Archivo por meses: junio 2010

El seguro de desempleo y el seguro del coche

 

La cosa está mala...

La cosa está mala...

Hoy voy a hablar de un tema que supone un pellizco muy grande en el gasto público y una balsa de fraude muy importante en el conjunto del gasto público, pero que nadie menciona sabiendo que sacarlo a colación es como abrir las puertas del Infierno.

Se trata del seguro de desempleo y el hecho de que sea igual para todos e igualmente costoso y obligatorio cuando está claro que, por distintas razones, unas personas suponen un riesgo mayor para le sistema que otras.

El contrato de seguro se basa en la idea de cubrir un riesgo con una cantidad que, tomada de modo estadístico, sirva para cubrir el riesgo del conjunto con las aportaciones de los partícipes.

Sin embargo, en el caso del seguro de coche, que es el que todos conocemos, sabemos de sobra que en el coste de ese seguro influyen otras variables, como los años de experiencia del conductor, su edad, sexo, y los siniestros que haya declarado en los años precedentes.

En el seguro de desempleo, sin embargo, no se tiene en cuenta nada de esto, dando lugar a que una serie de grupos cobren sistemáticamente lo que otros aportan.

La pregunta que yo os planteo, es: ¿sería más justo que el seguro de desempleo se acercara un poco más al sistema de los seguro de automóvil? Yo creo que sí.

Esto significaría que habría una parte del seguro fija y obligatoria, que pagaría todo el mundo, y una parte variable y voluntaria que pagaría el que quisiera y que sería más abultada cuanto mayor fuera la probabilidad de que el trabajador se quedase en paro y más reducida cuanto menor fuese esta probabilidad y más años seguidos hubiese trabajado.

De este modo se evitaría los fraudes típicos del que trabaja diez meses y cobra doce, y se aumentarían los sueldos de los que pagan siempre para no recibir nunca. Porque lo que está claro, para mío, es que ese dinero es del trabajador y él, y sólo él, debe decidir si lo gasta en un seguro de desempleo o en unas vacaciones en Ibiza.

¿Cómo lo veis?

 

Todo lo que sube, baja, sobre todo las hipotecas

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Todo lo que sube tiene que bajar, es ley de vida

El número de hipotecas formalizadas en el mes de abril descendió un 11% en relación con la misma cifra del año 2009, cifra marcada por las 1004 hipotecas de este año 2010 contra las 1130 del año anterior, con lo que parece que el sector inmobiliario no acaba de recuperarse.

Este porcentaje demuestra algunas sensaciones que se venían percibiendo por parte de los consumidores y tira por tierra otros argumentos. Por un lado, demuestra que el grifo del crédito esta totalmente cerrado y que las entidades de crédito están tirando para atrás a la hora de conceder hipotecas, dificultando el acceso a las mismas de los consumidores.

Por otro lado, tira por tierra todos los argumentos de recuperación que se venían escuchando últimamente basándose en otras estadísticas, en otros datos más halagüeños que el que hemos conocido hoy. Está claro que si se formalizan menos hipotecas es porque se están vendiendo menos viviendas, por lo que el sector está todavía muy lejos de recuperarse.

Estamos en una situación muy compleja para los analistas, para los que nos dedicamos, con mayor o menor acierto, a analizar la situación económica de nuestro país y de nuestro entorno basados en las estadísticas que recibimos, porque éstas, lejos de apoyarse las unas y las otras, se están dedicando a contradecirse, con lo que uno ya no sabe con que quedarse.

Por ejemplo, el sentido común nos dice que este primer semestre de 2010 era propicio para la venta de viviendas y que fomentaba la compra antes del 30 de junio, antes de que se modificara el porcentaje de IVA, pero ahora resulta que no, resulta que la gente ha comprado menos viviendas.

Y si seguimos con esta lógica, el sentido común nos advierte ahora que el segundo semestre debe de ser peor que el primero, porque es evidente que el consumidor retraerá su consumo, al menos durante los primeros meses, situación que, combinada con la crisis provocará un parón del consumo en general, y de la compraventa inmobiliaria en particular.

Son malos tiempos para la lírica, malos tiempos para el sector inmobiliario, que no es capaz de encontrar la clave que les permita escapar del pozo sin fondo en el que se han visto envueltos a raíz de toda la crisis financiera. Sin embargo, para ser justos hay que recordar que parece que lo peor ya ha pasado y que todo lo que tiene que venir a partir de ahora debería de ser positivo para el sector. O al menos eso dice la teoría.

Los impuestos no se pueden repartir a base de leyes

Dependiendo de la altura a la que vivas, el efecto no es el mismo...

Dependiendo de la altura a la que vivas, el efecto no es el mismo...

Para tratar este tema hay que saber ya algo más de economía, de lo que son las elasticidades de la oferta y la demanda y otras porquerías por el estilo, así que disculpadme si hoy estoy un poco más oscuro que de costumbre.

El precio de algo se fija mediante el cruce entre oferta y demanda. Cuanto más abundante sea algo, menor será su precio, y viceversa. Las leyes que se oponen a esto generan escasez, o estraperlo. El caso más conocido es el de la Ley Seca: se redujo drásticamente la oferta de alcohol, con lo que subió tremendamente su precio, dando lugar a un importante caudal de muertos, en el lado negativo, y a un montón de buenos libros y películas, en el positivo.

Lo que parece más difícil de comprender es que cualquier subvención o impuesto que se introduzca en el sistema es inmediatamente absorbido por el sistema mismo. En el mismo instante en que se da una ayuda al alquiler, suben los alquileres. En el mismo instante en que se aumentan las indemnizaciones por despido, bajan los salarios y las contrataciones.

En qué medida absorbe la oferta y en cual la demanda este efecto depende de la elasticidad, o dicho de otro modo, de lo necesario que sea el bien y de los sustitutos que tenga. Pero en general, estamos ante una redistribución que no siempre va a parar a quien se espera y que, la mayoría de las veces, sale de nuestros bolsillo de una manera o de otra.

Y si no lo creéis, pensadlo un instante: ¿Quién paga un aumento en los impuestos del gasóleo?, ¿el camionero? NO. Todo el mundo que consuma algo que deba ser transportado.

Pues como con eso, pasa con todo.

El impuesto recae en su mayor parte sobre quien tenga menor poder de negociación, y la subvención la absorbe quien tenga mayor poder de negociación. No hay otra.

Crédito hipotecario

Cuidado con las cosas que parecen ser las mismas que otras que conocemos.

Cuidado con las cosas que parecen ser las mismas que otras que conocemos.

Hoy el General Obvio va a lanzar un ataque, así que poneos a cubierto.

Me doy cuenta de que a fuerza de hablar de cosas un poco complicadas acabo por dejar en el tintero los fundamentos de lo que se supone que hacemos aquí, y al ir al buscado he comprobado que no hay aún ningún artículo dedicado a los créditos hipotecarios, una modalidad hipotecaria muy inetresante para las personas que hayan podido pensar en comprar una casa antigua y reformarla, algo cada vez más habitual pro todo tipo de razones.

Un crédito hipotecario es un contrato por el que una entidad financiera, ya sea Banco, Caja de Ahorros o cualquier chiringuito similar legalmente establecido, concede una cantidad de dinero como financiación de la compra, reforma o mejora de un bien inmueble, de modo que el que lo recibe puede ir disponiendo de ese dinero progresivamente y a medida que lo necesite, sin tener que pagar los intereses por todo el capital como sucedería en la hipoteca tradicional. En el caso del crédito hipotecario, la cantidad que deberá pagarse dividirá en dos concpetos: por saldo dispuesto, y por saldo no dispuesto.

El tipo de interés por el saldo dispuesto suele ser un poco superior al del hipotecario normal, llegando a Euribor más un punto o punto y pico. El interés por el saldo no dispuesto, que es el dinero que aún no hemos utilizado, puede ser cercano a cero y es importante negociar esta parte.

Al no ser fija la cantidad que se debe, no son fijas tampoco las cuotas. Lo que sí es como siempre, como de costumbre, es el procedimiento de embargo en caso de impago.

Este tipo de financiación es particularmente útil a la hora de reformar una vivienda, por ejemplo, puesto que los gastos se realizan en un periodo de tiempo que puede ser entre largo, o muy lago, dependiendo de los albañiles.

O eterno, incluso.

Pero no me tiréis de la lengua.

El mercado no es justo (o se pasa)

Ciudadano confiado...

Ciudadano confiado...

Como leo mucha poesía económica, me he decidido hoy a abordar un tema molesto, aprovechando que ha sido fiesta en muchos sitios y que voy a tener menos lectores:

Al mercado no le importan nuestras pamplinas moralistas. El mercado no se para a pensar si se esfuerza más el que cava zanjas de sol a sol o si tiene mayor valor económico el esfuerzo físico, el esfuerzo intelectual, el riesgo o la rentabilidad. Al mercado le importan un huevo nuestras disquisiciones sobre si debe ganar más un licenciado en Bellas Artes, un fontanero, el ingeniero de un embalse o un paracaidista.

El mercado no piensa: sólo sabe en qué puestos se necesita gente y qué trabajos está dispuesta a desempeñar la mano de obra disponible. Y cuando un puesto es muy solicitado y hay pocas vacantes, el precio baja. Y cuando un puesto tiene más vacantes que personas interesadas en cubrirlo, el precio sube.

El que no esté a gusto con su trabajo, que busque otro. El que no esté a gusto en el campo, que se vaya a la ciudad. El que no esté a gusto en la ciudad, que se vaya al campo. Y el que no esté a gusto como trabajador, que se haga empresario, o viceversa.

La libertad es lo que tiene: que nos hace responsables de nuestras decisiones y, peor aún, de las consecuencias que puedan tener estas decisiones.

Si viviésemos en un país donde, por cuota, nos indicasen a qué trabajo debemos dedicarnos, podríamos muy justamente quejarnos de que no se nos trata justamente. Pero como vivimos en un páis dónde todo, o casi todo, está en nuestro abanico de posibilidades, hacemos lo que queremos y nos amoldamos a lo que pase.

¿No te gusta la oficina? Súbete al andamio. ¿No te gusta el andamio? Estudia y busca una oficina.

Es posible escrutar la realidad en busca de un ejemplo ínfimo que contradiga esto , y se encuentran esos ejemplos, pero siempre lejanos y minoritarios. Pero lo común, lo cotidiano, lo frecuente, es que estemos donde estamos por nuestra propia decisión.

Lo que pasa es que nos olvidamos y nos gusta echar la culpa a otros. ¿O no?

 

BBVA se lanza a la caza del mercado online

Los bancos a la caza del mercado online

Los bancos a la caza del mercado online

La crisis agudiza el ingenio y eso ha provocado que BBVA, el segundo banco más importante de España, se haya lanzado a la captación del mercado online, porque sabe que allí puede encontrar un importantísimo nicho de mercado, habida cuenta del incremento de interacción a través de Internet de los usuarios con sus bancos.

Para ello, BBVA cuenta con su plataforma online Uno-e, a la que quiere dar un empujón definitivo para potenciar su implantación y favorecer su crecimiento rápido y efectivo, para lo que la va a dotar de herramientas de marketing poderosas que puedan atraer al mayor número de usuarios posibles.

Su primera gran propuesta es bonificar las nóminas en un 20%, hasta una cuantía máxima de 400 euros, al domiciliarlas con la entidad a través de Internet, lo cuál es una herramienta muy poderosa de atracción que, sin duda, generará buenos trasvases entre entidades.

Pero su apuesta estrella en estos tiempos de congelación hipotecaria es su préstamo hipotecario al Euribor + 0.29, en función de ciertas vinculaciones, no muy diferentes de las vinculaciones habituales en otros bancos y en otros préstamos hipotecarios.

Sin embargo, de poco servirá una oferta tan sugerente si luego no abre el grifo de una vez por todas, de poco sirve tener la mejor oferta del mercado en préstamos hipotecarios si luego no se conceden los préstamos hipotecarios, aunque parece que BBVA está resuelto a dar un paso definitivo.

Porque hay una cuestión que las entidades de crédito no están teniendo en cuenta, y es el hecho de que este es el mejor momento para conseguir una buena captación de clientes para el futuro. En tiempos de crisis en los que ningún banco concede créditos, hay un claro hecho diferenciador al concederlos, un hecho diferenciador que atraerá a muchos clientes y garantizará una posición de partida idónea para cuando la economía vuelva a repuntar.

El hecho está claro, porque el usuario de banca medio español es muy reticente al cambio de entidad, por lo que todos aquellos bancos que sean capaces de captar nuevos clientes en estos momentos tendrán mucho camino andado para cuando el dinero vuelva a fluir alegremente.

De la misma forma, es agradable comprobar como la banca española vuelve la mirada, de una vez por todas, al mundo de Internet, un mundo que está reclamando productos únicos y diferenciados de la banca tradicional, porque el usuario de Internet está claramente diferenciado del cliente tradicional de oficina.

Diferencias entre invertir y especular

A veces nos puede el cachondeo con las etiquetas...

A veces nos puede el cachondeo con las etiquetas...

Siguiendo con esta línea de artículos en los que trato de aclarar ideas, vamos hoy a hablar de dos conceptos que nos cuesta diferenciar, y cuya confusión tiene toda clase de efectos perniciosos, desde los económicos a los sociales, porque cuando a un inversor se le llama especulador se esta desincentivando a cualquiera a crear riqueza.

Ya hemos hablado muchas veces de que el hecho de que la empresa esté mal vista en España puede ser una de las raíces de nuestro paro crónico, pero hoy no abundaré en eso, ni me meteré en si hay muchos o pocos especuladores. Hoy vamos a la raíz de la idea:

Especular es comprar un bien con la idea de obtener un beneficio por el simple aumento de precio de ese bien derivado de su escasez, del aumento de la demanda o de otras condiciones del mercado. El especulador no tiene intención de producir nada con ese bien, sino simplemente de conservarlo durante un tiempo para volver a venderlo a un precio superior al que pagó para adquirirlo.

Inversor es el que compra un bien o sufraga su montaje, con la intención de obtener un beneficio de su explotación, o aporta un dinero a una sociedad para que esta lo explote y le pague un rendimiento.

La diferencia es clara: si el capital se integra en la producción, es inversión. Si lo único que hace el bien adquirido es dejar pasar el tiempo, es especulación.

Por tanto, el tío que compra una casa para vivir en ella, vive en ella, o la alquila, y la vende después de unos años no es un especulador. Es un inversor. Si tiene la casa vacía y espera unos años para venderla a un precio superior al que la compró, es un especulador.

Lo mismo sucede en la Bolsa. El que compra acciones para recibir un dividendo o un rendimiento de la empresa de la que se hace accionista, es inversor, y ayuda a la empresa a financiar sus proyectos. El que compra hoy para vender la semana que viene pensando que la acción subirá pro una u otra razón, es un especulador.

Y no juzgo ni a unos ni a otros, porque los especuladores también crean empleo y mueven el mercado, pero es importante distinguirlos. Y más importante aún sería que nuestro sistema impositivo los distinguiera. Me parece a mí, vaya.

 

Dos veces con la misma piedra, los bancos siguen dando el 100% en las hipotecas

¿Están los bancos tropezando con la misma piedra de nuevo?

¿Están los bancos tropezando con la misma piedra de nuevo?

El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, y los dirigentes de los bancos españoles son seres humanos, por lo que no es descabellado pensar que estén volviendo a tropezar con la misma piedra de los créditos hipotecarios de alto riesgo.

Según una información del Wall Street Journal, los bancos españoles han comenzado a ofrecer créditos hipotecarios por el 100% del valor de la vivienda, una práctica muy habitual antes de la crisis, y que dejó a muchas entidades con verdaderos problemas de liquidez y de deuda.

Se podía esperar que tras la mala situación que todas las entidades han pasado, los bancos hubieran aprendido la lección y que hubieran decidido no conceder jamás hipotecas tan elevadas, sin un seguro de reembolso pleno, como está ocurriendo ahora mismo. Evidentemente, la ligereza en la concesión no es tan elevada como antes, porque los bancos siguen con el grifo cerrado, pero aún así la situación está ahí.

Pero, ¿por qué los bancos están dando créditos al 100% del valor del inmueble? ¿Se han vuelto locos?

Evidentemente, no. Los gerentes de los bancos están intentando salvarse ellos mismos mediante un riesgo controlado. Uno de los principales problemas con el que se están enfrentando las entidades de crédito es que durante los picos más agudos de la crisis financiera se han visto obligados a embargar demasiadas viviendas.

Ahora se encuentran con un stock de viviendas excesiva que bloquea su liquidez a la hora de pagar sus propias deudas, por lo que necesitan deshacerse de ellas como sea, y la única forma posible es conseguir que los ciudadanos las compren lo antes posible.

Para ello necesitan concederles créditos, y la manera de hacer que las viviendas sean atractivas es ofrecer créditos hipotecarios al 100% del valor de la vivienda, con restricciones, evidentemente, a sus propias viviendas y a unos requisitos de solvencia financiera claros.

Por tanto, los bancos no se han vuelto locos, ni se están volviendo a equivocar, nada de eso. Están buscando la mejor forma de deshacerse del stock de viviendas que han acumulado y que están lastrando sus cuentas, sobre todo ahora que se ven obligados a provisionar por una cantidad mayor.

En definitiva, que puede ser buen momento para pasarse por tu entidad financiera y ver que te pueden ofrecer de la bolsa de viviendas que estén manejando en ese momento, seguro que consigues un buen precio y una financiación adecuada.

Que pague el Estado

Que sí no podemos, que si la abuela fuma...

Que sí no podemos, que si la abuela fuma...

Una de las frases más recurrentes que escuchamos pro ahí, al hablar de cualquier cosa, es “que pague el Estado “esto, o aquello. O que tal o cual gasto debería correr por cuenta del Estado.

No sé qué concepto de Estado tendrá la gente, pero empiezo a pensar que muchos no entienden lo que es el Estado, o lo imaginan como un ente divino y paternalista, al que sólo le falta el símbolo del ojo metido en el triángulo para ser eterno y todopoderoso.

El Estado somos nosotros, entendidos como población trabajadora y contribuyente, y cuando decimos que algo, lo que sea, es del Estado, estamos diciendo que es nuestro. Del mismo modo, cuando pedimos que el Estado pague algo lo que estamos pidiendo en realidad es pagarlo nosotros.

Luego, en la práctica, sabemos que el Estado es más de unos que de otros (como la granja de Orwell, donde unos animales eran más iguales que otros), sabemos que siempre pagan los mismos para que los mismos pongan el cazo, y sabemos muchas otras cosas que se apartan de la teoría, pero si no tenemos claro el concepto inicial nos acaban vendiendo cualquier moto por el simple procedimiento de inducirnos a pedir aquello mismo que nos perjudica. Cuando pedimos que pague algo el Estado pensamos automáticamente que se le pedirá el dinero a otros, pero la verdad, la sangrante verdad es que nos lo van a pedir a nosotros, proque lo de hacer quepaguen los ricos para que los demá s recibamos es un truco cainita que se basa en excitar nuestra enviadia para hacernos pagar más. No a los ricos, proque ricos hay pcoos: a la mayoría.

Por tanto, hay que tener bien claro que cuando el Estado estimula la economía con inversiones, o reventando aceras para ponerlas de nuevo, lo que está haciendo en realidad es tomar nuestro dinero y ponerlo a trabajar en unos fines que se entienden mejores que los que nosotros o los empresarios tendríamos para ese dinero.

Cuando el Estado mueve la Economía en vez de ser la Economía la que mueve el Estado, nos encontramos con la paradoja del ciclista que dice que a él lo mueve la bicicleta, en vez de ser al contrario.

Y quizás, cuesta abajo, sea cierto.

En llano, o cuesta arriba, es una chorrada.

 

Desgravación por reformas en vivienda habitual. IRPF 2010

Hacienda siempre con sus dos caras...

Hacienda siempre con sus dos caras...

Si no se echan atrás, que visto lo visto no se puede asegurar nada, parece ser que el Gobierno aprobará para el año que viene una nueva desgravación por obras en la vivienda habitual, lo que es una manera fina de sustituir al plan E, pero metiendo el gasto a los particulares en vez de levantar aceras a lo bobo. Ya que la gran obra del sector de la construcción parece congelada, y es posible que siga así mucho tiempo, se trata de reactivar este grupo productivo, tan intensivo en investigación y desarrollo, como todos sabemos.

La idea, para no enrollarme, es la siguiente:

Se permitirá desgravar hasta un 10% de los invertido en las obras, hasta un tope máximo de 3.000 euros al año. El total de lo desgravado por las obras, sumando los distintos ejercicios, no podrá ser superior a 10.000 euros, o lo que es lo mismo, todo lo que pase en la reforma de 100.000 euros, no se puede desgravar. Y no deja de ser normal: si metes más de 100.000 euros en un areforma, la cosa se acerca más a una obra nueva que a una verdadera reforma.

Además, no se puede desgravar cualquier obra, sino que tendrán que ver necesariamente con la eficiencia energética, el uso del agua o la adaptación para personas con problemas de movilidad. Este es un aviso necesaroio para lso que creen que puede ser buena idea meter un jacuzzi y que le paguemos a escote el diez por ciento. Se puede hacer, como todos sabemos, pero no a la cara y con todo el morro.

Y por supuesto, porque siempre hay alguno que se pasa de listo, es forzo decir que  sólo se pueden desgravar las obras de las que se conserve la factura correspondiente.

Por mi parte, un consejo práctico, que para eso estoy aquí: si necesitáis hacer la obra, tratad de desgravarla (si os conviene), pero pensar que puede interesar hacer la obra por las desgravaciones una locura, porque será tal el cúmulo de papeles que soliciten que va a ser mejor el viejo método de toda la vida y no desgravar. Basta con que penséis en los permisos municipales y los proyectos de arquitecto que se requerirán para que echéis vosotros mismos las cuentas.

Y no me pidáis que explique más, que se me entiende de sobra.

De dónde salen los servicios públicos

Sujeto pasivo del impuesto del tábaco pasándose a la economía sumergida.

Sujeto pasivo del impuesto del tábaco pasándose a la economía sumergida.

No sé vosotros, pero yo tengo a menudo la impresión de que los servicios públicos, y los presupuestos públicos, padecen del gen borroso: como son demasiado grandes y complejos, parecen venir del aire y se desdibujan en partidas en las que todo el mundo quiere influir sin darse cuenta de que lo que se pone en un lado se saca de otro.

Veo muy bien, y lo digo de veras, la ley de dependencia y que se ayude a las personas que se hacen cargo de los que no pueden valerse por sí mismos. Veo muy bien que haya guarderías públicas, enseñanza pública, sanidad universal y gratuita, y todo un montón más de servicios que, unidos, forman el Estado del Bienestar.

Lo que no podemos pretender es ampliar indefinidamente esos servicios sin ampliar al mismo tiempo la riqueza que los paga.

Lo primero que se debería pensar a la hora de exigir o prestar un servicio público es cuánto va a costar, cuánto va a ahorrar por otro lado, y quién lo va a pagar o de dónde se va a quitar el dinero para poder pagarlo. Sin embargo, esto parece un imposible metafísico, y las distintas administraciones se endeudan hasta el infinito y más allá precisamente porque prestan servicios que no pueden permitirse, o que no producen los ahorros o ingresos que se esperaban.

Un caso de buena praxis, por ejemplo, es aumentar los impuestos al tabaco, ya que lo que se deja de recaudar por impuestos cuando la gente deja de fumar, se ahorra en sanidad. Casos de mala praxis hay demasiado para meterme a detallarlos, pero no me resisto a citar la Universidad: si lo que se invierte en educación no se convierte luego en productividad, investigación, desarrollo o mayor cualificación real de los trabajadores en el mundo de la economía real, estamos tirando el dinero por la alcantarilla.

Los servicios no se prestan porque sí: tiene que tener una contrapartida, y si no la tienen, de algún tipo, desconfiad.

Incluso la sanidad de los viejos la tiene: si sabes que te van a cuidar lo mejor posible cuando no tengas noventa años, tendrás un mayor apego al país y te esforzarás más por él que si sabes que te van a tirar por un barranco como en Esparta.

En cuanto a su coste, no se puede pretender que los servicios los paguen siempre unos para que los disfruten el resto. La solidaridad tiene un límite, y una vez traspasado, entramos en un fenómeno peligroso: en el convencimiento de que los demás te explotan.

Por tanto, o se aumenta la riqueza, o se disminuyen los servicios. Parece evidente, pero muchos se resisten a entenderlo.

 

Sigue el margen de caída del precio de la vivienda

Tanto buscar, y al final la solución la tenían estos tipos

Tanto buscar, y al final la solución la tenían estos tipos

Vaya, vaya, aquí no hay quien se aclare, unos días nos cuentan la moto de que el precio de la vivienda ya ha alcanzado su punto más bajo, y al día siguiente nos vienen con la milonga de que el precio seguirá cayendo, y además de manera importante, concretamente hasta el 30%, tomando como referencia los precios de 2008, momento más álgido de la burbuja inmobiliaria.

Y no es que lo diga cualquiera, lo dice Fitch, una de las firmas de rating y de elaboración de informes de más prestigio, así que si ellos lo dicen habrá que creerlos, sobre todo porque sostienen que las estadísticas que está arrojando el Ministerio de Vivienda no son rigurosas.

No lo son porque no están teniendo en cuenta la falta de liquidez del sector inmobiliario, que está provocando la escasez de demanda, y por tanto, la consecuente bajada de precios para ajustar la oferta, lo que es un duro golpe para uno de los ministerios más castigados por la opinión pública.

Fitch argumenta su previsión de disminución de precios sobre una referencia muy concluyente. En 2008 una familia media tenía que destinar sus ingresos de 7,7 años para poder pagar una vivienda (antes de que comenzara la burbuja esa misma medida se situaba en 3,9 años), mientras que la agencia calcula que lo ideal es que una familia destine 5,5 años.

De ahí saca el porcentaje del 30% con respecto a los precios de 2008. Imagínate 5,5 años de todos los ingresos de tu familia para poder pagar un piso. Ya está la solución a la crisis, basta con no comer, no vestirse y no cubrir las necesidades básicas durante cinco años y medio y tendrás pagado el piso.

Bromas aparte, estoy en parte de acuerdo con Fitch y en parte en desacuerdo. Es cierto que las estadísticas del Ministerio de Vivienda están puestas en tela de juicio demasiado a menudo, porque carecen de la rigurosidad que se debería exigir a este tipo de estadísticas, pero por otro lado, también es cierto, que las estadísticas que maneja la agencia también pecan de parcialidad.

Porque no valoran las diferentes circunstancias de cada contexto geográfico y social. No es lo mismo comprarse un piso en Madrid capital, que en un pueblo de Madrid. No es lo mismo comprarse un piso en primera línea de playa que a 5 kilómetros.

Lo que está claro es que todavía nos queda un largo trecho que recorrer para comenzar a tener estadísticas rigurosas, de verdad, que tengan en cuenta todas las variables que afectan al funcionamiento del sector inmobiliario. Y hasta que eso ocurra seguiremos viviendo de puras especulaciones.