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La hipoteca machista

anillo

Declaración de guerra

El otro día escuché una historia, aderezada con unos cuantos consejos por parte de un entendido, y no me resisto a contarla aquí.

Resulta, eso dicen, que la hipoteca se ha convertido en un arma machista, según algunas, o en un mecanismo d defensa, según algunos, en la extraña guerra de sexos en la que cierta legislación ha convertido las relaciones sociales y de pareja en España.

La cuestión es que un conocido empresario, padre de dos hijos ya talluditos, un hijo y una hija parta ser concretos, decidió algo tan común como echarles una mano en sus inicios con eso de la vivienda. Otro día, si os parece, hablamos de si es aquí donde está el inicio de las diferencias sociales, y si es cierto que contar con una vivienda en los años jóvenes, y no tener que pagar hipoteca, marca para toda la vida las posibilidades económicas de las personas y las cosas que pueden hacer o no.

Hoy, lo que quiero contar, va por otro camino. El empresario en cuestión regaló un piso decentillo, o más bien majo, a su hija, el día de su boda. Hasta ahí, todo bien, ¿no? La niña se casó, el papá le puso el piso y todo el mundo quedó muy contento. ¿Pero qué ocurrió cuatro años después cuando se casó el niño? Pues que el papá compró un piso para él, puso una hipoteca a treinta años, y le pasa bajo mano, de vez en cuando, el dinero de las cuotas.

La diferencia de trato entre uno y otro descendiente ha llevado a ciertos roces, pero el empresario en cuestión se muestra inflexible: si la hija se divorcia, le juez le va a dar el piso a ella, así que no hay problema. Y si el hijo se divorcia, el piso también se lo van a dar a ella, así que ahí le queda el pìso y treinta años de hipoteca, ¡y que lo disfrute!

Mientras todo vaya bien, los dos son iguales, porque ambos tienen piso sin pagar un duro. Pero si las cosas van mal, que no venga uno de fuera a echar mano al patrimonio de la familia. Lo gracioso del asunto es que el que se queja es el hijo (puede que espoleado pro su mujer) y el padre le contesta: “ya, pero tú te desgravas la hipoteca y tu hermana no, así que encima no jodas…”

¿Cómo lo veis? ¿Es un acto de machismo?, ¿es un fraude? ¿es simple sentido común para dar una patada en el trasero a la ley que plantea desigualdad de derechos entre hombres y mujeres?

A mí me ha parecido interesante porque, de todas las utilidades que habíamos visto de una hipoteca, nunca había salido su utilización como arma en la guerra de sexos..

Vivir para ver, oigan…

 

Los cónyuges deberán pagar la hipoteca a medias tras el divorcio

El casino, un poco más lejos...

El casino, un poco más lejos...

Últimamente parece que vamos de sentencias judiciales, y tengo la impresión, además, de que las sentencias empiezan a parecerse a las que dictaría Sancho Panza en su Ínsula Barataria. O sea, que empieza a imponerse el sentido común. La última, y establece doctrina, dice que el pago de las cuotas de la hipoteca deberá ser satisfecho por partes iguales entre los cónyuges propietarios en caso de separación o divorcio ya que no constituye “carga del matrimonio” sino que supone “una deuda” de la sociedad de gananciales. Por tanto, no se tiene en cuenta la capacidad económica, sino la obligación en sí.

Todo empezó con una sentencia en Valencia, en la que se fijaba que el marido pagaría el 80 % de la hipoteca y la esposa el 20 % teniendo en cuenta los ingresos de ambos. El hombre, al sentirse perjudicado, recurrió al Tribunal Supremo diciendo que una cosa era la protección de los hijos y otra, muy distinta, los compromisos financieros asumidos por ambos, y finalmente el Tribunal Supremo le ha dado la razón, prohibiendo, al mismo tiempo, que se fijen esta clase de sentencias para los casos futuros.

De este modo, y según dice textualmente la sentencia, se ha establecido ” que el pago de las cuotas de la hipoteca correspondiente a la hipoteca contratada por ambos cónyuges para la adquisición de la propiedad del inmueble destinado a vivienda familiar constituye una deuda de la sociedad de gananciales, y no una carga del matrimonio”.
Por tanto, al fin queda claro que una cosa son los hijos y otra los contratos, y que meter cualquier cosa como pensión alimenticia no deja de ser un abuso.
Por mi parte, me parece lo más racional, puesto que hacer caer el peso de cualquier obligación sobre quien tenga mayor renta es simplemente un mnodo de inducir a la gente a pasarse a la economía sumergida y no deja de ser un factor de desigualdad difícilmente justificable.
En los comentario lo hablamos, si os parece…

Hipoteca y divorcio

A veces vienen dos desgracias en una. Cosas de los packs...

A veces vienen dos desgracias en una. Cosas de los packs...

Al hilo de lo que contaba el otro día el señor Yunque en su peculiar consultorio, se me ha ocurrido investigar las consecuencias del divorcio en la hipoteca y he encontrado unas cuantas cosas que me atrevo a calificar, como poco, de curiosas. La mayoría ya son sabidas, pero hay que repetirlas de cuando en vez.

En primer lugar, hay que decir, claramente, que la hipoteca es un vínculo más fuerte que el matrimonio, pues cuesta más disolverla que presentar una solicitud de divorcio. Cuando una pareja, casa o no, se separa, el mayor problema es que ninguna de las partes puede afrontar a solas el coste que supone la hipoteca.

Actualmente, el problema es doble, porque además de no poder afrontar la hipoteca no hay modo de vender el piso sin incurrir en unas pérdidas bestiales. Hasta hace dos años, el periodo medio de liquidación de una vivienda después de un divorcio era de cinco meses. Esto incluía también los casos en que uno de los cónyuges pagaba al otra su parte y se quedaba con la casa.

Actualmente el periodo medio de liquidación es de catorce meses, y no son pocos los casos, como un 15 %, que después del divorcio siguen compartiendo la vivienda durante al menos medio año.

Como quiera que la legislación española concede mayoritariamente la vivienda ala mujer, esto supone un problema añadido, pues los hombres se niegan a llegar a cualquier acuerdo sabiendo que todo lo que pongan lo perderán de todos modos.

Así las cosas, la solución más habitual, y a veces la única viable, es rebajar el piso hasta un 40 o 50 %, de modo que se pueda vender de una vez y acabar con el Infierno.

Infierno para unos y cielo para otros, porque siempre hay quien encuentra esa ocasión para comprar a un precio que nunca hubiese soñado.

Y a lo mejor no es tan rara la ocasión, porque en 2009 se produjeron en España 89.983 divorcios. O sea que ojo, tanto por un lado, como por el otro.