciones y el precio máximo que se maneja, en Madrid (ojo a este dato), es de 200.000 Euros.

Según este mismo informe el 66% de los posibles compradores de de vivienda son empleados por cuenta ajena, un 17% autónomos y otro 17 % funcionarios. De todos los encuestados, el 16 % no necesitaba financiación, mientras que el resto iba a pedir una hipoteca. Entre los deseosos de hipotecarse, la mitad pedía menos del 80 % del valor de tasación. La otra mitad estaba por encima de esta cifra.

Me gustaría terminar con un apunte: para un gasto semejante, me parece a mí que al gente no se lo ha pensado lo suficiente, porque hay un montón de ciudades donde se podrían encontrar por realmente magníficos por 200.000 euros o menos. En algunas profesiones, la necesidad de residir en grandes ciudades tipo Madrid está muy clara, pero mucho me temo, y no me fusiléis por ello, que hay quien prefiere ser pobre toda la vida en Madrid a trasladarse a otra ciudad menos “guay”.

Mientras la elección del lugar de residencia no sea una variable económica que entre en la ecuación económica de los ciudadanos, seguiremos concentrándonos todos en el mismo punto, de manera que se paguen precios abusivos mientras le resto  del país se vacía sin remedio. Y luego, claro, los pisos son caros, los bancos atornillan, etc., etc…

Pero de pensar en mudarse a una ciudad más barata, de eso, no se habla ni por asomo.

A veces pienso que abunda una nueva especie del hidalgo del Lazarillo. Aquel era pobre porque lo de trabajar ni se lo planteaba. Los de ahora son pobres, porque de Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia ni se menean. Pues buena suerte, chavales…

Hipoteca y alquiler: relaciones peligrosas

Al final se aprovecha todo...

Al final se aprovecha todo...

Dicen las malas lenguas, que en este país son muchas, que la implosión de la burbuja hipotecaria ha dado paso a las condiciones necesarias para que se forme una nueva burbuja, esta vez en el alquiler.

Desde mi punto de vista, es una previsión totalmente exagerada, pero algo de cierto hay en ello, y me gustaría acercarme a la idea:

Por una parte, a pesar del absoluto desplome de la venta de pisos y de las hipotecas nuevas constituidas por las entidades bancarias, los precios de los pisos no terminan de bajar al nivel que se esperaba o al nivel que han descendido en otros países afectados por un problema similar al nuestro. Hay muchas razones para ello, desde la cerrazón de mollera de algunos hipotecados, que están dispuestos a ahorcarse con sus hipotecas antes de vender por debajo del precio de compra, hasta razones técnicas, como el hecho de que una bajada en el precio de los pisos tendría un efecto devastador sobre los balances de de los bancos, ya muy castigados por la depreciación de sus activos.

Por otro lado, los alquileres dependen fundamentalmente de dos variables: de la seguridad jurídica que encuentren los propietarios para alquilar y del precio que los propietarios hayan pagado por los pisos, que es el precio que deben amortizar para rentabilizar su inversión. Como en tiempos de crisis aumenta la probabilidad de que no te paguen, pues a los jetas de siempre se unen los que siendo honrados no pueden pagar por haberse quedado sin trabajo, resulta que ya tenemos explicada una de las variables: el riesgo.

La otra, es hija o hermana de la negativa a tener pérdidas, es decir, negarse a alquilar el piso por un precio inferior a lo que se está pagando de cuota hipotecaria, haciendo caso omiso del mercado, la oferta, la demanda, y el lucero del alba. “Yo no alquilo por menos de lo que me está costando, y punto.”

La combinación de ambas variables nos introduce en un cóctel explosivo del que no saldremos más que haciendo disminuir el riesgo. Esa es la medida barata y la que entienden los dueños de los pisos. El resto no pasa de  cambiar el dolor de una pierna a otra o de una pierna a un brazo.

Y no estamos para muchos dolores más.