El fin del trabajo (y de la hipoteca)

Por fin jubilado. Ah, que no es eso...

Por fin jubilado. Ah, que no es eso...

La hipoteca la menciono porque en este sitio hablamos de eso, pero hoy no me voy a meter con la hipotecas, sino con un tema que a todos nos interesa aún más: el trabajo.

A mi entender, cada día está más claro que que el trabajo, entendido como creación efectiva de riqueza y no como abrillantamiento de bordillo, escasea y seguirá escaseando.

Durante largos periodos de la historia humana, por no decir siempre, las mejoras tecnológicas destruían empleo, pero generaban a su vez nuevos sectores en los que dar trabajo a la gente desempleada con la invención de máquinas o nuevos procedimientos. Todos creemos a pies juntillas esa profecía de que si alguien inventa el tractor y elimina mil campesinos, se necesitarán mil empleados en la fábrica de tractores y el problema quedará más o menos resuelto.

Pero el caso es que de unos años a esta parte no es así. El caso es que la globalización y la fusión de los procesos lleva justo a todo lo contrario. Y si queréis, lo miramos en mi sector, el de los escritores, o pensáis en el de los músicos, y luego lo extrapolamos a donde mejor os parezca: hasta hace cien años, en cada pueblo había una banda de música, y en cada ciudad mediana o pequeña, un teatro. Eso llevaba a que hubiese miles de actores, fijos o itinerantes, que representaban obras en todas esas localidades. Pero llegó el cine, y con que las historias las interpreten cien actores, el mundo entero los ve. Y el resto se va al paro. Y se van al paro los músicos, porque se trata ahora de vender los mismos cantantes en cien países. Y se van al paro los escritores, por que vale más la pena traducir a Ken Follet o una nueva entrega de Harry Potter que apostar por un autor de León, o de Albacete.

Todo es cuestión de costes o de sinergias: es más barato vender diez músicos o diez escritores a cien millones de personas que publicitar veinte en cada país. 

Y como eso, que es un simple ejemplo, sucede con todo. España fue bien mientras pudimos mantenernos atados al ladrillo, y no porque el ladrillo fuese mejor, sino porque no se puede, de momento, hacer pisos en China para llevarlos a Marbella. O dicho en plan técnico: porque no e s un producto deslocalizable.

Para mí, la clave del enfrentamiento futuro, y de esta crisis, es que somos muchos, demasiados incluso, y unos pueden crear riqueza mientras que los otros se han vuelto irrelevantes: ni pueden comprar lo que se vende ni vender lo que producen. Esa irrelevancia es la que hay que enfrentar, pero como ya dije hace tiempo en otro lado, no se puede intentar tal cosa desde la estigmatización de los ricos, porque si el que piensa, produce e invierte es culpable, entonces más vale ser tonto, inservible e inocente.

Y eso parecen dar a entender algunos últimamente.

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Acerca de Ladríllez

Javier Pérez Fernández (Zamora, 1970) Director durante 10 años de la revista universitaria dela Universidad de León, ha participado en casi todos los foros asociativos y juveniles de la ciudad. Escribe desde los 14 años en periódicos y revistas, especialmente Bedunia, como satírico, y en el diarioLA CRÓNICA-EL MUNDO, donde realizó un suplemento dominical sobre historia militar leonesa. Profesionalmente, se especializó en marketing y economía agraria. Trabaja como comercial de publicidad para medios de comunicación y dirige una casa de turismo rural en la montaña leonesa. En cuanto a trayectoria literaria, empezó por el verso satírico, estudió métrica y composición clásica y es autor de más de mil poemas, aunque jamás se consideró poeta. Más constante ha sido su dedicación al columnismo de prensa, medio en el que ha publicado más de ochocientos artículos en los últimos veinte años. Como autor de relatos cortos, ha tratado de conciliar la temática escabrosa con el estilo irónico, lo que le ha valido más reconocimientos que amistades. En total tiene escritos más de doscientos relatos y ha recibido casi una veintena de premios en este campo. Pero el género donde considera que mejor se desenvuelve es el de la novela. Escribió su primera obra de más de doscientas páginas a los dieciocho años, aunque afirma que sólo permitiría su difusión bajo amenaza a punta de pistola. Desde entonces, ha escrito una enorme epopeya espacial de más de dos mil folios, y cinco novelas, una de las cuales,la Crin de Damocles, le valió el premio Azorín 2006. La espina de la amapola, Ed. Planeta 2008. El Gris. Ediciones B. 2010 -La crin de Damocles, Ed. Planeta 2006. Premio Azorín de novela. -Viento Divino. Caja Murcia. Instituto Castillo Puche. -Antología poética Antonia Pérez Alegre. Fundación Espejo 2005. -Apagar el sol. Ayuntamiento de Toledo. Premio narrativa femenina 2005 -Historias para catar. Tropo Editores 2007 -Diversas antologías y colecciones de cuentos.

3 pensamientos en “El fin del trabajo (y de la hipoteca)

  1. Lolo

    Cuanta razon. A todo ello añadir el “gran despliegue tecnológico e industrial español”. Por mucho que el consumidor intente ayudar al mercado nacional, lo mas que puede hacer es comprar alimentos con denominacion de origen y veranear en nuestras costas.

  2. kike

    Si esto fuese asi, que en parte lo es, no ocurriría lo mismo con Alemania (ganan mas y son mas competitivos). A lo mejor es que nuestros jefes son unos chapuzas y la mayoría de nuestros trabajadores también. La formación académica es pésima, la profesional, sin comentarios y mucha gente se compra una caja de herramientas y se cree oficial de primera. Muchas empresas españolas pueden competir en le mundo sin problemas y sin complejos.

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